El libro ganador del Bartolomé Hidalgo en Historia.
CARLOS REYES05 ene 2016
Hay un concepto extendido, de pensar el pasado uruguayo del siglo XX como un dechado de democracia. Sin embargo, los estudios históricos serios no alientan esa mirada. Algo de eso pone en el tapete Una historia silenciada, del historiador Carlos Zubillaga, meticuloso libro, ganador del premio Bartolomé Hidalgo en Ensayo de Historia Nacional.
La publicación, de Linardi y Risso, es además un estudio de historia comparada, dado que cruza dos geografías: la España del franquismo y sus consecuencias uruguayas. "Mi libro intenta develar cuál fue la acción desplegada en Uruguay por el falangismo, las características de su organización local, los vínculos con el entramado partidario. En ese sentido, Una historia silenciada es un ejercicio contra la des-memoria, realizado desde el más estricto compromiso con el rigor científico en el quehacer historiográfico", contó Zubillaga a El País.
Con una cronología que va desde 1936 a 1955, el relato histórico comprende un doble escenario. "El análisis de la presencia y acción de la Falange Española en nuestro país es un tema que interesa tanto a la historiografía española como a la historiografía uruguaya, y no puede esclarecerse sino a partir de indagatorias que tengan en cuenta las fuentes disponibles en uno y otro territorio", agrega el historiador.
Lógicamente que el telón de fondo con que Uruguay vivía la guerra que ocurría en España era la dictadura terrista, asuntos que el autor analiza al detalle. "Los años 30 en nuestro país estuvieron marcados por la brusca interrupción de la institucionalidad que significó el golpe de Estado de Terra. Una política regresiva (con inocultables simpatías por los regímenes nazi-fascistas), un desconocimiento sistemático de las libertades públicas, contribuyeron a dividir la sociedad uruguaya, deteriorando el clima democrático cuya implantación había implicado en las décadas precedentes esfuerzos denodados. Por lo mismo, los sectores políticos y la opinión pública en general, que condenaban la experiencia dictatorial terrista, sintieron como propia la interrupción violenta de la institucionalidad republicana en España. Las simpatías por el alzamiento de julio de 1936 (que terminó liderando Franco) se reflejaron sin disimulo en los ámbitos gubernamentales uruguayos, en tanto que la oposición antiterrista se decantó de inmediato por la causa republicana. La guerra civil española se vivió en nuestro país como una causa nacional."
"La producción historiográfica sobre la guerra civil española es, en nuestro medio, escasa y, por añadidura, enfoca el tema desde una preocupación dominante por lo que podríamos llamar la causa republicana. Ello la ha teñido de un tono heroico, pero no ha permitido identificar con claridad a su través, al otro participante en el conflicto", explica Zubillaga, cuyo trabajo presenta una exhaustiva bibliografía que da cuenta de lo ambicioso de esta investigación.
Y en consecuencia señala: "Hay una cierta autocomplacencia en vernos como ejemplo democrático en la región y en el mundo, pero sin atender a los diversos cauces que en nuestro país han recorrido quienes sustentan concepciones totalitarias (de signo muy variado, por otra parte). De allí que cuando se han producido interrupciones más o menos violentas de la institucionalidad democrática, se apreciaran más como una circunstancia excepcional, que como el resultado de una labor de ciertos sectores, no siempre soterrada, por imponer pautas antidemocráticas (que siempre, siempre, derivan en la violación de derechos humanos)", remata el destacado historiador.
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