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Daniel Enzetti 22 de Diciembre de 2015 | 12:00
Busca reimpulsar la causa por más de 500 asesinatos, desapariciones y secuestros de republicanos en España. El resguardo de una política de Estado.
El 14 de abril de 2010, junto con Darío Rivas e Inés Holgado, inició en los Tribunales argentinos la única causa judicial abierta en el mundo que investiga los crímenes del franquismo. "Una política de Estado a favor de la memoria fue la que nos abrió las puertas para eso", dice Adriana Fernández, cuyo abuelo fue asesinado por militares en el bando republicano, al igual que el padre de Darío, y varios familiares de Inés. Esta semana, los tres darán un nuevo impulso a la querella, reordenando junto al abogado Máximo Castex los casi 500 casos que fueron sumándose al expediente. E intentarán un acercamiento con María Servini de Cubría, que dirige las audiencias, para que el nuevo momento político no archive lo conseguido. "Sabemos lo que el actual gobierno piensa acerca de cuestiones referidas a los Derechos Humanos –agrega–, y por eso hay que estar atentos, y no permitir que se retroceda."
–¿En qué estado se encuentra la investigación?
–Sigue su curso, pero es evidente que estamos ante una realidad nacional totalmente distinta a la que impulsaba el gobierno anterior, con su apoyo explícito a la memoria, la verdad y la justicia. En los próximos días tendremos una reunión con uno de nuestros abogados, Máximo Castex; la idea es acercarnos a la jueza y reiterarle la importancia de seguir avanzando.
–¿Hubo novedades importantes?
–Sí, se acaba de confirmar la autorización para exhumar el cuerpo de Timoteo Mendieta, un militante republicano asesinado y tirado en una fosa común en el cementerio de Guadalajara. Su hija Asunción, que hoy tiene 90 años, fue una de las querellantes españolas que hace dos años viajó a la Argentina para declarar ante la jueza María Servini de Cubría. Ese caso dio varias vueltas, y es una demostración de las trabas puestas por el gobierno español y por sus tribunales para esclarecer el genocidio franquista.
–A propósito, el actual gobierno macrista tiene excelentes relaciones con Mariano Rajoy, que desde la presidencia española fue responsable de poner varias barreras a la causa. ¿Les preocupa ese vínculo?
–Por supuesto. Existen varios ejemplos de represores españoles vinculados con las autoridades de allá, lo que permitió que muchas acusaciones para citarlos a declarar quedaran en la nada. No olvidemos que Mauricio Macri tiene a gente como José María Aznar entre sus aliados incondicionales. Pero más que los hombres, nos preocupan las ideologías. Es una línea que, evidentemente, está muy lejos de analizar el pasado. La historia es cíclica, vuelve y da giros.
–¿Por qué lo dice?
–Cuando aquí surgieron las leyes de impunidad, las Madres y las Abuelas tuvieron que recurrir a España para intentar esclarecer desapariciones y crímenes de Estado. Pero al derogarse esas normas, el panorama cambió, y la Argentina se convirtió en ejemplo de justicia. A la vista de lo que opina el macrismo sobre la cuestión de los Derechos Humanos, podemos tener un retroceso preocupante en la búsqueda de la verdad, y quizás nos veamos obligados, otra vez, a pedir justicia afuera. Ojalá no pase eso. Estamos expectantes, como también lo están todos los organismos argentinos, que no quieren retroceder ni un centímetro en todo lo que se ha conseguido en este tiempo.
–Sigue su curso, pero es evidente que estamos ante una realidad nacional totalmente distinta a la que impulsaba el gobierno anterior, con su apoyo explícito a la memoria, la verdad y la justicia. En los próximos días tendremos una reunión con uno de nuestros abogados, Máximo Castex; la idea es acercarnos a la jueza y reiterarle la importancia de seguir avanzando.
–¿Hubo novedades importantes?
–Sí, se acaba de confirmar la autorización para exhumar el cuerpo de Timoteo Mendieta, un militante republicano asesinado y tirado en una fosa común en el cementerio de Guadalajara. Su hija Asunción, que hoy tiene 90 años, fue una de las querellantes españolas que hace dos años viajó a la Argentina para declarar ante la jueza María Servini de Cubría. Ese caso dio varias vueltas, y es una demostración de las trabas puestas por el gobierno español y por sus tribunales para esclarecer el genocidio franquista.
–A propósito, el actual gobierno macrista tiene excelentes relaciones con Mariano Rajoy, que desde la presidencia española fue responsable de poner varias barreras a la causa. ¿Les preocupa ese vínculo?
–Por supuesto. Existen varios ejemplos de represores españoles vinculados con las autoridades de allá, lo que permitió que muchas acusaciones para citarlos a declarar quedaran en la nada. No olvidemos que Mauricio Macri tiene a gente como José María Aznar entre sus aliados incondicionales. Pero más que los hombres, nos preocupan las ideologías. Es una línea que, evidentemente, está muy lejos de analizar el pasado. La historia es cíclica, vuelve y da giros.
–¿Por qué lo dice?
–Cuando aquí surgieron las leyes de impunidad, las Madres y las Abuelas tuvieron que recurrir a España para intentar esclarecer desapariciones y crímenes de Estado. Pero al derogarse esas normas, el panorama cambió, y la Argentina se convirtió en ejemplo de justicia. A la vista de lo que opina el macrismo sobre la cuestión de los Derechos Humanos, podemos tener un retroceso preocupante en la búsqueda de la verdad, y quizás nos veamos obligados, otra vez, a pedir justicia afuera. Ojalá no pase eso. Estamos expectantes, como también lo están todos los organismos argentinos, que no quieren retroceder ni un centímetro en todo lo que se ha conseguido en este tiempo.
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