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Desde que el hispanista publicó su biografía del dictador, no ha dejado de revisarla y ampliarla
JESÚS RUIZ MANTILLA Londres 8 DIC 2015 - 00:05 CET
El punto final siempre es una convención. En el caso de Paul Preston y su profundo, minucioso estudio sobre Franco, mucho más. Desde que este hispanista publicara su biografía de referencia sobre el dictador en 1993, no ha dejado de revisar y ampliar sus páginas. En la nueva edición (Debate), incluye dos capítulos recién elaborados: "Uno sobre su relación con los judíos y otro que aborda una visión global sobre las maneras de tratar su figura".
En el primero, Preston (Liverpool, 1946) se adentra en una zona gris, desenfocada por la manipulación que Franco puso en marcha al terminar la Segunda Guerra Mundial. Respecto al segundo, tendrá que afrontar la polémica. Los resucitadores de sus hazañas surgidos al grito del "sin complejos", aquella consigna que Aznar lanzó a la derecha más ultramontana para revisar la Historia con mayúsculas y devolverla a las minúsculas, afilan la navaja. Pero a Preston, no le preocupa. "Quizás vendan mucho, pero no son serios y los intentos de revitalizar su figura han sido infructuosos".
Eso, sin contar los matices que ha introducido a lo largo de 1.087 páginas: "Minucias, detallitos, sobre la relación con Hitler, su papel en el conflicto mundial, el bombardeo de Guernica…". Todo el inmenso caudal de una vida llena de retruécanos, sinuosas maniobras, hielo en la consideración hacia aquellos que aniquiló, oportunismo, capacidad de supervivencia. "Franco es un misterio, sigue siéndolo para mí", comenta Preston en su casa de Londres.
Aun así, este profesor de la London School of Economics es quien más ha contribuido a desvelarlo. O al menos, de manera más rigurosa y continua. No sólo en sus acciones militares, o las maniobras políticas, sino en su perfil psicológico. En la biografía del británico descubrimos su complejo de Edipo, el odio a un padre crápula, la relación a veces de corderito apocado con su esposa,Carmen Polo, el Franco íntimo y artista en ciernes: pintor, escritor, cinéfilo…
La novedosa dimensión sobre el tema judío fue una de las claves en su estrategia de supervivencia tras la Segunda Guerra Mundial. "Era una laguna de la biografía", apunta Preston. Debía limpiar su compromiso con el eje Hitler-Mussolini y lavar la cara. ¿Cómo lo hizo? "Mintiendo, manipulando, como casi siempre", afirma.
"Por ejemplo, no es verdad que contribuyera, como dicen sus hagiógrafos, a salvar judíos. Su animadversión hacia ellos nunca disminuyó. Ese cuento viene de que hubo un momento en que los nazis advirtieron a los países amistosos que si se querían ocupar de aquellos que pasaban por su territorio, no los perseguirían para exterminarlos". Franco permitió un número fijo, pero no para que se quedaran, sino para que salieran de España sin problema y durante un plazo fijo. "Cuando expió, no movió un dedo para salvarlos y mientras estaba vigente tampoco dejaba entrar a más. No hizo mucho, la verdad. Fueron algunos diplomáticos, como Ángel Sanz Briz, en Hungría, quienes tienen mérito. Excepciones”.
A partir de 1944, cuando vio que Hitler perdía la guerra, comprendió que, en el nuevo orden, los supervivientes jugarían un papel crucial. "Lo de la conspiración judeo masónica sí lo tomaba en serio, así que no le fue difícil, con su visión, llegar a esa conclusión. Fue entonces cuando comenzó a blanquear su imagen. No resulta extraño que pronto, en 1949, se publicaran libros alentados por el régimen comoEspaña y los judíos, un gesto de acercamiento".
Vida y obras
Paul Preston se graduó en Historia por la Universidad de Oxford. Está considerado como uno de los hispanistas más destacados del mundo.
Viajó a España por primera vez en los años sesenta.
Entre sus libros clave están sus biografías Franco;Juan Carlos. El rey de un pueblo y El zorro rojo,sobre Santiago Carrillo, y La Guerra Civil española.
De nuevo ponía en marcha una estrategia que daba cuenta de su astucia para mantenerse en el poder. "Puede ser una buena palabra para definirlo: astucia". Crueldad, desde luego. Y máscara: "Es el hombre de los disfraces. En la Guerra Civil, se viste de Cid; en la Mundial, de Carlos V, tratando de imponer una visión imperial que los nazis —a quienes admiraba en casi todo— no toman en serio. Cuando estos caen y él podía haber sido eliminado por las potencias ganadoras, inventa el mito de capitán de Numancia. Y asombrosamente, le funciona".
Un disfraz por cada caso
¿Suerte o habilidad? "No cuadran las visiones que su cuñado, Serrano Suñer, o Pedro Sainz Rodríguez, gran valedor de los monárquicos, dan de él. Lo pintan como un simple. He estado analizando papeles de la diplomacia británica de la época y comentan que no convenía atacarlo mucho porque ante eso se reforzaba. Los disfraces que adopta le funcionan en cada caso. Podía parecer loco en muchas ocasiones, pero no creo que lo fuera tanto a la hora de sacar adelante sus intereses".
Como buen experto en los juegos de máscaras, la obsesión de Preston se ha basado en desenmascararlo. Y esto implica advertir de sus destrezas tanto como ahondar en sus puntos débiles. Pero sobre todo, dejar claro un papel sanguinario que muchos se han empeñado en suavizar. "Hacia aquellos que consideraba enemigos, comunistas, liberales, nacionalistas, republicanos en toda su dimensión, resultó implacable e impuso toda su maquinaria de exterminio para eliminarlos".
La intensidad de la violencia que desató ha quedado desvirtuada por décadas de propaganda, dirigidas a neutralizar todo sentido crítico en generaciones. "Realiza una inversión del terror, establece su visión del pasado y la necesidad de una dictadura. ¿Cómo? Controlando los medios, pero sobre todo la educación. Lleva a cabo una operación de lavado de cerebro nacional que desemboca en lo que conocemos como franquismo sociológico. Algo que todavía, en muchos aspectos, funciona".
Del Rey a Carrillo, pasando por el holocausto español
La obra de Paul Preston aborda intensamente el siglo XX español. Aparte de Franco y las consecuencias más dramáticas de su figura en estudios sobre la Guerra Civil o su obra El holocausto español, el hispanista británico ha abordado trabajos sobre Santiago Carrillo —El zorro rojo— o el rey Juan Carlos. La transición y la llegada de la democracia es algo en lo que se ha sumergido a fondo. “Pensando en las circunstancias y el contexto, se llevó a cabo la mejor transición posible”, comenta Preston.
El papel del entonces nuevo Rey fue muy importante. “Absolutamente fundamental. Utilizó su posición de jefe de las Fuerzas Armadas para controlar a los más reticentes”. Pero todo se llevó a cabo en un ambiente de miedo y tensión, donde quizás lo que menos contaba eran los resquicios de corrupción que saltarían de un sistema a otro. “No representaba una prioridad esa lucha, como ahora. La crisis lo ha puesto de manifiesto. El franquismo era un régimen basado en la corrupción institucionalizada por ley. Franco, además, tenía una gran habilidad para calibrar el precio de sus colaboradores”.
Preston cree que la Historia será benigna con Juan Carlos. “No se le puede escamotear su papel. Lo que sufrió en la niñez y adolescencia no cambia. Su ascensión al trono, su papel de gran impulsador de la democracia y bombero con los golpistas, su labor de diplomacia comercial en todo el mundo, contribuyendo a la apertura y la confianza internacional en el país, pese a las sombras que hayan podido nublar su papel después, no le restan ningún mérito por lo aportado”.
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