diumenge, 6 d’octubre del 2013

Transición


http://www.publico.es/472978/un-dia-en-clase-de-historia-en-la-espana-de-1939-franco-sonrie-y-acoge


TVE recupera 'La Transición', una buena serie documental. Pero la perspectiva de 1995, cuando España se creía un ejemplo para el mundo, no es la de hoy, menos idílica

Felipe González daba fuego a Adolfo Suárez en una entrevista en Moncloa. / MARISA FLÓREZ
TVE ha recuperado la serie de documentales La Transición que dirigió Victoria Prego en 1995. Un buen trabajo que permitía a los protagonistas hablar desde cierta distancia y que recopilaba en 13 capítulos valioso material sobre el agitado periodo 1973-77. Sin embargo, la perspectiva de ese proceso que se tenía en los noventa, cuando España se creía un ejemplo para el mundo, contrasta con la que tenemos ahora, menos idílica.
Las nuevas generaciones no tienen tanto respeto por los pactos expresos o implícitos de la naciente democracia. Muchos jóvenes afean a sus mayores que la reconciliación se basara en la impunidad de los crímenes. Otros reniegan del café para todos que engendró 17 autonomías sin resolver el encaje catalán (ni del todo el vasco). Hoy lamentamos que el afán de fortalecer a los partidos implicara mecanismos débiles contra la corrupción. Es claro que la figura del Reyya no suscita la misma adhesión.
Hemos ido sabiendo que en otros países, de Suráfrica al Cono Sur, se quiso hacer justicia tras la reconciliación, que para cerrar una etapa negra se crearon comisiones de la verdad. Antes la justicia españolaperseguía a Pinochet en Londres; desde que dieron un escarmiento a Garzón son los jueces de Argentina los que dan lecciones procesando a torturadores franquistas. Que el dictador Videla muriera en la cárcel ya nos dio que pensar.
Los que se hacen viejos saben que la única alternativa a la reforma pactada era el golpismo, quizá otro baño de sangre. Hicieron el cambio bajo brutal presión: los ultras, ETA, las cloacas, la calle, el petróleo. Se echan de menos valores de aquella generación: líderes políticos de talla, altura de miras, disposición a la renuncia.
Hoy la gran coalición se impone con normalidad como fórmula de Gobierno en Alemania o Austria, incluso sobrevive en Italia a las trampas de Berlusconi. Con mayoría absoluta del PP no cabe esperar esa alianza aquí, aunque el ciudadano aplaudiría pactos en muchos terrenos, de la política exterior a la limpieza de trapos sucios, también la reforma del Estado y la gestión del desaguisado catalán.
La época de los grandes consensos queda muy atrás. Será por eso que consideramos la Transición algo del pasado aunque no hayamos acabado de desenterrar a los muertos en las cunetas.