Sartaguda, Navarra, fue el municipio más castigado por la durísima represión franquista, muy representativo de lo que sucedió en la Ribera, zona en la que en solamente unos pueblos, como aquel, la izquierda tenía más presencia y el Frente Popular ganó en las elecciones de 1936. El tercio meridional de la Comunidad Foral concentró el 59% de los mas de 3.000 asesinados residentes en Navarra. Sartaguda fue el pueblo mártir por excelencia, 67,6 asesinados por cada 1.000 habitantes, fueron eliminados el 40% de los votantes masculinos del Frente Popular.
Sartaguda constituía un caso singular en Navarra, todas las tierras de su término municipal pertenecían al Duque del Infantado. Los colonos tenían que pagar un canon anual por los solares de viviendas, el uso del molino y por arrendar la tierra. El administrador del duque cedía la tierra a los vecinos a renta según criterios discrecionales y parámetros no igualitarios. Mientras que el 25% de las unidades familiares carecía de tierra cedida a renta y otro 17% cultivaba fincas pequeñas, había sectores de medianos y grandes renteros que cultivaban mucha más tierra de lo que representaba su peso demográfico.
Las reivindicaciones de tierras por los colonos aumentaron a partir de 1918 y especialmente durante la República en la que los grandes y medianos renteros competían directamente con los pequeños. La izquierda, que gobernó el Ayuntamiento durante la mayor parte del periodo republicano, se esforzó en mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos, exigiendo cesión de tierra para los más necesitados, renteros con explotaciones de menor tamaño y jornaleros, llegando a obtener logros sustantivos. Destacará en ese sentido la gestión del alcalde Eustaquio Mangado. El triunfo del Frente Popular en 1936 renovó las antiguas reivindicaciones, UGT y CNT pidieron la expropiación de los terrenos y que se quitara el puesto de la Guardia Civil.
El día de la sublevación el pueblo fue ocupado por carlistas y guardia civil, y el 20 de julio comenzaron las detenciones. Todos los representantes del Ayuntamiento y de la UGT fueron fusilados. De los 143 afiliados a la UGT, 45 fueron fusilados. Fueron aniquilados casi todos los cenetistas. La mayoría de los asesinados a partir de los 25 años eran cabeza de familia con hijos pequeños a su cargo. Los jornaleros entre 20 y 39 años sufrieron la mayor parte de la matanza, cerca del 75%. La represión los seleccionó a causa de sus circunstancias vitales, necesidad de cultivar más tierra de la que podían optar. Los hombres que mas habían reivindicado y hecho presión durante la Segunda República fueron los más castigados.
En total mataron a 86 hombres, 45 estaban casados dejando huérfanos a 135 niños. Si en 1935 había una viuda por debajo de los 40 años, en 1940 eran 40. A los pocos hombres del pueblo se les obligó a alistarse en el Tercio de Sanjurjo. De ellos 15 murieron en el frente y 45 fueron fusilados por los fascistas en octubre del 36. La limpieza política registrada en Sartaguda fue más abyecta considerando que algunos clanes familiares padecieron la violencia asesina en una magnitud ciertamente espectacular. En la familia del alcalde hubo 11 parientes asesinados.
Las viudas quedaron en una situación material penosa, además del dolor por la pérdida de los seres queridos, fueron agraviadas, rapadas en público, humilladas con ingesta de aceite de ricino, insultadas y zaheridas ante sus vecinos con bromas macabras para dañar su personalidad y mellar su integridad. Estos castigos estaban marcados por la envidia y en venganza de viejas rencillas. El objetivo era masacrar a la gente de izquierdas, hombres o mujeres, para acallar para siempre su voz. Pero las mujeres no lograron ser doblegadas del todo. Tuvieron que convivir con la humillación, las represalias, con sus verdugos, pero sacaron adelante a sus hijos, solas, en el más absoluto abandono, y ante todas las dificultades se hicieron fuertes. Lloraron a escondidas, llevaron su dolor en lo más profundo de su alma, pero lograron con valentía superar todos los obstáculos.
Nombres como Paca Urbiola, Avelina Cordón, Luisa Martínez, Rafaela García, Anuncia Ruiz, Sofía Ramírez, Trinidad Mangado, Antonia Narcue, Carmen Garatea, Francisca Martínez, hasta un total de 30 sufrieron algún tipo de tortura. Las maestras Ramona Laredo Cuadra y María del Carmen Arraiza Mikeo fueron trasladadas a otras localidades, a El Busto y Leitza, respectivamente, con una reducción del salario del 50%. Y después siguió su sufrimiento. Pérdida de tierras, desvalijamiento de sus casas, confiscación de sus cosechas, multas. Tras la guerra, los franquistas no respetaron esas propiedades y se adueñaron de los terrenos. No tuvieron compasión con las pobres viudas, que quedaron en una situación económica y emocional lamentable.
Y para vergüenza de sus verdugos, de los cómplices y de quienes han manteniendo hasta hoy la voluntad cobarde de los vencedores, impidiendo la reparación de los crímenes cometidos, decenas de asesinados en Navarra siguen hoy bajo el silencio de las cunetas, mientras personajes y símbolos golpistas siguen impuestos en la vida pública por quienes nunca han pedido perdón. Que el Parque de la Memoria de Sartaguda sirva para recordar a las víctimas y reclamar la justicia que se les debe. A lo largo de estos 71 años la palabra “perdón” nunca ha resonado en las paredes de las calles de Sartaguda. Los asesinos no tuvieron la valentía de reconocer sus actos y pedir disculpas por ello, prefirieron esconderse y llevarse consigo el secreto a la tumba.
Documentación: Eldiario.es (Tere Sáez). Radio Recuperando Memoria (Nanny García Gómez). Noticias de Navarra (y Ateneo Basilio Lacort). Euskonews (Fernando Mikelarena). Pamiela, presenta el libro Sartaguda 1936. El pueblo de las viudas, por Jimeno Jurio, J. María; coautor: Fernando Mikelarena.
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