http://www.levante-emv.com/opinion/2015/12/17/pervivencia-franquismo/1355580.html
17.12.2015 | 04:15
MIGUEL CATALÁN
Uno no se imagina a una Fundación Adolf Hitler demandando en 2015 al gobierno alemán por retirar un símbolo nacionalsocialista glorificando el nazismo o a una Fundación Benito Mussolini haciendo lo propio con los símbolos fascistas. De hecho, uno no se imagina siquiera la existencia de una Fundación Adolf Hitler o una Fundación Benito Mussolini, pues son todos los ciudadanos los que financian las fundaciones con sus impuestos. Sin embargo, esto es lo que ha amenazado con hacer en España la Fundación Francisco Franco a todos los consistorios que aprobaran retirar símbolos franquistas de sus pueblos y ciudades. La persistencia de estatuas, placas, nombres de calles enalteciendo a los militares golpistas en la España actual, por no hablar de la propia Fundación susodicha, es un recordatorio de la peculiaridad histórica de nuestro país, el único del mundo en que triunfó el fascismo del siglo XX.
Uno no se imagina a una Fundación Adolf Hitler demandando en 2015 al gobierno alemán por retirar un símbolo nacionalsocialista glorificando el nazismo o a una Fundación Benito Mussolini haciendo lo propio con los símbolos fascistas. De hecho, uno no se imagina siquiera la existencia de una Fundación Adolf Hitler o una Fundación Benito Mussolini, pues son todos los ciudadanos los que financian las fundaciones con sus impuestos. Sin embargo, esto es lo que ha amenazado con hacer en España la Fundación Francisco Franco a todos los consistorios que aprobaran retirar símbolos franquistas de sus pueblos y ciudades. La persistencia de estatuas, placas, nombres de calles enalteciendo a los militares golpistas en la España actual, por no hablar de la propia Fundación susodicha, es un recordatorio de la peculiaridad histórica de nuestro país, el único del mundo en que triunfó el fascismo del siglo XX.
Aunque los españoles creen por inducción que ellos mismos se han dotado a través de sus representantes de una Constitución que consagra la monarquía parlamentaria, la realidad es que esta fue impuesta desde la Jefatura del Estado del régimen previo debido a la decisión personal del militar que ganó la última guerra civil española, el general golpista y luego dictador Francisco Franco. El efecto duradero de la victoria bélica en 1939 sólo fue matizado con la muerte del autócrata en 1975 a causa de otro periodo crítico, esta vez internacional, el de la Segunda Guerra Mundial. El desenlace favorable a los aliados de las democracias liberales en 1945 empezó excluyendo a la España fascista de las instituciones internacionales y terminó obligando al régimen militar a reformarse tras la muerte del general a fin de que pudiera ingresar en el Mercado Común o en el Tratado del Atlántico Norte.
La transición política, sin embargo, fue muy limitada por las fuerzas conservadoras que dominaban el aparato del Estado desde la Guerra Civil. Esta, pues, determinó no sólo todas las formas y usos políticos de normalidad pacífica de los siguientes cuarenta años, sino algunas de los cuarenta siguientes hasta el mismo día de hoy. Así, España es hoy el segundo país del mundo después de Camboya en número de desaparecidos forzados. La ONU solicitó hace poco más de un año al Gobierno español que busque a los desaparecidos durante el franquismo.
Los crímenes cometidos durante la larga dictadura, incluyendo el terrorismo de Estado, las torturas, desapariciones o robos de niños nunca fueron juzgados ni muchos sus responsables relevados de sus puestos porque nunca se derogó la Ley predemocrática de Amnistía de 1977 pese a haberlo solicitado la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos por incumplir la legislación internacional de derechos humanos. No sólo se mantienen monumentos glorificadores de la dictadura cuya presentación al público sigue enalteciéndola y nombres de calles que exaltan a los militares golpistas, sino que cuando algún juez como Baltasar Garzón pone el dedo en la llaga abierta del franquismo se le aparta de la carrera judicial.
Los crímenes cometidos durante la larga dictadura, incluyendo el terrorismo de Estado, las torturas, desapariciones o robos de niños nunca fueron juzgados ni muchos sus responsables relevados de sus puestos porque nunca se derogó la Ley predemocrática de Amnistía de 1977 pese a haberlo solicitado la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos por incumplir la legislación internacional de derechos humanos. No sólo se mantienen monumentos glorificadores de la dictadura cuya presentación al público sigue enalteciéndola y nombres de calles que exaltan a los militares golpistas, sino que cuando algún juez como Baltasar Garzón pone el dedo en la llaga abierta del franquismo se le aparta de la carrera judicial.
El secreto de Estado envuelve aún hoy documentos oficiales clave no sólo de la etapa dictatorial, sino de la propia transición política incluyendo el fallido golpe de Estado de 23 de febrero de 1981. Cuando Francesc-Marc Álvaro, sobrino de uno de los republicanos exiliados españoles asesinados en el campo de concentración de Mauthausen, visitó en 2005 el lugar para rendir memoria a su tío, encontró que la única bandera no oficial en el pabellón dedicado a los países cuyos nacionales fueron víctimas del Holocausto era su país y el de su tío, España. En su lugar figuraba la bandera anacrónica bajo la cual luchó este, la republicana. «Es la única bandera de un país que no existe, una causa derrotada», reflexiona el sobrino. «Esta bandera, tal vez, podría ser cambiada por la bandera constitucional de España el día en que, por ejemplo, la derecha española condene sin excusas el régimen franquista que fue cómplice del III Reich y permitió que los republicanos fueran asesinados en los campos».
Cuando Albert Rivera, líder del partido supuestamente regenerador de la derecha española Ciudadanos, afirma que si llega a gobernar piensa dejar en su sitio los símbolos franquistas, uno no puede dejar de explicar a quien se extrañe aquello que sin duda no sabe o ha olvidado: que España es el único Estado mundial en que triunfó el fascismo del siglo XX. La perduración del resultado bélico de la guerra civil sobre la transición política de los años setenta y ochenta impulsada por el resultado de la guerra mundial obedece al hecho de que el Estado actual es heredero del franquismo emparentado con el fascismo internacional que le ayudó a ganar la guerra contra sus compatriotas.
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