dimarts, 9 de gener del 2018

En 1936, en JAUJA, Córdoba, elementos franquistas ASESINARON A 21 REPUBLICANOS, entre ellos a la maestra Ricarda Ana Cobacho

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Ricarda Ana Cobacho word pressLa relativa calma que había vivido Jauja desde el comienzo de la guerra se rompió de forma brusca el 13 de agosto, cuando los falangistas de Lucena tomaron el pueblo sin ninguna resistencia. Sus moradores, agricultores sin tiempo para conspiraciones en cuarteles y sacristías, se vieron sorprendidos por el ciclón que les llegaba. Ningún desorden había ocurrido en Jauja, no se le había causado daño físico a nadie durante los 26 días de dominio republicano, además habían protegido al párroco Ildefonso Villanueva. Aunque nada había que reprochar a estos vecinos, la ruina y el dolor cayeron sobre ellos cuando los golpistas desencadenaron un represión muy dura,.
Muchos campesinos, hombres y mujeres, fueron detenidos. El cuartel de la Guardia Civil y la antigua Casa del Pueblo socialista se convirtieron en cárceles y una terrible ola de fusilamientos a manos de las “personas de orden” se llevó al menos a 21 vecinos a la tumba en el cementerio, en Lucena y en la vecina Badolatosa. Mataron a los funcionarios Pedro Toledano y Ángel Reyes Zaleones, al que torturaron antes de abatirle en el cementerio.
Ricarda Ana Cobacho Cañete tenía 36 años, era una mujer culta, esbelta, agraciada, en un hogar feliz. Tenían una tienda de comestibles y en los ratos libres hacía de maestra particular en el Centro Obrero Socialista, y de escribiente para la gente que necesitaba cualquier gestión administrativa. Sus 4 hijos eran menores de edad, el mayor Juan José de 13 años. A comienzos de la República se cruzó en su vida el guardia civil del puesto de Jauja, Antonio Velázquez Mateo de 33 años, un personaje maldito que le enviaba notas amenazantes por su campana de apoyo a la solicitud del concejal socialista de Jauja, para que una partida económica del Ayuntamiento se destinara a la construcción de un grupo de escuelas en el pueblo, en vez del arreglo del cuartel de la Guardia Civil, propuesta esta última defendida por los propietarios agrícolas.
Al estallar la sublevación de 1936, Velázquez se presentó en Jauja. Para conjurar el peligro Ricardita se trasladó a Córdoba. Sus hermanos, socialistas, también huyeron de Jauja. Los niños quedaron al cuidado del padre. Mientras tanto, en Jauja estaban sembrando el terror los franquistas mandados por Velázquez como jefe de los requetés y el falangista Rafael Écija «Seco Carrasquilla» de Lucena, que tenia tierras en Jauja.
A finales de octubre de 1936, Ricardita regresó a Jauja, en mala hora. El guardia Velázquez arrestó a la maestra, a su madre, a sus hermanas, y a una amiga de la familia, Rosalía Ruiz Gabacho, de 62 años, cuyos hijos, también socialistas, estaban huidos de la aldea. Las raparon, obligaron a tomar aceite de ricino y las torturaron en el cuartel durante 4 días. Querían que Ricarda desvelara el paradero de sus hermanos Juan y Manuel, afiliados al sindicato socialista UGT, que habían huido del pueblo. Después el guardia Velázquez se llevó a Ricarda sola a una casa de campo, la tuvo varios días encerrada, la torturo, la sometió a un calvario, y acompañado por un guardia apodado el Negro Gandul, y los requetés el Cota y el Mono, la condujeron al arroyo La Coja. A los pocos días apareció allí su cuerpo, estaba semienterrada y destrozada, al parecer había sido violada y le habían mutilado los pechos. La encontró un conocido de la familia, Vicente Maireles Carrasco, y la acabó de enterrar. El marido enfermó, perdió la razón y murió 7 años después. Al hijo mayor, de 13 años, le dieron una paliza. Tras su muerte, expoliaron su tienda y su casa.
Rosalía, que había soportado el cautiverio y las vejaciones con ella en la cárcel, cayó asesinada por varios disparos a bocajarro en la cabeza en la calle Pleito, el 5 de noviembre, cuando se negó a dar un paso más en dirección al cementerio, donde iban a fusilarla. Su muerte pudo ser un acto de venganza por la huida del pueblo a zona republicana de su hijo mayor, Francisco Cañete Ruiz, de 36 años, secretario y contador de la UGT entre 1931 y 1934.
La justicia ha dejado sin opciones en España a Rocío Borrego Cobacho, hija de Ricarda Ana Cobacho Cañete. Tras 4 años pidiendo en vano la investigación del crimen, el 27 de octubre de 2008. el Tribunal Constitucional desestimó por cuestiones de forma el recurso de amparo presentado por Borrego.
Los nombres de las 21 víctimas mortales de Jauja que hasta el momento tenemos identificadas se pueden consultar en este enlace.


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