dissabte, 1 d’agost del 2020

La antigua cárcel de Huelva, símbolo represión franquista contra homosexuales.


https://www.lavanguardia.com/vida/20200731/482589550976/la-antigua-carcel-de-huelva-simbolo-represion-franquista-contra-homosexuales.html




 
Irene Barahona
Huelva, 31 jul (EFE).- La antigua cárcel de Huelva, considerada lugar de "Memoria Histórica de Andalucía" fue desde finales de los años 60 y hasta 1978 una de las prisiones donde el franquismo mandaba a los homosexuales para su "reeducación", un lugar donde al final de los últimos años de la dictadura comenzaron a llegar presos "diferentes" que cansados de esconderse empezaban a reivindicar su visibilidad.
De aquellos últimos años de la dictadura y primeros de la democracia en la antigua prisión provincial onubense tiene un profundo recuerdo Manuel de San Anselmo, que entró a trabajar como funcionario en la cárcel en 1973 y convivió durante nueves años con los presos homosexuales allí recluidos.
El funcionario relata a EFE que el régimen penitenciario que vivió en Huelva en los setenta "era igual que el de las demás prisiones españolas" y agrega que en aquellos penúltimos días de dictadura, el sistema penitenciario aún se organizaba según el perfil de los presos: "a Huesca iban los psicópatas, a Segovia los ebrios, a Lérida los menores, Cartagena el primer grado y otras como Carabanchel acogían una mezcla".
Huelva -subraya- acogía a los homosexuales que catalogaban como "activos", los "pasivos" -precisa- eran enviados a la cárcel de Badajoz.
"Muchos se hacían pasar por activos para venir a Huelva y convivir con sus parejas", relata Anselmo, y es que la vida allí dentro transcurría "de dos en dos".
"Quién no tenía, buscaba", cuenta el exfuncionario, y a la pregunta de si en la cárcel de Huelva se castigaban las relaciones entre los presos, la respuesta es un tajante "no".
"Dentro de la cárcel existía un mundo con normas propias", cuenta, y es que la prisión -agrega- era una "burbuja" en la que lo raro era no ser homosexual.
De San Anselmo añade: "Teníamos buena relación con los presos y sus familiares", y cuenta, entre muchas anécdotas, que una madre le dejaba el dinero de su hijo para que se lo administrara "el habría gastado el dinero del mes en unos pocos días".
"Éramos muy pocos funcionarios, convivíamos con ellos", Anselmo destaca las charlas, la confianza que tenían con muchos presos y las risas dentro de la prisión, "en líneas generales, el trato era bueno".
El exfuncionario contó a EFE que en principio, todos entraban por delitos comunes, "el preso con la condena más larga había asesinado a su madre tirándola a un pozo", aunque otros muchos estaban allí por haber sido descubiertos maquillándose, vistiendo ropa de mujer o por haber celebrado fiestas en domicilios privados "el gobernador civil los metía en prisión por escándalo público". Todos convivían en Huelva, sin distinción.
Cuando De San Anselmo entró a trabajar en la cárcel a principios de los setenta, en España estaba vigente la ley de peligrosidad y rehabilitación social que perseguía sistemáticamente cualquier actitud homosexual.
En cambio, dentro de la prisión existía, según el exfuncionario, una lógica ajena al mundo exterior "no se penaban las relaciones entre presos", dice Anslemo, porque eran de alguna manera, parte del día a día de la cárcel.
Luego, incluso, hasta las favorecían "al final de todo hubo un reducto de nueve homosexuales que estaban separados de los internos comunes. Ya no existía el taller de la prisión y las familias no podían mandarles dinero porque eran de fuera", por lo que algunos encontraron en la prostitución una fuente de ingresos.
"Nos pedían que los dejáramos pasar unas horas al patio de los comunes, allí trabajaban para 'el desahogo' de los otros".
Huelva, que era una prisión de provincias que apenas llegaba a los doscientos internos, cambió de raíz cuando una serie de motines se produjeron en otras cárceles más grandes y absorbió presos procedentes de centros como la Modelo de Barcelona.
"Empezaron a llegar presos operados", relata Anselmo, y dice que cuando entró el primero de ellos los menores de la cárcel pensaban que había entrado "una mujer", y es que aquel preso tenía pecho.
Más adelante, esa persona confesó a Anselmo que en la calle ejercía la prostitución, e igual que los muchos otros que entraron después, necesitaba hormonarse "los médicos les recetaban lo que necesitaban", relata.
"El sitio de trabajo era en los clubes de noche y la calle", continúa el funcionario sobre la vida de aquellas personas.
"No podían acceder a otros trabajos, estaban perseguidos", concluye Anselmo, y reflexiona sobre el cambio en la sociedad actual.
Los últimos días en la antigua cárcel de Huelva no debieron parecerse en nada a cuando se fundó en 1930; tampoco a cuando la ley de vagos y maleantes fuera reformada en julio de 1954 para incluir la homosexualidad dentro de los "comportamientos antisociales" a perseguir.
Una placa sobre el muro de la antigua cárcel, permanentemente cerrada, condena "la injusticia histórica" que sufrieron miles de personas por "ejercer su libertad de ser y amar diferente". EFE

La puesta en venta del palacete de Cornide muestra las prisas de los Franco por deshacerse del enorme 'botín' amasado durante la dictadura

https://www.infolibre.es/noticias/politica/2020/07/11/la_venta_del_palacete_cornide_muestra_las_prisas_los_franco_por_deshacerse_del_enorme_botin_amasado_durante_dictadura_108650_1012.html


  • “Ante el peligro de judicializar algunas propiedades, necesitan deshacerse de ellas cuanto antes”, sostiene el periodista Mariano Sánchez Soler, autor de La familia Franco SA
  • Los herederos del dictador también llevan años intentando vender, aunque sin éxito, el edificio de Hermános Bécquer, algo que sí consiguieron en la década de los ochenta con el Canto del Pico, un regalo por el que luego se embolsaron 320 millones de pesetas
  • La enorme fortuna de la familia no solo radica en las propiedades: tienen cientos de plazas de garaje, controlan inmobiliarias y no han dudado en meterse en negocios como el sanitario o el de la publicidad 

Publicada el 02/08/2020 a las 06:00
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Anuncio en el portal inmobiliario Fotocasa de la venta del palacete Cornide, en A Coruña.
Anuncio en el portal inmobiliario Fotocasa de la venta del palacete Cornide, en A Coruña. 
Fotocasa
Año 1953. Una niña abre en su casa el libro juvenil España es así. Empieza a leer. Devora una página, luego otra. Hasta que se detiene en una frase que le llama la atención. Habla del dictador. “Franco es austero. Cobra actualmente en un mes menos de lo que cobraba en un día el presidente de la República”. Esta imagen de un caudillo alejado de la riqueza, del dinero, fue uno de los pilares sobre los que se apoyó la propaganda oficial durante todo el franquismo y una de las ideas más repetidas por la familia tras su fallecimiento en 1975. Pero la realidad es bien diferente. A lo largo de las cuatro décadas que se mantuvo la represión, los Franco amasaron una fortuna descomunal. Una de las joyas de la corona es el Pazo de Meirás. Pero no es la única. Tras la muerte del dictador, acumulaban casi una veintena de propiedades. Algunas fueron vendidas. Otras, todavía siguen en sus manos. El ejemplo perfecto es el palacete Cornide, un inmueble del que se están intentando deshacer. No lo tendrán fácil. Esta semana, el Ayuntamiento de A Coruña ha anunciado que emprenderá acciones legales para su recuperación.
Cuando llegó al poder, el caudillo estaba cobrando como capitán general del Ejército unas 30.000 pesetas anuales. Sin embargo, de la Guerra Civil ya salía millonario. El periodista Javier Otero cifra su fortuna a finales de agosto de 1940 en unos 34 millones de pesetas, una cantidad que en la actualidad equivaldría a unos 388 millones de euros, según ha explicado en sus investigaciones el historiador Ángel Viñas. Tampoco le fue nada mal económicamente la dictadura a su mujer, Carmen Polo. En su declaración fiscal de 1977, admitía un patrimonio de 89 millones de pesetas. Y a pesar de la muerte del dictador, la democracia la mantuvo entre algodones hasta su fallecimiento en 1988. Al año percibía del Estado nada menos que 12,5 millones de pesetas en 14 pagas. Por ser viuda del jefe de Estado, por la pensión por viuda de capitán general, por la Cruz Laureada de San Fernando, por medallas militares… Estaba cobrando, en el momento de su muerte, más incluso que el presidente del Gobierno.
Más de cuatro décadas después del fin de la dictadura, nadie ha sido capaz todavía de calcular con exactitud la fortuna amasada por la familia durante los momentos más negros de la historia reciente de España. Algunos han estimado unos 20.000 millones de pesetas. Otros, como el periodista Jesús Ynfante, ya escribía en 1977 que ascendía a más de 100.000 millones de pesetas (600 millones de euros). “No hay manera real de cuantificarla. Sólo se pueden hacer estimaciones”, explica en conversación telefónica con infoLibre Mariano Sánchez Soler. Este veterano periodista lleva décadas buceando en registros mercantiles, de la propiedad y archivos históricos. Todo con el objetivo de hacer inventario de los bienes y negocios millonarios ligados a la familia del dictador. Del exhaustivo trabajo de investigación salió en 2003 la obra Los Franco S.A, que se encargó de ampliar en noviembre de 2019 bajo el título La familia Franco S.A. Es, probablemente, la mejor radiografía realizada hasta la fecha sobre el patrimonio que acumulan los herederos del caudillo.
Ir tirando del hilo no fue nada sencillo. “Se conocen tres propiedades a nombre de Franco. El resto, tenían detrás empresas creadas en la década de los cincuenta”, explica Sánchez Soler. En concreto, el periodista se refiere al Pazo de Meirás, el palacete Cornide y el Palacio del Canto del Pico. El primer inmueble perteneció históricamente a la novelista gallega Emilia Pardo Bazán, pero tras la Guerra Civil cayó en manos del dictador. Durante décadas, fue utilizado como residencia oficial. En la actualidad, los herederos del dictador y el Estado pleitean por la propiedad del pazo. Los primeros consideran que les pertenece. Algo que rechaza tajantemente la Abogacía, que mantiene que la operación de compraventa que permitió a Franco inscribir el inmueble en el registro de la propiedad fue fraudulenta. Un tira y afloja con la administración que no impidió a la familia del caudillo poner a la venta Meirás a través de una inmobiliaria de lujo por 8 millones de euros. Eso sí, el juez ha ordenado que en el registro conste que el pazo se encuentra inmerso en un proceso judicial.
Otra de las propiedades de las que se está intentando deshacer la familia Franco es la conocida como Casa Cornide, si bien en el anuncio subido a Fotocasa no se fija ningún precio. Este edificio de piedra de tres plantas, cimentado en pleno casco viejo de A Coruña a comienzos del siglo XVIII, fue adquirido en 1958 por el Ministerio de Educación y, cuatro años después, pasó a manos del ayuntamiento de la ciudad. Pocos meses más tarde, el palacete salió a subasta. La puja fue de lo más discreta. Sólo estuvieron presentes el subjefe provincial del Movimiento y el empresario Pedro Barrié de la Maza. Este último, conde de Fenosa, se hizo con la propiedad por debajo del valor que previamente había fijado un arquitecto municipal. Luego, se lo regaló a la familia Franco. Ahora, más de medio siglo después, el consistorio gallego se muestra dispuesto a pugnar por su recuperación. Por el momento, se están llevando a cabo los trabajos para declarar el inmueble como Bien de Interés Cultural (BIC), lo que obligaría a los herederos a abrirlo al público.
Ante el peligro de judicializar algunas propiedades, necesitan deshacerse de ellas cuanto antes. No obstante, ellos llevan intentando vender patrimonio casi desde el principio. Lo que ocurre es que quizá con la muerte de Carmen Franco quieran convertir las reliquias en dinero para repartírselo entre ellos”, asevera Sánchez Soler.
Del Canto del Pico al edificio de Hermanos Bécquer
La familia ya consiguió colocar en la década de los ochenta la finca conocida como el Canto del Pico. La operación fue un buen pelotazo. La propiedad, ubicada en plena sierra de Guadarrama y coronada por la Casa del Viento, que en la década de los treinta había sido declarada monumento nacional, perteneció a José María de Palacio y Arbazuza, el conde de las Almenas. Y siempre ha estado cargada de historia. Por allí pasaba de forma habitual el político conservador Antonio Maura y fue utilizada en plena Guerra Civil como cuartel general del Ejército republicano durante la batalla de Brunete. Sin embargo, la propiedad terminó en manos del dictador. El conde le incluyó en su testamento “por su grandiosa reconquista de España”. Fue el primer gran regalo inmobiliario. Y lograron venderlo a un hostelero español por un buen pellizco a finales de los ochenta. Se embolsaron 320 millones de pesetas.
No ha sido el único pelotazo dado por la familia. Otra jugosa operación la realizaron con Valdefuentes, en Arroyomolinos (Madrid). Esta inmensa finca, que ronda los diez millones de metros cuadrados, nunca estuvo a nombre del dictador aunque siempre fuera considerada el coto privado de caza del caudillo. Las sociedades y los intermediarios en este terreno, utilizado durante la década de los ochenta como plató de cine, jugaron durante toda la dictadura un papel fundamental. Luego, la presidencia de Valdefuentes S.A. terminaría en manos de Carmen Franco. “La superficie, al tener calificación rural, poseía un valor que rondaba los mil millones de pesetas. Si en su totalidad se convirtiera en zona edificable, los beneficios se multiplicarían exponencialmente. Había que recalificar”, expone Sánchez Soler en su obra. Dicho y hecho. En apenas diez meses, ayuntamiento y Comunidad de Madrid, presididos entonces por el PP, dieron el visto bueno a la recalificación de 3,3 millones de metros cuadrados para levantar miles de viviendas, un polígono industrial y un centro comercial.
Las firmas interpuestas han sido habituales en el control de otras tantas propiedades de la familia. En total, tras la muerte del dictador el periodista contabilizaba algo más de una veintena de inmuebles y terrenos repartidos por Madrid, Málaga, Córdoba, Guadalajara o Málaga. Tentáculos que llegan incluso hasta Filipinas o Miami. En la capital, la familia del dictador tiene otra de las joyas de la corona. Es el famoso edificio de la calle Hermanos Bécquer, a pocos metros del Paseo de la Castellana. El bloque estuvo desde la década de los cincuenta ligado a la sociedad Ursaria SA, de la que el apellido Franco no afloraría a través de la hija del caudillo hasta dos años después de la muerte del dictador, si bien es cierto que cuando se disolvió la firma se dejó constancia de que todas las acciones pertenecían a Carmen Polo. Ahora, los herederos intentan desesperadamente colocar el edificio, cuyos pisos estaban alquilando a unos 7.000 euros al mes, según publicó El MundoEl inmueble está valorado en unos 50 millones de euros.
Plazas de garaje, inmobiliarias, actividad sanitaria
Los herederos del dictador también han soltado lastre en los últimos años a través de la venta de joyas familiares. El pasado noviembre, casi un mes después de la exhumación de Franco del Valle de los Caídos, vendieron dos piezas de diamantes y esmeraldas por más de 168.000 euros. La subasta fue polémica. Los colectivos memorialistas exigieron al Gobierno que se investigase el origen del collar, los pendientes y el anillo por si alguna vez formaron parte del patrimonio del Estado. La preocupación de la ARMH tiene su razón de ser. Solo hay que recordar lo que pasó con las estatuas de Abraham e Isaac del Pórtico de la Gloria. Vendidas al Ayuntamiento de Santiago en 1948, las dos esculturas acabaron en manos de la familia Franco, que al parecer se encaprichó de ellas. El consistorio gallego intentó recuperarlas en los tribunales. No tuvieron suerte. La jueza desestimó íntegramente la demanda.
A todo este botín hay que añadir los numerosos negocios familiares. Hasta el momento de su fallecimiento, Sánchez Soler cifra en veintiuno el número de consejos de administración en los que ocupaba puestos la hija del caudillo. Ahora, los nietos controlan una maraña societaria compuesta por más de una veintena de firmas y con un patrimonio neto que sobrepasa los 100 millones de euros, según una reciente investigación del diario El País. La mayoría de ellas están dedicadas al sector inmobiliario, aunque hay negocios de todo tipo: relaciones públicas, antigüedades, actividad sanitaria... De todos los herederos del dictador, el que figura en mayor número de sociedades es Francis Franco. Buena parte de su patrimonio descansa sobre las plazas de aparcamiento. Sólo en la capital acumula más de dos centenares a través de tres empresas. Y otras tantas en Málaga, donde también posee más de seis decenas de pisos, así como almacenes y oficinas.
'Olvidos' tributarios
El nieto mayor del general también ha hecho negocios fuera de territorio español. Hasta 2016, por ejemplo, controló a través de sus sociedades la naviera eslovaca Slovenská Plavda. Y no siempre se ha acordado de declarar al fisco todas sus finanzas. Francis Franco fue una de las personas que se acogió a la amnistía fiscal del Gobierno de Mariano Rajoy para regularizar 7,5 millones de euros no declarados por una de sus empresas. No es la primera vez que el apellido del dictador salta a la palestra por cuestiones similares. El estallido de los papeles de Panamá puso al descubierto que dos de los hijos de Francis Franco habían firmado como directores generales de dos sociedades ubicadas en las Islas Vírgenes Británicas. Y en marzo de 2018, la nieta mayor del caudillo, Carmen Martínez-Bordiú, saltaba a los titulares tras haber sido condenada por la Audiencia Nacional a abonar más de medio millón de euros a Hacienda por impuestos impagados tras una importante venta de acciones. La viva imagen del patriotismo.
“Ellos han vivido de las rentas, del patrimonio que tenía la familia a partir de la muerte de Franco”, asevera Sánchez Soler. Para el periodista, la fortuna se amasó en base a un “expolio”. “Ellos igual pensaban que eso era normal. Y lo más alucinante es que crean que tienen derecho a todo”, apunta al otro lado del teléfono. El tiempo, dice el investigador, corre a su favor. Si no hay denuncias, continúa, es complicado “demostrar” la existencia de “ilegalidad” alrededor de parte del botín amasado. “A ver quién se atrevía entonces a no vender o a desplazarse a El Pardo a pasar la cuenta”, sostiene. Sánchez Soler, no obstante, recuerda que esta cuestión es “un poco el mascarón de proa”. Recuerda que no hay que olvidarse tampoco del “expolio” de los “grandes capos” del régimen que, del mismo modo, amasaron enormes fortunas al calor de la dictadura. Fueron tiempos oscuros. Ahora, es necesario que no se pierda la memoria.
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dimecres, 29 de juliol del 2020

La vuelta a casa de 'la Pasionaria de Omaña', la maestra que el franquismo ejecutó por 300 pasquines antifascistas.

https://www.eldiario.es/sociedad/vuelta-casa-pasionaria-omana-maestra-franquismo-ejecuto-300-pasquines-antifascistas_1_6120714.html?utm_source=adelanto&utm_medium=email&utm_content=Socio&utm_campaign=07/28/2020-adelanto&goal=0_10e11ebad6-a0d9b038ba-56368913&mc_cid=a0d9b038ba&mc_eid=c4fc502c5a



Exhumación de Genara Fernández García en el cementerio de León.
De la tía Genara nunca se hablaba. Que "la mataron en la guerra" era lo máximo que se decía en la familia de labradores en la que creció su sobrino, Evelio Fernández, en una atmósfera marcada por el silencio heredado de generación en generación. El nombre de Genara Fernández García, maestra en Cirujales (León), su pueblo natal, sobrevivió a los años, pero no lo hizo su historia. Nadie contó cómo el régimen franquista acabó con su vida en el campo de tiro de Puente Castro, donde los fusilamientos se contaron por cientos, y arrojó su cuerpo a una fosa de la que no se supo nada hasta ahora. Ocho décadas después, Evelio y su familia han reconstruido los pasos que dio hasta su fusilamiento al amanecer del 4 de abril de 1941, tras ser condenada por unos pasquines antifascistas, y por fin Genara, apodada 'la Pasionaria de Omaña', ha vuelto a su lugar de origen.
El pasado 11 de julio la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) le entregó a los familiares los restos de la mujer en un homenaje público y un año después de que fuera exhumada de una fosa individual del cementerio de León. El acto se celebró en Cirujales, donde, tal y como querían los suyos, ha sido enterrada. En la ceremonia, una foto de Genara, que fue asesinada a los 36 años, reposaba sobre la pequeña caja de madera que alberga lo que queda de ella. Los asistentes pisaban el suelo en el que estaba la antigua escuela, el lugar en el que dio clase la maestra, uno de los colectivos más duramente reprimidos de la dictadura. "No sabíamos prácticamente nada de Genara. Había mucho miedo entonces, así que no se hablaba...En la familia era considerado como algo olvidado, que pasó y punto", cuenta Beatriz Fernández, hija de Evelio.

Pero en 2018 la periodista Ana Gaitero publicó en El Diario de León un artículo que se refería a su tía abuela y otra mujer fusilada por el régimen y entonces la familia comenzó a indagar. Las pesquisas de Emilio, marido de Beatriz, le llevaron hasta la ARMH y el cementerio de León, donde el acta de enterramiento indicaba que el cuerpo de Genara debía estar supuestamente en una fosa individual de la parte civil del mismo: cuartel A, manzana B, sepultura 6. También lograron recopilar el sumario de su causa, la 2134/1939, que comienza a instruirse el 19 de diciembre de 1939, pocos meses después del fin de la Guerra Civil.
En ella la tachan de "revolucionaria", de relacionarse con "mujeres de moralidad dudosa" y con "muchas personas de probada desafección al régimen", en definitiva, de ser contraria a la dictadura de Franco. Según explica Ana Cristina Rodríguez, historiadora de la Universidad de León y directora técnica de su exhumación, "no está del todo claro si estaba afiliada a Unión Republicana o al Partido Comunista, pero sí que estaba muy vinculada activamente a la vida política de su pueblo". Tras el triunfo del golpe de Estado el 18 de julio de 1936, Genara, conocida como 'la Pasionaria de Omaña', comarca leonesa a la que pertenece Cirujales, fue víctima de la depuración franquista del magisterio. Y suspendida de empleo y sueldo "por sus actividades contrarias al Glorioso Movimiento Nacional", como les pasó a miles de maestros y maestras, huyó a Asturias y a Barcelona. Después intentó exiliarse, pero el barco en el que viajaba fue interceptado, y regresó a León.

Los 312 papeles que la llevaron al paredón

Ante el veto en su profesión, no le quedo más remedio que cambiar de oficio, y entró a trabajar como taquillera en los conocidos Cines Mari de la capital, hoy desaparecidos. La noche del 16 de diciembre de 1939 terminó de trabajar y en vez de dirigirse a su domicilio, fue a la céntrica iglesia de San Marcelo. Allí depositó dos paquetes de pasquines de propaganda subversiva y antifranquista, uno en la puerta del templo y otro en un banco de la plaza "en posición de gran visibilidad", según se puede leer en la sentencia que la condenó. Eran 312 cuartillas escritas a máquina y encabezadas por una ristra de llamamientos como "camaradas trabajadores, pueblo honrado y laborioso" o "camaradas obreros, antifastistas todos" y en las que se clama por "el proletariado universal", "el pueblo libre y unido" y hay 'vivas' a "la España Popular".
Genara fue detenida un día después, a primera hora de la mañana del 17 de diciembre. "Sus declaraciones son confusas. Ella da varias versiones. En un principio niega que tenga que ver algo con los pasquines, pero luego acaba contando que se los entregan y que los deja donde le dicen. Reconoce los cargos y muestra un cierto arrepentimiento para que la condena no sea muy dura, cosa que no consigue...", señala Rodríguez. Unos días más tarde es enviada a prisión y, tras varios meses, se celebra la sesión plenaria del consejo de guerra que le impone la pena de muerte como condena por un delito de rebelión militar. En la sentencia se dice que con los "pasquines marxistas" 'la Pasionaria de Omaña' tenía el "decidido propósito" de "desprestigiar al Movimiento Nacional, perturbar el orden público y sembrar el descontento entre las clases trabajadores". Sin embargo, el fallo no se aplicó inmediatamente y la maestra comenzó un periplo que la llevó hasta la cárcel de Santa Cruz de Tenerife y Valladolid antes de ser enviada de nuevo a León.
El 4 de abril de 1941, un año y medio después de su detención, Genara Fernández es sacada de la prisión a las 6.30 de la mañana y llevada al campo de tiro de Puente Castro, donde es ejecutada. La maestra era muy querida en Cirujales, incluso varios vecinos y vecinas firmaron a su favor durante su procesamiento como último recurso para demostrar su "buena conducta", pero el régimen fue implacable. Las tres décadas de férrea dictadura que aún aguardaban hicieron el resto y "el miedo" impuso "el olvido", dice Beatriz Fernández, su sobrina nieta. Pero "cuando conocimos todo lo que había pasado y sufrido decidimos que debíamos hacerle un reconocimiento". Entonces, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) les dijo que podían exhumarla.

La ayuda de un sindicato noruego

La operación duró apenas dos días, fue una exhumación "sencilla", recuerda Marco González, coordinador del proyecto y vicepresidente de la ARMH. Sin embargo, comprobar que eran los restos de Genara mediante análisis de ADN "se complicó" y al final se constató que eran sus restos mediante identificación antropológica: "Sabíamos que buscábamos a una mujer de 36 años y que al lado debía estar un hombre. Lo comprobamos y entonces pudimos dar por buena la documentación del cementerio que acreditaba que la mujer estaba allí".
Como ocurre habitualmente, a los trabajos acudieron curiosos y familiares, pero también un grupo de integrantes del sindicato noruego Elogit, que viajaron más de 2.000 kilómetros en avión para visitar la exhumación de esta maestra republicana. Asombrados por el caso de las desapariciones forzosas en España, varias centrales sindicales noruegas apoyan económicamente a la asociación, que financia las excavaciones con sus propios fondos y donaciones ante la falta de ayudas públicas. La inversión del Estado para rescatar a los desaparecidos de la Guerra Civil y el franquismo es a día de hoy nula, algo que pretende dar la vuelta la futura ley de Memoria Democrática que prepara el Gobierno y que previsiblemente irá a Consejo de Ministros antes de que acabe julio. La búsqueda de estas personas "no la tiene que hacer una asociación gracias a la voluntad y a las aportaciones de sindicatos de Noruega a los que les llama muchísimo la atención el caso español", esgrime González, sino que "son las Administraciones Públicas las que deben hacerse cargo".
Pero además de por la visita noruega y lo paradigmático de su caso –el del profesorado fue uno de los principales colectivos represaliados por Franco–, la de Genara no ha sido una exhumación cualquiera porque ha abierto la puerta a otras muchas. Hasta ahora, no se habían descubierto fosas en el cementerio de León, pero gracias a los hilos de los que tiró en un principio Emilio, el marido de Beatriz, se han localizado varias decenas más. En la ARMH "pensábamos que con la destrucción del cementerio en los años 70 u 80 habían desaparecido, pero había otra zona, la parte civil, en la que todavía se conservan. En León no hay apenas fosas comunes, puede haber de dos o tres personas como mucho, pero lo habitual era que a cada una la depositaran en un hoyo, como ocurrió con Genara", cuenta el vicepresidente de la asociación.
Para Rodríguez, el de esta maestra "ha sido un ejercicio perfecto de memoria histórica" porque "teníamos una persona represaliada y casi olvidada a la que se ha dignificado" de su ejecución. Los restos de la mujer han vuelto a Cirujales y descansa por fin en el panteón familiar del pueblo. Un proceso clave también para los suyos, que hoy, ocho décadas después, ya sí hablan de Genara: "Ha vuelto a la familia en todos los sentidos. Durante todo este tiempo ha parecido que no estaba en ella porque como había sido fusilada parecía que incluso era una vergüenza, pero es todo lo contrario. Hay que recordarla y reconocerla. Estamos felices de que por fin esté en casa", concluye Beatriz.

dilluns, 27 de juliol del 2020

UNA JUEZA DE ASTURIAS EXHUMA UNA FOSA DE LA GUERRA CIVIL COMO SI FUERA UN HOMICIDIO.



https://aricomemoriaaragonesa.wordpress.com/2020/07/21/una-jueza-de-asturias-exhuma-una-fosa-de-la-guerra-civil-como-si-fuera-un-homicidio/



Posted by MEMORIA ARAGONESA en 21/07/2020
LA ASOCIACIÓN POR LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA APLAUDE LA ACTUACIÓN POR JUDICIALIZAR LA INVESTIGACIÓN
PEIO H. RIAÑO – GRADO (ASTURIAS) – 21 JUL 2020
Entre los cerdos y los cadáveres apenas había un montón de arena. La memoria de los ciudadanos de Grado (Asturias) ha soportado medio siglo de “indignidad” hasta que el alcalde, José Luis Trabanco, de Izquierda Unida, compró, en diciembre de 2018, los terrenos de la “gochera” por casi 65.000 euros. Los cerdos ya no engordan en el prado y los cuerpos serán exhumados en las próximas semanas. Hace unos días -y tras varias reuniones entre el alcalde y los miembros de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH)- los arqueólogos e historiadores voluntarios de la asociación llegaron con sus herramientas para abrir la herida y rescatar del olvido a los asesinados por la represión franquista en este apacible y agreste valle.
Los especialistas tienen registro de una treintena de cadáveres, pero creen que encontrarán más. “Esto es lo mínimo que podemos hacer por todas aquellas personas que murieron por un tiro en la cabeza. Dignificaremos el espacio y haremos algo para que los vecinos lleguen aquí a leer, a reflexionar, a pensar en el pasado”, explica Trabanco. La cochiquera en la que los puercos vivieron desde finales de los años cincuenta será demolida. La ARMH inició la prospección el pasado lunes y enseguida hallaron tres cuerpos y casi 20 proyectiles de bala de arma corta. A la mañana siguiente, la jueza del Juzgado de Primera Instancia de Instrucción de Grado y un equipo de la Policía Científica se presentaron de oficio en la fosa, tomaron declaración “hasta el palista”, recogieron los restos humanos, paralizaron los trabajos y los llevaron al Instituto Anatómico Forense de Oviedo, para estudiar las pruebas y tomar una decisión. Desde la ARMH aseguran que no conocen otra actuación así.
Marco González, vicepresidente de la ARMH, está sorprendido porque son ellos quienes acuden a denunciar cuando hallan restos humanos, pero esta vez “aplicaron un protocolo como si fuera un homicidio”. Se muestra sorprendido por el despliegue judicial y reconoce que nunca le había pasado algo así. “Es una buena noticia que la fosa se judicialice. Debería ser así siempre, pero lo normal desde que empezamos a excavar en el año 2000 es que las denuncias que ponemos sean sobreseídas”, cuenta González. Una vez el forense informe si las víctimas son de la guerra civil, el juzgado continuará el trabajo. “El Estado es quien debe buscar a sus desaparecidos y nosotros estaremos aquí si nos necesitan. A mí me gustaría levantar todo el terreno”, dice el arqueólogo. La extensión es de 12.000 metros cuadrados y al otro lado de a “gochera” hubo una casa de baile.

Con tacto y tiento

La fosa de “la chabola” es una trinchera que cruza en diagonal un campo liso y suave en primavera, junto al río Cubia. Los soldados sublevados la aprovecharon para arrojar en ella los cuerpos de los milicianos y vecinos, jóvenes de 15 años y ancianas de 80, a los que mataron. Primero los interrogaban y torturaban en el chalé de Patallo, que se conserva a la entrada de Grado. Una presencia escalofriante. “Ahí acaban todas las historias. Es como un agujero negro”, cuenta el historiador David Fernández, que ha trabajado tomando testimonios y reconstruyendo vidas. Un monolito en el arcén indica que en ese lugar, bajo ese manzano solitario, hay un asunto pendiente. Para los arqueólogos especializados en memoria histórica, como Alfredo González Ruibal, las exhumaciones permiten rescatar y dignificar esas vidas silenciadas. “La gente quiere cerrar en falso, pero hay que hacer justicia y reparación. Tenemos que ser valientes. Para superarlo debemos hacer un trabajo político fuerte, y que se conozcan los hechos para asumir la historia”, es la recomendación de Pepe Sierra, exalcalde de Grado, también de IU, que habla de ganar espacios y reconstruir el relato “con tacto y tiento”.
Carmen García, historiadora y profesora en la Universidad de Oviedo, responsable del mapa de fosas de Asturias desde 2003, cuenta que al ser Grado el centro de operaciones del ejército sublevado, aquí la represión franquista fue “muy dura”. “En el entorno de la ciudad hay datadas hasta 28 fosas comunes, pero la de “la chabola” es la más importante. En el cementerio fueron enterraron 900 soldados franquistas y, luego, trasladados al Valle de los Caídos”, recuerda García. Los republicanos asesinados están a la espera de la decisión de la jueza.
Voluntarios de la ARMH trabajan en la fosa de ‘la chabola’, en Grado (Asturias).ARMH