dimarts, 29 de desembre del 2015

Besas: "Madrid fue el centro neurálgico de la inteligencia nazi fuera de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial".

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Peter Besas (Berlín, 1933) es escritor y periodista. Su último libro se titula 'Nazis en Madrid' (Ed. La Librería), en el que analiza la actividad diplomática y de espionaje de las naciones en conflicto durante la Segunda Guerra Mundial, en la capital de España.
¿Se podía contar la historia internacional de esos años solo con lo que pasaba en Madrid?
No se trata del mundo. Se han escrito miles de libros sobre los nazis y la guerra. Pero de lo que no se había escrito mucho es de la época desde 1939 a 1945 en Madrid desde esta perspectiva. He hecho un estudio exhaustivo con fotos, entrevistas con personas que vivieron el período y datos que he obtenido. Aunque España no estaba involucrada directamente en el conflicto y era neutral, las actividades de los servicios de inteligencia del Eje y los Aliados eran enormes. Mucha gente cree que era Lisboa el centro del espionaje de esta zona, quizás porque es más pintoresco. Sin embargo, fuera de Alemania, Madrid era el gran centro de inteligencia de los nazis, incluso desde antes de la guerra.

Plantea que la pugna entre ambos bandos en Madrid venía de mucho antes.
Sí, pero no al grado de belicosidad de esta guerra. Había una presencia alemana muy importante desde la Primera Guerra Mundial. Todavía no había nacido el nacionalsocialismo y España también era un país neutral en ese conflicto. Su posición estratégica provocaba que fuese un espacio de pugna entre ambos lados por su control. Entonces vinieron agentes alemanes a la costa para establecer puntos de escucha para los submarinos.

¿Cómo cambió la situación en Madrid cuando Hitler alcanzó el poder?
En 1933 ya se podía llamar nazi al Gobierno alemán. La palabra nazi da mucho de sí. Hay gente que maltrata a su mujer y se le llama nazi. Aquí hablamos de los nacionalsocialistas. Empezaron a entrar agentes de forma frecuente y, tras la Guerra Civil Española, de manera masiva. Había más de mil personas en la nómina de la embajada alemana en Madrid. Era una cantidad enorme a la que había que sumar una serie de agencias por toda España. Fue un gran centro neurálgico de la inteligencia alemana durante la Segunda Guerra Mundial.

¿Cuáles fueron las características y espacios de la comunidad alemana en Madrid en esa época?
La presencia alemana era gigantesca. En el texto incluyo fotos y mapas para que el lector se sitúe en lo que representaban en la ciudad. Hay algunos de estos sitios que todavía existen. Cito en el libro la llegada del nuevo embajador norteamericano a Madrid. Cuando dio su primer paseo por las calles, se quedó pasmado de ver banderas nazis por todos lados, que hubiese un centro cultural nazi en frente de la embajada, un hospital alemán y un colegio alemán enorme, agencias de viajes... También había una maquinaria de propaganda proalemana muy importante por la simpatía que tenía Franco hacia los nazis porque le ayudaron durante la Guerra Civil. Pero los aliados trataron de contrarrestar esta situación con su propia maquinaria. La pelea propagandística en los medios de comunicación entre ambos bandos era muy fuerte. En cine, radio y prensa. La pregunta siempre era si España entraría en la guerra del lado de Alemania o no.

Entiendo que hubo un trabajo entre bambalinas muy importante.
Sí. Especialmente, en la economía. España se moría de hambre tras la guerra y necesitaba ayuda. Los Aliados proporcionaban productos esenciales y los alemanes, armas y suministros. No había lucha física, ni situaciones de espías como en las películas. No aparecían cuerpos flotando en el Manzanares. Sin embargo, había una lucha feroz en la diplomacia, la inteligencia y la propaganda. Lo ves en las películas de cine. Había una presencia muy fuerte de cine alemán, no siempre de propaganda abierta, incluyendo historias de amor como las de los británicos y los americanos. No obstante, había una pelea abierta. A medida que fue cambiando la suerte de las fuerzas alemanas, Franco, que era muy astuto, empezó a cambiar la postura y eso se notó en las concesiones a los Aliados.

Pero hubo violencia en las calles.
Hubo un ataque de la Falange, que entonces tenía mucho poder, en 1940 a la embajada inglesa. Pero no mataron a nadie. Se produjo cuando todo parecía que los alemanes iban a ganar la guerra. Habían tomado París y planeaban tomar Inglaterra.

Cita también operaciones de espionaje que parte de ellas se desarrollaron en España.
Hubo dos o tres casos muy famosos, sobre los que se ha escrito bastante y han tenido hasta películas. Uno tuvo que ver sobre un cadáver con información relevante que los ingleses dejaron abandonado en una playa de Huelva con información falsa, como trampa para los alemanes. Otro estuvo relacionado con el famoso espía 'Garbo', que fue contratado por el jefe de inteligencia de la embajada alemana en Madrid.

¿Qué queda de ese período?
Lamentablemente, la embajada se tiró. Solo queda la italiana. Se mantiene una iglesia luterana en la Castellana que no gustaba nada a Franco. Mi idea es rescatar las cosas olvidadas que, aunque ya no estén, estuvieron y tuvieron una importancia y que, de otra manera, se perderían.

¿Qué imagen de Madrid tenían las personas que participaron en ese período?
Las personas que entrevisté y las memorias que consulté tenían una idea de España como un país muy pobre. España en 1945 era un país atrasado, olvidado y destrozado por la guerra. No había casi de nada. La gente buscaba en la basura para intentar hallar un trozo de pan. Cuando yo llegué a Madrid, en 1959, todavía lo era. Hoy es muy próspero y está al primer nivel europeo.

Y a los madrileños ¿qué imagen les dejó este período?
Creo que lo olvidaron, aunque no podría decir por qué. Supongo que tenían otros problemas. No creo que influyese en la ciudad de forma importante, ni que quede ningún nexo con el nazismo de esa época. Los alemanes que estuvieron en Madrid y fueron relacionados con esta situación tuvieron distintos destinos. Algunos quedaron libres sin cargos. Otros fueron encarcelados y otros, juzgados y ejecutados. Lo normal fue que, dos o tres años después de la guerra, la gente volviera a su vida normal. Había un nuevo enemigo que era la Unión Soviética.