EITB.EUS
25/01/2016
El Arenal acogerá a partir del 1 de febrero la exposición itinerante de la iniciativa del Instituto Gogora para recoger nuevos testimonios y crear espacios de debate.
El Arenal bilbaíno acogerá a partir del 1 de febrero laexposición itinerante de la iniciativa Plaza de la Memoria, impulsada por el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos Gogora.
La exposición ha sido presentada este lunes en las instalaciones del Instituto vasco de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos por su directora, Aintzane Ezenarro, y el alcalde de Bilbao, Juan María Aburto, ya que será la capital vizcaína la primera localidad en acoger esta muestra.
En palabras de Aburto, "Bilbao quiere conocer y reconocer la memoria de tantas víctimas inocentes de la sinrazón". Por ello, ha animado a los bilbaínos a acercarse a esta exposición y ha advertido de que "no debemos olvidarlas, tenemos que construir el futuro sin rencor, con sinceridad y con generosidad para que no vuelvan a suceder nunca hechos que jamás debieron suceder".
Aburto ha apelado a "trabajar de la mano todos" para conseguir "pasar estas páginas de nuestra historia más negra". "Debemos aprender de los errores del pasado para no repetirlos en el futuro, que nos pertenece a todos sin discriminación por ideología ni por raza ni por sexo. Cualquier tipo de violencia siempre será injustificada y no tendrá nunca cabida en nuestra villa", ha concluido.
La exposición reúne los testimonios de varias víctimas del franquismo y del terrorismo recabadas por Gogora desde junio de 2015, con el objetivo de visibilizar y ampliar "las memorias plurales que viven entre nosotros", creando espacios para que quien quiera pueda ofrecer su testimonio, ha explicado Ezenarro.
Charlas y documentales
La muestra podrá visitarse en carpa instalada en El Arenal desde el día 1 y hasta el 12 de febrero, con horario de 09:00 a 15:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas. El espacio contará con una zona de grabación de testimonios, en la que las personas que acudan a la exposición podrán grabar o escribir sus testimonios en materia de memoria.
Además, están previstos una mesa redonda (2 de febrero) en la que participarán, a título individual, víctimas del terrorismo, de la violencia policial "ilícita" y del franquismo, así como la proyección de los documentales "Bar Aldana: explosión de silencio" y "El Valor de la autocrítica".
Por otro lado, también se pretende implicar en estas dinámicas a los centros de Secundaria y Bachiller de Bilbao. En función de los datos aportados por la directora de Gogora, hasta el momento, se han sumado más de 24 grupos de escolares y más de 600 alumnos visitarán la exposición.
Con estas actividades, se pretende difundir y compartir la memoria e impulsar "una reflexión construida entre todos", ofrecer espacios para "poner en diálogo distintas memorias que conviven en nuestro país", generar "una visión crítica sobre lo que ha ocurrido" y transmitir a las nuevas generaciones "una memoria crítica para garantizar la no repetición", ha indicado la directora de Gogora.
Tras su paso por Bilbao, el objetivo del Instituto Vasco de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos es extender la exposición itinerante "al máximo posible" de localidades. En palabras de su directora, "si nos acercamos a los ciudadanos, tendremos una mayor respuesta".
El Ayuntamiento de Bilbao inicia el proceso, abierto a la participación ciudadana, para cambiar los nombres franquistas de dos vías
Bilbao
Una mañana de enero, pongan la de hoy, salen a pasear por Bilbao. Desde el ayuntamiento, y aprovechando el sol de invierno, dibujan el discurrir de la ría del Nervión hasta toparse con un moderno puente de casi 30 metros de altura, el de La Salve. Ascienden por su escalera de caracol, cuadrada e interminable, y lo atraviesan para enfrentar su símbolo contemporáneo más internacional, el museo Guggenheim. De vuelta a casa, dejan de nuevo a un lado el consistorio, cruzan unas cuantas calles del Casco Viejo y suben hacia Begoña, el barrio de Bilbao con más historia que Bilbao. En apenas dos kilómetros habrán pisado, de forma probablemente inconsciente, dos de los más sangrantes símbolos del franquismo que, entrado 2016, perviven en Bilbao: el puente Príncipes de España y la calle Padre Remigio Vilariño.
Esta última es una angosta vía de apenas cien metros de longitud que bordea el barrio de La Cruz, un cúmulo de pequeñas casas construido a principios del siglo XX para dar cobijo a los obreros que se multiplicaban entonces en la villa. Su impulsor fue el jesuita Remigio Vilariño, natural de Gernika. Dueño de un discurso antisemita, reaccionario y ultracatólico, fue un prolífico escritor, autor de varias publicaciones ligadas a la “causa católica española” abrazadas por el régimen franquista, que les regaló su altavoz. El otro es el popularmente conocido como puente de La Salve. Y ese será pronto su único y oficial nombre. Es, al menos, la intención del gobierno municipal, que acaba de iniciar el proceso para cambiar la denominación de ambos a instancias de un informe encargado a catedráticos de Historia de la UPV.
El texto, contundente, concluye que estas dos vías “tienen expresas y claras connotaciones políticas de adhesión y exaltación de la dictadura”. Para la segunda de las calles el consistorio, que tomará la decisión final en un mes, propone los nombres de cinco mujeres: Julita Berrojalbiz, profesora e impulsora de las ikastolas en Bizkaia; Benita Asas y Adelina Méndez de la Torre, maestras y defensoras del activismo feminista y la salud escolar respectivamente; Juanita Mir, periodista fusilada en 1.937 y Bizenta Moguel, considerada la primera escritora vasca. Todo esto ocurre en 2016, cuando la Ley de Memoria Histórica, en cuyo cumplimiento se implementan estas iniciativas, tiene cerca de una década de vida. El texto, sin embargo, señala claramente, en lo relativo a símbolos y monumentos públicos, que "las administraciones públicas tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, la Guerra Civil y la represión de la dictadura".
Y Bilbao no tiene la exclusiva de esta ilegalidad. Tampoco el borrado ha llegado aún a Vitoria pese a que existe desde la anterior legislatura un grupo de trabajo encargado de recuperar la memoria de las víctimas del franquismo. Un equipo, formado no solo por representantes políticos sino también por agentes sociales de la ciudad y expertos, que permanece inactivo y todavía no ha dado frutos. Por último, en el caso de Donostia, el Ayuntamiento encargó en 2.012 el correspondiente estudio del callejero a la Sociedad de Ciencias Aranzadi. En cuanto al resto de simbología -placas de exaltación franquista situadas en fachadas de viviendas y otros edificios privados-, se solicitó la colaboración de la ciudadanía para localizarlas e identificarlas y proceder a su retirada.
Sin embargo, la huella franquista no se limita hoy a unas cuantas calles de evidente vínculo fascista. No es tan residual; se extiende por toda la geografía vasca y abunda en incontables ramificaciones. Ocurrió con la Plaza Nueva de Gasteiz, por ejemplo, anterior Plaza de España. Nombre neutro sobre el papel, escarbando en su justificación concluimos lo contrario. Según un vasto informe elaborado en 2.012 por los historiadores Aitor González de Langarica y Virginia López de Maturana a petición del Gobierno Vasco, la plaza obtuvo dicho nombre "a petición de un grupo de vitorianos como homenaje a 'nuestra España ultrajada'". Así que la próxima vez que caminen por Bilbao, levanten la vista frente al edificio central de Correos o el de Hacienda en la Plaza Moyua. Afortunadamente las dos Águilas que verán ya no vuelan. Pero responden a un pasado cuyos símbolos, aunque estén en edificios de la administración central, deberían de desaparecer.
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