- Acto de
presentación de la Plataforma aragonesa de apoyo a la Querella Argentina
- Siete
asturianos presentan sus denuncias contra el franquismo en el Consulado
argentino de Madrid
- “No quiero
morirme sin ver a mi torturador sentado en el banquillo”
Posted: 24 Apr 2014 05:17 AM
PDT
Este instrumento ha de servir
para que se haga de altavoz, con todos los apoyos que os pedimos y que
intentamos recabar, ante la sociedad civil de estas justas reivindicaciones
ante la Justicia Internacional. Os rogamos vuestra asistencia a la
conferencia de presentación el día 28 lunes a las 19 horas en el Aula Magna
de la Facultad de Derecho de Zaragoza.
Por la mañana los
intervinientes serán recibidos en las Cortes de Aragón por nuestros
representantes políticos para escuchar personalmente las razones de CeAQUA y
mostrar públicamente su apoyo a las mismas.
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Posted: 24 Apr 2014 04:29 AM
PDT
Madrid, a 24 de abril,
2014.- La Comuna d’Asturies, el grupo
asturiano que forma parte de CeAQUA (Coordinadora estatal de apoyo a la
Querella Argentina contra crímenes del franquismo) ha organizado a los
siete asturianos que irán el viernes de esta semana al consulado de Argentina
en Madrid. La finalidad del viaje es presentar denuncias de desapariciones,
encarcelamientos y asesinatos acontecidos en los años de la Guerra Civil y la
dictadura posterior. Sus casos se presentarán al cónsul para que se remitan a
la causa que la juez María Servini de Cubría dirige en Argentina para
investigar crímenes del franquismo.
Desde el mes de septiembre de
2013, Argentina ha habilitado sus consulados en todo el mundo para que puedan
recibir denuncias de víctimas del franquismo, después de una solicitud hecha
en tal sentido por la juez que lleva el caso para que los denunciantes no
tengan que viajar a Buenos Aires.
Entre los denunciantes que irán
a Madrid este viernes hay nietos de desaparecidos y también hay víctimas
directas de la represión y la tortura del régimen de Franco, casos que pueden
llevar a la imputación de torturadores que viven todavía.
Este es un resumen de los casos
que se presentan:
Las nietas de Aida Alvaré
Marqués y José Martínez Vázquez denuncian que
sus abuelos fueron sacados de la cácel de Avilés y fusilados en la playa
de Salinas el 22 de octubre de 1937. Sus cuerpos se abandonaron allí. En el
pinal de esa playa hai una fosa con más de 300 asesinados que nunca se ha
excavado. José Abargues Perles era secretario del Partido Comunista de San
Esteban (Muros) y se incorporó al frente en defensa de la República. Fue
condenado a muerte por “rebelión militar” y fusilado el 28 de septiembre de
1939, y está enterrado en la fosa común de Uviéu. Su mujer, Josefa Dávila
Álvarez, embarazada y con seis hijos, estuvo presa en Pravia y Uviéu, en
donde tuvo a su última hija, para pasar después a Saturrarán (Guipúzcoa),
prisión en la que cumplió la condena por “auxilio a la rebelión” hasta el 29
de abril de 1943. Son cuatro casos de los muchos ejemplos de la represión
sistemática de las autoridades franquistas en Asturias. Dos nietas de estas
cuatro víctimas presentan una denuncia explicando su historias.
El nieto de Clemente Amago
López-Villar que era el alcalde del concejo
de San Tiso d’Abres en 1936 por el Partido Socialista. Un mes después del
golpe de Estado de Franco, la zona extremo-occidental asturiana ya estaba en
poder de los sublevados. Las detenciones y torturas por parte de la Falange
llevaron a Clemente a esconderse en los montes cerca de su casa en Vilela. El
1 de septiembre los falangistas de San Tiso lo apresaron y lo torturaron. Su
mujer lo pudo ver al día siguiente, sangrando y medio muerto, en un camión
rumbo a Lugo. No volvió a verlo más. Unos años después, su viuda tuvo que
pagar una multa que le pusieron a Clemente Amago por desatender su funciones
como alcalde. En la denuncia que presenta su nieto se citan otros cinco casos
de asesinatos y desapariciones sucedidas en ese municipio en aquel mes de septiembre
de 1936.
El nieto de Jesús
Fernández Pérez, un albañil de Mántaras
(Tapia) que encarcelaron en el ayuntamiento de Tapia en el mes de noviembre
de 1936, cuando tenía 33 años. Un grupo de miembros de la Falange, conocidos
en la zona como “El Cangrexo”, lo sacaron por la noche de la cárcel y su
mujer, con una niña de seis días, no volvió a saber nada más de él. Se cuenta
que lo mataron en el municipio lucense de Barreiros, aunque no se sabe dónde
está enterrado. Su caso es uno más de los asesinatos cometidos en la zona
occidental asturiana con toda la impunidad y con el consentimiento de las
autoridades municipales franquistas. En la denuncia que presenta su nieto se
citan otros casos de asesinatos, encarcelamientos y vejaciones cometidos en
el municipio de Tapia en esos meses.
Manuel José García Valle,
José’l Gallegu, sufrió a lo largo de su vida
despidos, detenciones y prisión por su implicación política en el Partido
Comunista y por su labor sindical en la mina. De 1957 a 1971 lo detuvieron 14
veces. Padeció torturas y palizas de personajes desgraciadamente conocidos en
Asturias como el comisario Claudio Ramos, de la Brigada Político-Social, el
sargento Pérez o el guardia Sevilla. En la denuncia que presenta da
testimonio de la detención sufrida en Sama el 7 de agosto de 1963 a manos del
capitán de la guardia civil Fernando Caro Leiva, enviado a Asturias por el
ministro de la Gobernación Camilo Alonso Vega para reprimir las huelgas
mineras.
La vida de lucha de José’l
Gallegu se cuenta en el libro “A mí hay que matarme de frente”. Manuel García
Valle, José el Gallegu, minero comunista, del historiador Jorge Muñiz.
Faustino Sánchez García empezó a sufrir detenciones por su actividad sindical y
política en el Partido Comunista desde 1961 en el valle del Nalón. Entre sus
torturadores estaban el sargento Osorio, el sargento Pérez y el guardia
Sevilla. Padeció prisión y perdió su trabajo en la mina. Después de ser
despedido por participar en una huelga en otro pozo, pasó a la clandestinidad
y huyó al extranjero. En mayo de 1969, en Sama, lo volvieron a detener y
sufrió las torturas del comisario Claudio Ramos y del policía Pascual Honrado
de la Fuente. Con algunas costillas rotas, además de los tímpanos, lo
metieron en la cárcel. Salió absuelto después de estar medio año preso entre
Uviéu y Carabanchel.
Vicente Gutiérrez Solís se significó por su labor de organización del Partido Comunista
en los pozos mineros desde 1955. Su primera detención en La Nueva después de
la huelga minera de 1957/58 lo llevó con otros compañeros a la comisaría de
Uviéu, donde sufrió palizas de Pascual Honrado de la Fuente y el comisario
Ramos. A la salida de la cárcel en 1961, despedido del pozo, le negaron
volver a trabajar en la mina por su implicación política. Volvió a sufrir
detenciones y palizas en otras huelgas y estuvo deportado con otros
compañeros fuera de Asturias. Tuvo que escapar a Francia, de donde volvió en
1966, aunque continuaron las detenciones, las palizas y la cárcel en
diferentes momentos hasta la última detención, en 1977.
Anita Sirgo Suárez fue una de las víctimas de torturas en la huelga de 1962,
hechos que generaron una ola de solidaridad y denuncia en todo el Estado y en
la comunidad internacional. A Anita la detuvieron junto con su marido en
Sama, cuartel donde padeció, con otros compañeros y compañeras, las palizas y
las torturas de Fernando Caro Leiva. Después de romperle el tímpano de un
oído por culpa de los golpes, Caro Leiva, con una navaja, le afeitó a tirones
la cabeza a Anita. Las palizas continuaron a manos de Claudio Ramos en el
cuartel de Buenavista de Uviéu. Anita no abandonó su implicación política en
el Partido Comunista y tuvo que escapar a Francia. Al volver a Asturias
siguió sufriendo estancias de algunos meses en la cárcel, por ejemplo, en
torno a todos los Primeros de Mayo, siempre sin juicio ni registros, hasta el
final de la dictadura.
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Posted: 24 Apr 2014 04:18 AM
PDT
Cuatro asturianos se
querellan contra sus verdugos, Pascual Honrado de la Fuente y Fernando Caro
Leiva, y otros tres buscan a los culpables de la desaparición de sus abuelos
// Cinco avilesinos ultiman otra denuncia por los sucesos de la
Quinta Pedrega.
Susana D. Machargo,
Asturias24, 24.04.2014
Clemente Amago era el alcalde de San Tirso de Abres por el Partido Socialista cuando estalló la Guerra Civil. Se echó al monte por miedo a la represión, pero el 1 de septiembre unos vecinos falangistas le apresaron y torturaron. La última vez que su mujer y su hijo pequeño le vieron iba en un camión camino de Lugo, apenas irreconocible por los moratones y la hinchazón del rostro, casi moribundo. Meses después les llegó por correo un reloj del que nunca se separaba. Después de la contienda, tuvieron que afrontar una multa de 200 pesetas, ya que el Gobierno faccioso acusaba a Clemente Amago de haber abandonado su puesto como regidor. La familia convivió durante décadas con los asesinos. Esta semana, 78 años después, su nieto, Manuel Amago, honra su memoria incorporándose a la Querella Argentina, con un nudo en la garganta que no se deshace ni siquiera cuando relata las ironías de la historia.
Junto a Amago, dos
descendientes más de desaparecidos y cuatro torturados asturianos durante la
dictadura se han sumado a la Querella Argentina, con el objetivo de que los
crímenes del franquismo no queden impunes. Los otros nietos de desaparecidos son
María José Martínez y Xosé Miguel Soler. Todos quieren seguir los
últimos pasos de sus abuelos. De los cuatro torturados, Anita
Sirgo y Manuel José García, El
Gallego acusan directamente al que fuera capitán de la
Guardia Civil, Fernando Caro Leiva; Faustino Sánchez, Fausto y Vicente
Gutiérrez Solís, a Pascual Honrado de la Fuente, de las palizas que
sufrieron. Sirgo resume de forma contundente sus sentimientos: “No quiero
morirme sin ver a mi torturador sentado en el banquillo”.
Detrás de los siete querellantes está
la Comuna d’Asturies, la delegación en el Principado de la Coordinadora de
Estatal de Apoyo a la Querella Argentina, fundada en abril de 2013 y que ya
ha recabado el apoyo de 19 municipios con mociones de sus plenos. El
colectivo presta apoyo moral y jurídico a las víctimas y les ayuda a
articular su causa. El viernes presentarán en el consulado argentina en
Madrid estas siete primeras demandas y ya ultiman más. En concreto, la
Comuna trabaja en otras cinco relacionadas con las torturas en la Quinta Pedregal,
ocurridas poco después del fin de la Guerra Civil. Su portavoz, Francisco
Javier Rodríguez Amorín, explica que entre los posibles demandantes está la
exconsejera de IU, Laura González y Nelly Fernández, exsenadora y exdiputada
del PSOE. Su pretensión es presentarlas en mayo, en el consulado de argentina
en Vigo.
LOS CASOS
Recuerdan con precisión los
días, las horas y hasta los minutos, la indumentaria de los torturadores, la
sangre en las paredes de los pasillos y las celdas, los compañeros de palizas,
hasta la sopa que sus familiares intentaban hacerles llegar. Su relato
de los hechos esta tan preciso que parece imposible que hayan pasado décadas
y no semanas. Faustino Sánchez, Fausto,
dirigente del Partido Comunista, dice que no le “llega la ropa al cuerpo”
cuando piensa en el rosario de torturas y detenciones –a las que se refiere
como “caídas”– que sufrió durante décadas. A la Querella Argentina incorpora
solo dos, una octubre del 61 y otra en junio del 69. La voz se le quiebra
cuando recuerda las patadas y los golpes, los tímpanos reventados sangrando y
las costillas rotas, desnudo frente a los torturadores. “No hay ni un solo
día en la vida que no lo recuerde”, insiste Fausto.
Vicente Gutiérrez Solís
prefirió exigir justicia antes que contar su caso. La prioridad de Gutiérrez
Solís es “que no queden impunes los crímenes del franquismo tras 39 años de
democracia”. Este militante del Partido Comunista, con
responsabilidades desde 1955, que fue detenido y sufrió un calvario de
detenciones, exige la “extradición a Argentina de todos los torturadores
que queden vivos” y la reparación para las víctimas y las familias que
sufrieron la violación de sus derechos humanos. Precisa que “no se trata de
buscar venganza sino justicia”.
Manuel José García, El gallego, describe una
escalofriante precisión su detención del 7 de agosto de 1963, una de las
catorce que sufrió por su implicación política. El gallego aún
habla del tolete recubierto de perdigones con el que le golpeaban o de
lo difícil que era ponerse de pie, desnudo, tras recibir un golpe. Pero
la escena más aterradora la pinta cuando cuenta aquella madrugada que le
sacaron a pasear, con otro compañero, por los barrios de Langreo, y cómo sus
torturadores les pusieron de espalda y dispararon al aire, para
aterrorizarles e intentar que echasen a correr, y así acusarles de
un intento de fuga.
Una de las víctimas torturadas
en la huelga minera de 1962 fue Anita Sirgo. Su relato tiene muchos
puntos en común con sus compañeros y conserva intactos detalles que dejan
patente la crueldad de los verdugos. Sirgo recuerda las salpicaduras de
sangre en las paredes del pasillo y de las celdas y también en la camiseta
blanca del capitán Caro Leiva, que las lucía orgulloso, tras una sesión
de tortura, para amedrentar al siguiente. Incluso se paseaba con ellas por la
calle y cuando “salía a presumir en una cafetería de la calle Dorado”. Su
impresión es que estaba ante un hombre que actuaba como si estuviese
drogado, que disfrutaba infligiendo sufrimiento. “Ya soy mayor, pero no me
quiero morir sin verlo sentado en el banquillo. Necesitamos ayuda para
conseguirlo”, clamó.
Xosé Miguel Soler ni siquiera
sabe dónde está enterrado su abuelo Jesús Fernández, un albañil de Tapia, al
que sacaron una noche de la cárcel en la que permanecía encerrado para
fusilarlo, pocos meses después del estallido de la guerra. Pretende que
quede constancia de su historia, que una instrucción haga
justicia, con la memoria del abuelo y de otros muchos que sufrieron su
misma suerte. En su denuncia constan otros casos de asesinatos,
encarcelamientos y vejaciones cometidos en el occidente. Para él, la
recopilación del material ha sido una forma de comprender la trayectoria de
su familia.
La última de los siete
demandantes es María José Martínez, que se persona en la Querella Argentina
en nombre de sus cuatro abuelos. Solo su abuela materna sobrevivió. Al resto
no los conoció. Desaparecieron, unos en el año 1937, aún en plena contienda,
y otro, dos meses después de la rendición. Martínez cuenta historias de
mujeres valientes que dieron a luz en la cárcel, de cuerpos en fosas comunes,
de desesperación, palizas y un peregrinar por cárceles. María José precisa
que solo uno de sus cuatro abuelos tenía una implicación política real, una
conciencia de izquierda clara. Para el resto ni siquiera hay una explicación
que lo sustente.
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