Una mujer agarra una foto en blanco y negro y sale a la calle para reclamar que busquen a sus muertos. Toma un autobús, camina un rato y se une a otras personas en situación similar. El grupo halla cobijo en la Asamblea de Familiares y Asociaciones Memorialistas de la plaza de la Gavidia, en Sevilla, que enarbola banderas y consignas en una demanda común: “la exhumación de las fosas comunes del franquismo”. Así cada último sábado de mes desde hace 15 años.
Cada una de esas mañanas la plazoleta amanece sembrada de retratos. Cada fotografía guarda una historia. Cada relato, una víctima. Y cada desaparecido una vida rota, una tragedia extendida, una familia marcada, una lucha a contracorriente. El movimiento memorialista tomó la plaza sevillana el 28 de octubre de 2008 e idéntico día, tres lustros y 177 concentraciones más tarde, “allí continuamos”, dicen.
La memoria de la Gavidia se ha convertido en una especie de réplica andaluza de la lucha de las Madres de la Plaza de Mayo. Aunque Sevilla y su provincia ocultan casi la mitad de ejecutados que toda Argentina y Andalucía entera más que el terrorismo de Estado en el país austral y Chile juntos: al menos 45.566 asesinados en 708 fosas comunes.
Muchos cadáveres acabaron arrojados a Pico Reja, el enterramiento ilegal con asesinados por los golpistas que entregó 1.786 cuerpos matados a tiros en una ciudad sin guerra. Quizá sea la única tumba colectiva abierta en el cementerio de San Fernando porque los trabajos en la mayor fosa común del franquismo en Sevilla no empezarán en 2023 pese a contar con presupuesto. Una razón más, subrayan las familias, para seguir reivindicando la búsqueda “de las víctimas de la represión fascista”.
“Desaparecida, asesinado”
Junto a una imagen está escrito un nombre y una condición: “Amalia González, desaparecida”. En otra pone “Ignacio Alonso, asesinado”. Más allá reza “Felipe González, ejecutado”. ¿Dónde yacen? La plaza de la Gavidia está tomada por descendientes de estas y otras personas represaliadas que en su asamblea número 178 celebran el 15 aniversario de estas reuniones de familiares y asociaciones memorialistas.
“Desde Buenos Aires la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) Argentina se suma a la conmemoración exigiendo verdad, justicia y reparación para las víctimas del franquismo”, lee la activista Paqui Maqueda. “Desde este lado del océano nos sumamos, porque ningún nombre debe ser borrado y porque no olvidamos, no dejamos de luchar y no perdonamos”, trasladan.
“No pensaron nunca que éramos semillas”, afianza Maqueda. “Estamos llenos de orgullo, de emoción, hay miles de historias que se han fraguado en esta plaza y se entrelazan en el amor y la lucha”, prosigue. Simientes que nacen de los huesos, de los restos de la “arqueología de la violencia” fascista que alude María del Carmen España, familiar de la fosa de La Puebla de Cazalla.
“Están ahí amontonados, tirados pero nunca olvidados”, cuenta, si las manos abren la tierra y rescatan los cuerpos “vencemos al olvido, al silencio y a los asesinos”. Por eso “las fosas hay que abrirlas todas”, defiende España. La reivindicación casa, y enfrenta, el “desprecio total y absoluto del alcalde –José Luis Sanz (PP)– y el Ayuntamiento de Sevilla”, sumidos en “la ignorancia y el negacionismo a las políticas públicas de Memoria”, denuncia Miguel Guerrero.
“El franquismo está vivo”
“El franquismo sigue tan vivo como esta reunión”, apela el historiador José María García Márquez. Y también quienes hacen uso político de la memoria nostálgica de la dictadura, avisa. “Nadie les está cortando las alas e incluso están sacando la violencia verbal que es la antesala de la violencia física y las asociaciones memorialistas lo saben muy bien, que la humillación a las víctimas sale gratis”, subraya.
“La Memoria ha ayudado a la Historia, dándole cuerpo”, aplaude el investigador, al tiempo que critica la “insensibilidad social evidente” que campa libre gracias a la desmemoria impuesta. “En vez de cerrar las heridas”, afea un señor que pasea penetrando la plaza. Casi al mismo tiempo, sentados en un banco, dos nonagenarios charlan: “Y los que mataron ellos, qué”, sentencia uno, demostrando que el “arsenal mitológico” de la propaganda fascista pervive en el “franquismo sociológico”.
“En una fosa común / en la memoria del olvido, / quieren borrar tu nombre / como si no hubieses existido.”, canta Lucís Sócam, que cierra junto a la artista Enma Alonso el 178 encuentro de la Asamblea de Familiares y Asociaciones Memorialistas de la plaza de la Gavidia. “De todos los hombres y mujeres / que en huesos se han convertido / todos los hombres y mujeres / tienen nombres y apellidos. / Y cada uno una historia de sueños / que no queden en el olvido / todos los hombres y mujeres / tienen nombres y apellidos”, recita la canción Todos los nombres.
Memoria de “amor y lucha”
“La Plaza es ante todo un grupo de personas que acoge la esperanza en el reconocimiento de la memoria tantos años negada, organiza la lucha memorialista y persevera en ella”, resumen los organizadores de la cita. En la asamblea “recibimos y compartimos la voz de los familiares y organizamos manifestaciones, concentraciones, elaboramos propuestas a las administraciones, actos de homenaje y reconocimiento a las víctimas…”, amplían.
Un lugar de encuentro que genera “la certeza de un grupo que continúa después de quince años trabajando por la verdad, justicia y reparación para las víctimas del golpe militar y la posterior dictadura”. Y este sábado último de mes diseñó “una gran asamblea que recoja experiencias y mire hacia adelante”, que repase las historias que pasaron por la plaza “todos estos años” y recuerde “a quienes ya no están”.
Las citas mensuales con la memoria tienen lugar frente al edificio donde “se asentaron las nuevas autoridades militares golpistas”, explica la Asamblea en una nota. En esa sede el “principal responsable de la cruel represión”, Gonzalo Queipo de Llano, “tenía instalada la emisora de radio por la que retransmitía las más enconadas proclamas de muerte, venganza y escarnio contra la población civil”.
“Se les perseguirá como a fieras, hasta hacerlos desaparecer a todos”, arengaba el militar sublevado. “No se librarán por más que berreen y pataleen”, espetaba el criminal de guerra para masacrar Andalucía. Pero la Memoria resiste, como “semillas” que crecen desde “el amor y la lucha”, afina Maqueda. Brotes que piden Derechos Humanos para las víctimas del fascismo español. Que se busquen “todas las fosas”, como reclama España.
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