Blog d'en Jordi Grau i Gatell d'informació sobre les atrocitats del Franquisme.....
"Las voces y las imágenes del pasado se unen con las del presente para impedir el olvido. Pero estas voces e imágenes también sirven para recordar la cobardía de los que nada hicieron cuando se cometieron crímenes atroces, los que permitieron la impunidad de los culpables y los que, ahora, continúan indiferentes ante el desamparo de las víctimas" (Baltasar Garzón).
Queipo de Llano extendió su maquinaria de la muerte apoyándose en Díaz Criado y Bohórquez –enterrado también en La Macarena– y consiguió agenciarse el cortijo de Gambogaz con dinero del Banco de España.
SEVILLA
Manuel Díaz Criado, delegado militar de orden público, elegido a dedo por Queipo de Llano, era un ejemplo claro de sádico indescriptible. No le temblaba el pulso a la hora de elegir las sentencias de muerte en los primeros meses de guerra. Una limpieza sistemática, sin duda, que marcaba con la consigna secreta X-2 para las sacas y fusilamientos que le venía en gana. Cuentan los testimonios que llegaba incluso de las juergas y orgías a su despacho a las cuatro de la tarde y nunca admitía visitas. Solo las mujeres jóvenes eran recibidas a puerta cerrada.
La impunidad era de tal calibre que a veces aquellas sentencias las conmutaba por teléfono: "Este, aquel que vio usted el otro día que es gordo y calvo. No, este no. Esperaremos". Desde un café o cualquier antro en el que se encontrara, el capitán firmaba "sentencias de muerte a toda prisa". Permanecía un rato trabajando, y, ya de día, se iba a dormir. En medio de sus orgías y excesos "despachaba los expedientes de los que mandaba a fusilar a toda prisa", relata Juan Ortiz Villalba a Público. Firmaba unas sesenta diarias, sin tomar declaración a los detenidos en ninguno de los casos.
Queipo de Llano no solo se alió con Díaz Criado en su venganza en masacrar a la población vencida. Francisco Bohórquez, auditor de guerra, que firmaba cada una de las sentencias de muerte, era su máximo cómplice en aquella operación. José María García Márquez recuerda a Público cómo junto a Queipo era la última instancia a la que recurrían para aprobar aquellas matanzas. "Él sabe que se está realizando la aplicación por bando de guerra. La impunidad es absoluta y no cejaba en aplicarla sabiendo las atrocidades que se estaban cometiendo".
Quienes pululaban alrededor de Queipo en aquellos primeros momentos conocían bien el fruto de su trabajo. Rentabilizar la venganza, aplicar el bando de guerra y, por último, dejar el menor rastro posible. A día de hoy, son escasos los expedientes que muestran las ejecuciones por aplicación de bando de guerra. Desaparecieron. Se perdieron en medio de la sed de conocer detalles de aquellas operaciones macabras. Sin embargo, Bohórquez sigue estando presente en uno de los archivos militares de la ciudad, repletos de consejos de guerra (posteriores a las sacas de presos). Un retrato preside una de las salas principales con su imagen, siendo el único que quedó respetado hasta el final de sus días, un honor que ni Queipo ni el depravado Díaz Criado disfrutaron después de la guerra.
Queipo y Bohórquez, en la Macarena y con honores
En la Sevilla mariana bajo el suelo de la basílica de la Macarena, no solo se encuentra el general Queipo de Llano junto a su esposa Genoveva. El auditor Francisco Bohórquez "descansa" en una zona del templo más privilegiada que el otro genocida. Según fuentes de la Hermandad consultadas por Público, "Bohórquez se ubica en la zona del antepresbisterio del templo" y oculto bajo unas alfombras. Es considerado unos de los Hermanos Mayores Honorarios Perpetuo. Murió pocos años después que el general: el 10 de noviembre de 1955. Queipo fallece en marzo de 1951 y se encuentra en una de las capillas anexas. Sobre la esquela del auditor, la Hermandad lo recordaría por la "firmeza de su carácter y exacto cumplimiento de sus deberes" sobre los que pesan casi 45.000 víctimas asesinadas en el sur de España bajo la jurisdicción de Queipo de Llano y la firma del desconocido auditor.
A pesar de los intentos por sacar los restos de los genocidas, la Hermandad alega a Público que, sin el reglamento sobre simbología desarrollado dentro de la ley de memoria andaluza, "no pueden actuar con garantías jurídicas y legales". Un debate que se eterniza entre la familia, los colectivos memorialistas y la Hermandad. Mientras el anteproyecto de ley estatal de memoria podría arrojar algo de luz en un proceso que lleva años a la espera de alguna acción.
Díaz Criado no tuvo un poder ilimitado hasta el final de sus días. El 12 de noviembre de 1936 cuando la primera fosa de víctimas ya se había colmatado en el cementerio de la ciudad, fue destituido fulminantemente y destinado a la legión en el frente de Talavera. Historiadores reconocen que no dejó de tener problemas en ninguno de los lugares donde fue trasladado: "Incluso maltrató varios soldados de su mismo bando y fue juzgado por ello". En 1940 se le nombraría Comandante Militar en Andújar. Muere de vuelta a Sevilla sin ningún reconocimiento en 1947. No se conoce con detalle dónde está enterrado.
De Queipo, se sabe de su traslado hasta el cortijo Gambogaz, "supuestamente donado" por la ciudad de Sevilla, donde pasó sus últimos años tras el exilio forzoso a Roma que vivió tras los años de limpieza en la ciudad. La plataforma que lleva el mismo nombre de esta finca y que lucha por devolverla al Estado, ha logrado recabar más datos sobre el proceso de compraventa fraudulenta y del que solo se conocían algunos detalles.
Gambogaz, comprado con dinero del Banco de Espala
Tras las últimas investigaciones realizadas por la plataforma Gamgogaz se ha conocido como Queipo de Llano sin ser un hombre de importante patrimonio ni elevadas rentas fraguó la compra del cortijo, a orillas del Guadalquivir gracias a la operación realizada junto al notario Echaíde Aguinaga. "Compró a su propio nombre, como persona física, el 85,93 % de las tierras de Gambogaaz, incluido el cortijo, y en el mismo protocolo constituyó la Fundación Benéfica Social Agraria Gonzalo Queipo de Llano y le donó la finca a esta”.
Uno de los portavoces de la plataforma, Boni Cañibano, sentencia a Público que "el dinero con el que Queipo compró Gambogáz procedía del Banco de España y la justificación para este gasto público se especifica en los objetivos sociales que debería atender con dicho dinero la Fundación". En aquellos principios se reitera la necesidad de que se constituya como una fundación de ayuda a jornaleros sin tierra pero los datos y traslados de mano de obra esclava confirman que esa maniobra nunca se ejecutó con tales fines. Tampoco la colecta popular que tantas veces se ha hablado para recaudar fondos para la compra de Gambogaz.
Durante los siguientes años Queipo fue realizando maniobras antes de registrar Gambogaz a su nombre y permanecer con ella hasta hoy, en herencia a sus herederos. "A pesar de que desaparece a finales de la guerra de la ciudad y marcha a Roma como embajador, continúa la relación con importantes figuras como el auditor Bohórquez, que le ayuda en algunas las operaciones del cortijo". El auditor de guerra seguía gozando de un alto cargo en la ciudad y ayudaría a "la maniobra definitiva para inscribir Gambogaz a nombre de Queipo de Llano. Una operación que se realiza en tres fases; octubre de 1943, enero de 1945 y en junio de ese mismo año".
La Plataforma Gambogaz espera ahora que el Ayuntamiento de Camas, donde se encuentre el Cortijo, realice un informe jurídico que permita que el asunto pueda llegar a la Secretaría General de Memoria y de ahí a la Abogacía General del Estado buscando el origen de la compraventa. "Camas es nuestro Sada en el caso de Meirás. Y por eso necesitamos que el Ayuntamiento se comprometa a dirigir los escritos pertinentes para constituir el comité que devuelva Gambogaz a terreno público".
El grupo parlamentario Izquierda Confederal en el Senado también se ha implicado con una pregunta al Gobierno sobre el destino de Gambogaz. Carlos Mulet señala como parlamentario la necesidad de "romper con la inhibición de la que hasta ahora han hecho gala las instituciones andaluzas". El paso siguiente se centra en acceder al acta notarial que prueba que el dinero realmente procede del Banco de España. "La ley establece que el Archivo de protocolos notariales debe permanecer cerrado a los investigadores durante 100 años" y que solo puede ser levantado como ocurrió en el caso de Meirás por parte de las administraciones.
A pesar de que no era querido ni en la prensa ni en actos públicos a finales de los 40, el más conocido de las figuras de la represión sevillana supo ganar su motín de guerra, "con la apropiación nada ingeniosa pero eficaz de uno de los cortijos más productivos del Guadalquivir". Ahora queda probar la procedencia oficial de ese capital para desvelar otra artimaña del genocida Queipo que nunca hubiera ganado ninguna batalla sin tener de la mano a aliados de la talla de Bohórquez y Criado.
El cementerio de Paterna acoge una nueva excavación para recuperar los restos de víctimas de la Guerra Civil y la dictadura franquista. En este caso, se trabaja en la explanada del recinto, donde el georradar apunta que se encontrarían distintas sacas con los restos de víctimas tanto de la retaguardia republicana como del franquismo.
Según ha señalado la Diputación en un comunicado, esta fosa, a diferencia de lo que es habitual, "no está señalizada y pese a conocerse su existencia no podía asegurarse cuál era su ubicación concreta". Las indagaciones de los familiares se vieron impulsadas por el testimonio de Fernando Castelló, hijo de uno de los represaliados, que recordaba el lugar donde fueron enterrados.
Este testimonio se pudo confirmar finalmente con los resultados del georadar, que durante 2020 se empleó ara asegurar la existencia de restos en la zona. Las noticias orales y la prospección del georradar hablan de diversas fosas tanto de la retaguardia republicana como de la época franquista, en el suelo de este patio, todas ellas sin señalizar. Además, se tiene constancia de que de ellas se extrajeron cuerpos para trasladarlos al Valle de los Caídos.
Las primeras excavaciones se centran en la saca que corresponde al 16 de mayo de 1941, día en el que fueron asesinadas 20 personas: cuatro de ellas fueron enterradas en nichos individuales y el resto se cree que continúan en la fosa.
El coste total del proyecto supera los 54.000 euros y ha sido subvencionado íntegramente por la delegación provincial de Memoria Histórica a solicitud de los familiares.
En palabras de Ramiro Rivera, "es necesario que sigamos trabajando por la dignidad de todas las personas que fallecieron por sus ideas, y por eso desde la Diputación contribuimos a que los restos de las víctimas sean recuperados por las familias".
El pasado 31 de agosto se celebró el centenario del nacimiento de uno de los fotógrafos españoles más conocidos por retratar, además de sobrevivir, alguno de los episodios más dramáticos y trágicos de la II Guerra Mundial: el campo de concentración nazi de Mauthausen. Nos estamos refiriendo a Francesc Boix Campo. Su figura fue reconocida más públicamente a través del excelente documental rodado en el año 2000 por Llorenç Soler, Francisco Boix, un fotógrafo en el infierno y por los dos magníficos libros, tras una extensa investigación histórica, de Benito Bermejo, Francisco Boix: El fotógrafo de Mauthausen (2002) y El fotógrafo del horror: La historia de Francisco Boix y las fotos robadas a los SS de Mauthausen (2015). Más recientemente el conocimiento sobre Boix ha tenido mayor repercusión mediática por la película El fotógrafo de Mauthausen (2018) de Mar Targarona, un film que dista de tener la misma calidad al abordar el tema con una escasa profundidad en el relato. Incluso la tragedia vivida por Boix y sus compañeros ha sido llevada al comic, lo cual muestra que lo escrito y filmado sobre su figura se ha multiplicado en los últimos años (1).
Gracias a ello podemos saber que Boix nació en Barcelona del matrimonio formado por Bartolomé Boix Eixarch (un militante de la CNT y regente de una sastrería familiar, ubicada en el barrio del Poble-Sec de la Ciudad Condal) y de Ana Campo Agustín (una fragatina aragonesa que vivió desde pequeña en la capital catalana y que murió por apoplejía, cuando Francesc iniciaba su adolescencia). Al parecer, Bartolomé era muy aficionado a la fotografía, interés que contagió a nuestro protagonista desde muy joven y le llevó a aprender el oficio en la Casa de Fotografía Industrial Romagosa de Barcelona. Encuadrado en la Joven Guardia y luego en la JSU a los 16 años, durante la sublevación militar, Francesc colaboró como fotógrafo en el periódico de la Joventut Socialista Unificada de Catalunya, llamado Juliol (cuyo primer número se editó en septiembre de 1936) junto a camaradas como Teresa Pamies i Bertran y Gregorio López Raimundo. A pesar de haber formado parte de algún destacamento militar como en la 30ª División, cuyo comisario político fue Jaume Girabau Estévez, su labor y pasión fue la fotografía y siempre iba acompañado por, según algunas fuentes, una máquina fotográfica alemana marca Leica (mismo tipo de cámara que utilizaron en la Guerra Civil, Gerda Taro y Robert Capa).
Cuentan, quienes le conocieron durante el conflicto bélico español, que era asiduo a los eventos y a las charlas organizadas por la JSU e incluso del PCE en Barcelona, dejando retratado todo lo que allí sucedía a través de su cámara. Francesc no fue un militante ortodoxo y adoctrinado como muchos otros de sus camaradas de la época. Tenía un compromiso político y unos ideales definidos por su organización juvenil comunista y colaboraba en diversas labores, pero su propio espíritu impulsivo, valeroso, dinámico y jovial le llevó a disfrutar del entusiasmo como fotógrafo por encima de postulados políticos dogmáticos. Boix siguió como fotógrafo, aunque sin firmar sus fotos, para el periódico Combate, una publicación quincenal de la 30ª División en el Frente del Este entre finales de 1938 y principios de 1939. Por esta época, fue detenido y tras su paso por un campo de concentración, ingresó en la cárcel Modelo de Barcelona, donde esperó su consejo de guerra, sufriendo una condena de doce años y conmutada con posterioridad a ocho años de reclusión. No obstante, y debido a una enfermedad, salió de la prisión para morir el 2 de abril de 1942 (2).
En febrero de 1939 empezó el periplo del exilio francés de Francisco Boix. Presumiblemente estuvo interno en los campos de concentración de Vernet d´Ariege y de Septfonds. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, junto con otros republicanos españoles se incorporó a la 28º Compañía de Trabajadores Extranjeros, ligada al V Cuerpo de Ingenieros, cuya labor era la fortificación y la protección de las líneas defensivas en la zona de los Vosgos, cerca de la frontera con Alemania. Las fuerzas armadas unificadas de este país penetraron en territorio francés y detuvieron, en mayo de 1940, a gran cantidad de combatientes españoles, entre ellos a Francesc, pasando por varios campos de prisioneros (Frontstalag 140 Belfort y Stalag XI B Fallingbostel), hasta que fue conducido junto con otros 1.506 republicanos a Mauthausen, el día 27 de enero de 1941, siendo su “matrícula” tatuada la número 5.185 (3).
Ficha de Francesc Boix en el campo de concentración de Mauthausen
Es de sobra conocido su paso por el laboratorio fotográfico del campo y las vicisitudes y dificultades para sacar los negativo de allí y la liberación del mismo el 5 de mayo de 1945, con la llegada de las tropas estadounidenses, siendo recibidos con la pancarta pintada por el recluso Francesc Teix Perona, (acción determinada por los comités de resistencia y de ayuda de presos que había en el propio presidio), en la que se podía leer: Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras (famosa foto tomada por Boix). La situación de los españoles republicanos fue trágica, por las condiciones físicas y mentales sufridas por el trato infrahumano durante cinco años (hubo más de 7.500 presos españoles y sobrevivieron unos 2.700). Tras conseguir la libertad, muchos de ellos permanecieron en el campo durante varias semanas porque no sabían qué hacer o hacía dónde dirigirse en su condición de apátridas. La sensación generalizada entre los “rojos” españoles era la de estar dejados a su suerte y traicionados por los países aliados, con los cuales, habían luchado en la misma causa contra los nazis alemanes.
El primer destino de la mayoría de estos españoles liberados iba a ser Francia, mismo país al que se exiliaron incluso antes de la finalización de la Guerra Civil. Entre ellos Francesc y otros compañeros suyos militantes del PCE que decidieron publicar algunas de las fotografías sacadas del campo en la revista y en el periódico francés Regards y Ce Soir respectivamente, ambas de tendencia comunista. No obstante, y según declaraciones posteriores de varios comunistas españoles sobrevivientes a Mauthausen (formaron parte de los comités de resistencia y crearon una delegación de Unión Nacional en el campo), entre ellos Mariano Constante Campo, para algunos de los dirigentes del Comité Central del PCE en territorio galo, aquellos supervivientes del terror nazi deberían de haber muerto por una posible connivencia con los alemanes; el estalinismo hacía acto de presencia. Debido al impacto público que se obtuvo con la publicación de las fotografías, Boix formó parte de los testigos que declararon en los juicios contra los jerarcas nazis en Núremberg y en Dachau.
Otros supervivientes españoles de Mauthausen de distintas inclinaciones políticas redactaron una carta que fue publicada en el periódico mexicano España Popular, en la que aparte de denunciar las torturas y los martirios sufridos, manifestaban que una de las premisas para salvarse fue la creación de un comité de ayuda donde la unidad de todas las ideologías era la única bandera que se levantaría y que gracias a ella sobrevivieron. En la misiva denunciaban que tras ser liberados, algunos compañeros no habían estado a la altura, que la pasividad era la protagonista de su lucha y que los conflictos y la desunión en la izquierda española estaban presentes en la emigración republicana. Por ello reclamaban que esa misma unidad vivida en el campo se aplicara en la lucha contra Franco y la Falange, solicitando la soberanía y la independencia de la República Española. Este hecho no fue bien visto por algunos camaradas españoles en Francia, por considerar esa buena relación con los anarquistas y los socialistas, una insidia y una traición contra el Partido. Santiago Carrillo en un mitin que ofreció en la piscina municipal de Toulouse, además de criticar la labor desarrollada por la anterior dirección del PCE, tanto en Francia como en España, censuró al movimiento de resistencia internacional que se originó en Mauthausen, entre los que estaba el antiguo brigadista internacional, el checo Arthur London (acusado con posterioridad como conspirador contra el Estado checosvolaco) y varios comunistas españoles, como Fernando Fernández Lavín. Carrillo se ensañó contra los camaradas por el trabajo realizado y por el trabajo unitario con otras fuerzas políticas. El ambiente estalinista estaba presente entre los partidos comunistas internacionales y el español no iba a ser menos (4).
Carta publicada en España Popular, redactada por algunos de los supervivientes de Mauthausen.
El estado en el que se encontraban los republicanos españoles exiliados en Francia era trágico y sobrecogedor: la huida masiva escapando de las represalias franquistas, la separación de las familias, el hambre y el hacinamiento en los diferentes campos de concentración, con la obligación de encontrar trabajo, o incorporarse a las Compañías de Trabajadores Extranjeros, a la Legión Extranjera o repatriarse a España y el frustrado intento de los refugiados, en muchos casos, de exiliarse a Latinoamérica en búsqueda de una mejor vida, en pleno desarrollo del conflicto bélico mundial (a pesar de la presencia masiva de luchadores españoles en la Resistencia francesa). La ayuda humanitaria y asistencial se hacía fundamental en el caso de los miles de republicanos españoles y una de las organizaciones que más contribuyó a mejorar esta situación fue la Unitarian Service Committee (USC). Un organismo estadounidense fundado en 1940 por Robert Dexter (jefe del departamento de relaciones internacionales y sociales en la American Unitarian Association, que realizaba trabajos diplomáticos) y que lo constituyó imitando el modelo seguido por los religiosos cuáqueros americanos. La central estaba en Boston y abrieron oficinas primero en Lisboa y luego en Marsella. Se financiaban principalmente con donaciones de instituciones eclesiásticas como el American Relief for France y el Joint Anti-Fascist Refugee Committee (JAFRC), siendo este último, dirigido por el ex brigadista internacional Edward K. Barksy, el que más auxilió a los españoles, con centros de distribución de alimentos y de ropa, ayuda para salir de los campos de concentración y el trabajo para conseguir visados de emigración con destino a EE.UU o a otros países de América Latina (a esta organización se la relacionaba con individuos y agrupaciones socialistas y comunistas).
El 30 de julio de 1945, la oficina de la USC en México que compartía sede con la organización cuáquera American Friends Service Committee (AFSC que tenía unas funciones similares como la ayuda alimentaria a los refugiados que estaban en Francia y gestiones para salir del país; esta asociación recibió el Premio Nobel de la Paz en 1947) recibió dos peticiones de exiliados españoles en el país mexicano, solicitando ayuda e información sobre dos jóvenes españoles que habían sido liberados de un campo de concentración nazi y que estaban en París en un estado calamitoso, pasando hambre y sin recursos económicos. Esos jóvenes eran Francisco Boix Campo y Antonio de Zárraga García. Las solicitudes fueron enviadas por Trinidad Campos de Listosella y Antonio de Zárraga Hernández indicando que eran hijos suyos respectivamente (Trinidad en realidad era hermana de la madre de Francisco, el hecho de indicar este parentesco no real pudiera ser un error de la persona que recibió la carta, Suzanne Sein, o que Trinidad quiso hacerse pasar por su madre, en un primer momento, para hacer más presión en la petición enviada) y que a través de varias agencias estadounidenses les habían enviado algunos paquetes de comida. El caso fue remitido a la oficina de la AFSC en Philadelphia (EE.UU) para saber si la sociedad cuáquera Les Secours Quakers, con presencia en el sur de Francia desde 1939, podría ayudarles, manifestando que ante las dificultades para conseguir el visado para llegar a México, era mejor esperar a que la compañía naviera Compagnie Generale Transatlantique restableciera la comunicación directa entre Francia y México, para llegar al país azteca comprando un billete (5).
José Llistosella Daltabuit y Trinidad Campo Agustín (tíos de Francisco Boix) se exiliaron a Francia el 29 de enero de 1939. El primero era abogado y ejerció su profesión en varios colegios de Barcelona y Girona. Desde 1918 trabajó en el Ayuntamiento de Barcelona, siendo jefe de la Sección de Hacienda en 1936, luego secretario general de los Trabajadores Municipales del sindicato UGT de Cataluña y a finales de 1938 fue el consejero de dicha alcaldía. Llistosella, una vez en territorio francés, ingresó en el campo de concentración de Barcarés y tras conseguir la libertad residió durante poco tiempo en la localidad de Sète (Herault), hasta que solicitó junto a su mujer una petición de salida hacia México, en la embajada de este país en París. Desde dicha localidad y junto a otros 1.598 refugiados españoles (un total de 307 familias, de las que 953 eran hombres, entre ellos muchos intelectuales) embarcaron el 25 de mayo de 1939, en el famoso buque de vapor francés Sinaia, con destino al puerto mexicano de Veracruz, donde llegaron el 13 de junio (en el listado de pasajeros no aparece el nombre de Trinidad, pero queda clara su presencia en México, sin que sepamos cómo llegó a territorio mexicano) (6).
A raíz esa primera carta empezó una correspondencia en tres direcciones que duró hasta octubre de 1946: por un lado entre los departamentos del servicio exterior de las distintas oficinas estadounidenses de la USC en Boston, con Mary T. Pitkin y Helen F. Hazelton como representantes y de la AFSC en Philadelphia, con Kathleen H. Hanstein y Agnes Gallagher como delegadas; entre éstas y Antonio de Zárraga y Trinidad Campos de Listosella que vivían en México D.F y entre los primeros con la oficina de la USC, situada en el número 61 de la Rue Jouffroy de París, donde estaban William Cary Jr.y Herta “Jo” Tempi como comisionados de la misma. Herta era la mujer de Noel Field, los cuales fueron objeto de dos investigaciones, la primera de manera interna por la USC y luego por la Cámara de Representantes de EE.UU ante la queja de que daban un trato preferencial a los refugiados comunistas, que eran miembros del Partido Comunista e incluso ayudaban a los servicios secretos soviéticos (en Toulouse hubo algunas instituciones, entre ellas Solidaridad Democrática Española fundada en 1945 bajo el amparo del PSOE y de la UGT para auxiliar a los españoles exiliados y refugiados en territorio francés, que denunciaron que los fondos de la USC llegaban solamente a las organizaciones de matiz comunista). Finalmente, el matrimonio Field fue acusado de espionaje en EE.UU y en Hungría. Noel sufrió torturas y fue encarcelado, saliendo en libertad junto a su mujer en 1954 y quedándose a vivir en Budapest hasta la muerte de los dos.
En el intercambio de misivas que se produjeron hasta finales de 1945, se constató que los casos de ayuda para los refugiados y los exiliados en Europa y sobre las cuestiones del servicio migratorio español, quien tenía la última palabra eran las oficinas de Lisboa y de París. Lo máximo que podían hacer desde el continente americano era solicitar información y que se pusieran en contacto con Boix y Zárraga en la capital parisina. De esta manera lo primero que consiguieron fueron las direcciones de ambos en París. Boix, nada más llegar a la capital francesa se instaló en el número 25 de la Rue d´Aboukir, en el distrito 11, aunque con posterioridad cambió de domicilio parisino en varias ocasiones, siendo el último conocido antes de morir, una buhardilla del número 14 de la rue DUC.
Antonio de Zárraga residía en el número 3 de la Rue Regis. Este jienense estudió Medicina en Madrid. El 25 de enero de 1934, mientras estaba reunido junto a otros estudiantes en el local de la FUE de la facultad de San Carlos, entraron un grupo de falangistas con porras y pistolas, siendo herido de bala y a pesar de la gravedad de la herida, pudo salvar la vida por la rápida intervención de los médicos allí presentes. Durante la Guerra Civil española formó parte del Cuerpo de Sanidad como teniente y antes de finalizar el conflicto se exilió a Francia. Aquí fue detenido en septiembre de 1939 y apareció en una lista de detenidos siendo trasladado a un campo de trabajo alemán en la localidad de Tubinga, perteneciente al estado de Würtemberg (algunos de estos prisioneros fueron llevados al campo de exterminio polaco de Treblinka). El campo fue liberado el 25 de abril de 1945 y Antonio se trasladó con posterioridad a París. Su padre, desde México, ingresó 900 dólares (eran todos sus ahorros y parte de dinero prestado) en la Agencia Cooks para pagar los gastos de tramitación de la visa y del billete para ir a México. Finalmente y gracias al dinero recibido, Antonio de Zárraga salió de Francia a finales de enero de 1946 y llegó el 15 de marzo a Nuevo Laredo (Tamaulipas), indicando en su visa de migración que sabía alemán, francés e italiano y que fue admitido como inmigrante familiar, dependiendo económicamente de su padre (7).
¿Y qué pasó con nuestro protagonista? Las noticias que llegaban de Francia, tras ponerse en contacto con él la oficina de la USC en París, eran que estaba en una mala situación económica y de salud, teniendo dificultades para encontrar trabajo. En una carta enviada personalmente por Herta Tempi a Mary Pitkin en Boston, fechada el 27 de febrero de 1946, decía que Francesc Boix fue personalmente a la sede de la Rue Jouffroy para informar que había podido contactar directamente con sus tíos en México al recibir la dirección de ellos por medio de la USC. Boix conocía el deseo expreso de sus familiares de que viajara a México con el objetivo de mejorar su salud y los problemas monetarios. No obstante, Herta recalcó en su misiva varias veces que Boix no quería dejar Francia, porque a pesar de estar enfermo, tras su estancia en el campo de concentración de Mauthausen, su ánimo de ser útil para la causa republicana en España e intentar ayudar a la finalización de la dictadura franquista, estaba intacto. También le explicó que tenía un trabajo como fotógrafo pero que estaba muy mal pagado. Jo Tempi terminaba el escrito manifestando que Boix no había solicitado ninguna ayuda (en anteriores comunicaciones desde EE.UU indicaban que la organización más propicia para ayudarle sería Les Secours Quakers por la logística que tenían y por los fondos económicos) pero al verle cómo iba vestido y tan demacrado, le entregaron un paquete de comida y algo de ropa nueva. La sede europea de la USC informó a su homóloga en Boston que daba por cerrados los casos iniciados en el verano anterior y que informaran de esa decisión a sus representantes en México, los cuales dieron la noticia al padre de Zárraga y a los tíos de Boix (a lo largo del proceso se indicó finalmente la realidad del parentesco). Éstos escribieron una carta a Helen Hazelton en marzo del mismo año agradeciendo la ayuda prestada a su sobrino, lamentando que no hubiera tenido éxito el trabajo realizado, ya que les explicó en otra carta los motivos por los que había rechazado el ofrecimiento familiar. No obstante, ellos le volvieron a escribir otra misiva para que recapacitara y meditara la decisión tomada, ya que consideraban que donde podría curarse de su enfermedad y salir adelante era en México. Cabría la posibilidad según contó Nuria Boix, la hermana de Francesc, que éste hubiera enviado a sus tíos a México copias de las fotos que realizó en Mauthausen para que éstos las divulgaran y fueran conocidas internacionalmente. Pudiera ser que aparte de enviarles las cartas indicadas, también incluyera algún paquete con reproducciones fotográficas, quizás algunas inéditas de la tragedia vivida en el campo alemán. Aunque nunca se ha sabido cual fue el destino del total de los negativos que Boix sacó con la ayuda de sus compañeros, creyéndose que fueron bastantes más de las que hasta ahora se conocen.
Lo que queda de manifiesto, con las explicaciones que Boix dio a sus tíos, era que por encima del ofrecimiento de una nueva vida en el exilio mexicano, una oportunidad para quizás recuperarse, tanto física como económicamente, en la cabeza del fotógrafo catalán estaba el peso de sus ideales y objetivos: una España sin una dictadura represora ni autoritaria. La lucha iniciada durante la Guerra Civil española contra el fascismo y los avatares y sufrimientos vividos en los campos de concentración franceses y alemanes, no podían ser olvidados y tenían que haber valido para algo. Independientemente que no estuviera bien físicamente, se veía con las suficientes fuerzas y ánimo como para seguir combatiendo dentro de sus posibilidades en las actividades y organizaciones antifranquistas. Ya fuera realizando fotos o participando en jornadas y eventos políticos para denunciar la difícil situación de sus compatriotas en Francia. Todo ello con el fin de conseguir que algún día España volviera a ser un país democrático y con libertades.
Carta remitida desde la oficina de la USC y la AFSC en México.
Por esas fechas, Boix trabajaba para el periódico francés L’Humanité fotografiando gran cantidad de eventos políticos como la inauguración de la exposición de artes plásticas organizada por el Comité de Coordinación Artística francesa donde llegó a conocer a artistas, intelectuales y políticos españoles exiliados, entre ellos a Pablo Picasso. Algunos de estos personajes fundaron el Comité de Ayuda a los Refugiados Españoles en Francia y el mismo día que Herta Tempi envió la carta a su compañera en Boston, se celebró en el local de París de la USC una reunión con miembros de dicho Comité. Éste fue presidido por Picasso y entre los asistentes a la reunión estuvieron: el general José Riquelme López-Bago, Enrique de Santiago Rivera (presidente de la Junta Central de la UGT en Francia), Julio Hernández Ibáñez de Garayo (presidente de la FETE en el país vecino), el doctor José María Fernández Colmeiro (miembro del Hospital Curie), Carmen Ballester Llasat (viuda de Luis Companys) y el coronel Puig (deportado de un campo de concentración alemán). Como secretarios actuaron el comunista Manuel Azcárate Diz y Mariano Miguel. También intervinieron Herta Tempi y William Cary (a otras reuniones celebradas por ese Comité a lo largo de 1946 también acudieron la actriz María Victoria Casares Pérez, el escritor José María Quiroga Pla o el periodista Andrés Rafael Corpus García de la Barga, entre otros) (8).
La militancia e identidad comunista de Francesc Boix estuvo vigente hasta su muerte. Participó en diferentes concentraciones, protestas y movilizaciones antifranquistas dirigidas por el PCE (la conmemoración del décimo aniversario del triunfo del Frente Popular celebrada en la sala parisina de Pleyel, todos los actos realizados a consecuencia del fusilamiento del héroe de la Resistencia Francesa, Cristino García Granda en Madrid el 21 de febrero de 1946, el entierro de Francisco Largo Caballero, etc.) y aprovechaba para realizar fotos de los eventos, conociendo a los principales dirigentes comunistas españoles, como a Dolores Ibárruri. Tras declarar a finales de marzo de 1946 en el juicio de Dachau, viajó para realizar un reportaje fotográfico en la región de Cabilia (Argelia). También tomó fotos para el periódico comunista francés en el I Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes organizado por la Federación Mundial de la Juventud Democrática que tuvo lugar en Praga (1947) y el II Festival celebrado dos años después en Budapest. El comunista Julián Antonio Ramírez Hernando fue el encargado junto a Boix de realizar una versión cinematográfica sobre el mitin y la posterior fiesta que el PCE celebró en julio de 1947 en Toulouse. Para el rodaje contaron con la ayuda de dos equipos cinematográficos del PCF. Los dos cámaras empezaron a grabar la fiesta matutina, con la ayuda de Ramírez y Boix, celebrada en un gran parque donde los militantes montaron barracas regionales con comida y cánticos tradicionales. Por la tarde, en un escenario (estaba decorado con retratos gigantes de Marx, Lenin, Stalin, José Díaz, Ibárruri, etc) tendría lugar el discurso de los dirigentes comunistas entre los que estaban Vicente Uribe y Dolores Ibárruri. Y para terminar la velada se montó una plaza de toros improvisada donde se celebró una corrida. Al acto asistieron más de 60.000 personas, contando con que en Toulouse había gran cantidad de refugiados españoles y muchos de ellos eran simpatizantes comunistas. El problema surgió porque los cámaras franceses, ante el fervor de la fiesta y algo embriagados por la bebida que ofrecían en las barracas, gastaron casi toda la película de filmación, no teniendo suficiente para grabar el posterior mitin vespertino. La decisión tomada por Ramírez, Boix y el dirigente Jesús Izcaray fue la de improvisar con dos panorámicas de las alocuciones y algunas fotos del evento, haciendo hasta un número extraordinario en el periódico Mundo Obrero. A las pocas semanas, Dolores Ibárruri quiso hacer un visionado de lo que se había filmado y llevaron las películas a una sala de proyección en la sede del PCF en París. El resultado fue el enfado de la secretaria general del Partido por la incompetencia de los organizadores y de los operadores franceses. Con posterioridad, Boix fotografió el conflicto civil griego y fue reportero gráfico deportivo durante varias ediciones en el Tour de Francia.
La fortaleza y la salubridad de Boix fueron deteriorándose debido a los problemas que venía arrastrando desde su internamiento en los campos de concentración franceses, multiplicados con su estancia en Mauthausen. Tampoco fue una persona que cuidara mucho su alimentación ni la salud, ya que descansaba poco y estaba todo el día activo. Sólo reposaba cuando estaba enfermo. La vida de Francesc Boix acabó a la edad de 31 años, el 7 de julio de 1951, en el hospital parisino de Rothschild, tras una operación fallida de riñones. Fue enterrado en el cementerio de Thiais, perteneciente a la capital francesa y en su epitafio escrito en francés y firmado por L´Amicale de Mauthausen decía: “Francisco Boix Campo. Deportado en 1941 al campo de Mauthausen a la edad de 20 años, fallecido el 7 de julio de 1951 a consecuencia de su deportación. Demostró un gran coraje al sustraer a los SS unos documentos gráficos abrumadores para los nazis que impusieron el sistema concentracionario”. El 16 de junio de 2017 sus restos y los de otros camaradas suyos fueron trasladados junto al monumento que hay en el cementerio parisiense de Père-Lachaise, construido para conmemorar y recordar a los españoles muertos por la libertad. Las últimas palabras utilizadas en el documental sobre la vida de Boix, narradas en la fuerza de la voz de José Sacristán, definen muy bien la personalidad y los años vividos por nuestro protagonista: “Francisco Boix Campo concitó en su trabajo la militancia política y el espíritu de aventura, elaboró un trabajo fotográfico desnudo de toda retórica, sus fotos fueron documentos al servicio de su ideal político, nunca fue un militante ortodoxo, pero prestó un gran servicio a la causa de la libertad”(9).
Artículo publicado en la revista “El Viejo Topo”, nº 398, pp.4-13, marzo, 2021.
NOTAS:
(1) SOLER, L,: Francisco Boix, un fotógrafo en el infierno, 2000, Documental; BERMEJO, Benito: Francisco Boix: El fotógrafo de Mauthausen, RBA Libros, 2002, Barcelona y El fotógrafo del horror: La historia de Francisco Boix y las fotos robadas a los SS de Mauthausen, La Magrana, Barcelona, 2015; TVE, Filmteam y Rodar y Rodar: El fotógrafo de Mauthausen, película dirigida por Mar Targarona, 2018 y RUBIO, S, COLOMBO, P.J. y LANDA, A,: El fotógrafo de Mauthausen, la historia real del único testigo español en los juicios de Núremberg y de su lucha por la verdad, Norma Editorial, 2018, Barcelona.
(2) Archivo del Tribunal Militar Tercero, nº causa 9005, encausado: BOIX EYXARCH, Bartolomé.
(3) Archivo Histórico del PCE, Publicaciones Periódicas, España Popular, México, 21 de septiembre de 1945, sig. 152-156. La carta fue firmada por los ex deportados del campo de Mauthausen M. Sánchez (podría ser Manuel Sánchez), José Gómez (hubo tres liberados con el mismo nombre y primer apellido y de segundo eran León, Martínez y Santos), Juan Ruiz Jáuregui, Carlos Rodríguez del Risco y P. Molina (que podría tratarse de Francisco Molina Molina) y Entrevista realizada por Francisco Moreno Sáez y Julián Hernández Leal para las memorias de Julián Antonio Ramírez Hernando en https://web.ua.es/devuelveme-voz/visor.php?idioma=es&fichero=14927.mp3 (página visitada el 31 de enero de 2021).
(6) Arolsen Archives, 12 Registration of Foreigners and German Persecutees by Public Institutions, Social Securities and Companies (1939-1947), 2.1 Implementation of Allied Forces’ Orders on Listing all Foreigners and German Persecutees, and Related Documents, 2.1.3 French Zone of Occupation in Germany, ref. 02010301 oS, nº 29291. Diario Oficial del Ministerio de Defensa, 11 de agosto de 1938, año LI, nº 203, p.539; http://hemerotecadigital.bne.es/pdf.raw?query=id:0003569110&lang=es&log=00000000-00000-00001/ (página visitada el 20 de enero de 2021).
La asociación encargada de ampliar el mapa de enterramientos colectivos de la Guerra Civil y la represión pide la colaboración ciudadana para ubicar las que faltan
Las fosas comunes que guardan restos humanos de fallecidos durante la Guerra Civil y la represión franquista en Madrid están poco estudiadas. El mapa oficial pubicado por el Gobierno muestra 54 (exhumadas o aún sin intervenir) y algunas ni siquiera están bien georreferenciadas. Arqueoantro, la sociedad de arqueología y antropología que ha obtenido una subvención del Ministerio de Justicia para ampliar el estudio, sin haber terminado la investigación, ha encontrado ya 150.
La mayoría de estos nuevos 150 puntos en el mapa de la Comunidad de Madrid se han hallado mediante un rastreo en los archivos de la Causa General, la judicialización que hizo la dictadura de lo que consideró hechos delictivos en el territorio en guerra controlado por la República. Se trata, por tanto, de fosas de la retaguardia de la zona republicana.
A Jesús Martín, antropólogo de Arqueoantro, le ha llamado la atención cómo fosas bien conocidas ni siquiera están adecuadamente situadas en el mapa, como es el caso de las siete fosas de Paracuellos del Jarama –una de ellas contenía los restos exhumados de la fosa de Soto de Aldovea, en el término de Torrejón de Ardoz–, que aparecen localizadas en el centro del pueblo. "Esto da idea de cómo está hecho el mapa de fosas", señala Martín. Es más, desde la primera exhumación con garantías técnicas en la Comunidad de Madrid, en el año 2014 en Arganda del Rey, apenas se han realizado intervenciones. Del mapa publicado actualmente todas, salvo cuatro, aparecen como intervenidas, siendo una de ellas Paracuellos y otra el Valle de los Caídos. El 83% de esas fosas que le constan al Gobierno están vaciadas por haber sido trasladadas, precisamente, a Cuelgamuros durante la dictadura.
Al respecto de las fosas de la retaguardia de la zona franquista, este investigador piensa que "hay muy pocas identificadas". Han incorporado los osarios dentro de la necrópolis de La Almudena donde se enterró a los 2.936 fusilados en la tapia del cementerio, el grueso de la represión sistematizada en Madrid. El destino de esos restos, que se creían incinerados, ha sido puesto en cuestión por la aparición de huesos en uno de los dos osarios sin exhumar dentro de La Almudena.
Lo que está mucho menos identificado, y es en lo que los investigadores quieren centrar ahora su trabajo, es la posible existencia de fosas resultantes de enterramientos de la represión en caliente en la retaguardia de las tropas de Franco a medida que este ejército entraba a Madrid en marzo de 1939, en especial por los pueblos que acompañan la entrada a la ciudad por la carretera de Extremadura. En esta zona también hay constancia de soldados enterrados en el campo, sin señalizar, que hubieran fallecido en el frente.
Para este trabajo, aún sin hacer, toman como punto de partida las investigaciones de Ernesto Viñas, de la asociación Brunete en la Memoria y gran conocedor de esta zona. Es un terreno cribado en gran medida no por las aportaciones académicas sino por la ciudadanas. De hecho, Arqueoantro pide la colaboración de cualquier persona que conozca la existencia de fosas no señaladas, que puede ponerse en contacto con esta asociación en el correo mapadefosasmadrid @ gmail.com y en su página de Facebook.
Otras dos grandes fosas que no constan en el mapa original y que está investigando Arqueoantro están situadas, una en Alcalá de Henares y otra en Colmenar Viejo, donde se estima que podría haber más de cien personas enterradas. Martín no puede hacer todavía una estimación de cuántas personas no identificadas pueden seguir enterradas en estas 200 fosas, que se anticipa que se convertirán en muchas más. "Las fosas comunes franquistas sí que fueron tratadas y exhumadas durante el franquismo, pero es algo que se hizo de manera bastante chapucera", advierte. Esta apreciación se desprende de la falta de identificación de muchos de esos cuerpos cuando había pasado muy poco tiempo desde el enterramiento, como en los 414 cadáveres que fueron exhumados del Soto de Aldovea en 1939, de los que solo pudieron identificar a 20.
Entre líneas, estas "chapuzas" se pueden leer en los informes de la Escuela de Medicina Legal de la Universidad de Madrid adjuntados a la Causa General, como el que emite el forense al respecto de una exhumación de unos restos cadávericos del Cementerio de Aravaca para su reinhumación en el Cementerio del Este –el actual Cementerio de La Almudena–: unos trabajos que no se habían realizado "de manera completa" y en cajas donde debía haber dos o tres cadáveres, se han encontrado cinco "entremezclados". En las conclusiones, el técnico añade: "Si los peritos no asisten desde los primeros momentos al proceso de identificación, están expuestos a colocarse en la ruta del fracaso".
"El franquismo se encargó de hacer su propia reparación grupal pero no individual, cuando pudieron haberlo hecho porque tenían los datos para hacerlo", añade Jesús Martín.