http://www.publico.es/512855/the-new-york-times-la-politica-y-el-sistema-legal-en-espana-estan-salpicados-de-vinculos-con-el-franquismo
El prestigioso diario estadounidense dedica un artículo a la querella argentina y a los testimonios de las víctimas de la dictadura. Para la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, "esto es 'marca España'"
La decisión de la justicia argentina de enfrentarse a los crímenes de la dictadura continúa traspasando fronteras, en este caso las de EEUU, de la mano de The New York Times.
En un artículo firmado por Yim Yardley publicado este domingo,el rotativo establece un paralelismo entre el encuentro de la víctima José María Galante con su torturador, Billy el Niño, y el encuentro del Estado español con su pasado: "Facing his Torturer as Spain Confronts its Past".
La querella argentina es para las víctimas de la dictadura una posible solución a la impunidad. Una solución articulada gracias a la justicia universal -que el Partido Popular intenta vetar en nuestro país-, en un proceso judicial que, según el diario, "está reabriendo el doloroso pasado franquista y amenazando el pacto político que motivó la transición de la dictadura a la democracia", "despertando viejos demonios en España".
"Hoy en día, la política, los negocios y la ley en España están salpicados de personas con vínculos directos o indirectos con el régimen de Franco"
Viejos demonios que, tal y como narra el diario mediante un recorrido por la Fundación Nacional Francisco Franco -descrita como una de las vigilantes del legado del dictador- y por el Valle de los Caídos, no estaban enterrados a la profundidad necesaria, si es que yacían bajo tierra.
"Hoy en día, la política, los negocios y la ley en España están salpicados de personas con vínculos directos o indirectos con el régimen de Franco", denuncia el artículo, antes de pasar a describir las partes enfrentadas por esta querella: "Los críticos dicen que España debe enfrentarse a su pasado y apartar la Ley de Amnistía. Otros advierten que hacerlopuede desembocar en persecuciones que podrían alcanzar a la élite del país".
Para Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, "esto es una descripción, no una opinión. Las ramas del régimen franquista van desde el Ibex-35 al poder judicial, con miembros de Tribunal Supremo que juraron su fidelidad al régimen... y el Partido Popular es un partido fundado por un ministro de la dictadura, lo fundó Manuel Fraga", asegura a Público, en referencia a la vinculación de varios miembros de la élite económica, política y legal con el régimen de Franco.
Las mismas élites que, como denuncian las víctimas, han evitado que los crímenes franquistas sean juzgados, los culpables condenados y los represaliados resarcidos. "Los tribunales españoles han rechazado oír estos casos {de las víctimas} durante cuarenta años, esgrimiendo la Ley de Amnistía} , afirma el artículo, sazonado con los comentarios y testimonios del portavoz de la Fundación Francisco Franco, Jaime Alonso -el mismo que mantiene que el régimen del general gallego no fue una dictadura-, o el exministro y diputado socialista Ramón Jauregui, que considera que imputar a cinco ministros franquistas, como pidió uno de los abogados de las víctimas "no sería bueno para el país."
"Desde que nosotros empezamos con las exhumaciones en el año 2000, la primera en interesarse fue la prensa extranjera", asegura Silva, afirmando que en nuestro país "se ha tratado el tema como algo descriptivo, del pasado, no algo que haya que afrontar ahora", a pesar de que "a los corresponsales extranjeros les sorprende que no se hable de este tema, que un país de la Unión Europea tenga este gravísimo problema de derechos humanos. "Esto es presión, es marca España. Si el Gobierno quiere que deje de serlo tendrá que arreglarlo", asegura.
Para el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, otro de los problemas es "cómo las élites han vendido la maravilla de la Transición sin sangre". La misma Transición que The New York Times describe como "una especie de orgullo nacional, un periodo en el que los rivales políticos adoptaron compromisos para permitir emerger a un nuevo país", antes de recordar que "la pérdida de ese espíritu político se hizo evidente el pasado mes, con la muerte de Adolfo Suárez".
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