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sábado, 9 de junio de 2018
Proyecto loquísimo del primer franquismo. Arquitecto Luis Moya.
¿Qué edificio representan mejor al régimen de Franco, es decir, la ideología de la dictadura? Si hacemos una encuesta, es probable que salga en primer lugar el Valle de los Caídos. Es obvio y por lo tanto no demasiado interesante. El Ministerio del Aire también podría servir. Pero aquí no nos vamos a referir a ellos, sino a dos construcciones que difícilmente relacionaríamos con la ideología franquista.
Al acabar la guerra, y en plena euforia falangista, se diseñaron ambiciosos planes urbanísticos para Madrid con el objetivo de construir "acrópolis falangistas sobre las ruinas del liberalismo". Entre la montaña de Príncipe Pío y la Catedral de la Almudena tenía que desplegarse una impresionante escenografía imperial, con su Casa del Partido, Alcázar y Catedral. Solo la catedral se llegó a terminar (para desgracia de todas las personas con un mínimo de sensibilidad). Como sucedió con otros planes similares (véase imagen superior), el resto de construcciones se quedó en el papel por la de falta de fondos, discrepancias ideológicas y estéticas y el declive del falangismo. Vista La Almudena, tenemos que estar agradecidos.
Se ha dicho que la puntilla a este plan imperial se lo dieron dos edificios de la Plaza de España: el Edificio España y la Torre de Madrid, de los hermanos Otamendi. Rascacielos en vez de iglesias y castillos. Es cierto. Pero también lo es que estos dos edificios representan como pocos la esencia de la ideología franquista. Sin cruces, sin yugos y flechas y sin águilas de San Juan. La explicación es simple.
Torre de Madrid y Edificio España con Quijote en medio.
El Edificio España se construyó entre 1948 y 1953. La Torre de Madrid se levantó inmediatamente después, entre 1954 y 1960. Es decir, ambos se erigieron en la década de los 50 y por parte de la misma pareja de arquitecto e ingeniero. Pero son muy distintos. El más antiguo está construido en estilo neobarroco y entronca, por tanto, con las ideas imperiales que prevalecían en la inmediata posguerra. Tiene un curioso parecido, por cierto, con el Palacio de la Cultura y la Ciencia de Varsovia(antiguo Palacio Iósif Stalin), que se edificó entre 1954 y 1955 -los dictadores son muy amantes del historicismo rancio.
La Torre de Madrid, en cambio, está construida en el anodino Estilo Internacional, que representa la popularización del movimiento moderno en arquitectura. O lo que es lo mismo, lo más opuesto al historicismo. Un estilo funcional, sin decoración y sin referencia alguna al pasado. Una arquitectura, por lo tanto, amnésica. Perfecta para un régimen que quería que se olvidaran sus devaneos con el Eje y se tuviera en cambio en cuenta su apuesta por el capitalismo. Los años 40 fueron la década del falangismo. A partir de fines de los 50 le llega su turno a la tecnocracia y el desarrollismo. En el Edificio España todavía se ve un eco del ideal falangista. En la Torre de Madrid se adivina el futuro tecnocrático.
Y así es el régimen de Franco. Una dictadura caracterizada por una ideología que cambiaba según los tiempos. De la misma manera que la biografía del dictador se reinventó multitud de veces, como ha demostrado Antonio Cazorla, también se reinventó su materialidad. Y por eso no existe un estilo franquista, como sí existe un estilo nazi en Alemania o fascista en Italia. Una inconsistencia ideológica que a veces se dio en los propios arquitectos, como los Otamendi o Gutiérrez Soto, que igual te construye el maravilloso cine Europa, rabiosamente racionalista, como el cine Fraga, rabiosamente rancio.
Gutiérrez Soto antes de Franco.
Gutiérrez Soto con Franco.
En vez de ver en estos vaivenes arquitectónicos una anomalía, tenemos que tomarlo por lo que son: un testimonio material elocuente de una época. Y también como algo más. El régimen franquista vivió lo suficiente para transformarse múltiples veces. En su última época proyectó una imagen de eficiencia y modernidad que se materializa en muchos edificios de los años 60, obra, en algunos casos, de magníficos arquitectos. Son la mejor propaganda para aquellos que defienden la dictadura. Conviene recordar, por lo tanto, que al lado de cada Torre de Madrid hay un Valle de los Caídos, un campo de concentración, un barrio de casas baratas...
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Sobre los sueños urbanísticos del primer franquismo:
Box, Z. (2012). El cuerpo de la nación. Arquitectura, urbanismo y capitalidad en el primer franquismo. Revista de estudios políticos, (155), 151-181.
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