CeAQUA
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Posted: 09 Apr 2014 01:36 AM
PDT
La cultura de la
impunidad, nacida al calor del olvido de los crímenes del franquismo, es la
misma que no se escandaliza si un manifestante pierde un testículo y otro la
vista en un ojo
Este miércoles se celebra
un acto en defensa de la extradición de Billy el Niño, acusado de torturas
durante el franquismo, ante la imposibilidad de sus víctimas de declarar en
un tribunal español.
Mientras buena parte de los
medios de comunicación españoles, siguiendo la cultura de la impunidad,
ignoran la querella argentina que investiga los crímenes del franquismo, de
nuevo han tenido que ser medios extranjeros los que concedan a la misma la
dimensión informativa que merece. Este lunes el diario estadounidense The New
York Times publicaba en su portada, como una de sus noticias más destacadas
en su edición en papel, una
información dedicada a la querella argentina, a víctimas de la
dictadura y a la impunidad del franquismo.
“Hoy en día, la política, los
negocios y la ley en España están salpicados de personas con vínculos
directos o indirectos con el régimen de Franco”, escribe el autor del
reportaje en el diario estadounidense, que también informa de que “los
tribunales españoles han rechazado oír estos casos [de las víctimas] durante
cuarenta años”.
Además, incluye testimonios de
víctimas, así como del portavoz de la Fundación Francisco Franco o del
exministro y diputado Ramón Jaúregui, que considera que romper el pacto de
amnistía para juzgar a responsables de crímenes del franquismo “no sería bueno
para el país”.
Hablar de 1939, de 1950 o de
1976 no es hablar del pasado. Como dice José María Galante, víctima de las
torturas de Billy el Niño durante el franquismo, abordar aquello es hablar
también de 2014. La cultura de la impunidad en este país es tal que
desconocemos nuestra propia historia. La impunidad del franquismo ha
facilitado la consolidación de otras impunidades: si matar, encarcelar o
torturar a alguien por sus ideas salió gratis, también puede pasar
desapercibido robar, abusar, discriminar.
La cultura de la impunidad que
defiende olvidar a los más de cien
mil desaparecidos del franquismo aún enterrados en fosas
comunes es la misma que ampara los desahucios de más de 500.000 familias
mientras hay más de tres millones de casas vacías. Es la misma que ampara los
120.809 despidos en las empresas del Ibex 35 en el segundo semestre de 2013,
mientras éstas aumentaron
sus beneficios y ganaron 17.770 millones de euros.
Es la misma dispuesta a
estigmatizar manifestaciones multitudinarias mientras defiende la violencia
institucional. Es la que está dispuesta a decirnos que si nos pegan, es para
protegernos. Que si recortan nuestros derechos y libertades, es por nuestro
propio bien.
Es la que no se escandaliza si
un manifestante pierde un testículo
y otro la visión de un ojo.
Es la que no pone límites a la infamia. La que da rienda suelta a la extrema
derecha en algunos debates televisivos. La que aplaude que a alguien se le
llame gordita, a falta de otros argumentos para arremeter contra quien
defiende derechos fundamentales. La que ahora establece que la Reina y los
Príncipes de Asturias sean aforados
ante el Supremo.
Es la que protege a Billy el
Niño, prohibiendo
que se grabe su imagen durante la vista de su extradición este jueves,
mientras permite que se publiquen fotografías de manifestantes a los que
criminaliza. La que no se avergüenza cuando Naciones Unidas establece que
España “se quedó atrás” para hacer frente a su pasado
reciente. La que no mueve un dedo cuando la ONU recomienda
retirar la ley de amnistía para que los juicios puedan celebrarse.
Cuando alguien dice que imputar
a presuntos responsables de crímenes franquistas no sería bueno para el país,
cuando añade que “no sabemos dónde comienza y dónde termina, ¿dónde
establecemos los límites?” lo que está haciendo es echar mano de esa cultura
de la impunidad. Los límites son claros. Otra cosa es que haya voluntad de
aplicarlos.
La justicia, con su carácter
ejemplarizante, pondría a este país patas arriba porque son pocos los
rincones donde la impunidad y la corrupción no campan a sus anchas. Y,
lamentablemente, son muchos quienes siguen beneficiándose de ello.
Acto sobre la extradición
de Billy el Niño
Este jueves la justicia
española decide si extradita a Argentina al expolicía franquista Juan Antonio
González Pacheco, más conocido como Billy el Niño, acusado de haber
practicado terribles torturas durante la dictadura española y reclamado ahora
por la justicia argentina que investiga los crímenes del franquismo.
El fiscal, Pedro Martínez
Torrijos, se opone a la entrega, alegando que los hechos estarían prescritos
y que se pueden investigar en nuestro país. Resultan cuanto menos llamativos
estos argumentos, ya que es de conocimiento público que los delitos de lesa
humanidad no prescriben, y que, por lo demás, en España ha quedado más que
clara la nula voluntad de investigarlos.
Ante la elevada sospecha de que
la extradición de Billy el Niño sea denegada, este miércoles se celebra un acto en Madrid, impulsado por
diversos colectivos contra la impunidad del franquismo, bajo el título:
“Exposición de motivos: ¿por qué Billy el Niño debe ser extraditado?”. La
entrada será libre.
En él varias víctimas relatarán
las torturas a las que fueron sometidas, algo que les niega la justicia
española, ya que hasta ahora no han podido ofrecer testimonio ante un
tribunal de este país. Participarán integrantes de diversos sectores de la
sociedad, se informará de las novedades en torno a la querella argentina, y
se cerrará con música y poesía.
El Estado español sigue negando
verdad, justicia y reparación a las víctimas de los crímenes de la dictadura.
Ante ello, como recordaba el
domingo el relator de Naciones Unidas en el New York Times, “algunos
problemas no desaparecen. No pueden ser barridos bajo la alfombra. La gente,
como es lógico, no olvida”.
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