Burgos. Otoño de 1938. El Servicio de Información de la Policía Militar (SIPM) recibe el chivatazo de que un grupo de supuestos “rojos” y desafectos de la causa nacional están urdiendo un complot para acabar con la vida del general Francisco Franco o, en caso de que éste no prospere, matar al ministro de Interior, Ramón Serrano Suñer.
A raíz de esta denuncia efectuada por un ciudadano burgalés, la Policía Militar abre una investigación dirigida por el espía austriaco Herman Heide con el objetivo de acabar con la conspiración. Esta es la trama real que explican tres profesores de la Universidad de Burgos en su nueva obra El complot del Cementerio Viejo. Otoño de 1938: Burgos bajo sospecha por el intento de matar a Franco.
Franco
Todo empezó en un cementerio
Un capítulo ignoto de la Guerra Civil española que los periodistas y profesores de Comunicación Audiovisual Miguel Ángel Moreno, José María Chomón y Clara Sanz descubrieron buscando en archivos mientras intentaban profundizar en la historia del Periodismo. Los docentes son también autores de numerosos libros y artículos publicados en revistas científicas.
Las indagaciones contra el complot, que también tuvo en el punto de mira a persona militar, se iniciaron en el cementerio viejo, ubicado en la calle Fernán González, que se sometió a un importante rastreo y registro. De hecho, el descubrimiento de los informes policiales se produjo como consecuencia del hallazgo de dos fotografías de este camposanto custodiadas en el Archivo Militar de Ávila.
La lectura del expediente incoado para frenar la conspiración desvela que se hizo un seguimiento exhaustivo a 142 personas, entre las cuales 86 fueron consideradas “rojas” y 40 afines al régimen. Durante los tres meses que duró la investigación fueron trilladas algunas zonas de la ciudad casa por casa; se introdujeron infiltrados en bares y numerosos establecimientos hosteleros, y se espiaron diferentes dependencias militares.
Atentado contra Franco
La conspiración, ¿realidad o invención?
Tras el nombramiento de un juez especial comenzaron a efectuarse las primeras detenciones en noviembre de 1938. En total la Policía Militar arrestó al menos a 24 personas -hombres y mujeres-, algunas de las cuales fueron sometidas a interrogatorios “especiales” y fueron condenadas a cárcel.
Los autores consideran “muy improbable que tal amenaza existiera”, y se inclinan por pensar que la conspiración “fue fruto de las maquinaciones policiales más que de la realidad”. A pesar de ello, destacan que el principal valor de rescatar del olvido este episodio de la historia es el hecho de que permite conocer un capítulo duro e inimaginable de la capital de la España sublevada.
“Infinidad de burgaleses, especialmente los leales a la República y aquellos que ya habían sufrido la represión de la guerra, con muertes y encarcelaciones de sus familiares y amigos, tuvieron que soportar la vejación de seguir bajo sospecha en un asfixiante ambiente lleno de intrigas y delaciones”, concluye el coordinador de la obra, Miguel Moreno.
Decenas de personas fueron detenidas y condenadas a cárcel
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