divendres, 7 de març del 2014

Almudena Grandes: “La posguerra fue más cruel que la guerra en muchos casos”


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  • La narración mezcla personajes históricos y de ficción y forma parte de la serieEpisodios de una Guerra Interminable
  • "Los vencedores se forraron en la posguerra al explotar a los presos republicanos como si fueran esclavos", afirma la novelista
  • "Contar lo que pasó es el mejor homenaje a los que participaron en la resistencia antifranquista", señala la escritora

Actualizada 05/03/2014 a las 22:06  
Almudena Grandes publica su nueva novela, 'Las tres bodas de Manolita'.  JAVIER LIZÓN
Almudena Grandes publica su nueva novela, 'Las tres bodas de Manolita'. JAVIER LIZÓN
Almudena Grandes (Madrid, 1960) recurre a una frase de uno de los personajes de Las bicicletas son para el verano para definir lo que fue la posguerra española. “No ha llegado la paz, ha llegado la victoria”. Ese podría ser el resumen de la posguerra y con esa sentencia se cierra aquella obra teatral de Fernando Fernán-Gómez que también fue llevada al cine. Una posguerra eterna, revanchista e implacable, que duraría cuatro décadas, actúa como telón de fondo de Las tres bodas de Manolita (Tusquets), la nueva novela de la escritora madrileña y la tercera de la serie Episodios de una Guerra Interminable, inspirados en su admirado Benito Pérez Galdós, tras Inés o la alegría y El lector de Julio Verne.

Para Almudena Grandes aquella época resulta muy atractiva porque está llena de historias extraordinarias. “Escribo sobre la posguerra”, cuenta la novelista, “por un impulso literario y también por un impulso moral. En primer lugar, los españoles pisamos una mina de oro literaria con esa etapa y no lo sabemos bien. Creo que contiene un material literario irresistible para cualquier narrador por la macrohistoria y también por las microhistorias cotidianas. Desde el punto de vista moral, intento narrar aquella época desde la perspectiva de la gente que se resistió a la dictadura. Era nuestra gente y lo que hicieron, lo hicieron por nosotros”.

La novela transita por los años cuarenta en un Madrid que se convierte en un personaje más de Las tres bodas de Manolita y su protagonista es una chica corriente, cuya vida cambia radicalmente por las circunstancias históricas que le toca vivir. Cárceles, represión, hambre y desgracias familiares afectan a este personaje que Almudena Grandes no duda en calificar de heroína. “La inmensa hazaña de Manolita”, cuenta la autora, “consiste en sobrevivir, en ser una superviviente que logra incluso ser feliz. Su transformación alcanza proporciones enormes porque pasa de ser la señorita conmigo no contéisa implicarse en la lucha antifranquista y entrar en la clandestinidad por una vía muy rara, a través de una boda. Hay que tener en cuenta que en muchos casos la posguerra fue más cruel que la propia guerra, como prueba la peripecia vital de Manolita”. Novela coral, con infinidad de personajes, Almudena Grandes utiliza una voz narrativa en primera persona cuando se trata de Manolita y voces en tercera persona en algunos capítulos donde otros personajes actúan como hilo conductor. “En esos casos”, aclara, “cada personaje tiene su propio entorno y eso multiplica los personajes”.

No le importa a una de las escritoras más populares y leídas de España que algunas de sus novelas sean de largo aliento y de muchas páginas. “Ya me dijeron que estaba loca cuando publiqué El corazón helado por la extensión del libro. Pero la historia de Manolita me pedía también varios centenares de páginas. Tengo claro que mi responsabilidad es con los lectores y pasa por intentar escribir una buena novela. Que se venda más o menos ya depende de los editores y de factores muy variados. Además los departamentos de márketing suelen equivocarse en sus pronósticos”.
Está satisfecha la autora de contar en sus últimas novelas con muchos lectores varones después de que durante su primera época fuera considerada más una escritora para mujeres. “Es cierto”, comenta, “que las mujeres leen más narrativa que los hombres, pero a estos les interesa más la memoria histórica y desde El corazón helado mis lectores se han ampliado”.

No tiene empacho esta intelectual rebelde y crítica, comprometida con la izquierda y defensora de muchas causas cívicas, en arremeter contra los vencedores de la guerra civil, que “no sólo encabezaron una represión atroz con más de 150.000 muertos en tiempos de paz, sino que además se forraron con la explotación de los presos republicanos”. Como paisaje de fondo de Las tres bodas de Manolita, los destacamentos penales representaron un gigantesco negocio para las empresas protegidas por la dictadura de Franco.“En realidad”, señala Grandes, “aquellas empresas privadas disponían de esclavos más que de trabajadores. Eran prisioneros que no comían ni carne ni pescado, tan sólo hidratos de carbono para seguir trabajando. Hay que recordar que algunas fortunas que cotizan hoy en el Ibex 35 proceden de la posguerra. Para que luego digan que no había corrupción en el franquismo cuando todo estaba corrompido”.

Indignada con la desmemoria de este país sobre su pasado reciente (“la apertura de las fosas del franquismo es una cuestión de derechos humanos”) o con los pactos de la transición (“con la transición no pasamos de un sitio a otro porque da la impresión de que se perpetúa como un régimen permanente”), Almudena Grandes ha planteado su serie Episodios de una Guerra Interminable “desde la perspectiva de la gente que luchó contra la dictadura”. Las tres bodas de Manolita, que se presenta este jueves en Madrid a las 19.30 en el Círculo de Bellas Artes, se configura así como una novela sobre la vida cotidiana en la posguerra y deviene en un homenaje a la resistencia antifranquista. “Contar lo que pasó en realidad”, manifiesta la novelista, “supone el mejor homenaje que puede rendirse a la resistencia. De hecho, la obsesión de Isabel Perales, que en parte ha inspirado la novela, siempre fue que se supiera lo que había pasado en aquellos terribles años cuarenta”.