divendres, 6 de febrer del 2015

Refugiados de tercera.


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09:47

Por Imanol
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Martín Arnal Mur. Fotografía de su documentación de la UNE. 
  Durante los últimos años, la televisión nos ha acostumbrado a las terribles imágenes de campos de refugiados, de miles de personas huyendo de desastres naturales, pero sobre todo, huyendo de las guerras. Estas imágenes hace tiempo que parece que dejaron de asombrarnos, y sea por simple repetición, o por la lejanía con que las tratamos, ya no nos afectan. Si echamos la vista un poco más atrás en la historia, a cuando las imágenes eran en blanco y negro, resulta que si nos paramos a mirar, en una de esas retiradas, en algunos de esos atestados campos de ¿refugiad@s?, aún podemos distinguir la cara de alguna persona que no nos es desconocida, algún familiar hace tiempo olvidado, porqué resulta, que en los primeros meses de 1939, esa masa de desposeíd@s, de derrotad@s, éramos nosotr@s mism@s.
 
Los perdedores de todas las guerras, amontonados tras funcionarios
     armados. Pocos meses después, Francia se sumó a la derrota.
  Para que no resulte todo muy impersonal, me centraré en un caso particular, hubo algo más de 500.000 casos particulares, pero me quedo con el de Martín, primero por la amistad que nos une, y segundo, porqué desde que tengo la suerte de conocerlo, siempre me ha parecido un ejemplo a seguir.
  Martín nace en el pueblecito oscense de Angüés el 12 de noviembre de 1921, desde muy joven se dedica a las labores del campo y también desde entonces, forma parte de las Juventudes Libertarias y de la CNT. La llegada de la guerra civil lo sorprende sin la edad suficiente como para que pueda participar en los combates, pero donde si participa, y de forma entusiasta es en la colectivización de las tierras y los bienes, llevada a cabo tanto en su pueblo como en otros tantos por tierras de Aragón. Por desgracia, todo esto acaba de forma radical entre el 12 y el 13 de agosto de 1937, con la ocupación del pueblo, la detención de varios colectivistas y el asalto y expolio de varios locales libertarios y de la colectividad por parte de la 134 Brigada Mixta de la 31 División, unidad de reserva al mando de Antonio Escoda Xatruch. Parece ser que eran más peligrosos esos colectivistas que las cercanas tropas facciosas para los esbirros de Stalin.
  A finales de enero del 39, encontramos a Martín cruzando la frontera, rodeado de otra mucha gente, ya lo han perdido casi todo, saben lo que dejan atrás y que por delante, ahora solo van a haber dudas y dificultades, aún así, mantienen esa ironía tan del terruño mientras cantan “Allez, allez, reculez, allez, allez, reculez, que tienes que andar a pie, desde Cervera a Argèles”.
 
             Campo de ¿refugiados? de Argelès sur Mer.
  Tras algunos breves trabajos en el país vecino, acaba en el infame campo de Argelès, y le damos la palabra para que lo explique en primera persona: En Argelès, recibíamos mal trato, mala comida, y como colchón, la arena del mar. Si íbamos a beber al grifo el agua salada nos ocasionaba dolor de vientre, unos cólicos que te arrancaban las tripas. Mayormente los niños sufrían de disentería, lo que les ocasionaba graves enfermedades y muchas pérdidas de vidas. Como servicios había unas letrinas mal protegidas de la intimidad; cuando nos apretaba el mal de vientre se creaba una enorme cola de gente ante las puertas; había que subir unas escaleras de tabla; en lo que a mi me concierne, muchos días cuando subía la escalera ya llegaba tarde.
 
              Fotografía de Centelles...sin comentarios.
  Tengo que decir, que el escuchar a Martín cuando se pone a contarte sus cosas es una de las experiencias más emotivas de las que te pueden pasar, cuando hay que repartir, ya sean alabanzas, ya sean insultos, hay para toda aquella persona que se los merezca,  en esto no hay ideología, vuelvo a darle la palabra: Cuando pasamos a Francia, tod@s éramos refugiad@s, pero no te creas que éramos iguales, estaban l@s refugiad@s de primera, que rápidamente fueron pasando a México, la URSS y otros países, eran esos nombres conocidos de partidos, sindicatos, militares de graduación… Después estaban l@s de segunda, que aunque se quedaron en Francia, fueron ayudad@s por sus respectivas organizaciones, fueron acogidos en pisos o casas particulares…y después estábamos l@s demás, l@s de tercera, todos los que fuimos a parar a los campos, la gran mayoría…
 
Grupo de guías de la UNE, Martín es el primero por la izquierda de pie.
              Cruzando el Pirineo, otoño de 1944.
  La guerra mundial cambia los planes para la mayoría de refugiados españoles, desde 1942, Martín forma parte de la resistencia antinazi, primero en un grupo con amigos y conocidos y después en el 11 Grupo FFI en la zona de Gaillac-Salvagnac. Posteriormente pasa ya a la 7ª Brigada de Guerrilleros Españoles. Una vez liberado el sur de Francia de la presencia alemana, la mayoría de los guerrilleros que forman parte de la UNE (de mando comunista pero que aglutina también a socialistas, republicanos varios y anarquistas) pone sus ojos en España. Pronto empiezan a mandarse grupos y a prepararse lo que serán las invasiones de octubre de 1944. Martín forma parte de uno de los equipos de guías, el suyo está formado por 3 cenetistas, un comunista y un socialista. Su zona, el Pirineo central, con pasos por Bielsa, Urdiceto o Chistau. Pasó tanto en misiones de reconocimiento, como guiando una de las brigadas que tomaron parte en las invasiones pirenaicas, o pasando informaciones de ida y vuelta por la frontera. El 3 de marzo de 1945, se da de baja de las FFI-GE, no por ello abandonando la lucha antifranquista, pero continuándola ya en la reconstrucción de la organización confederal. Cedemos la palabra de nuevo a nuestro protagonista para cerrar este capítulo: Cuando de nuevo me integré a la vida civil, después de haberlo arriesgado todo, Francia no nos dio ninguna gratitud, mi madre, cuando me vio llegar a casa dijo: “Hijo me devuelves tu vida sin esperarlo, pero no traes ni camisa”.
 
Fuentes: Memorias de un anarquista de Angüés. (Martín Arnal) y entrevistas personales.