https://documentalismomemorialistayrepublicano.wordpress.com/2018/05/03/miles-de-victimas-republicanas-desaparecidas-en-las-fosas-franquistas-de-burgos/
En las exhumaciones realizadas en Monte Estépar, cerca de Burgos capital, se han localizado 96 cadáveres, fusilados entre agosto y octubre de 1936 por el ejército sublevado franquista. Las partidas de falangistas iban por los pueblos y prisiones masacrando Republicanos a golpe de odio. Fidel Dávila Arrondo, encabezó un aparato represivo que se cobró la vida de miles de personas en la provincia de Burgos. Era un militar africanista, en reserva durante la Segunda República, que se unió a los rebeldes en julio de 1936. Entre las víctimas hay personajes como el director del Orfeón de Burgos Antonio José Martínez Palacios o el director de Burgos Gráfico Antonio Pardo Casas.
La represión se materializó de muchas formas. Algunas víctimas eran sacadas de sus casas por los falangistas, llevadas al lugar del crimen, ejecutadas extrajudicialmente, y arrojados a fosas cavadas previamente, a veces por vecinos de los pueblos, o por el propio reo. Desaparecían sin dejar ningún rastro. Para otros el final era igualmente cruel: Se hacían listas en las cárceles, se dictaba orden de libertad y en el traslado eran asesinados para desaparecer definitivamente en muchos otros lugares de fusilamiento. Otros eran sacados y ejecutados tras consejos de guerra sumarísimos donde se dictaminaba pena de muerte bajo leyes aberrantes y que contravenían cualquier tipo de derecho.
En un principio los parajes de ejecución eran muy visibles, pero paulatinamente los rebeldes perfeccionaron su técnica para tapar responsabilidades. La situación era tan escandalosa que los fascistas disimulaban los crímenes realizando las ejecuciones en lugares más alejados (Estépar, la Brújula, la Pedraja, etc.), enterrando los cadáveres en zanjas longitudinales. El Monte Estépar era un lugar ideal para las ejecuciones, olvidado tras la muerte de Franco. Junto a los esqueletos de los ejecutados en la fosas, aparecen los casquillos criminales de las balas franquistas. En el libro ‘La Guerra Civil en Burgos: fusilados, detenidos y represaliados en 1936’, de Fernando Cardero Azofra y Fernando Cardero Elso, se comenta que cuando José Iñigo, comandante de Caballería, descerrajaba el tiro de gracia, exclamaba en tono sarcástico “¿veis lo que me obligáis a hacer, comunistas de mierda?”
Hay otros lugares además de Estépar que se destruyeron con la construcción de la carretera que une Valladolid y Burgos. Pero en Burgos las asociaciones civiles y de la memoria, junto a los familiares, están realizando un trabajo titánico. En Aranda de Duero, en lugares como Monte Castoján o La Lobera han sido exhumados ya 130 cuerpos, se estima que hay muchos más. En Gumiel de Izán se localizaron 59 en un lugar llamado La Legua. En Milagros, en La Casilla de los Camineros, se exhumaron 46. En Quintanilla de la Mata, en Monte Andaya, fueron 85. En el cementerio de Valdenoceda, 114. En Villamayor de los Montes, en Alto de la Venta, 46 cadáveres.
Mención especial merece la fosa de Villafranca de los Montes de Oca, en el Monte de La Pedraja. Allí ha sido Antoni Benaiges , maestro freinetista de Bañuelos de Bureba, que utilizaba la imprenta en el aula como técnica educativa. Benaiges prometió a sus alumnos que irían a ver el mar, pero en el verano de 1936 fue ejecutado por los falangistas en La Pedraja. Junto a él hay 134 cuerpos más por dignificar, quizá muchos más. Cuando se desencadenó la represión, los ejecutados de distintas poblaciones se transportaban en camionetas hasta allí. Otras veces eran conducidos, a modo de ‘paseíllo’, para ser fusiladas en este paraje. En este lugar, desde casi el inicio de la democracia, se homenajea a las víctimas de la represión franquista por familiares y amigos. Hay un monolito colocado en memoria de los españoles defensores de la libertad y la democracia, con una placa que dice “No fue inútil su muerte, fue inútil su fusilamiento”.
En Burgos se han localizado también fosas más pequeñas, que tienen entre uno y 12, cuerpos, y otras con algunos más. Otros lugares están localizados pero no exhumanos. Por ejemplo, la Torca Palomera en Mozuelos de Sedano. En ese paraje, las partidas falangistas fusilaban y lanzaban los cuerpos a una sima de más de 60 metros de profundidad. Uno de los dirigentes falangistas ejecutores que vivía en Masa dijo que en esa sima cabían todos los militantes de izquierdas del Valle de Sedano. Jesús Gutiérrez Flores, en su libro ‘Guerra Civil en Cantabria y pueblos de Castilla’, calcula unos 40 ejecutados en ese paraje. No se ha podido bajar a la sima, hoy esos cuerpos descansan bajo una pila de basura y animales muertos.
Burgos, la que fuera la capital de la España franquista, es una gran tumba bajo cuya tierra todavía reclaman justicia cientos y cientos de fusilados. Puede que miles. La relación que se publica en errepublika es espantosa. No se conoce el censo, a medida que se exhuma crece. No se puede edificar una democracia cuando aquellos que la fueron a defender en sus diversas formas tras el golpe de julio de 1936 están enterrados bajo el asfalto de carreteras, en parajes perdidos o bajo toneladas de carroña y basura. No es necesario que lo diga alguien de izquierda. No hace falta que lo diga un historiador. Es una cuestión de sentido común. Pero para los herederos de aquel régimen, para los que defienden a rajatabla la Ley de Amnistía de 1977, el peligro es el sentido común.
Documentación original: Diagonal Periódico (Julián Vadillo). Entrevista al historiador Mauro Torres. Represaliados en Burgos. Errepúblika. Academia.edu (J. Montero-Gutiérrez + 4). Researchgate (María Luz de Prado-Herrera). La Guerra Civil en Burgos: fusilados, detenidos y represaliados en 1936′, de Fernando Cardero Azofra y Fernando Cardero Elso
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