http://www.diariodeburgos.es/NoticiasFicha.aspx?id=ZADF26F50-B724-E8DA-48C3E22E3F584B16&v=noticia%2FZADF26F50-B724-E8DA-48C3E22E3F584B16%2F20151018
R. Pérez Barredo / La Pedraja - domingo, 18 de octubre de 2015
8 comentarios
Imprime esta página
Las ofensivas pintadas perpetradas en el monumento a los fusilados de La Pedraja avergüenzan e indignan. ¿Ha sido un acto puntual? ¿Ha sido meditado? ¿Por qué y a quién molestan estos símbolos?
El hombre señala la esvástica y se vuelve horrorizado. «¿Pero es esto posible?», exclama abriendo mucho los ojos, iracundo. Un viento esquinado azota en las alturas de La Pedraja. Lo demás es silencio al pie del lugar en el que fueron ejecutados y enterrados como alimañas cientos personas en 1936. Hay piñas sobre el manto de piedras que cubre las fosas en las que fueron hallados los cuerpos. Rodeado de pinos, el paraje tiene ese magnetismo mineral de los escenarios únicos. Al fondo se recorta el perfil gigantesco de los molinos. Enclavado en el Camino de Santiago, el Monumento a la Memoria de La Pedraja es parada obligada para los peregrinos que realizan la ruta, como atestiguan los lazos, los escritos, los abalorios y los recuerdos que depositan con respeto al pie del monolito erigido a los fusilados. Humildes pero sentidas ofrendas que ahora contrastan con las burdas, sonrojantes e indignantes pintadas que aparecieron hace dos semanas en este gran símbolo de la memoria.
Apasionado de la historia y conocedor de cuanto aconteció en este claro del monte, al rubicundo irlandés que ha descubierto con estupefacción el ultraje le llevan los demonios. Trata de explicar a otros peregrinos lo que significa este panteón agreste. Le escuchan con atención. Un alemán y una argentina comparten su indignación. Y nadie parece entender nada. Mientras la Diputación de Burgos, que aprobó en Pleno hacerse cargo de la limpieza, determina cómo y cuándo llevará ésta a cabo, la infamia de este agravio sorprende y enoja a cuantos se detienen allí. ‘Arriba España’; ‘Pasamos y pasaremos’; ‘Rojos no’ y perlas de más abyecta estofa, aderezadas con simbología nazi, son desde hace semanas un insulto y una vergüenza.
¿Fue un acto vandálico puntual perpetrado por ignorantes salvajes? ¿Estamos ante un meditado ataque a un símbolo de la memoria histórica? ¿Acaso resultan incómodos estos pequeños parques temáticos dedicados a las víctimas del franquismo? Para el antropólogo Ignacio Fernández de Mata, se trata, claramente, «de un atentado muy pensado y muy preparado. Está localizado en un sitio que no es paso natural. Hay que desplazarse hasta allí. Es decir, se ha ido ex profeso a hacer este daño». La mezcla de expresiones y símbolos demuestran, a su entender, «que aquellos que lo han hecho tienen cierta relación con viejos fascistas, en cuanto a alguna expresión como la de ‘Pasamos y pasaremos’, invocando a la respuesta del ‘No pasarán’ de la guerra; y, por otro lado, bastante juventud, una vaciedad mental, poca armadura ideológica y una miseria terrible».
En este sentido, el profesor de Antropología Social de la UBU considera que actos como éste revelan otra realidad: que este país no hizo una transición real con el franquismo «en el sentido de rechazar los principios de una dictadura de origen fascista y todo lo que es un principio de expulsión de la mitad de la población. El problema es que, como no ha habido una renuncia a aquellos principios -que no son otros que el sometimiento a la población vencida, quedando convertidos en ciudadanos de segunda, ocultos, sin derecho- mucha gente ha asumido esa falta de aceptación y responsabilidad de un Estado para con sus propios ciudadanos, llevando a que aquellos que siguen de alguna forma aceptando como positivo lo que implicó el franquismo, se tomen estos lugar como una ofensa. Lo cual es el colmo, cuando es algo que simplemente recupera la dignidad de las víctimas».
Para Fernández de Mata, España necesita muchos más parques de la memoria «y naturalizarlos dentro de lo que es una expresión de cultura democrática. En la aceptación de que existan estos espacios, está la aceptación de que somos un país que respeta la heterogeneidad ideológica, la diferencia, la discrepancia... Y no esa obsesión de querer sociedades homogéneas que rechazan justamente la diferencia. La cultura democrática se tiene que entender en el presente mirando hacia el futuro pero también hacia el pasado», concluye.
tristeza y pena. Para Miguel Ángel Martínez, presidente de la Agrupación de Familiares de las Personas Asesinadas en los Montes de la Pedraja, la sensación es de «gran tristeza y pena al pensar que en este país siga habiendo elementos de tal intolerancia que no tengan la mínima educación y respeto hacia los sentimientos de los demás en un tema tan sensible como éste. Salvando la dimensión del conflicto, recuerdo el profundo respeto que hay en los cementerios de Normandía», señala.
Y, con amargura, incide en la tristeza y la pena «de pertenecer a este país donde algunos presumen de democracia avanzada y no son capaces de entender y solucionar los efectos de unos hechos trágicos y traumáticos de nuestra historia para una buena parte de su población. Todavía hay hijos de aquellos asesinados que siguen buscando a sus padres». Para Martínez, las declaraciones de algunos cargos del Gobierno español y de la Iglesia «diciéndonos que tenemos que olvidar aquellos hechos y lo que significó, no contribuyen en absoluto a la buena convivencia sino más bien dan alas los exaltados. Hace pocos días escuchamos al senador Peñarrubla decir que ya no hay fosas comunes en España. Fue despectivo hacia nuestros sentimientos. Sabemos que hay todavía miles de españoles en cunetas y montes de nuestra geografía. Hay en este tipo de manifestaciones un ánimo de provocación que algunos no dudan en aprovechar».
El portavoz de este colectivo de familiares de víctimas, que el próximo 1 de noviembre realizará el acto de homenaje en el monumento, confía en que éste se repare a la mayor brevedad, que no se repitan este tipo de actos y que los exaltados se calmen, «y si es preciso que vuelvan a pasar por los centros educativos o los penitenciarios. Y también espero y deseo que nuestras administraciones reaccionen, entiendan de una vez que esto es un problema del Estado español, responsable último de lo que pasó en este país».
Análisis
Sandra Albo | Investigadora
Patrimonio contra el olvido
La Pedraja no es sino un ejemplo más de lugar de memoria en nuestra provincia. Existe en la geografía burgalesa un amplio patrimonio negativo que nos recuerda un pasado con el que nadie se quiere identificar. El movimiento por la recuperación de la memoria histórica iniciado en el año 2000, conformado por asociaciones e investigadores voluntarios, realiza labores de apoyo, investigación, exhumación y difusión con el fin de crear unos espacios de diálogo y reconocimiento tras décadas de erosionante olvido en paisajes como éste. Espacios como el memorial de la Pedraja son lugares singulares en España, que en los últimos años han sido recuperados y se erijen como símbolo para miles de familiares que buscan a sus deudos asesinados en el periodo de la Guerra Civil y la posterior dictadura.
No es un caso único en la provincia, las recientes labores de investigación en el monte de Estépar, la represión en la Ribera, el penal de Valdenoceda, el campo de concentración de Miranda de Ebro, etc. son ejemplos del interés que aún despiertan estas historias. Diversas asociaciones y ciudadanos individuales consideran que estos lugares de historias traumáticas merecen ser monumentos a la memoria colectiva, a unas memorias que perviven aún en las palabras de familiares y testigos que los visitan asiduamente. A nivel internacional, desde la propia UNESCO, son numerosos los reconocimientos que lugares asociados a un terrible pasado están recibiendo, como los campos de concentración nazis o Robben Island, prisión de Nelson Mandela.
Y es precisamente este paraje de los montes de Oca, lugar de paso del Camino de Santiago, un bien Patrimonio de la Humanidad, donde se encontraban las decenas de personas exhumadas en varias fosas entre los años 2010 y 2011. La historia y la cultura de una sociedad quedan también plasmadas en monumentos y lugares de memoria como éste. Lugares que merecen especial respeto y protección puesto que son patrimonio de todos, reflejo de unos valores y una cultural universal, también para todos aquellos turistas y peregrinos que lo recorren y que a día de hoy lo observan perplejos.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada