Las fosas de Paterna del llamado ‘paredón de España’ centran una exposición en el centro cultural La Beneficència a una semana de la investidura del Consell del PP y Vox que pactaron acabar con la memoria histórica
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Es una cuestión de empatía, de ponerse en el lugar del otro, del que sufrió la represión después de la Guerra Civil española y nunca pudo velar los restos de sus familiares fusilados. No se trata de “ninguna revancha política” sino de un derecho humano, democrático, cívico. Estas son las premisas sobre las que se sustenta Las fosas del franquismo, que consta de dos exposiciones Arqueología de la memoria. Las fosas de Paterna y 2.238 Paterna. Lugares de perpetración y memoria que se pueden ver desde el pasado miércoles en los museos de Prehistoria y Etnografía de la Diputación de Valencia, ambos emplazados en el Centre Cultural La Beneficència.
Se trata de un gran proyecto de investigación arqueológica y antropológica que se beneficia de los recursos expositivos y museográficos más actuales mediante el empleo de diferentes lenguajes, con una evocadora ambientación sonora y un cuidado juego de luces, para ofrecer un ejercicio de memoria y de justicia a partir del llamado Paredón de España, el muro de Terrer del municipio de Paterna, donde la dictadura franquista fusiló a 2.338 personas entre 1939 y 1956, la mayor parte los primeros cinco años. Los cuerpos se amontonaron en al menos 150 fosas, de dos por dos metros, y algunas de seis metros de profundidad.
Las exposiciones son el fruto del trabajo de varios años y es también el último gran proyecto expositivo institucional relativo a la memoria democrática inaugurado unos días antes de que el nuevo presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, del PP, tome posesión de su cargo, previsiblemente el 13 de julio, gracias al acuerdo firmado con Vox, y sustituya al Consell de Izquierdas. El punto dos de las medidas acordadas dice textualmente: “Reivindicaremos la historia de España y de la Comunitat Valenciana y garantizaremos la libertad de memoria y el absoluto y pleno respeto a los derechos y libertades de todos. Por ello, se derogarán las normas que atacan la reconciliación en los asuntos históricos”.
Se interpretó entonces como el anuncio de la derogación de Ley valenciana de Memoria Democrática y para la Convivencia, cuyo reglamento se aprobó hace unos meses. Se suprimirá la consejería de Calidad Democrática que dirige Rosa Pérez Garijo, de Esquerra Unida, competente en la materia de memoria histórica y, por tanto, la encargada de conceder ayudas y establecer convenios como el suscrito con la fundación Fisabio de la Consejería de Sanidad para secuenciar el ADN de los represaliados. La consejería también financia las obras ya iniciadas del memorial de las victimas de Paterna, tras un acuerdo con el Ayuntamiento de la localidad, con un coste cercano al millón de euros.
El que fuera negociador y candidato a la Generalitat y hoy cabeza de lista por Valencia al Congreso del partido de la ultraderecha, Carlos Flores, no dejaba esta semana lugar a dudas sobre las prioridades de su formación en una entrevista concedida a Efe: “Derogar algunas de las leyes más nocivas que el sanchismo nos ha impuesto; aborto, eutanasia, memoria democrática”.
En este contexto y ante la incertidumbre que se cierne sobre las iniciativas de memoria democrática respaldadas por las instituciones valencianas, el ambicioso proyecto de La Beneficència cobra mayor relevancia. Además, el proceso continúa. “Al margen de lo que pueda pasar, las asociaciones y las iniciativas ciudadanas y de familiares no dejarán de trabajar por recuperar a sus familiares, identificarlos y darles una sepultura digna”, coinciden la antropóloga social Pepa García y el arqueólogo Tono Vizcaíno, comisarios de las muestras que ocupan varias salas y patios del centro, junto con Andrea Moreno Martín, Eloy Ariza Jiménez, Miguel Mezquida, Isabel Gadea Peiró y Albert Costa.
Un ejemplo de esa continuidad del proceso es que este mismo domingo, los restos de cuatro víctimas del franquismo, que hasta ahora estaban en la Fosa 126 del cementerio de Paterna, serán entregados a sus familias en un acto de “profundo significado histórico” que rendirá homenaje a los 243 represaliados de la también llamada Fossa de la Terra, según explica la Asociación de Víctimas del Franquismo de la Fosa 126. De modo que los allegados de Francisco Arnal Moreno, Josep Brell Pinyol, Ernest Fabra Hernandis y Francesc Gregori Chulià pondrán fin a una espera de 83 años. La fosa es la más grande de la Comunidad Valenciana, con 243 enterrados. Entre 2021 y julio de 2022 se desarrollaron los trabajos de exhumación. Durante este proceso se exhumaron 144 cuerpos, de los cuales solo se han podido identificar a cuatro personas de momento.
En el territorio valenciano hay registradas 354 fosas y nichos con personas represaliadas, 88 exhumados, 1.904 personas exhumadas y 206 identificadas, según datos recogidos hasta hace dos meses y que se exhiben en la muestra Arqueología de la memoria. Empieza explicando que, a pesar de su asociación con una disciplina dedicada al descubrimiento de antiguas civilizaciones y objetos, la arqueología se ocupa de todo lo relacionado con las sociedades humanas hasta el pasado más reciente.
Peine compartido
Tras repasar otros ejemplos de crímenes contra la población civil y la recuperación de la memoria en Argentina, Irak o Kosovo, de recordar unas palabras de 1936 de Francisco Franco como “No me importaría matar a media España si tal fuera el precio a pagar para pacificar”, el recorrido expositivo se detiene en objetos hallados en las fosas y algunos que guardaron sus familiares, como el peine dividido en dos que apareció entre los restos de dos fusilados. O los múltiples utensilios para fumar o las numerosas prendas de vestir que se conservaron bajo tierra por un proceso químico en el que interviene la tierra de Paterna con la grasa del cuerpo humano.
Las ropas y los complementos evidenciaban las diferencias de clase social entre las víctimas, al igual que la caligrafía y la ortografía de los escritos hallados en las fosas o conservados en casa. “Con pulso sereno y la conciencia muy tranquila, escribo mis últimas letras porque dentro de unas horas habré dejado de existir. Me van a ejecutar”, escribe el Bautista Vañó desde la Presión Modelo de Valencia el 15 de junio de 1939. Su hijo Progresó Vañó fue localizado en Brasil y visitó Paterna el pasado año, una vez identificado el ADN. Sorprende por su carga simbólica y emotiva, la exhibición del cráneo de una víctima lleno de las raíces de una planta que creció en la fosa.
Los sonidos captados bajo tierra acompañan al visitante en la impactante sala, de carácter más antropológico, que recrea en parte el interior de una fosa, con un montaje simbólico de las tijeras con las que se cortaba el pelo a las esposas de los represaliados. Se reproducen objetos, prendas, muchas veces guardadas en tradicionales cómodas que, elevadas del suelo, acentúan la atmósfera espectral de un espacio que contiene también los testimonios tanto de los fusilados en Paterna (la inmensa mayoría, hombres, solo se han registrado 30 mujeres) como de los familiares, la mayoría, madres, esposas, hijas y nietas, la custodia femenina de la memoria.
La exhibición del ambicioso proyecto expositivo está prevista hasta abril del 2024. La Beneficència depende de la Diputación de Valencia, gobernada aún por el PSPV-PSOE y Compromís, si bien el próximo viernes puede cambiar de signo político en el pleno de constitución de la nueva legislatura. Los bloques de la derecha y la izquierda llegan empatados a 15 diputados provinciales y todo depende del voto de la diputada de Ens Uneix la formación del expresidente socialista de la institución y alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez, que ha anunciado que se votará a sí misma.
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