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"Crecer a través de la educación para crear a los hombres del futuro"
Cambiaron los ábacos por las pizarras electrónicas, pero la esencia sigue siendo la misma: educar. El 14 de abril de 1933, en el segundo aniversario de la II República Española, su presidente, Niceto Alcalá Zamora, acompañado de otras personalidades de la época, inauguraron el colegio Amador de los Ríos, que el próximo lunes cumplirá 81 años.
La escuela, situada en el Paseo Marqués de Zafra, se compone de dos edificios totalmente simétricos que, originalmente, contaba con14 aulas para escolarizar a 700 alumnos. «Ocho clases eran para los chicos y seis para las chicas», declara Pilar Martínez, la directora, resaltando la luminosidad y la orientación de su centro. «Por aquella época había muchos casos de tuberculosis por lo que abrían las ventanas para ventilar», apuntala Martínez, que cree que la República contribuyó al progreso de la sociedad a través de la educación y de la salud.
«Por eso creo que invirtieron tantísimo dinero en este tipo de centros», continúa, destacando cómo ya en sus inicios se buscaba fomentar la salud de los jóvenes a través del ejercicio físico y de los baños de sol.
Frente a la puerta de la entrada se erige una escultura de bronce donde se escenifican dos niños desnudos: el primero, llorando y encogido. El segundo erguido y con un rostro que denota esperanza. La directora, lo define como «crecer» a través de la enseñanza: «Están desnudos, pero gracias a la educación consiguen hacerse los hombres del futuro».
A la máxima responsable le enorgullece no haber traicionado las raíces del centro: «Lo más importante es que nació como un colegio público y que hoy seguimos siéndolo». Añade que tratan de sacar «lo mejor de cada escolar».
Este fue el caso de Luis Garrido, alumno que estudió en el colegio en 1939 y que evoca cómo en el Amador de los Ríos recibió la única educación que ha obtenido:«El colegio no ha cambiado prácticamente nada. Me gustaba, sobre todo, la forma de hacer los deberes en clase».
Un vecino que se ha pasado toda la vida en el barrio rememora su relación con el centro: «Estuve sólo dos años, recuerdo quetirábamos piedras a los niños de otro colegio». Tuvo que dejar la escuela tras la muerte de su padre. «Me hubiera encantado continuar en ella», detalla.
«Es mucha responsabilidad. A mis alumnos les digo que si este colegio lleva 81 años en pie, habiendo resistido una Guerra Civil, no nos vamos a dar por vencidos nosotros», manifiesta una profesora del Amador de los Ríos.
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