13 / 11 / 2015 Javier Otero
Nuevos documentos desvelan las maniobras financieras que realizó el dictador con la fortuna que provenía de donativos de la guerra, sus inversiones y sus propiedades
Carmen Polo, la mujer del dictador Francisco Franco, aseguró sus casas en la finca de La Piniella por daños producidos por motines y revueltas populares dos meses antes del levantamiento militar del 18 de julio de 1936, que iba a protagonizar su marido. Es una de las llamativas maniobras financieras de Franco y su familia relacionadas con la Guerra Civil que saca a la luz TIEMPO. También se desvela que Carmen Polo también tenía, como su marido, una cuenta en la que recibía donativos en la que destaca que uno de los donantes fue el “Eminentísimo Cardenal Arzobispo de Toledo”. También hay un ingreso del arzobispo de La Coruña, Leopoldo Sousa, de 120 libras esterlinas y 120 escudos. Esta revista también reproduce los movimientos de fondos de la cuenta más importante que tenía Franco en el Banco de España y la evolución de las cuentas con fondos a su disposición, que llegaron a los 34 millones de pesetas en 1940.
Una carta guardada en el Archivo General del Palacio Real de Madrid relata lo siguiente: “Con fecha 14 de mayo de 1936 tuvimos el honor de contratar con la Excma. Sra. Dª Carmen Polo, de Franco, la póliza número 71.891, Riesgo de Motín y tumulto popular” sobre dos casas de su propiedad, para añadir luego que “los citados inmuebles sufrieron perjuicios a consecuencia de los hechos ocurridos en España durante el Glorioso Movimiento Nacional”. La misiva, de la compañía de seguros La Préservatrice, fue enviada al Jefe de la Casa Civil de Franco y pretendía realizar el pago por el siniestro. El seguro se firmó solo dos meses antes de estallar la guerra y cubría un riesgo excepcional. Se aseguraron “dos casas valoradas en 45.000 pesetas” (equivalentes a algo más de 500.000 euros en la actualidad) en la finca La Piniella, propiedad de Carmen Polo. No se conoce si el resto de propiedades del matrimonio Franco-Polo pudo contar con el mismo aseguramiento.
En una investigación realizada en los archivos del Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, Archivo General del Palacio Real de Madrid y el Archivo Histórico del Banco de España, esta revista descubre nuevas claves sobre el dinero del que dispuso el dictador. Así, se puede comprobar que las empresas y propiedades privadas de Franco fueron administradas con recursos públicos, ya que existen documentos que atestiguan que se realizaron gestiones de la empresa Ursaria (propiedad de la familia Franco a través de testaferros) y de la casa en la calle Hermanos Bécquer de Madrid, por parte de los directivos de Patrimonio Nacional y por Ricardo Catoira, secretario de la segunda jefatura de intendencia, a la que Carmen Polo da indicaciones hasta sobre la adquisición de azulejos. Catoira llegó a ser secretario general de la Casa Civil de Franco y algunos lo consideraban su apoderado. Según los documentos encontrados por esta revista, el Instituto Geográfico y Catastral realizó también trabajos topográficos en la finca del Canto del Pico, un inmueble propiedad particular de Franco que le obsequió el conde de las Almenas. Patrimonio Nacional también dio instrucciones para que el taller de cerrajería facilitara 24 aros de hierro para el arreglo de las columnas del campo de tenis de la misma finca propiedad de Franco. La pagaduría de la Casa Civil también certifica obras en La Piniella y Ricardo Catoira lleva otros asuntos de las fincas de Franco.
Entre los documentos se encuentra también el presupuesto del pazo de Meirás, que era de 166.535 pesetas en 1951. Otro dato que completa el valor del patrimonio de Franco es el seguro contratado para la casa de El Ferrol (donde nació Franco) que en ese momento, y tras unas reformas, estaba valorada en 1.200.000 pesetas entre el inmueble en sí y su contenido, donde se cita el mobiliario, cuadros, objetos de plata y objetos de loza de Sargadelos, muy cotizados y de la que era gran amante Carmen Polo. La Casa Civil, el organismo público encargado de la Jefatura del Estado, se encargó también de pagar gratificaciones al personal destinado al pazo de Meirás o La Piniella.
Secretos. Uno de los últimos secretos que quedan por desentrañar de Franco, 40 años después de su muerte, es el de cuánto dinero tenía, cuál fue su origen y dónde fue a parar. Nuevos datos que provienen de su archivo personal, que destapa esta revista, hacen aflorar la evolución de los fondos que tenían su origen en los donativos de la Guerra Civil. Franco los manejó a su antojo al menos durante veinte años, no los reintegró al Tesoro Público, como se hizo con el resto de donativos de la guerra, y realizó con ellos algunos gastos que no tenían ningún objetivo filantrópico.
En el archivo del Palacio Real se puede comprobar que los donativos que él realizaba iban de 25 pesetas a un particular a las 500 pesetas donadas a un asilo de huérfanos de Getafe. No todo fueron detalles de generosidad. Franco también rechazó ayudar a los Dominicos de Ajofín (Toledo).
El historiador Ángel Viñas ha investigado estas cuentas a raíz de las revelaciones publicadas por TIEMPO y publica en su libro La otra cara del Caudillo los movimientos en algunas de las cuentas a disposición de Franco en el Banco de España. En una de ellas, en la sucursal de Burgos, aparecen algunos donativos, pero también aparecen gastos como un viaje de Pilar Franco, hermana del dictador, a Baleares, o los derechos de aduanas de la importación de un coche para un hombre de confianza.
Según los documentos que reveló TIEMPO, en 1950 también se gasta 35.853 pesetas en una alfombra para el Papa y hace donativos para partos triples por 50.000 pesetas. En el Palacio de Oriente se puede comprobar que, sorprendentemente, una parte la pagó el dictador y otra el Ministerio de Asuntos Exteriores. De hecho, el Ministerio pidió una aclaración, a lo que el jefe de la Casa Civil de Franco alegó que se trataba en principio de una sola alfombra “y al Caudillo se le ocurrió dividirla en dos” y pagar la parte más cara. También paga el agasajo que dio por su onomástica al Regimiento de su Guardia por 20.100 pesetas. Aunque pequeño, también es un detalle de un uso alejado al de los donativos al que en principio estaban destinadas estas cuentas. Franco también gastó 69.230 pesetas por la compra de nada más y nada menos que 1.000 pares de zapatos a casa Segarra. Según una carta descubierta por TIEMPO, el dueño de esta fábrica envió en varias ocasiones 25.000 pesetas a Franco.
Una fortuna. Franco tenía a su disposición una considerable fortuna, que sumaba en 1940 un total de 34 millones de pesetas de la época, como ya publicó TIEMPO. Esta cifra se correspondería a una cantidad entre 388 millones de euros con el método de actualización de José Ángel Sánchez Asiaín y 3.000 millones actuales. También se pueden comparar con otras cifras, como que en 1932 los sueldos de todos los maestros de España sumaban en los Presupuestos del Estado un total de 28,2 millones de pesetas. Una demanda sobre bienes incautados durante la guerra, interpuesta por el despacho de abogados de Baltasar Garzón, calcula que 35 millones de pesetas de la época se corresponden a más de 3.000 millones de euros, considerando el valor actualizado de aquellos fondos, a lo que hay que sumar los intereses.
Estos fondos provenían en su mayoría de donativos recaudados en la Guerra Civil. Algunos van dirigidos específicamente para fines como los huérfanos de la contienda pero son enviados a Franco para financiar genéricamente su causa. Aparecen solo bajo la fórmula “A disposición de Su Excelencia el Jefe del Estado Francisco Franco Bahamonde”. Además, si en 1940 hay varias cuentas con donativos que tienen su destino establecido (reconstrucción del Alcázar, huérfanos, soldados indígenas y fondo de España), en 1959 de ellas ya solo queda, y además con su saldo inalterado desde 1940, la cuenta llamada “Fondo de España”. También se descubre alguna maniobra, como que en ese periodo el saldo destinado a soldados indígenas se traslada a la cuenta en la que solo consta que son fondos a disposición de Franco. Lo mismo ocurre con una cuenta llamada “Donativos para el Ejército español” cuyo saldo se traspasó a la cuenta “Donativos a disposición de su Excelencia el Jefe del Estado Francisco Franco Bahamonde”.
Otra novedad es el descubrimiento por parte del historiador Ángel Viñas, que ha seguido la pista de las revelaciones de esta revista hace unos años del origen de uno de esos ingresos de los que se benefició Franco, como fueron los extraños 7,5 millones de pesetas correspondientes a una enorme partida de café, ingresados en 1940. La investigación de Viñas desvela que el café fue donado por el dictador brasileño Getulio Vargas, fue vendida a la Comisaría de Abastecimientos y Transportes y los fondos obtenidos se pusieron a disposición del general.
Viñas saca a la luz en La otra cara del Caudillo un detalle interesante. Se trata de una orden “reservada” de 1937 en la que ya se podía leer que “sería conveniente que las dos cuentas corrientes que tiene abiertas el general en el Banco de España queden unificadas en una sola, siendo más ventajosa la que está a su nombre: Suscripción Nacional a disposición del General Don Francisco Franco Bahamonde”. Viñas también subraya en su libro que este comportamiento proviene de un sistema legal en el que la voluntad del dictador se convertía literalmente en ley.
En la correspondencia que se conserva en el archivo del Palacio Real aparecen algunas misivas curiosas, como la que hace que se cambie el nombre de una cuenta con una suscripción a disposición del “General Franco”, que piensan que no es suficientemente respetuosa, por “Su Excelencia el Generalísimo”. La cuenta principal de Franco en el Banco de España solo tiene calderilla el 3 de junio de 1965, en concreto 63.013 pesetas, donde se pierde su pista.
Con el análisis de los conceptos detallados de las cuentas de 1940 desvelados por TIEMPO se puede comprobar que la operación de venta de café, más otros cientos de miles de pesetas que llegaron bajo el concepto de “Reconstrucción del Alcázar”, fueron incorporados a una cuenta del Banco de España en la que no estaba establecido el destino que debían tener los fondos, sino solamente que eran donativos a disposición de Franco. En 1942 faltan 7,8 millones de pesetas en esa misma cuenta, según los datos encontrados en el Archivo General de Palacio. Esta cifra se corresponde prácticamente con el dinero obtenido con la venta del café, los fondos de la reconstrucción del Alcázar y una pequeña cuenta en Lisboa. El destino de estos fondos es un misterio. En 1946 ya solo quedan 1,7 millones. Así que, si no se ingresaron más fondos, los 13 millones de euros que faltan en 1950 ya habían sido detraídos antes de 1946. Este descenso no se corresponde con el ritmo habitual de donativos que realizaba Franco. La suma de los saldos de la fortuna que el dictador tenía a su disposición no vuelve a bajar hasta que se le pierde la pista a finales de 1959.
TIEMPO reproduce los movimientos de la que fue la principal cuenta con fondos a disposición de Franco en el Banco de España. Se conservan los que se produjeron entre diciembre de 1945 y junio de 1965. La mayor actividad en este periodo se produce hasta 1951, donde Franco retira aproximadamente 4,1 millones de pesetas. La cuenta había llegado a tener 17,7 millones de pesetas en 1940 y en 1951 se quedó con un saldo de solo 89.000 pesetas. Por el camino fue alimentada con algunos ingresos, pero el más relevante fue uno por 1,6 millones de pesetas en octubre de 1946. En esta cuenta del Banco de España también se ingresan los intereses de otros valores, como los que provienen del Banco Hispano Americano.
La finca de Valdefuentes. La inversión más importante que se conoce de Franco es la enorme finca de Valdefuentes, de algo más de diez millones de metros cuadrados. La nueva documentación revelada por TIEMPO señala que, en esas fechas, hacia 1946, el socio de la empresa de la que Franco era dueño a través de testaferros, Luis Figueroa, comienza a comprar las tierras de esta finca. Entre los documentos de Salamanca no se encuentran los extractos de estas cuentas y, por lo tanto, no se sabe a dónde fueron a parar los 13 millones que faltan en las cuentas a disposición de Franco que provenían de donativos. En el archivo del Palacio Real, donde también se encuentra documentación de las mismas, quedan decenas de cartas remitidas por los bancos en los que estaban estas cuentas que señalan que se acompaña el extracto, pero no queda ni rastro de ellos.
En definitiva, dos misterios se entrecruzan. ¿Dónde fueron a parar los 13 millones que faltan hacia 1950 en las cuentas de donativos que manejaba Franco? ¿De dónde salen los 13 millones que necesitó Franco para comprar la finca de Valdefuentes en esas mismas fechas?
La finca de Valdefuentes es la propiedad más importante de Franco. A la muerte del dictador, fue heredada por su familia y se convirtió en el activo más importante de esta. El valor de estos terrenos se multiplicó con los años y las recalificaciones, pero ya en su origen Franco se gastó una muy importante cantidad de dinero en ella, como atestiguan los documentos. Uno de ellos se encuentra entre los papeles privados del dictador depositados en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca e indican que hasta junio de 1953 se habían invertido 10,4 millones de pesetas en la finca. De esta cantidad, 2,5 millones aparecen como “costo compra finca”. El documento desgrana a qué se destinaron los citados 10,4 millones: desde 1,8 millones de pesetas en tractores, hasta los primeros gastos en ganadería, de 723 pesetas. Hasta junio de 1953, según los papeles privados de Franco, se habían gastado en Valdefuentes 13,4 millones de pesetas, si se suman los tres millones de capital social de la sociedad.
El sueldo de Franco. El sueldo de Franco como jefe de Estado era en 1944 de 600.000 pesetas anuales, según los Presupuestos Generales del Estado de ese año, con lo que ni aun ahorrando la totalidad de ese dinero podría haber hecho frente a este gasto. Franco compró Valdefuentes a través de testaferros y de la sociedad del mismo nombre. Esta se creó el 4 de octubre de 1951. Como se puede comprobar en la escritura de constitución de la empresa que ha consultado TIEMPO en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, aparece como socio Luis Figueroa hijo del conde de Romanones, junto con los testaferros José María Sanchiz Sancho y Luis Gómez Sanz, hombres de confianza de Franco. El dictador no aparecía.
Otros documentos consultados por TIEMPO destapan cuestiones extrañas, como que, en teoría, la empresa Valdefuentes tenía alquilada la finca a Carmen Polo, la esposa de Franco, según un convenio privado que, cosa extraña, estaba en vigor unos días antes de la constitución de la empresa. Además, este alquiler no se eleva a escritura pública hasta el 28 de diciembre de 1953. Se trata, por lo tanto, del momento final en el que aflora la relación de Franco con la finca. Esta relación, sin embargo, realmente es anterior a esa fecha y coincide con el periodo en el que las cuentas que provenían de las donaciones de la guerra decrecen en 13 millones de pesetas.
El supuesto alquiler a Carmen Polo acordaba un pago anual de 100.000 pesetas que podían ser satisfechos en trigo o en dinero. Se trata de una operación con poco sentido. Con esta cantidad no se habría amortizado el gasto en la finca que realizaron los presuntos dueños en cien años. Además, se trata de un pago ficticio, ya que lo que ocurría es que Franco se pagaba a sí mismo a través de sus propios testaferros.
La esposa de Franco contaba también con una cuenta en el Banco de España con los donativos que le enviaban de toda España, como revelan los nuevos documentos que saca ahora a la luz esta revista. Uno de los estados de la contabilidad de la cuenta 72.470 certifica que tenía un saldo de 293.190 pesetas el 3 de agosto de 1948. Otro documento saca a la luz uno de los donantes más significados. Se trata del cardenal arzobispo de Toledo, quien realizó un donativo de 10.000 pesetas en agosto de 1939 a otra cuenta de Carmen Polo en el Banco Hispano. Los donantes mandaban dinero incluso a la hija de Franco y Carmen Polo. Como atestigua uno de los documentos que se conservan en el Palacio Real de Madrid, en agosto de 1937 los ayudantes del dictador enviaron, por ejemplo, una carta a la “Reverenda Madre Superiora del Colegio de Santa Teresa de Jesús” en la que se lee: “La hija de nuestro Generalísimo, Carmencita Franco, me encarga transmita a Vd. su gratitud por su atención de remitirle por conducto del señor Gobernador Civil de Huelva la cantidad de 325 pesetas que dicha niña empleará en obras caritativas y muy especialmente en cuidar a nuestros heridos”. Entre la documentación que se conserva se encuentra, por ejemplo, el justificante de un giro postal de 100 pesetas recibido por Carmencita Franco en enero de 1937.
Existen documentos curiosos, como uno que relata que Carmen Polo entregó a la llamada “Suscripción Nacional” 110.000 pesetas en “billetes puestos en circulación por los rojos después del Movimiento” y que el departamento encargado de los donativos advierte que los billetes ingresados “no son canjeables en el Banco de España”. Es un misterio cómo llegaron a manos de Carmen Polo esos billetes.
La confusión entre intereses públicos y privados también se encuentra en la cuenta que tiene Carmen Polo en el Banco de España en Salamanca. En esta cuenta se realizan ingresos para que la mujer de Franco realice donativos de beneficencia, pero la misma cuenta sirve para el abono de intereses de inversiones como valores de Hidroeléctrica del Cantábrico.
En el Archivo del Palacio Real se encuentran las últimas salidas de caja de la cuenta de la “Casa de S.E. el jefe del Estado”. En mayo de 1975 esta cuenta tenía un saldo de 12.871.796 pesetas, mientras que el 15 de junio, cerca ya de la muerte del dictador, salen las últimas 375.000 pesetas de la misma, que queda a cero. También se conserva una de las últimas nóminas de Franco como jefe del Estado. El 31 de mayo de 1975 cobró un “líquido” de 375.000 pesetas.
Aportaciones de empresas. Entre los papeles también se encuentran los donativos de empresas que apoyaron a Francisco Franco. Así ocurre con un cheque de 100.000 pesetas de Minero Siderúrgica de Ponferrada, las 10.000 pesetas que recibía mensualmente de la Compañía Telefónica Nacional de España o las 287.446 pesetas de la Cámara de Comercio de Salamanca.
Mención aparte merecen los regalos que recibió el dictador durante los 40 años en la Jefatura del Estado y del que valen algunas muestras. En el pazo de Meirás, que ya de por sí fue un regalo al dictador, la familia Franco tiene dos esculturas del siglo XII que formaron parte del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago, realizadas por el maestro Mateo. Provienen de un regalo realizado en 1960 por el Ayuntamiento de Santiago, que las tenía tras haberlas comprado en 1947 al conde Gimonde. Franco recibía regalos que iban desde la limusina que el empresario Eduardo Barreiros le obsequió en diciembre de 1967 a una curiosa historia sobre 1.000 puros habanos que, como aparece en los documentos, iban con la firma del Caudillo y que “pueden servir para la recepción del 18 de julio”. En el documento se da pie al chascarrillo al contar que “ya usted comprenderá que hacer este encargo, en una fábrica de obreros dirigida por comunistas no es cosa fácil”. Otros eran igualmente generosos, como las 100 cajas de vinos y licores de Fernando de Terry. También se puede encontrar la referencia a dos figuras de marfil que manda el Gobierno de Guinea.
Otro ejemplo son los objetos que la casa Segre sacó a subasta hace dos años. Uno de ellos fue un bastón de mando regalado a Franco “en oro de 18 kilates, con diamantes talla antigua engastados a la rusa” y decorados con las iniciales del dictador y la inscripción “18 de julio de 1936”, que tuvo un precio de salida de 8.000 euros. El precio de salida de un reloj de oro con rubíes Vacheron, regalo del presidente de Portugal Américo Thomaz a Franco, fue de 25.000 euros.
En el archivo de Franco también se pueden encontrar otras inversiones en bolsa suyas y de su esposa. Entre ellas se encuentra una muy llamativa, la que realiza Franco en una empresa de las que construyó los pantanos que el dictador inauguraba. Franco, además, había tenido acceso a información reservada de los servicios de inteligencia del Estado sobre esta empresa, como publicó TIEMPO.
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