dissabte, 21 d’abril del 2018

El derecho a la memoria histórica. El terror franquista y sus cárceles.

http://www.revistapueblos.org/old/spip.php?article1312



Lluís Biosca*

Domingo 8 de agosto de 2004, por Redacción - Pueblos
Desde que el dictador Francisco Franco pereció de muerte natural, el régimen creado por él dejó en la sociedad española un remanente de poder que aún no ha sido -por decirlo de alguna manera- superado. Esto se demuestra en muchos aspectos a los casi treinta años de su muerte.

La continuidad de un nacional-catolicismo sociológico y político representado hoy en día por el partido que ha dirigido Aznar se ha demostrado con creces. La subvención a la Fundación Francisco Franco, la ayuda del Ministerio de Defensa a la Fundación División Azul, entre otros agravios a la democracia y a los que lucharon por ella, se ha hecho evidente de forma chulesca por un Ejecutivo procedente y heredero de la España cavernícola del Opus Dei y del joseantonianismo que ha provocado una regresión democrática sin precedentes desde la transición. Han pasado demasiados años como para que el genocidio político, el exilio masivo y una represión sin cuartel queden inmunes, por lo menos a los ojos de la historia. La represión que supuso el franquismo para este país, con unas leyes elaboradas para castrar a todo un pueblo, aún es hoy poco conocida a pesar del esfuerzo de organizaciones de carácter social, político, institucional e histórico que con un empeño a toda prueba intentan devolver a la sociedad española aquello que les quitaron y que es tan importante para una sociedad, su pasado.

El conocimiento histórico de una sociedad es un derecho humano que al parecer ni el dirigente socialdemócrata Felipe González tuvo en cuenta en su momento. Ver cómo transcurría una transición con el olvido adrede y pactado del sufrimiento de centenares de miles de personas, del sufrimiento de los que acababan de salir de la cárcel por una amnistía que afectó también a los torturadores duele y deja heridas abiertas. Felipe González afirmó que consideraba acertada la decisión de no rescatar la memoria histórica durante la transición española.

Durante el período “socialista”, se elaboraron leyes obstruccionistas que, basadas en la defensa del honor, la intimidad personal y el derecho a la propia imagen, han impedido en la etapa “democrática” el acceso de los investigadores a los archivos de la “justicia” franquista. Es insultante hoy en día que una muestra sobre las cárceles franquistas que se exhibe en Barcelona haya tenido dificultades en lo que se refiere al acceso de información por parte del Ministerio del Interior. Felipe González puede estar satisfecho: lo consiguió, consiguió que toda una generación de jóvenes nacidos al final del franquismo y durante la transición desconozca el pasado más reciente de su país. Y no sólo eso. El Gobierno de quien le desbancó continuó su tarea entorpeciendo la actividad de todas las organizaciones e instituciones que hoy en día pujan contra el olvido.

Se calcula que después de la llamada guerra civil más de 300.000 republicanos fueron hechos presos y distribuidos entre cárceles y 104 campos de concentración de los cuales sólo dos tienen algún tipo de recordatorio -Albatera y Miranda de Ebro-. De estos presos, se pasó por las armas a una cantidad hoy en día indeterminada, pero que la propia Falange define con la friolera de 90.000 rojos. Según datos del Ministerio franquista de “justicia”, entre los años 1939 y 1943 fueron ejecutados “legalmente” 193.684 republicanos/as, entre ellos niños y niñas. Algunos historiadores dan cifras mucho más lesivas que pasan de largo las 200.000 personas teniendo en cuenta que el exterminio de opositores al régimen duró lo que duró el mismo, y sin contar los que murieron en las cárceles víctimas de las terribles condiciones en las que se vivía.

Presos utilizados como esclavos
El horror franquista tuvo diversas maneras de actuar que afectaron directamente los derechos fundamentales de las personas más allá de considerar delito la libertad de opinión y expresión. Por ejemplo, la utilización de los presos y presas como esclavos, el sufrimiento de las mujeres por su condición de género y las condiciones infrahumanas en las que vivieron durante largos años muchos de los presos y presas en las cárceles del franquismo, sin hablar de los largos y terribles interrogatorios a los que fueron sometidos. La utilización de los presos y presas para la realización de trabajos forzados de forma esclavista duró hasta 1970. Para ello, el 28 de mayo de 1937, en plena guerra, Francisco Franco dictó el decreto 281, una norma provisional y de emergencia por la cual se consagraba el “derecho-obligación” al trabajo para los presos políticos.

Los presos y presas republicanos trabajaban todo el año durante jornadas de diez y doce horas, sin días de descanso. Franco los utilizó para reconstruir aquello que él destrozó, como el bombardeado pueblo de Guernika. También los utilizó para construir treinta embalses y líneas de trenes como la de Madrid-Galicia. Las empresas del régimen también se vieron beneficiadas; Pórtland Ibérica, Zafa, Babcok Wilcox, Maquinista y Fundición del Ebro o Sagarra fueron construidas por los presos, a los que posteriormente se obligó a trabajar en ellas. Uno de los ejemplos más simbólicos que hoy día representa este hecho es el Valle de los Caídos, donde perecieron muchos republicanos durante la construcción de un monumento que debería ser “vergüenza nacional” y donde aún se venera la persona de uno de los criminales más significativos de la historia moderna europea, el dictador Francisco Franco. También los presos y presas estuvieron al servicio de órdenes eclesiásticas femeninas (Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, etc.).

Los hijos de los republicanos
Otro horror que afectó a derechos fundamentales fue la separación y secuestro de miles de niños de sus madres. Algunas madres fueron fusiladas después del robo de sus hijos, las que tuvieron mejor suerte perdieron la pista de su descendencia para siempre, se dieron casos de mujeres que se encontraban embarazadas en el momento de ser ejecutadas. La mayoría de estos niños fue a parar a manos de militares e instituciones de la iglesia católica, donde fueron educados conforme al régimen nacional-católico. Se da el caso de madres que después de buscar a sus hijos -pese a enormes dificultades, ya que el régimen casi no dejó pistas- los han encontrado educados conforme al nacional-catolicismo y poseídos de un odio visceral a los republicanos. La presencia de niños en las cárceles y su elevado índice de mortalidad por las penosas condiciones de vida son significativas del horror franquista. Miles de niños y niñas secuestradas de padres republicanos fueron a parar a centros de educación del régimen. Las cifras dan una idea estremecedora de este hecho. En el año 1942 había en escuelas religiosas y centros estatales 9.050 hijos de reclusas y en el año 1943 la cifra aumentó a 10.675, de los que 6.685 eran niñas.

La vida en las cárceles
Las condiciones de vida en las cárceles españolas fueron duras y terribles, como lo demuestra el testimonio de las personas que hoy en día nos ofrecen sus relatos. Hay que tener en cuenta que la asistencia letrada era prácticamente inexistente durante los años de mayor represión del régimen. El militante del PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya) Miquel Núñez estuvo colgado más de veinticuatro horas de las tuberías de la calefacción en las dependencias de la Prefectura de Policía de Barcelona. En Madrid, el militante comunista Heriberto Quiñónez fue llevado en una silla al paredón por dos compañeros suyos para ser fusilado, ya que no se valía por sí mismo debido a las torturas que sufrió en la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol. Sus compañeros también corrieron la misma suerte más tarde. Ejemplos como éste los encontramos en número incontable; anarquistas, socialistas, trotskistas o simplemente republicanos que corrieron la misma suerte de horror.

El hacinamiento en celdas que duplicaban y triplicaban su capacidad, los malos tratos, una alimentación en malas condiciones y por debajo de lo que necesita un ser humano, más las enfermedades propias que provocan estas condiciones de vida, diezmaron a una población reclusa cuyo delito fue luchar contra el fascismo o simplemente ser un librepensador o un demócrata. La ignominia llegó a casos espeluznantes como los experimentos que efectuaron algunos “médicos” franquistas al estilo nazi como el psiquiatra Vallejo Nágera. En especial y según lo dicho anteriormente, las mujeres presas sufrieron un terror añadido por su condición de mujeres. El que escribe pudo comprobar in situ cómo las presas sufrían abusos sexuales durante su estancia en la Prefectura de Policía de la Vía Layetana de Barcelona durante el final del franquismo, en concreto en el mes de septiembre de 1975. Cabe recordar cómo en plena transición, con las Cortes constituidas y el Rey entronizado, se cometieron torturas atroces de las que fueron víctimas personas que lucharon por la democracia.



*Lluís Biosca es vicepresidente de la Associació Catalana d´Expresos Polítics Antifranquistas. Este artículo fue publicado originalmente en la edición impresa de la Revista Pueblos Nº 12, Especial Derechos Humanos, verano de 2004..



La historia oculta de IBM: vendió 700.000 tarjetas a Franco para ganar la Guerra Civil


https://www.elconfidencial.com/tecnologia/2018-04-21/otra-historia-de-ibm-tarjetas-franquismo-guerra-civil_1552819/


ESPIONAJE Y TARJETAS PERFORADAS

El gigante de la informática colaboró con el bando sublevado en los últimos meses 

de la contienda: según el investigador Edwin Black, "fue clave para que Franco ganara 

la Guerra Civil"



Foto: Los sublevados, dirigidos por Franco, habrían utilizado material de IBM para ganar la guerra. (Fuente: Wikimedia Commons)
Los sublevados, dirigidos por Franco, habrían utilizado material de IBM para ganar la guerra. (Fuente: Wikimedia Commons)
La dilatada historia de IBM, fundada en 1911 con el nombre de CTR(Computing Tabulating Recording Corporation), no está exenta de sombras que empañan sus muchas luces. Bajo el paraguas de la compañía centenaria se inventaron el cajero automático, el disquete, el disco duro y aún hoy la empresa asombra al mundo con el desarrollo de su inteligencia artificial, llamada Watson en honor al más carismático líder de la compañía. Sin embargo, las vicisitudes empresariales llevaron a IBM a tomar decisiones cuestionables como negociar con los regímenes fascistas en España y Alemania.
"En los primeros 3 meses de 1939, IBM vendió 700.000 tarjetas perforadas a España", asegura a Teknautas el investigador estadounidense Edwin Black. El país estaba en plena Guerra Civil y el destinatario de aquellas cartulinas preparadas para contener información no era otro que el bando sublevado de Francisco Franco.




'IBM y el Holocausto'

Hijo de judíos supervivientes de campos de concentración, Black es el autor de 'IBM y el Holocausto', un libro en el que se pone de manifiesto la colaboración de la compañía dirigida por Watson con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial a través de la venta de maquinaria y tarjetas perforadas que, entre otras cosas, se utilizaron para la organización de los campos. Sin embargo, aquella no era la primera operación de IBM en suelo europeo en tiempos bélicos.



Tarjeta perforada de IBM para los nazis. (Fuente: Edwin Black)
Tarjeta perforada de IBM para los nazis. (Fuente: Edwin Black)
"Si recibes tantas tarjetas perforadas en tan poco tiempo, estás preparado para multiplicar tus operaciones", explica el investigador. Y el momento en que llegó esa venta masiva al bando de Franco no fue casual. El material tecnológico se recibió a comienzos de 1939, cuando apenas faltaban semanas para que Franco suscribiera, desde Burgos, el último parte de guerra dando por finalizada la contienda. "La ayuda de IBM fue clave para que Franco ganara la Guerra Civil", sentencia Black.
La ayuda de IBM fue clave para que Franco ganara la Guerra Civil
Aquel parte del 1 de abril de 1939 fue el del célebre "cautivo y desarmado el Ejército Rojo". Según Black, las tarjetas perforadas habrían sido utilizadas por Franco y los suyos precisamente para eso: dar caza y recluir a sus oponentes. "Se les dio un uso relacionado con el censo militar, pero también para las encarcelaciones y la organización de prisioneros en campos de concentración y, sobre todo, para que los servicios secretos [el SIPM, Servicio de Información y Policía Militar] siguieran a republicanos", desglosa el investigador.

Rastrear a partidarios del Gobierno

Las tarjetas de IBM "fueron programadas para rastrear a los partidarios del Gobierno democrático para que pudieran ser detenidos", añade el historiador Edwin Krales, que también ha indagado acerca del papel de la tecnológica en los grandes acontecimientos de la primera mitad del S.XX. Estos contenedores de información eran la clave para que las tabuladoras Hollerith fueran útiles. "Configuraban las máquinas para cualquier cosa que estuvieran buscando", explica Krales.
No obstante, Black aclara que la relación entre IBM y los regímenes de Hitler o Franco era estrictamente comercial. "IBM vendía estas tarjetas perforadas no por afinidad al fascismo, sino porque aspiraba al dominio mundial de la informática", argumenta.



Hitler, de espaldas, sentado junto a Watson (a su izquierda), presidente de IBM. (Fuente: Edwin Black)
Hitler, de espaldas, sentado junto a Watson (a su izquierda), presidente de IBM. (Fuente: Edwin Black)
Con ello, Black no resta importancia a la colaboración del gigante tecnológico con el golpe militar en España o el Holocausto nazi. De hecho, a día de hoy, el autor se dedica a recorrer las facultades de Informática de medio mundo pidiendo, con las sombras de Watson y la compañía como argumento, que el nombre del líder de IBM desaparezca de rincones honoríficos de las universidades. "IBM nunca ha pedido disculpas ni ha dado explicaciones por los miles de muertes que provocó en la Guerra Civil", denuncia el investigador. Al respecto, la compañía tampoco ha respondido a las preguntas de Teknautas.

El laboratorio de la Guerra Civil

Si la Guerra Civil sirvió de campo de pruebas para que los contendientes de la entonces futura II Guerra Mundial experimentaran el potencial de su armamento, para IBM la oportunidad de vender su material al bando franquista no fue muy distinta. "La Guerra Civil se convirtió en el terreno de prueba para averiguar la eficacia de las tarjetas perforadas", explica Krales.
La firma siguió haciendo tarjetas perforadas para las redadas de los nazis
Tras la Guerra Civil, prosigue, IBM seguía produciendo tarjetas perforadas que se usaron en los territorios ocupados por los nazis "para llevar a cabo sus redadas". Hoy, una de estas tabuladoras se conserva en el Museo del Holocausto de Washington, y fue precisamente ante esta máquina donde Black se preguntó por primera vez cuál era la relación entre IBM y la Alemania nazi. Años más tarde, publicaría su investigación.
Volviendo a España, lo cierto es que una vez terminada la contienda fratricida, la relación entre Franco y la tecnológica estadounidense no se dio por concluida. Una noticia publicada el 4 de enero de 1946 por el diario 'ABC'anunciaba la "entrega al Caudillo de un importante donativo" procedente de las arcas de IBM. "La International Business Machine Corporation, de Nueva York, hace donación de 109.000 pesetas para su reparto entre las clases más necesitadas", explicaba la nota.



Almacén de IBM con cajas de tarjetas perforadas una vez terminada la Segunda Guerra Mundial. (Wikimedia Commons)
Almacén de IBM con cajas de tarjetas perforadas una vez terminada la Segunda Guerra Mundial. (Wikimedia Commons)

Donaciones

50.000 de esas pesetas iban a parar directamente a manos de Franco, según 'ABC', para que él fuera el encargado de repartirlas. El dictador agradecía entonces "los generosos sentimientos filantrópicos de Mr. Watson, recordando al propio tiempo que no es la primera vez que este señor envía donativos a España".
Para Black, estas habituales donaciones que el propio Watson hacía a través de su empresa habrían sido más bien una suerte de pagos por los servicios prestados. "España se convirtió en un país neutral importante: era un interlocutor entre Nueva York y Alemania", argumenta el investigador.
El investigador asegura que la relación de la compañía con el fascismo duró una década
El comercio directo con Alemania e Italia (tanto con sus Gobiernos como con sus empresas) estaba completamente prohibido para las compañías estadounidenses. Sin embargo, España y Suiza eran las grietas perfectas por las que colarse: su condición oficial de países neutrales durante la Segunda Guerra Mundial los convertía en la puerta de entrada para que IBM introdujera sus tarjetas perforadas con destino final en las potencias del Eje. "España funcionó como un socio para IBM", sentencia Black.
Así, según el investigador, la relación comercial de IBM con el fascismo se habría extendido durante casi una década por medio de la venta de material tecnológico. Un presunto borrón en el historial de la centenaria compañía respecto al que, ni hoy ni hace setenta años, se ha pronunciado IBM.

La nieta de Pedro Urracal, 'cazador de rojos': "Mi abuelo era un represor franquista"


https://www.eldiario.es/sociedad/nieta-cazador-abuelo-represor-franquista_0_762224357.html


Unamuno: agente E-8001 de la Gestapo. Bajo el seudónimo está Pedro Urraca, el agente franquista en la Francia ocupada por los nazis que detuvo al político catalán Lluís Companys antes de ser fusilado por el régimen, rastreó al que fuera presidente de la República Manuel Azaña y propició la captura del líder de la resistencia francesa, Jean Moulin. Su nieta, Loreto Urraca, siente "desprecio" por elcazador de rojos. Y ha escrito su historia en un ajuste de cuentas literario que destapa las alcantarillas de la represión de Franco.
Loreto Urraca Luque conoció a su abuelo con 18 años, en 1982. Antes apenas supo de él, hasta que el azar trajo a sus manos un recorte de prensa de un reportaje de El País titulado El cazador de rojos que contaba la verdadera identidad de Pedro Urraca Rendueles. Era el año 2008. Desde entonces bucea en archivos para trazar la huella criminal de su abuelo, retratado en la novela biográfica  Entre hienas(Editorial Funambulista) que acaba de publicar.
La autora certifica con su trabajo la estrecha colaboración durante la Segunda Guerra Mundial entre el franquismo, la Alemania nazi de Adolf Hitler y la policía del régimen de Vichy en la Francia ocupada del mariscal Philippe Pétain. El trayecto existencial de Urraca sirve como ejemplo del auxilio entre los aliados fascistas y  Entre hienas arroja luz a la Memoria Histórica desde el aporte de una descendiente de franquistas.
Loreto Urraca, autora de 'Entre hienas'.
Loreto Urraca, autora de 'Entre hienas'.
"Desenterrando tu pasado te pongo en evidencia y expongo la magnitud de vuestros estragos", escribe en una carta póstuma a su abuelo. "Mientras busco más datos para recomponer tu verdadera historia, intento recuperar del olvido a vuestras víctimas para así liberarme del lastre de tu infamia y poder seguir viviendo con dignidad", continúa. Porque, como finiquita, "la culpa no se hereda, pero el daño está hecho, y el dolor y la vergüenza perduran".

El policía que caza a Companys

Pedro Urraca era "un oscuro policía" dedicado a cazar a republicanos exiliados. Detuvo a Lluis Companys, el 13 de agosto de 1940. Condujo a la muerte al presidente de la Generalitat de Cataluña –fusilado el 15 de octubre– con su entrega a Franco en la frontera francesa. También siguió la pista, sin éxito, al presidente de la Segunda República entre 1936 y 1939, Manuel Azaña.
"Cuando lo conocí en Madrid no pensaba en esas ataduras del pasado, que no sabía, aunque los encuentros nunca fueron agradables, era como si intuyera algo", cuenta Loreto Urraca a eldiario.es. Las historias del abuelo deslizaban un extraño rastro. "Hasta que en el año 2008 reconozco su fotografía en una noticia y a partir de ahí empecé a enterarme de quién había sido", explica.
Foto de Lluis Companys cuando Pedro Urraca le entrega en Hendaya.
Foto de Lluis Companys cuando Pedro Urraca le entrega en Hendaya.
Durante años, Urraca persiguió a refugiados huidos tras la guerra civil española. Es el caso del ministro de la Gobernación, Julián Zugazagoitia, detenido en París y ejecutado en Madrid. Interrogó a otros como el expresidente del Consejo de Ministros, Manuel Portela, a Josep Tarradellas o al ministro de Justicia, Mariano Ansó. Además de las detenciones, los agentes franquistas despojaban a los republicanos de sus bienes y documentos, vaciaban sus cuentas corrientes e intentaban evitar que embarcaran rumbo a México camino del exilio.
"Mi abuelo era un represor franquista con una biografía muy potente", dice Loreto. En la carta que dedica usa "la palabra desprecio" lanzada contra un momento en que el abuelo "quiere contarme sus memorias y yo quería marcar distancias". Ahora el libro le sirve "como catarsis personal", como un proceso "de aceptar, asumir y digerir" el vínculo atado a un apellido, Urraca, que pretende "limpiar de alguna manera".

Redes contra la resistencia a los nazis

Pedro Urraca también lanzó sus redes sobre el director del Consejo Nacional de la Resistencia durante la ocupación de Francia por los ejércitos del Tercer Reich, Jean Moulin. Contribuyó a que la policía secreta de Hitler arrestara al enlace de Charles de Gaulle. Moulin acabo muriendo a causa de las torturas que sufrió.
Pasaporte de Pedro Urraca Rendueles en 1939.
Pasaporte de Pedro Urraca Rendueles en 1939.
Urraca también señaló a otros activistas internacionales como la pintora y resistente de origen judío Antoinette Sachs, a la que denunció ante la Gestapo. Por estos casos, y ya en la Francia liberada, el espía acabó denunciado por trabajar "con el enemigo" y condenado en rebeldía a la pena de muerte en 1948. Aunque logró sortear el destino huyendo a Bélgica, donde ejerció como funcionario del Estado español hasta el año 82 con una especie de oficio diplomático para investigar –en la práctica, seguir vigilando– a emigrantes.
"No es habitual que una descendiente de franquista cuente esta historia", asume Loreto Urraca. "Nunca me planteé cuando empecé a escribir si era la primera o había otras personas haciendo algo similar", dice. "En el proceso de investigación he conocido que en Francia y Alemania sí hay iniciativas de nietos" que convierten las memorias familiares en relatos literarios. En España, precisa, "no he encontrado a nadie, pero no sé si soy la única".
Loreto define a Pedro "como un buen producto de su tiempo". Un policía "que entró durante la República" y era "consecuente con su función sin plantearse la ética de las órdenes que le daban". Alguien, subraya, "carente de ideales" con el único interés "no sólo de sobrevivir a las guerras por las que pasó sino de vivir bien".

Los "desdichados que arrastran su derrota"

Urraca murió el 14 de septiembre de 1989. Había regresado a España tres años antes. Y conoció a su nieta el año que su país natal celebraba el Mundial de Fútbol. "Me debes que te rescate de la eterna noche en la que deberías haber permanecido", apunta Loreto a su abuelo.
Foto de la ficha policial de Pedro Urraca Rendueles.
Foto de la ficha policial de Pedro Urraca Rendueles.
Por eso en Entre hienas pone sobre la mesa los secretos de un agente franquista en la Francia ocupada por los nazis. Con un trabajo documentado a través de expedientes, cartas y diarios con el que quiere "divulgar esa parte de la historia de España que deliberadamente se nos había ocultado". Esas alcantarillas del franquismo en las que se movía libre y dispuesto el cazador de rojos.
En el libro revela detalles inéditos de la entrega de Companys y plantea una tesis diferente sobre la captura del jefe de la resistencia, Moulin. Antes, Loreto había puesto en marcha una página web titulada Pedro Urraca: Los ojos de Franco en Francia donde ha recopilado cientos de nombres de represaliados e investigados que aparecían en los informes que su abuelo, el policía franquista, enviaba desde París.
"¿Había humanidad en ti?", se pregunta. "¿Alguna vez sentiste compasión por aquellos ‘desdichados que arrastran su derrota por el mundo’, por usar tus propias palabras?", narra Loreto Urraca, la nieta del criminal, la familiar de un franquista que tira de memoria para "descubrir la cara desconocida de la represión totalitaria". Y para cerrar heridas, también, entre los descendientes de los victimarios.

"El Chato, miradas de otra época". Chema Menéndez. Ya a la venta.

https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1791853087790075&set=a.1386107405031314.1073741827.100008962038850&type=3&hc_ref=ARRXj8gqwzk3K8Zr_8MVCQlW8RROV_RBGDPBKruDlQIWl5EYDWZgpKulm8bOlUBIFLA&fref=gs&dti=231378513588537&hc_location=group


Ya tengo los primeros ejemplares del libro sobre la figura de mi abuelo, además, ha venido con un pan debajo del brazo. El próximo día 23 de abril, día del libro, participaré en el programa especial de radio que se emitirá, sobre las 12h:00, en La Berlinesa Café para Leer, calle Ventura Rodríguez 22, una singular librería del barrio de Princesa. 

Seguimos recuperando a mi abuelo: Jaime Menéndez, "El Chato", el primer español redactor de "The New York Times" y también a sus coetáneos con fotografías algunas inéditas de María Teresa León, Clara Campoamor, Josefina Carabias, Luisa Carnés, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Alejandro Casona, Xavier Cugat, Miguel de Unamuno, Valle-Inclán, Ernest Hemingway, John Dos Passos, André Malraux, Vicente Aleixandre, Eduardo de Guzmán, Javier Bueno, Manuel Navarro Ballesteros y otros muchos.

Te esperamos.


https://libros.com/comprar/el-chato-miradas-de-una-epoca/



"Mejor quisiera estar muerto, que preso toda la vida en el penal del Puerto"

http://www.publico.es/sociedad/mejor-quisiera-muerto-preso-vida-penal-puerto.html


Un documental inédito de las directoras Vanessa Perondi y Sara Gallardo relata la crudeza de la vieja cárcel del Puerto de Santa María, uno de los bastiones represivos más importantes del régimen. 16.000 presos políticos pasaron por este penal. 600 hombres perdieron la vida dentro de sus muros.




Antigua imagen de la prisión del Puerto de Santa María. / Relatoras Producciones



Nadie en el Puerto de Santa María (Cádiz) olvida una copla antigua que recuerda la terrorífica cárcel, la del Penal, que tuvo abiertas sus puertas hasta 1981. “Mejor quisiera estar muerto, mejor quisiera estar muerto, que preso para toda la vida, en ese penal del Puerto, Puerto… Puerto de Santa María…”. Los familiares y vecinos del pueblo gaditano recuerdan aquel espacio donde murieron casi 600 presos en plena posguerra. “¡Esto no es una prisión, esto es un penal!”. El Penal fue el “mal del mal” detallan los familiares. Hambre, enfermedades, hacinamiento y torturas castigaron a cientos de hombres hasta bien entrada la Transición. Muchos de ellos murieron por enfermedades relacionadas con la desnutrición y falta de alimento.
El documental ‘El Penal: rostro y alma del mito’ recoge el ingente trabajo del Foro por la Memoria de El Puerto para la recuperación de todos los presos políticos que pasaron por este bastión represivo. 16.000 hombres encarcelados hasta finales del régimen. Solo en la posguerra la prisión alcanzaría niveles de población escalofriantes. 5.479 reclusos, quintuplicando el número de presos habituales antes de la guerra.

Ni hablar, ni cantar, ni silbar… silencio absoluto 

Más de 16.000 hombres encarcelados hasta finales del régimen
Vanessa Perondi y Sara Gallardo, autoras del documental, relatan a Público como todos los testimonios documentan el terror que se vivía intramuros. Una auténtica “cárcel del horror” y mucho penar. “Hablamos de hacinamiento, enfermedad, y hambre. Porque en esta prisión la gente moría de hambre. La población reclusa era totalmente desorbitada pero el dinero que se tenía para preparar el rancho de los presos no se aumentó, con lo cual la gente no llegaba a ingerir las calorías necesarias para subsistir”.
La dieta de los reclusos se componía de alimentos en estado de descomposición. El estudio ‘Una cárcel de Posguerra’, de la prisión central del Puerto en 1940 destaca que “no había otro menú que berzas forrajeras: nabos podridos cocidos con agua, coles, vainas de habas”. El hambre arreciaba sobre una población que fallecía víctima de la desnutrición.
Pilar Peruyera vicepresidenta del Foro por la Memoria de El Puerto, afirma a Público como la represión franquista llevó en este municipio a la muerte y humillación pública de “obreros, comerciantes intelectuales que habían sido muy respetados socialmente y pasaron a convertirse en criminales”.
Las condiciones de vulnerabilidad eran muy fuertes, sin protección ni medidas higiénicas. “Se vive una incautación física y moral a través de una humillación personal de cada uno de los reclusos”. La cifra de fallecidos es tremenda. 600 presos mueren en la represión dentro del penal, “Caquexia, síndrome carencial, tuberculosis, tifus, ulceras…” apunta Peruyera. Una extensa tipología de fallecimientos para maquillar los datos. El informe de los Libros del Cementerio y de Defunciones del capellán de la Prisión así lo confirma. Se contabilizaron 318 muertes no violentas entre abril de 1939 y julio de 1942.
Ramón Rubial, uno de los presos que aparece en la cinta relata que “había días que morían hasta tres presos de inanición”. Cuenta cómo tenían que dormir de canto porque si no, no cabían. A parte estaban los que fusilaban, torturaban... "Eran presos políticos en manos de sus enemigos".
Fotografía de Lucía García Cobos. / Relatoras Producciones
Lucía García Coiros es otro de los testimonios más crudos del documental. Actualmente reside en Puerto Real y relata la historia de su madre que a día de hoy tiene una estatua en uno de los jardines de la vieja cárcel. Recuerda, a pesar de que era una niña, cuando su madre iba a ver a su padre que estaba allí encarcelado. “El murió de tuberculosis o caquexia no recuerdo exactamente pero no duró mucho tiempo allí. Fue muy duro todo aquello”.
Uno de los datos que dejaría atónitas a las directoras de ‘El Penal: rostro y alma del mito’ fue las historias sobre las celdas de aislamiento. Pilar y Vanesa cuentan como los presos que iban a estos espacios lo hacían por periodos de hasta 90 días. “No podían emitir ningún sonido, ninguno. Ni cantar, ni silbar, ni hablar contigo mismo, ni toser... nada, silencio absoluto”.

Un antiguo monasterio religioso

"Eran presos políticos en manos de sus enemigos"
El famoso penal del Puerto de Santa María se construyó sobre los cimientos del antiguo monasterio de la Victoria, desamortizado a finales del siglo XIX. No fue hasta la posguerra cuando la Prisión Central del Puerto de Santa María alcanzaría los niveles de poblamiento más elevados de su historia. El municipio gaditano contaba con una población de 22.264 habitantes. El 20 por ciento de su población se encontraba cumpliendo condena. Tres de cada diez hombres que estaban censados en El Puerto en 1940 eran reclusos.
La procedencia era diversa. El investigador Daniel Gatica apunta que esta prisión “se convirtió en uno de los centros penitenciarios cuantitativamente más importantes de todo el país”. No llegaban a la mitad (43,17 por ciento) los presos andaluces, siendo el mayor grupo, vecinos del resto de España (55,92 por ciento). Tampoco faltaba entre sus filas un reducido grupo de 50 extranjeros. Sin embargo, los estudios realizados han permitido descubrir que el perfil más típico de la prisión del Puerto en la posguerra sería el de varón, de 36 a 37 años de edad, casado, que sabe leer y escribir y cuya actividad económica la desarrollaba como campesino o jornalero.
Documentación requerida a los presos en la cárcel del Puerto de Santa María. / Relatoras Producciones
La insalubridad alcanzaba cotas estremecedoras. Miles de presos se veían obligados a hacer sus necesidades en un recipiente que se iba pasando de celda en celda…, no existían condiciones de habitabilidad. “Ventanas sin cristales, naves y servicios higiénicos insuficientes”. Un auténtico infierno.
No fue hasta los años cincuenta cuando se produjo una “disminución efectiva del número total de reclusos” con la creación dentro del penal de células de los partidos políticos y organizaciones sindicales clandestinas”, según destaca el periodista Manuel Martínez.
Con la llegada de la Transición en esta cárcel se seguía ejerciendo la violencia. Sin piedad. De hecho hasta que se cierra en 1981 hay testimonios que lo atestiguan como el de Vladimiro Fernández Tovar que abandonó la prisión en 1977 quedando en libertad bajo la ley de Aministía.

Un sujeto “peligrosísimo”. Manuel Villanueva 

Fotografía de Manuel villanueva. / Relatoras Producciones
El documental da también voz a la desolación de las familias que hasta hace muy poco no conocían la realidad de lo vivido por sus familiares. Mario, bisnieto de Manuel Villanueva de Miguel, preso en el Penal, recuerda a Público como la historia de su bisabuelo ha podido salir a la luz gracias a la documentación rescatada por el investigador Fernando Romero.
Mario, bisnieto de Manuel Villanueva apunta como ya en el mes de julio “Manuel se tuvo que esconder para que no tomaran represalias” contra él. Era muy conocido en su pueblo, no solo por la profesión que desempeñaría toda la vida, la del ladrillo y el cemento, arreglando más de una casa en El Puerto. Permanecería dos semanas escondido en Fuenterrabía, hasta que acuciado por el hambre decidió regresar y amparado por la noche —disfrazado de mujer, se rumoreó— se presentó en casa de su suegra.
En aquella época Villanueva estaba casado con Teresa Pérez y contaban con cuatro hijos: Juan, Teresa, Manuel y Patrocinio, afincados en calle Durango. Escondido en un ‘sobrao’ y desde aquel mismo escondite tuvo que vivir la muerte de su hija. El 14 de enero de 1938 Manuel escucharía el llanto de la niña sin poder acercarse por poner en peligro a los suyos.
Durante el transcurso de su permanencia en aquella habitación, su mujer y sus cuñadas fueron torturadas en diversas ocasiones. La esposa de Villanueva fue conducida a la conocida “tapia del cementerio”, llevada allí por el falangista Ramiro Blanco. En una de esas idas y venidas Teresa fue amenaza “con que le iba a pasar algo malo si no manifestaba el sitio donde se encontraba su marido”, afirma su bisnieto Mario. Nunca llegaron a revelar ninguna información.
Villanueva se entrega en 1939. Permaneció preso en distintas cárceles terminando en el Penal de El Puerto, donde fue puesto en libertad en agosto de 1941. Pasaría en prisión 852 días de su vida encarcelado tras conmutarle la condena a 12 años de reclusión.
Todos los informes militares que se han extraído sobre Villanueva son “extremadamente desfavorables”. Considerado peligrosísimo y uno de los extremistas de la localidad de actuación más destacada. Su único delito para el régimen era haber sido presidente durante la República de la Federación Local de Sociedades Obreras. En los tiempos del Frente Popular.

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