Siguiendo
el ritual tradicional de las Jornadas para el Recuerdo y homenaje a las
víctimas del franquismo, mañana sábado, a los 11h y ante el Panteón a
los Caídos por la Libertad del cementerio del Padre Jesús de Espinardo
(Murcia), se abrirán los actos con mi intervención: un saludo temático en el
que se destaca algún aspecto esencial de la convocatoria.
Escribí
mi intervención antes de salir para Berlín, del que regresé ayer; un viaje de
ocho días que me ha revelado aspectos para mí desconocidos, de las políticas
memorialistas seguidas en Alemania, destinadas a recordar los orígenes y las
consecuencias de un régimen de terror, que marcó el destino de la nación
durante algo más de una década, es decir, menos de un tercio de lo duró la
dictadura franquista.
Nada
de lo que escribí hace quince días me sirve a mi regreso de Berlín, a causa del
enorme impacto que me ha supuesto la constatación de que, pese a cuanto podamos
recriminar actualmente a Alemania, como estado, como gobierno o como sociedad,
queda al margen del reconocimiento del esfuerzo realizado para la
criminalización del nazismo y de sus consecuencias, en una realidad que se
percibe de forma constante, como solo pasear por las calles de la capital
alemana: carteles, calles, placas, museos, exposiciones, instituciones, fundaciones,
lugares de historia, etc.
Visitando
el extraordinariamente didáctico Museo del Terror, en la Niederkirchnerstrasse 8, encontré un panel en el que
se leía una frase de la periodista Hannah Arendt, corresponsal de prensa en el
juicio a Eichman en Tel Avid en 1961, entresacada de su obra “La banalidad
del mal”:
La maquinaria del terror nazi, estaba servida
fundamentalmente por eficientes funcionarios, muchas veces voluntarios, que
actuaban sin odio ni motivos concretos, movidos únicamente por oportunismos de
naturaleza personal, y por una deshibición total de resortes emocionales y
morales, que les hacía cumplir las órdenes de forma acrítica y disciplinada.
En la víspera de la XIX Jornada para el Recuerdo, acabo de ver este vídeo que te sugiero en el enlace de
más abajo.
El análisis que realiza Hannah Arendt sobre el nazismo, lo
es sobre la naturaleza de amplios sectores de la sociedad, y en particular,
sobre aquel que asume la misión de implantar un régimen y una ideología por los
mecanismos del Terror. Estas conclusiones son absolutamente aplicables al caso
de la Represión Franquista, en la que se implicaron DECENAS DE MILES de
militantes de Falange, militares, funcionarios y civiles de la más variada
extracción social.
Mi discurso no va a ser leído.
Hablaré de las miles de chapas de bronce, cuidadosamente
pulimentadas, que encontramos por doquier, firmemente adheridas al pavimento de
las calles de Berlín, con los nombres, fecha de nacimiento, lugar de
deportación y campo de exterminio en que acabaron sus días, miles de
deportados, así como de las políticas activas de memoria, puestas en
marcha por las instituciones alemanas. Hablaré de las políticas activas de
desmemoria, de falsificación histórica y de impunidad, puestas en marcha,
no solo por el franquismo, si no por las instituciones gubernamentales de
todo signo, desde 1975 hasta nuestros días.
De esto y de lo que el tiempo de intervención me permita,
hablaré mañana en Espinardo, si el tiempo no lo impide y sin el preceptivo
permiso de la autoridad competente.
Calabardina, 11 de abril de 2014, (75º Aniversario de la
“inauguración” del Campo de concentración y exterminio de Albatera, Alicante)
Floren Dimas
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