Desde el 22 de febrero de 1939 Collioure (Cotlliure) ha sido mucho más que un pueblo costero de la Catalunya francesa: ha sido el pueblo de Machado, de la poesía, del exilio, de la muerte, del homenaje, de la peregrinación, de la IIª República.
Si la Junta lo devuelve Sevilla todo lo que significa Machado y su tumba se perderán.
Y una pregunta: ¿por qué no se pretendió trasladarlo a la muerte de Franco?
Dejemos al símbolo reposar en paz para que una de las dos Españas, la que no helaba el corazón al poeta, vayamos a conmemorarlo.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/03/08/actualidad/1394300425_218026.html
Todos quieren (ahora) a Machado
La Junta de Andalucía reabre el debate sobre el traslado de los restos del poeta desde Collioure, lugar de peregrinación durante 75 años para sus seguidores
El mejor cronista de los últimos días de Antonio Machado, hace 75 años, recién estrenado el exilio en Collioure (Francia), fue su hermano José. Él desveló su último verso —escrito a lápiz en papel arrugado: “Estos días azules y este sol de la infancia…”—, su último deseo (“Me dijo señalando a una de las humildes casitas de los pescadores que había en la playa: ‘Quien pudiera vivir tras una de esas ventanas, libre ya, de toda preocupación”) y acaso su última voluntad: ser enterrado en aquel pueblo marinero mientras continuase la guerra.
Cuando el poeta murió, no faltaron anfitriones. Una vecina ofreció su panteón y varios intelectuales franceses ofrecieron París. “Es un deber para nosotros encargarnos de las cenizas del gran Antonio Machado, caído aquí, en tierra francesa donde había buscado y creído encontrar refugio”, defendio el escritor Jean Cassou. Pero José Machado declinó la grandeur. En el diario que escribió en Chile, a partir de 1940, afirma: “Preferimos que durmiese el último sueño en el sencillo pueblo de pescadores de Collioure. Y en él esperará hasta que la bárbara guerra termine con el triunfo de la libertad, y pueda ser trasladado con la madre, y ya para siempre, a Madrid”.
Acabó la guerra, se extinguió la dictadura y, como en otros campos, la democracia no ha zanjado un dilema que rebrota cada cierto tiempo. ¿Deben regresar del exilio los restos del poeta? La última voz en alzarse ha sido la del consejero andaluz de Cultura, Luciano Alonso, que durante su visita al cementerio de Collioure, reivindicó su exhumación para ser enterrado en Sevilla, donde nació en 1875. Días después, Alonso refrenó su demanda inicial y abogó por un debate para llegar a “un gran consenso” sobre el destino final del autor de Campos de Castilla cuando se cumplan 150 años de su nacimiento (2025).
La familia, que rechazó cada tentativa de la dictadura para retornar al poeta, ha flexibilizado su posición, aunque no quiere encabezar nada. Creen que Machado es un símbolo que ya no les pertenece en exclusiva. “Tenemos una postura muy clara. Es una decisión que nos sobrepasa y que ya no depende de nosotros. Entendemos que es una decisión que debe tomar la ciudadanía. Si alguien lo promueve y tiene una aceptación amplia y muy escasas críticas, apoyaríamos el traslado de los restos a España”, explica Manuel Álvarez Machado, sobrino-nieto del poeta e hijo de Leonor Machado.
“Es obvio que a la mayoría de la gente le gustaría que estuviera aquí, pero también hay quienes consideran que debe seguir en Collioure para mantener el espíritu del exilio y, por otra parte, hay que tener agradecimiento a una ciudad que ha mantenido su memoria”, añade. En el mismo fiel de la balanza se sienta el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle: “Comprendo y respeto ambas posturas. Traer los restos del poeta es devolverlos a la tierra de la que nunca tuvo que haber huido. Que permanezcan en Collioure es mantener vivo el testimonio de la dignidad de su compromiso con la República. Como político aplaudo el empeño loable de la Junta de Andalucía. Como ciudadano, no quiero que se olvide que el poeta tuvo que huir de su patria”.
La única iniciativa familiar para repatriar los cadáveres del poeta y su madre partió de Manuel Machado en 1941, pero su petición no prosperó ante las autoridades franquistas. A la vuelta de los años sería el propio régimen el que buscaría el amparo del poeta que había llorado por las dos Españas. La dictadura deseaba convertir su regreso en un símbolo de reconciliación y, de paso, arrebatar una de las figuras más simbólicas a los antifranquistas. Javier Muñoz Soro, profesor de la Universidad de Complutense, publicó en 2013 un artículo en la revista Cercles donde detallaba las intentonas. “El 7 de noviembre de 1957, la Real Academia de la Lengua creó una comisión para gestionar el traslado a España de los restos de Antonio Machado y cumplir así con ‘ese deber de españoles’. Por mediación de Gerardo Diego, el entonces subdirector del Museo de América y viejo amigo de la familia Machado, José Tudela, escribió a José Machado, residente en Chile y único hermano vivo tras el fallecimiento de Manuel en 1947. El 16 de diciembre llegó su contestación: ‘No se puede aceptar un traslado mientras exista el Régimen actual por el cual él tuvo que salir de su Patria. Esto sería ir contra sus ideas”. No disuadidos por ello, reclamaron la exhumación ante las autoridades francesas, que la denegaron. Tras el fallecimiento de José Machado en 1958, el nuevo ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, retomó la idea aunque tampoco triunfó.
En 1958 los restos de Machado y su madre fueron trasladados a una tumba propia, financiada mediante una suscripción popular a la que contribuyeron, entre otros, André Malraux, la editorial Gallimard, el sindicato UGT, el expresidente colombiano Eduardo Santos o Pau Casals. Una exhumación tendría enfrente al alcalde de Collioure, Michel Molly, que se ha distinguido por mimar la memoria del poeta. “Es importante que los jóvenes sepan que la gente importante de su país ha tenido que irse y morir fuera. Machado no es Collioure, es la representación de toda Europa”, declaraba a este periódico en 2011, tras firmar un convenio con la Universidad de Alcalá de Henares para gestionar un archivo consagrado al poeta.
Molly no está solo. Manuel Núñez Encabo, presidente de la Fundación Antonio Machado española, se opone a la repatriación con dos argumentos. "Antonio Machado está donde le coloca la historia de España. Si está allí es porque hay unos hechos históricos de los que debemos sacar una lección para que no se vuelva a repetir. Le expulsan de España por su defensa de la democracia". La segunda razón que esgrime es para evitar el macabrismo. “¿Adónde se traslada? Repartirse los despojos es algo muy poco positivo. Hay siete ciudades machadianas: Sevilla, Madrid, Soria, Baeza, Segovia, Valencia y Barcelona. Hay que reivindicar el Machado de todos, fuera de partidismos y provincianismos. El lugar no es lo importante, lo más importante es que es un poeta universal y patrimonio de la humanidad”.
Es probable que cada español tenga una opinión tajante a favor o en contra. Machado es el poeta más santificado del panteón literario. Su tumba se convirtió en un lugar de peregrinación política durante el franquismo y, tras la democracia, en un santuario laico. Al cementerio de Collioure llegan miles de cartas con peticiones de todo tipo (trabajo, amor, salud, paz…) hasta el punto de que el trasiego postal obligó a instalar un buzón junto a su tumba.
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