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Las VPO construidas por el Ministerio de la Vivienda franquista tenían como acabado una placa falangista en la entrada de cada portal con el yugo y las flechas
Un diseño labrado en metal que, a 40 años de la muerte de Franco, sigue intacta en muchas ciudades
El Ayuntamiento de Barcelona ha anunciado que en en el distrito de Nou Barris las va a quitar todas como primer paso ampliable a toda la ciudad
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El franquismo sigue estampado en las casas de miles de españoles. Al menos en el portal de un copioso reguero de edificios construidos por el extinto Ministerio de la Vivienda, con las placas que sellaban las VPO de Franco. Son testigos metálicos y tenaces de la parafernalia simbólica de la dictadura que se mantiene vigente, cara al sol.
Una tímida casa corona las siglas INV en el centro de un haz de flechas y el yugo asimilados por el falangismo. Es un diseño sencillo que aparece en las residencias de protección oficial construidas por el Instituto Nacional de la Vivienda. Pero, ¿cuántas quedan? ¿Quién las ha quitado o dónde quieren y no pueden? ¿Son responsables las administraciones públicas de que sigan salpicando las ciudades?
Las instituciones deben suprimir todo tipo de simbología del franquismo, según la ley de la Memoria Histórica. Y requerir además "a los propietarios privados" que hagan lo mismo o, caso contrario, retirar las "subvenciones o ayudas públicas" que reciban. Pero la inconcreción disciplinaria del marco legal unida a la desmemoria social hace que, a 40 años de la muerte de Francisco Franco, la mayoría de casos dependa del arbitrio del organismo de turno e incluso de la comunidad de vecinos, que debe dar el visto bueno.
Hemeroteca de las placas franquistas
Centenares de estas placas franquistas han dejado de dar la bienvenida en otras tantas edificaciones. Sobre todo en los últimos años, cuando la existencia de apología callejera del régimen dictatorial ha ganado relevancia pública. Como en Barcelona. El Ayuntamiento anuncia que en 2016 desaparecerá todo símbolo franquista en Nou Barris, con especial incidencia en las placas del INV. La idea es convertir la iniciativa en "una política de ciudad" que sume otros barrios.
Quart de Poblet (Valencia) ya lo hizo en 280 edificios. Con trabajadores municipales y tras un "minucioso" inventario previo que limpió así viviendas sociales construidas en las décadas de los años 50 y 60. Fue en 2014, igual que en Paterna (Valencia) –gobernada entonces por el PP–, cuyo Ayuntamiento recibió permiso de un 80% de las comunidades de vecinos y quitó 343 carteles con el escudo de la Falange Española de las JONS.
Basauri (Vizcaya) fijó una condición de acceso a las ayudas para reforma de viviendas: permiso previo de los vecinos para retirar los distintivos colocados por el Gobierno franquista. Unos meses después, la falta de autorización restringía la eliminación a 61 de 163 inmuebles detectados. Otras localidades – Coria del Río(Sevilla), por ejemplo–, mantienen además azulejos cerámicos.
Las VPO de Franco
Hubo retiradas precoces. En Puerto Real (Cádiz), seis barrios y siete calles del pueblo de la bahía gaditana suprimían las placas de los portales de sus viviendas tras una moción aprobada en 2004, tres años antes de la entrada en vigor de la ley de reparación a las víctimas del franquismo. La Generalitat de Catalunya ofreció ese año la posibilidad de sustituir el yugo y las flechas por otra placa "democrática". Era una acción voluntaria, decían, al no haber decreto que obligase la desaparición de uno de los vestigios más repetidos de la dictadura.
Casos que anticiparon la exigencia del marco legislativo aunque con resultados dispares. Otras veces, la iniciativa ciudadana tuvo una actuación directa. Como las convocatorias populares de la Coordinadora Antifascista de Madrid, del Ateneo Republicano de Valladolid o de la asociación juvenil Arran Pla de l'Estany (Girona). Animaban a descolgar placas, en experiencias análogas a la que en abril de 2015 dejaba en Mieres (Asturias) 60 fachadas libres de franquismo.
En esta ocasión, con identificación incluida de la Policía Local a quienes querían "recuperar la memoria de las personas asesinadas y represaliadas por el fascismo". Las viviendas de protección oficial pretendían convertirse en un emblema del régimen, un ejemplo de lo que el franquismo podía ofrecer a partir de un partido único (FET-JONS) y su maquinaria nacionalsindicalista. Y a fe que las VPO de Franco sirvieron de morada a miles de españoles y, con el tiempo, en el más numeroso distintivo de la perdurable tenacidad de la parafernalia simbólica de la dictadura.
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