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“Yo me he enterado ahora de cosas que no sabía”, susurraba Carmen, una mujer octogenaria, mientras su hija María Dolores moderaba las preguntas en la presentación de República, sublevación y represión en El Castillo de las Guardas, un libro vendido íntegramente en este pueblo de Sevilla. Ni María Dolores Nepomuceno, la presidenta, ni María Ángeles Hidalgo, la secretaria, ni ningún otro miembro de la asociación de memoria de esta localidad de apenas 1.600 habitantes vive hoy allí. Sus familias, víctimas del franquismo, iniciaron su particular éxodo, a veces de forma voluntaria, espantados por el terror, a veces a la fuerza, expulsados como animales.
Como Josefa, la mujer de Narciso, fusilado tras ser engañado para que volviera. “Con un niño de dos años, la raparon y la obligaron a abandonar el pueblo, después de haber saqueado su casa. El niño se quedó con unas tías”, explica el autor de la investigación, el historiador José María García Márquez. O Modesta, que también se fue con su hija discapacitada. Murió en Zufre, donde vivió de la caridad. O Francisca, con seis hijos, que se fue a Peñarroya sin poder llevárselos a todos. O el caso de Obdulia, que se tuvo que ir a Sevilla con sus dos hijos.
Una represión reconstruida en un libro a partir de testimonios orales y escasos documentos escritos que va ya por su segunda edición. El pueblo devoró la primera tirada -casi 300 ejemplares-, ansioso por conocer la verdad, o como matiza García Márquez, esa aproximación a la verdad. De la segunda edición, recién salida de imprenta, ya se ha vendido una treintena también entre los vecinos.
“Todos los ayuntamientos tienen en su página web un apartado de historia. Y hablan de los árabes, de todos, menos de esta parte trascendental de la historia de España, como si no hubiera ocurrido”, reflexiona el historiador, consciente del desconocimiento. En la introducción de la investigación pone un ejemplo: si se pregunta en El Castillo de las Guardas quién fue Aurelio Valencia, el nombre que lleva la primera plaza que encuentra el viajero, casi todo el mundo dirá que fue un médico. “Pero casi nadie le podrá decir que también fue un falangista destacado y el primer alcalde que los golpistas eligieron nada más ocupar el pueblo en agosto de 1936″.
FOSA Y REGISTRO CIVIL
Los beneficios del libro irán destinados a la exhumación de la fosa, la segunda parte de esta historia junto con la inscripción en el registro civil de tantas y tantas personas asesinadas que siguen oficialmente vivas. La asociación cuenta con el respaldo del Ayuntamiento, cuyo alcalde asistió ayer al acto de presentación de esta segunda edición, ampliada y corregida, en la Casa de la Provincia.
La primera parte, el primer objetivo de la asociación, creada en 2009, fue conocer y difundir, poner nombres a esas personas anónimas que sólo se conocían en la intimidad de las familias. “Muchas nietos sabían el nombre del abuelo que estaba en la fotografía del salón, pero no sabían qué había ocurrido”, explica María Dolores. “Hoy -añade María Ángeles- tienen su hueco en la historia”. El libro es un homenaje, un reconocimiento a toda esa gente represaliada, sostiene el historiador, que insiste en que la reparación tiene que empezar por arriba, no por abajo: “Todavía el jefe del Estado no ha hecho nada por estas víctimas”. Porque reparar no es reírse de las víctimas y eso es lo que ha hecho muchas veces el Estado con una política donde las víctimas de este terror tienen que demostrar que son víctimas, denuncia el historiador.
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