Un pueblo de Badajoz, Guadiana del Caudillo, camina contra la historia y dedica dinero para salvaguardar símbolos que la Ley de Memoria Histórica ordena retirar
F. M. | 04/02/2016
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En 2012, José Antonio Monago, entonces presidente de Extremadura, se trasladó a celebrar elnacimiento de un nuevo municipio. Lo que era una pedanía del municipio de Badajoz se segregaba. Lo llamativo es que el pueblo, con gobierno de mayoría absoluta del PP, al independizarsedecidió conservar su nombre, Guadiana, pero también su apellido, del Caudillo. Nombre que venía del hecho de que el dictador lo inauguró el año 1940.
Un referéndum popular (de PP)
Dada la vigencia de la Ley de Memoria Histórica, que exige la retirada de los símbolos y vestigios de la dictadura, se creó una polémica que el alcalde, Antonio Pozo, decidió resolver convocando unilateralmente una consulta popular. Ante la falta de garantías con las que se convocó, y puesto que no seguía la legislación que regula estos plebiscitos, PSOE e Izquierda Unida se negaron a darle validez y pidieron que no se participara.
Dada la vigencia de la Ley de Memoria Histórica, que exige la retirada de los símbolos y vestigios de la dictadura, se creó una polémica que el alcalde, Antonio Pozo, decidió resolver convocando unilateralmente una consulta popular. Ante la falta de garantías con las que se convocó, y puesto que no seguía la legislación que regula estos plebiscitos, PSOE e Izquierda Unida se negaron a darle validez y pidieron que no se participara.
Al final, tan sólo participaron en la consulta 817 de los vecinos, de los que 495 votaron por conservar el nombre. A la Corporación del PP les pareció suficiente, y dieron por ratificada su decisión de dar al nuevo municipio el nombre de Guadiana del Caudillo.
La herida no cierra
Un proceso tan frágil de ratificación, y el evidente hecho de que se trata de una decisión que va a contrapaso de la historia, creó un ambiente que los habitantes califican de “enrarecido”. Desde luego, con el peculiar referéndum no se cerró la historia. A menudo, el apellido del pueblo ha provocado que se pinte sobre él para tacharlo tanto en señales de tráfico, como en carteles en sus calles.
Un proceso tan frágil de ratificación, y el evidente hecho de que se trata de una decisión que va a contrapaso de la historia, creó un ambiente que los habitantes califican de “enrarecido”. Desde luego, con el peculiar referéndum no se cerró la historia. A menudo, el apellido del pueblo ha provocado que se pinte sobre él para tacharlo tanto en señales de tráfico, como en carteles en sus calles.
El pasado día 28 de enero, de hecho, los socialistas lo llevaron de nuevo al pleno del Ayuntamiento. En una moción pedían de nuevo no sólo que se reconsiderara el nombre del pueblo, sino también que se retiraran los diferentes símbolos franquistas. El alcalde se negó y, cuando pidió que se abriera el debate, se limitó a levantar la sesión.
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Un nuevo paso en la controversia: cámaras para proteger el recuerdo de la dictadura
Pero, para sorpresa de los vecinos y de los demás grupos políticos, lo que se encontraron es que esta semana se estaban instalando, como se puede ver en las fotos que acompañan esta información, cámaras para proteger esos símbolos. Básicamente dos: uno, la placa conmemorativa de la creación de lo que entonces era una pedanía, acto que protagonizó Franco, y otro, un gran escudo del águila de San Juan que preside la entada al Ayuntamiento.
Pero, para sorpresa de los vecinos y de los demás grupos políticos, lo que se encontraron es que esta semana se estaban instalando, como se puede ver en las fotos que acompañan esta información, cámaras para proteger esos símbolos. Básicamente dos: uno, la placa conmemorativa de la creación de lo que entonces era una pedanía, acto que protagonizó Franco, y otro, un gran escudo del águila de San Juan que preside la entada al Ayuntamiento.
Un gasto sorprendente, en un pueblo donde el paro es alto y las necesidades no son menores, y realizado para cuidar de símbolos que no provocan sino la división entre la población.
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