María Torres / 7 Abril 2014
Miguel Frías Molina decide con tan solo trece años ser artista.
Nace en el seno de una familia humilde del
barrio de Capuchinos de Málaga, bajo la monarquía de
Alfonso XIII y en una Andalucía gobernada por la pobreza, el hambre, el clero,
los terratenientes y la ignorancia.
Con esa edad el joven de gitano perfil abandona la miseria del
hogar familiar y trata de esconder los turbios recuerdos que acompañaron sus
primeros años en un internado de los Salesianos donde su madre le escolariza
con una beca para pobres. Recala en Algeciras, y «apoyaó en el
quicio de mancebía» de «Pepa la limpia», un burdel más reluciente
que los chorros del oro en donde consigue trabajo de limpiador, espera tiempos
mejores mientras mira «encenderse la noche de mayo». Después
un deambular por distintos tablaos saraos, zambras, y fiestas privadas,
cantando y bailando, irán puliendo al artista.
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