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lunes, 23 de diciembre de 2013
A Dios rogando
10 de diciembre de 1937. El párroco de la pequeña localidad gallega de Lavacolla, al lado del aeropuerto de Santiago, dice misa en honor de la Virgen de Loreto, patrona de la aviación. Entre las banderas y banderolas cuelga un estandarte nazi, testimonio de la alianza entre la España de Franco y la Alemania de Hitler.
Es perturbador el poder de la cultura material (de alguna cultura material al menos). Cómo transforma aquello que toca: en este caso una iglesia, el pueblo de Lavacolla, nuestra memoria colectiva. Roland Barthes hablaba del punctum en las fotografías: aquel detalle de una imagen, un elemento secundario, incluso trivial, que consigue "atravesar al espectador". Como esa esvástica inconfundible y siniestra.
La fotografía que reproducimos nos demuestra que el párroco de Lavacolla desconocía varias cosas. Aparentemente la encíclica Mit Brennende Sorge del 14 de marzo de 1937, en la que Pío XI promulga: "Todo el que tome la raza o el pueblo o el Estado o una forma determinada de Estado... y los divinice con culto idolátrico, pervierte y falsifica el orden creado e impuesto por Dios". Aparentemente también la Biblia, al menos aquel pasaje en el que Jesucristo dice "Devolved al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" (Marcos, 12, 13-17).
El aeródromo de Santiago de Compostela fue ampliado en la inmediata posguerra con mano de obra forzada. Entre 2.000 y 3.000 republicanos trabajaron en la construcción en condiciones penosas. Uno de ellos, Casimiro Jabonero, dejó un valioso testimonio de su experiencia en el campo de prisioneros (el edificio que se usó como prisión es hoy un hotel y nada recuerda su antiguo uso). Es posible que el párroco de Lavacolla tampoco llegara a estar al tanto de estos asuntos terrenales. Al fin y al cabo, su reino no es de este mundo. Salvo alguna cosa.
Es perturbador el poder de la cultura material (de alguna cultura material al menos). Cómo transforma aquello que toca: en este caso una iglesia, el pueblo de Lavacolla, nuestra memoria colectiva. Roland Barthes hablaba del punctum en las fotografías: aquel detalle de una imagen, un elemento secundario, incluso trivial, que consigue "atravesar al espectador". Como esa esvástica inconfundible y siniestra.
La fotografía que reproducimos nos demuestra que el párroco de Lavacolla desconocía varias cosas. Aparentemente la encíclica Mit Brennende Sorge del 14 de marzo de 1937, en la que Pío XI promulga: "Todo el que tome la raza o el pueblo o el Estado o una forma determinada de Estado... y los divinice con culto idolátrico, pervierte y falsifica el orden creado e impuesto por Dios". Aparentemente también la Biblia, al menos aquel pasaje en el que Jesucristo dice "Devolved al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" (Marcos, 12, 13-17).
El aeródromo de Santiago de Compostela fue ampliado en la inmediata posguerra con mano de obra forzada. Entre 2.000 y 3.000 republicanos trabajaron en la construcción en condiciones penosas. Uno de ellos, Casimiro Jabonero, dejó un valioso testimonio de su experiencia en el campo de prisioneros (el edificio que se usó como prisión es hoy un hotel y nada recuerda su antiguo uso). Es posible que el párroco de Lavacolla tampoco llegara a estar al tanto de estos asuntos terrenales. Al fin y al cabo, su reino no es de este mundo. Salvo alguna cosa.
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