Aralda Rodríguez espera que un juez autorice la exhumación de los restos de víctimas del franquismo localizados en 1995 y que fueron enterrados con un error de identificación. Sabe que uno es su padre.
V.M., Fuencaliente
La presidenta de la Asociación de la Memoria Histórica de La Palma, Aralda Rodríguez, está a la espera de que un juez autorice la exhumación de los restos de cinco cadáveres enterrados en dos cementerios de Los Llanos de Aridane para saber cuáles pertenecen a su padre, Segundo Rodríguez Pérez, asesinado durante la represión franquista.
Aralda Rodríguez supo con certeza en el año 2012 que los restos de su padre se encontraban entre los huesos localizados en el pinar de Fuencaliente en 1995, en una exhumación por orden judicial con presencia de los agentes que levantaron los cuerpos. Por aquel entonces, los métodos de identificación no eran tan irrefutables, más bien todo lo contrario, como en la actualidad y el Instituto Nacional de Toxicología, utilizando lo que tenía a su alcance, se equivocó en el estudio antropológico realizado de las muestras que le llegaron de La Palma, poniendo nombre y apellidos erróneos a al menos uno de los cuerpos.
La equivocación quedó al descubierto después de que casi por casualidad se localizara en el mismo pinar de Fuencaliente, quince años después de aquella primera exhumación, unos "pequeños huesos", como los describe la propia hija del asesinado por los franquistas y que pertenecían al disco de la columna, una costilla y pies, además de dientes. A los restos se les hizo la prueba de ADN en 2012, demostrándose que efectivamente pertenecían a su padre. "Aún recuerdo cuando me lo dijeron. Después de tantos años de búsqueda, de saber que tenía que encontrarlo, no me lo podía creer. Estaba en una nube", sentencia. Además, un informe arqueológico certificó el origen de los restos. Eran de la misma fosa, sin ningún género de dudas, donde una noche fría habían matado a las cinco personas localizadas en 1995.
Ahora, cuando el juez lo autorice, "tenemos que hacer las pruebas para ver cuál de los cinco es mi padre", afirma Aralda Rodríguez, que debe rondar los 75 años de edad y que espera que el permiso judicial "llegue pronto, por lo menos antes de que yo me vaya...". A propósito señala que "tuve que nombrar un abogado, se ha presentado en el juzgado toda la documentación que teníamos, incluyendo las pruebas que se han hecho, y he hablado con el juez. Lo único que me falta es su autorización". Su idea es enterrar los restos "junto a mi madre, en el cementerio de Puntallana". Es su principal deseo.
La presidenta de la Asociación de la Memoria Histórica de La Palma, colectivo que carece de fondos económicos para continuar la búsqueda de represariados, aclara que "no quiero perjudicar a nadie con esta exhumación", en referencia a las personas que creían o aún creen que aquellos son sus familiares y que pueden ver "muy pronto" cómo en realidad uno de ellos no lo es, "pero mi padre está entre esos cinco enterrado con otro nombre, esa es la verdad, y quiero saber cuál es". Defiende que "dos o tres de los cuerpos fueron enterrados en el cementerio de Las Manchas y los otros en el de Los Llanos de Aridane".
Entre las cinco víctimas localizadas en la excavación de 1994 se encontraba el alcalde republicano de Los Llanos de Aridane, Francisco Rodríguez Betancourt, quien fue enterrado en Las Manchas, según las fuentes consultadas por esta redacción, junto a otro político y un sindicalista. "También tendremos que exhumar al que se piensa que es ex alcalde", señaló Aralda Rodríguez, porque "está entre los cinco que puede ser mi padre".
La presidenta de la Asociación de la Memoria Histórica de La Palma, Aralda Rodríguez, está a la espera de que un juez autorice la exhumación de los restos de cinco cadáveres enterrados en dos cementerios de Los Llanos de Aridane para saber cuáles pertenecen a su padre, Segundo Rodríguez Pérez, asesinado durante la represión franquista.
Aralda Rodríguez supo con certeza en el año 2012 que los restos de su padre se encontraban entre los huesos localizados en el pinar de Fuencaliente en 1995, en una exhumación por orden judicial con presencia de los agentes que levantaron los cuerpos. Por aquel entonces, los métodos de identificación no eran tan irrefutables, más bien todo lo contrario, como en la actualidad y el Instituto Nacional de Toxicología, utilizando lo que tenía a su alcance, se equivocó en el estudio antropológico realizado de las muestras que le llegaron de La Palma, poniendo nombre y apellidos erróneos a al menos uno de los cuerpos.
La equivocación quedó al descubierto después de que casi por casualidad se localizara en el mismo pinar de Fuencaliente, quince años después de aquella primera exhumación, unos "pequeños huesos", como los describe la propia hija del asesinado por los franquistas y que pertenecían al disco de la columna, una costilla y pies, además de dientes. A los restos se les hizo la prueba de ADN en 2012, demostrándose que efectivamente pertenecían a su padre. "Aún recuerdo cuando me lo dijeron. Después de tantos años de búsqueda, de saber que tenía que encontrarlo, no me lo podía creer. Estaba en una nube", sentencia. Además, un informe arqueológico certificó el origen de los restos. Eran de la misma fosa, sin ningún género de dudas, donde una noche fría habían matado a las cinco personas localizadas en 1995.
Ahora, cuando el juez lo autorice, "tenemos que hacer las pruebas para ver cuál de los cinco es mi padre", afirma Aralda Rodríguez, que debe rondar los 75 años de edad y que espera que el permiso judicial "llegue pronto, por lo menos antes de que yo me vaya...". A propósito señala que "tuve que nombrar un abogado, se ha presentado en el juzgado toda la documentación que teníamos, incluyendo las pruebas que se han hecho, y he hablado con el juez. Lo único que me falta es su autorización". Su idea es enterrar los restos "junto a mi madre, en el cementerio de Puntallana". Es su principal deseo.
La presidenta de la Asociación de la Memoria Histórica de La Palma, colectivo que carece de fondos económicos para continuar la búsqueda de represariados, aclara que "no quiero perjudicar a nadie con esta exhumación", en referencia a las personas que creían o aún creen que aquellos son sus familiares y que pueden ver "muy pronto" cómo en realidad uno de ellos no lo es, "pero mi padre está entre esos cinco enterrado con otro nombre, esa es la verdad, y quiero saber cuál es". Defiende que "dos o tres de los cuerpos fueron enterrados en el cementerio de Las Manchas y los otros en el de Los Llanos de Aridane".
Entre las cinco víctimas localizadas en la excavación de 1994 se encontraba el alcalde republicano de Los Llanos de Aridane, Francisco Rodríguez Betancourt, quien fue enterrado en Las Manchas, según las fuentes consultadas por esta redacción, junto a otro político y un sindicalista. "También tendremos que exhumar al que se piensa que es ex alcalde", señaló Aralda Rodríguez, porque "está entre los cinco que puede ser mi padre".
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