http://www.foroporlamemoria.es/pl.php?id=653
Desde la Asociación Foro por la Memoria queremos manifestar nuestro rechazo a la nutrida presencia de responsables del Gobierno de España en un acto privado, destinado a honrar la memoria de unas víctimas de la Guerra Civil.
Desde el respeto a que una institución privada de carácter ideológico – como es la iglesia católica - pueda hacer los actos de proselitismo, propaganda o cualquier otro, según considere oportuno, nuestro estupor viene motivado por la amplia y elevada representación del Gobierno de todos los españoles en un acto de exaltación sectaria como el que tuvo lugar el domingo 13 en Tarragona.
Resulta cínico que el mismo Gobierno que niega cualquier apoyo o ayuda institucional, política o moral para recuperar de las cunetas y de las fosas anónimas los restos de millares de personas que fueron asesinadas por defender la legalidad democrática de la II República, participe de forma activa y con rango tan elevado – con presencia de ministros e incluso presencia de personalidades del ámbito castrense- en un evento destinado a honrar la memoria de unas víctimas del ámbito franquista: ¿cuánto tiempo tendrá que pasar en España para que personas con responsabilidades de gobierno acudan a alguna exhumación de fosas o a algún acto de homenaje a los luchadores y luchadoras por la libertad víctimas del franquismo?.
Frente a los intentos, cada vez más amplios, de sectores sociales para que en España se desarrollen – al igual que en el resto de países de nuestro entorno – políticas públicas de recuperación de la memoria democrática, el Partido Popular siempre ha respondido con discursos demagógicos sobre la necesidad de “no abrir heridas” cuando la reivindicación legítima es – precisamente- sanear nuestra democracia para sellarlas definitivamente, en aplicación de los mandatos internacionales sobre derechos humanos en materia de protección a las víctimas de desapariciones forzadas.
Resulta ofensivo este cínico doble rasero para con las víctimas que, mientras permite que unas sean elevadas con pompa y boato a los altares -con la autocomplacencia y satisfacción del Gobierno-, otras víctimas no merezcan siquiera ser sacadas de las fosas donde llevan décadas en un calculado olvido institucional.
Asimismo, queremos resaltar la hipocresía de la jerarquía católica que – históricamente- fue activa y acérrima enemiga, desde el primer día, de la legalidad republicana, fomentó el odio y legitimó el golpe de estado de 1936 al que calificó de “Cruzada” para, después y durante casi cuarenta años, sostener y apuntalar una dictadura fascista de religión única y educación única conformada en el nacionalcatolicismo: poco se le oyó a esta jerarquía católica clamar por las libertades ( ni religiosas, ni educativas ni mucho menos políticas o sociales) durante la larga noche de piedra del franquismo. Sin embargo ya, en una democracia que ella no contribuyó en absoluto a recuperar, se permite el lujo de exaltar a sus “mártires” sin haber hecho el más mínimo examen de conciencia sobre su participación cómplice en la barbarie franquista.
Lamentablemente una nueva oportunidad perdida para que la iglesia católica –con el papa Francisco a la cabeza- hubiese entonado un crítico mea culpa y hubiese ejercido esa autoproclamada labor evangélica de conciliación.
José Antonio Moreno es abogado
Resulta cínico que el mismo Gobierno que niega cualquier apoyo o ayuda institucional, política o moral para recuperar de las cunetas y de las fosas anónimas los restos de millares de personas que fueron asesinadas por defender la legalidad democrática de la II República, participe de forma activa y con rango tan elevado – con presencia de ministros e incluso presencia de personalidades del ámbito castrense- en un evento destinado a honrar la memoria de unas víctimas del ámbito franquista: ¿cuánto tiempo tendrá que pasar en España para que personas con responsabilidades de gobierno acudan a alguna exhumación de fosas o a algún acto de homenaje a los luchadores y luchadoras por la libertad víctimas del franquismo?.
Frente a los intentos, cada vez más amplios, de sectores sociales para que en España se desarrollen – al igual que en el resto de países de nuestro entorno – políticas públicas de recuperación de la memoria democrática, el Partido Popular siempre ha respondido con discursos demagógicos sobre la necesidad de “no abrir heridas” cuando la reivindicación legítima es – precisamente- sanear nuestra democracia para sellarlas definitivamente, en aplicación de los mandatos internacionales sobre derechos humanos en materia de protección a las víctimas de desapariciones forzadas.
Resulta ofensivo este cínico doble rasero para con las víctimas que, mientras permite que unas sean elevadas con pompa y boato a los altares -con la autocomplacencia y satisfacción del Gobierno-, otras víctimas no merezcan siquiera ser sacadas de las fosas donde llevan décadas en un calculado olvido institucional.
Asimismo, queremos resaltar la hipocresía de la jerarquía católica que – históricamente- fue activa y acérrima enemiga, desde el primer día, de la legalidad republicana, fomentó el odio y legitimó el golpe de estado de 1936 al que calificó de “Cruzada” para, después y durante casi cuarenta años, sostener y apuntalar una dictadura fascista de religión única y educación única conformada en el nacionalcatolicismo: poco se le oyó a esta jerarquía católica clamar por las libertades ( ni religiosas, ni educativas ni mucho menos políticas o sociales) durante la larga noche de piedra del franquismo. Sin embargo ya, en una democracia que ella no contribuyó en absoluto a recuperar, se permite el lujo de exaltar a sus “mártires” sin haber hecho el más mínimo examen de conciencia sobre su participación cómplice en la barbarie franquista.
Lamentablemente una nueva oportunidad perdida para que la iglesia católica –con el papa Francisco a la cabeza- hubiese entonado un crítico mea culpa y hubiese ejercido esa autoproclamada labor evangélica de conciliación.
José Antonio Moreno es abogado
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