"Yo no me puse ese apodo", ha afirmado el expolicía, reclamado por torturas en el franquismo
La Audiencia Nacional no permite a las cámaras grabar el rostro del exinspector
Billy el Niño sale de la Audiencia Nacional este jueves. / SAMUEL SÁNCHEZ / VÍDEO: ATLAS
“Yo no me puse ese apodo”. Así ha concluido el exinspector Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, su breve intervención este jueves ante la Audiencia Nacional. Allí, en la Sección Segunda de la Sala de lo Penal, se ha celebrado la vista para decidir sobre la extradición del expolicía a Argentina, donde se le reclama por 13 supuestos delitos de torturas cometidos durante el franquismo. Un traslado al que se ha opuesto el Ministerio Público, que ha apuntado a la posible prescripción de los hechos que se le imputan y ha invitado a las instituciones suramericanas a iniciar un proceso en los tribunales españoles, al igual que con Jesús Muñecas, también reclamado.
De espaldas. Sin girar la vista y lejos de las cámaras —que no han podido grabar su rostro por decisión de los magistrados de la Sala, presidida por la juez Concepción Espejel—, Billy el Niño ha asegurado que no recuerda haber estado imputado por otros hechos similares. “Hace algunos años, algo de malos tratos, pero no fuimos condenados”, ha apostillado después de negarse a que los reporteros gráficos captasen su imagen. “No lo consiento. Por temas de seguridad personal y familiar”. Una tesis que ha defendido su abogado: “No es una cuestión de caprichos, él es objeto de amenazas y seguimientos. Tengo una certificación del secretario técnico de la Dirección General de la Policía”. Este argumento lo han aceptado la fiscalía y la Sala, que ha impedido finalmente que las cámaras grabasen la cara del exinspector. Tan solo se han podido tomar imágenes con él de espaldas.
A la vista han acudido también víctimas del franquismo, que han escuchado como público el alegato del abogado defensor. Cuando este se ha referido a que no está acreditado que las “supuestas víctimas” hayan pasado más de 30 días de atención médica, uno de ellos ha levantado el brazo y ha espetado: “Yo estuve 62”. Una situación que ha resuelto Espejel llamando al orden. “O mando desalojar la Sala”, ha remachado. A lo que el hombre que ha alzado la voz ha apostillado: “No se puede mentir”.
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