divendres, 26 de juliol del 2013

Memoria.cat, un referente de la memoria histórica, busca mecenas para mantenerse El Gobierno español y la Generalitat de Catalunya han recortado las subvenciones a las entidades memorialísticas | El portal recoge, en 23 webs, centenares de documentos inéditos clave para conocer la Catalunya del siglo XX


http://www.lavanguardia.com/local/bages/20130726/54378830498/referente-memoria-historica-busca-mecenas.html


Manresa - Bages | 26/07/2013 - 00:30h
Memoria.cat, un referente de la memoria histórica, busca mecenas para mantenerse
'El arco de Triunfo en la plaza Mayor', de Charles Clifford. Tomada en 1860. Propiedad de la Biblioteca Nacional de España y Memoria.cat
Carles Jódar
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Manresa
El manuscrito en el que Carme Ballester, la segunda esposa de Lluís Companys, escribió de su puño y letra en 1969 y en el qué narra la irrupción de los alemanes en su casa de La Baule y la detención de su marido, documento encontrado en un archivo de Holanda. Un listado con nombres y apellidos de personas enterradas en una fosa común de la Guerra Civil que permitió a decenas de familias saber donde estaba enterrado aquel pariente desaparecido. Otro listado de 1800 manresanos que sufrieron privación de libertad durante el franquismo. Más de 20 webs, completísimas y dedicadas, por ejemplo, a los bombardeos aéreos de Manresa o al escritor Joaquim Amat-Piniella, de quien este año se celebra el centenario de su nacimiento, o el periodista Josep Maria Planes, asesinado por la FAI en 1936.
Éstos son sólo algunos ejemplos de la labor reciente de la asociación y portal digital Memoria.cat, que se ha convertido en una voz de referencia en la recuperación de la memoria histórica de la Catalunya del siglo XX. Sin embargo, ahora se ve obligada a rogar ayuda económica a sus seguidores, porque el recorte en las subvenciones del Gobierno español y la Generalitat a la investigación en este campo la ha dejado con el agua al cuello.
Supresión de las subvenciones
“Desde que entraron Artur Mas y Mariano Rajoy a gobernar han desaparecido las subvenciones a las entidades memorialísticas”, se queja Joaquim Aloy, fundador del portal. Los historiadores que trabajan para Memoria.cat pertenecen a la Associació Memòria i Història de Manresa, entidad sin afán de lucro. Las subvenciones se destinan a los trabajos de digitalización, grabación de entrevistas y construcción de webs a cargo de profesionales y a los costes de mantenimiento de este gran portal de historia contemporánea.
En busca de mecenas
Para paliar la drástica caída de ayudas públicas –ahora sólo reciben una pequeña subvención del Ayuntamiento- la asociación ha iniciado una campaña de captación de socios y mecenas para poder seguir con su trabajo. Aunque de momento la permanencia del material online no peligra, Aloy muestra una gran preocupación por la posibilidad de no poder costear el mantenimiento y actualización que un portal de estas características requiere, a parte de no poder continuar con varios proyectos de memoria histórica que están en marcha y que considera "muy necesarios".
Miles de documentos inéditos a un clic
Memoria.cat es un portal que reune 23 webs con miles de documentos, imágenes y vídeos. Mucha de esta documentación es totalmente inédita. Desde sus orígenes ha incluido trabajos específicos sobre la historia reciente de Manresa, pero su vocación nacional la ha llevado a recopilar también trabajos de investigación y documentos muy significativos para la historia contemporánea catalana, encontrados en diferentes archivos. Originalmente el portal agrupaba las páginas personales del historiador Joaquim Aloy, pero cuando pasó a ser el portal de la entidad -en febrero del 2009- aumentó el volumen de información e incorporó otras webs individuales y colectivas.
Portal premiado y de referencia
Son varios los premios y menciones que ha recibido el portal durante su trayectoria. Es más, se ha convertido en toda una referencia en su campo, tal como explica la documentalista de TV3 Montserrat Bailac, que a través del propio portal explica que “sin matices” la página “es de una excelencia inmejorable”. La documentalista asegura que se trata de una herramienta “útil, rigurosa, multidisciplinar con múltiples posibilidades de consulta y de lectura, presentada de una forma intuitiva y sencilla”.
La página también ha sido citada como ejemplo en universidades europeas y a menudo recibe los emotivos mensajes de quienes han logrado esclarecer episodios de su historia familiar gracias al portar. Así, algunos familiares que han encontrado a sus parientes enterrados en fosas comunes les transmiten su conmoción y les agradecen su trabajo: “Fue triste y emocionante hallar el nombre de nuestro padre y abuelo, pero ahora ya sabemos dónde llevarles las flores”, rezaba uno de ellos.


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dijous, 25 de juliol del 2013

San Simón, Isla de la Desmemoria

http://www.eldiario.es/desalambre/memoria_historica_0_157134923.html


Más de 6000 presos republicanos de todo el territorio español pasaron por este campo de concentración entre 1936 y 1943. Algunos de ellos fueron fusilados en la tapia del cementerio.
Todos los intentos por preservar la memoria de las víctimas por parte de las asociaciones memorialistas gallegas han sido desmantelados por el gobierno popular de Núñez Feijoo. El próximo 27 y 28 de julio, tendrá lugar en la Isla un festival de música electrónica con el patrocinio de la Xunta y el Concello de Redondela.
Isla de Vigo utilizada como cárcel durante el franquismo.
Isla de San Simón.
Piensen en los barracones de los campos de concentración de Auschwitz o Mauthausen, en la imagen repetida de judíos escuálidos hacinados en lo que fue su corredor de la muerte. Piensen ahora en la posibilidad de despojar ese lugar de su carga histórica y construyan en su mente un complejo hotelero o celebren en sus inmediaciones un festival de música electrónica. ¿Podrían?
Los responsables de la gestión de la Isla de San Simón, en Pontevedra, sí han podido. Esta isla, antiguo lazareto de las tripulaciones procedentes del Atlántico Norte, fue, desde octubre de 1936 a marzo de 1943, uno de los mayores campos de concentración y de exterminio de presos republicanos procedentes de todo el territorio español. Los primeros llegaron en barcazas desde el puerto de Cesantes o de San Adrián, venían de las cárceles de Pontevedra y Vigo. Después, tras la caída del frente norte de resistencia republicana, comenzaron a llegar numerosos reclusos de León, Asturias, Cantabria y el País Vasco. Tras el fin de la guerra civil, pasaron por la isla presos de todas las cárceles de España. La isla llegó a concentrar a más de 6.000 reos.
Hoy, poco o nada queda que recuerde aquello. No hay placas conmemorativas que informen al visitante que allí, en la tapia del cementerio sin ir mas lejos, se fusilaba a gente. El proyecto de rehabilitación de César Portela en 2003 hace que el lugar se asemeje más a un complejo hotelero con glamour que a un centro en el que recordar a las víctimas. De lo que sí hay placas conmemorativas es del Nautilus de Julio Verne, en cuya obra “Veinte mil Leguas de viaje submarino”, el capitán Nemo cuenta el episodio de la Batalla de Rande y el oro que reposa en la Bahía de Vigo.
Isla de Vigo utilizada como cárcel durante el franquismo.
Imagen cercana de la Isla de San Simón en la actualidad./ Fotografía: S. V.
Los intentos de la conselleira de cultura nacionalista, Ánxela Bugallo, de promover el nacimiento de La Fundación Illa San Simón y convertir la isla en una “Illa de la Memoria” que recordase a los presos del franquismo han sido desmantelados por el gobierno actual del popular Núñez Feijóo.
“Ahora con la excusa de la crisis la paralización es mayor”, dice el representante de Iniciativa Galega Pola Memoria, Xoán C. Garrido. “La crisis es solo para lo que conviene ideológicamente. Sin embargo sí hay fondos para la promoción turística del lugar en el que se ha eliminado toda referencia a lo que aquí ocurrió. No hay ninguna sensibilidad ni inteligencia. Si lo que quieren es atraer el turismo, despojar a la isla de su historia empobrece su atractivo. Hoy la isla es un lugar turístico más como puede ser las Islas Cíes”, asegura Garrido.
El conjunto ha sido rebautizado por el gobierno gallego como “Illa do pensamiento”. En 2010, el gerente de la Fundación, Xabier Alonso Varela explicaba así la nueva fórmula: "La filosofía que lo sustenta es hacer de San Simón una isla para el pensamiento, la reflexión, el diálogo y la cultura. San Simón es génesis y tragedia pero sería un error quedarnos inmóviles en el pasado, (...) crear aquí un centro cultural de referencia es la mejor manera de honrar a las víctimas de la tragedia". Opinión que no comparten las víctimas y sus familiares, para quienes la “reflexión” del señor Varela, diluye la memoria. “Hoy las víctimas están dispuestas a venir aquí voluntariamente con el fin de evitar que se borre todo rastro de la realidad que vivieron”, dice Garrido con sorna, “son espacios que merecen ser dignificados”.
Por ello, para dignificar este espacio y combatir la ausencia de memoria, cada año, en fechas cercanas al 18 de Julio -día del golpe de estado contra la República-, las asociaciones memorialistas de Galicia, junto a los ex-presos y sus familiares, se reúnen en la Isla para recordar a todas las víctimas del franquismo. El pasado domingo, honraron a los oficiales del ejército de la marina gallega, quienes pagaron con su vida el hecho de mantenerse fieles al régimen democrático establecido. Desde 2006, declarado “Año de la Memoria en Galicia” a iniciativa de las asociaciones, éstas no han cejado en su empeño de lograr la adopción de medidas institucionales y la dotación de recursos públicos suficientes que garanticen su derecho a la verdad, la justicia y la reparación. Promovieron junto a tres universidades gallegas el proyecto de investigación “Nomes e Voces”, una extensa base de datos de los represaliados del franquismo en Galicia. Todos ellos piden ahora la elaboración de un archivo histórico de esta llamada colonia penitenciaria con todo el material que existe disperso, entre fotografías y fichas de los presos. Sin embargo, explica Garrido, no hay ninguna aportación pública y el proyecto está completamente paralizado.

La Xunta de Galicia y el Concello de Redondella sí ha decidido destinar recursos a la celebración de un festival de música electrónica que tendrá lugar en San Simón los próximo días 27 y 28 de Julio. El Festival Sinsal se presenta como “una apuesta por la música en directo en espacios cómodos, confortables, sin humos, ni ruidos de vasos, a partir del 2010 dimos un paso más allá”. “Llevamos la música a lugares insólitos”, reza el eslogan. Poco queda que añadir al asunto. En su página web no hay ninguna mención a los presos de la isla, tan solo una breve referencia a su “gran carga de memoria histórica”.
“Esto es una vergüenza, es un santuario de memoria”, dice Rubén Afonso Lobato, secretario da Comisión pola Recuperación de la Memoria Histórica da Coruña, una de las cien asociaciones que integran la Plataforma por la Comisión de la Verdad, entre las que también se encuentra laFundación Internacional Baltasar Garzón. “En un país normal esto no curre," dice Afonso, "no estoy hablando ni de izquierdas ni de derechas. Hasta (Ángela) Merkel visitó Mauthausen”. Ahora, busquen en Google “festival de música electrónica en Mauthausen”.

Isla de Vigo utilizada como cárcel durante el franquismo.
Entrega de flores en memoria de las víctimas. / Fotografía: Sheila Vélez.

Nota: El festival ha sido cancelado en respeto por las víctimas del accidente ferroviario de Santiago. 

dilluns, 22 de juliol del 2013

Las cartas del olvereño Pablo Barrera desde campos de concentración nazis, donadas al Archivo Municipal de Olvera


http://blogs.publico.es/memoria-publica/2013/07/21/las-cartas-del-olvereno-pablo-barrera-desde-campos-de-concentracion-nazis-donadas-al-archivo-municipal-de-olvera/

 
Fernando Sígler SilveraDoctor en Historia. Tutor del Aula de la UNED de Olvera
Las cartas que el republicano olvereño Pablo Barrera Pernía escribió en 1941 a su esposa, Carmen Márquez Márquez, desde los campos de detención de militares de Moosburg y Fallingbostel, en Alemania, forman parte desde el 8 de mayo de 2013 del patrimonio documental del archivo municipal de Olvera (Cádiz), gracias a la donación hecha por su hija María.
“Yo tengo muchos deseos de estar a vuestro lado y tengo la plena confianza de que llegue un día que lo esté para nunca retirarnos más”. Cuando el 19 de mayo de 1941 el prisionero 96610 trazó estas líneas con lapicero en el escaso papel que le proporcionaban en el campo de detención militar XI B de Alemania, tal vez no imaginaba que su destino sería trágicamente distinto al que auguraba. Pablo Barrera Pernía, quien años antes, durante la República, había soñado con un mundo nuevo en su Olvera natal, trataba de infundir en su esposa, Carmen Márquez Márquez, la esperanza del reencuentro. A esta fe se agarraba ella cada vez que la Cruz Roja Internacional le hacía llegar hasta Morón las cartas de su marido, preso bajo el régimen nazi. Estas misivas son hoy un testimonio escalofriante de la suerte esquiva que encontró este dirigente obrero tras la derrota de la causa republicana por la que luchó, y por eso, para que sus paisanos valoren esa parte de su propia historia encerrada en varios trozos de papel, su hija María las donó al archivo municipal de Olvera.
Pablo Barrera había huido de Olvera el 28 de julio de 1936, cuando las tropas sublevadas se hicieron con el control total de la ciudad. “Cuando mi padre salió de Olvera, mi madre estaba embarazada de mí”, evoca María Barrera Márquez. Su madre, preñada y con tres hijos, llegó andando hasta una finca llamada ‘Los Alcornocales’ que tenía el padre de ésta en la comarca. “Cuando mi madre se puso de parto, mi abuelo la llevó en burro hasta Pizarra, donde yo nací; y aunque me parieron en ese pueblo de Málaga, yo fui engendrada en Olvera”, aclara, orgullosa de su origen. Mientras tanto, su padre, Pablo Barrera, tras permanecer en zona republicana durante la guerra, logró alcanzar la frontera francesa al caer la República, y en el país vecino esperó al resto de su familia en campos de refugiados. “Mi madre nos llevó en burro a mí y a mis tres hermanos de Pizarra a Málaga; ahí nos subimos a un barco y seguimos a Almería, luego a Barcelona y después a Francia”. En los campos de refugiados volvió a reunirse la familia, hasta que Pablo Barrera fue obligado a ingresar en la Legión francesa. Cuando el ejército nazi invadió Francia en 1940, Carmen Márquez y sus cuatro hijos regresaron a España, tras haber pasado tres años en suelo galo, y se fueron a vivir primero a Morón y luego a Jerez. !Mi madre, cuando llegó aquí, sólo traía el cielo y la tierra!, expresó María de manera gráfica –y poética– para dar a entender la pobreza absoluta con la que debía afrontar su futuro.
Al otro lado de la frontera Pablo Barrera, con 33 años de edad, quedó a merced de la precaria situación en la que se vieron inmersos los republicanos españoles atrapados en la Francia de Vichy. Tras el pacto al que llegaron en septiembre de 1940 el ministro de Asuntos Exteriores de Franco, Ramón Serrano Súñez, y Hitler, que daba a éste vía libre para encerrar a los españoles en campos de trabajos forzados en suelo alemán, los colaboracionistas franceses entregaron al olvereño a la Gestapo y desde entonces su destino estuvo ligado a la tétrica política represiva del III Reich. En su condición de hombre encuadrado en un cuerpo armado, estuvo recluido en un primer momento en un campo de detención de militares, en el que al menos se le permitía mantener correspondencia con sus allegados. Era el Stalag XI-B de Fallingbostel, en la Baja Sajonia, desde donde envió a su esposa las cuatro misivas que desde esta semana se custodian en el archivo de Olvera. En la primera, fechada el 30 de abril de 1941, le decía: “Carmen, como observarás, te escribo desde otro lugar. No sé si tú recibirás mi s cartas porque yo las tuyas no. Hace un poco de tiempo te escribí una tarjeta por la Cruz Roja Internacional, no sé si la habrás recibido”. La incertidumbre sobre si recibiría noticias de su mujer quedó disipada pronto, según se deduce de una segunda carta salida de su puño y letra al mes siguiente, el 16 de mayo, en la que le confirmaba que acababan de entregarle un escrito suyo, y por los términos de su respuesta  parece que su contenido rezumaría la desesperanza de quien, en plena posguerra española, en el año de «la hambre», no veía en el horizonte sino tinieblas: “Te lamentas de tu trabajo y de nuestros hijos –le contesta Pablo–. Pues yo también lo siento y más en mis circunstancias. Así que tú te molestas y yo no sé cómo me encuentro. Quizás más que antes”.
Su hija María, cuando depositó estas misivas en el Ayuntamiento de Olvera, se emocionó al recordar una frase lapidaria de la última carta que recibió su madre desde Alemania, fechada el 19 de mayo de 1941: “Mi padre le decía que estaba en un sitio muy sano, pero ese sitio no tenía retorno”. Pablo Barrera lo escribió así: “Yo de por aquí no puedo decir más que estoy bien y más de salud, porque es un terreno muy sano. Despidiéndome de ti con muchos abrazos, igual para los niños”.
Parecía anunciar su final quien había sido uno de los principales dirigentes de izquiera durante la República en Olvera. Cuando se proclamó este régimen, en 1931, Pablo Barrera formó parte del comité local republicano-socialista que hizo las veces de gobierno municipal interino hasta la celebración de elecciones locales en los pueblos donde no hubo votación el 12 de abril –fecha de la célebre convocatoria cuyo resultado acabó con la monarquía de Alfonso XIII–, al aplicarse una ley de 1907, considerada una reminiscencia caciquil, que permitía declarar electos a los aspirantes a concejales cuyo número no superaba al de puestos por cubrir. Ese fue el caso de Olvera y, como en los demás municipios donde se aplicó dicha ley, el gobernador civil republicano ordenó el cese de los ediles proclamados –de filiación monárquica– y su sustitución por una comisión interina republicano-socialista. De ésta formó parte Pablo Barrera hasta que las elecciones celebradas el 31 de mayo  dieron paso a la primera corporación republicana salida de las urnas, pero en la que él ya no estaba integrado.
En realidad, él procedía del mundo sindical. Había sido el primer presidente de la Sociedad Obrera Socialista ‘El Triunfo’, que había sido fundada el 1 de diciembre de 1930 y que seis años después llegó a contar con 1.150 afiliados.
Cuando se inició la sublevación militar contra la República, Pablo Barrera fue uno de quienes lideraron la defensa del régimen constitucional en Olvera. Uno de los verdugos reconocidos que actuaron en favor de los rebeldes, conocido como ‘El Rubio de la Buena Moza’, contó tras la guerra una anécdota en una declaración que prestó en un procedimiento sumarísimo instruido contra un olvereño. Dijo que, una vez iniciada la sublevación pero en los días en que aún los republicanos controlaban el pueblo, Pablo Barrera le dio el alto por haberse sumado a los golpistas. El verdugo reaccionó intentando disparar contra Barrera pero no lo consiguió porque “se le encasquilló su pistola”. El dirigente obrero salvó su vida por esa circunstancia azarosa, pero fueron muchos los olvereños que cayeron asesinados por este ‘Rubio de la Buena Moza’, convertido luego, en la posguerra, en verdugo oficial del Estado franquista en las cárceles de Sevilla hasta que en 1948, en un atentado silenciado entonces por el régimen, fue cosido a navajazos en Setenil.
En las cartas que Pablo Barrera escribió desde el campo de detención de Fallingbostel preguntaba insistentemente por su hermano Pedro. Éste, jornalero afiliado a la UGT, tras haber pasado la guerra en territorio republicano, fue detenido al regresar a Olvera y contra él la justicia franquista emprendió un procedimiento sumarísimo. La Guardia Civil lo ingresó en el depósito municipal de Olvera el 5 de febrero de 1941 y el 26 del mismo mes fue trasladado a la prisión de Cádiz. Su hermano Pablo, desde Alemania, se interesaba por él en sus misivas del mes de mayo sin saber que había sido apresado. Probablemente tampoco supo que el 23 de julio se celebró en Cádiz el consejo de guerra contra su hermano, quien fue condenado a 12 años de prisión mayor por “auxilio a la rebelión militar”, expresión con la que la justicia franquista calificó la actuación de quienes defendieron la legalidad, en lo que se ha conocido como “la justicia al revés”.
Pablo Barrera fue trasladado al campo de concentración de Mauthausen el 22 de mayo de 1941. Por este centro de exterminio pasaron más de 7.000 republicanos españoles, de los que sobrevivieron unos 2.000. Allí coincidió con otros dos olvereños, un antiguo dirigente de la CNT local y teniente del ejército republicano, Eduardo Escot Bocanegra, y Cristóbal Raya Medina, que fue secretario local de la CNT y llegó al grado de capitán. Precisamente, Eduardo Escot rememoró seis décadas después a Pablo Barrera, de quien dijo que evolucionó ideológicamente del socialismo al comunismo. De él decía que él llevaba siempre una gran actividad y que «se dirigía al pueblo con facilidad». En Mauthausen no coincidieron en la misma barraca, pero hablaban en los momentos en que salían fuera de ellas. Escot recordó que Barrera le decía “con mucha voluntad”: “La Rusia ganará”, “Rusia va a ganar la guerra”, “Rusia ganará la guerra”… “Tenía un optimismo fantástico”.
En su última carta antes de su deportación al campo de exterminio, Barrera le escribió a su mujer: “Estos viajes son experiencias para la vida que nunca se borran”. Pocos meses después, el 2 de febrero de 1942, Pablo Barrera Pernía fallecía en el campo de concentració de Gusen, que distaba sólo cuatro kilómetros de Mauthausen. También peridó la vida allí su paisano Cristóbal Raya. Sólo sobrevivió Eduardo Escot, que sigue exiliado en Francia.
Como Barrera, Raya también murió en 1942. Cuando éste se despidió de Escot en  Mauthausen al ser trasladado a Gusen, le dijo: “Salud, Eduardo. A ver quién es el primero que ve Olvera”. Escot rememoró seis décadas después: “Ésas fueron las últimas palabras de Raya, las últimas que oí de él, a ver cuál es el primero de los dos que ve Olvera. Yo le dije: Quizás ninguno de los dos”.
Letras de un preso convertidas en patrimonio documental
Antes de las tres cartas escritas desde la Stalag XI-B de Fallingbostel, Pablo Barrera envió a su mujer una misiva fechada el 3 de febrero de 1941 desde la Stalag VII-A, situada en Moosburg, cerca de Múnich. En ella, muestra su extrañeza por la falta de respuesta a numerosas cartas que había enviado con anterioridad a España. Así expresó su queja: “Querida esposa: Tomo el lápiz para escribirte sin ninguna tuya; después de llevarte escritas una infinidad de cartas, lo mismo que a mis padres. Ya no puedo ocultar por más tiempo mi enojo hacia vosotros, porque no creo que todas las cartas se pierdan, me creo que más que extravío es dejación vuestra, si es que no ocurre algo anormal”. E insistía: “De ser así, primero me lo comuniques sin ocultarme nada”. En su desolación carcelaria, Pablo subrayaba su principal anhelo sin saber si sus letras llegarían a su destino: “No puedo contar más que estoy muy bien, pero siempre deseando poder volver a esa, que es todo mi deseo”. El resto de esta carta, como las otras tres que conservaba su hija María, es un deseo de saber cualquier dato de sus familiares y amigos. En su buena letra, con escasas faltas de ortografías, no cabía hablar de las condiciones en que se encontraba en los campos de detención y concentración por los que pasó. La censura de los nazis no lo habría permitido. Ahora ya son documentos de interés histórico, patrimonio documental de Olvera.

La historia de los soldados que no querían batallar

http://www.publico.es/459177/la-historia-de-los-soldados-que-no-querian-batallar


El ensayo 'Soldados a la fuerza' del historiador británico James Matthews analiza el reclutamiento obligatorio del Ejército Popular de la República y del Ejército franquista durante la Guerra Civil

ALEJANDRO TORRÚS Madrid 21/07/2013 08:00 Actualizado: 21/07/2013 08:27

Milicianos republicanos durante la Guerra Civil.- Archivo EFE

Milicianos republicanos durante la Guerra Civil.- Archivo EFE

No todos los soldados y milicianos que batallaron en la Guerra Civil quisieron hacerlo. Entre la España que apoyó el régimen legítimo de la República y la España que se levantó en armas junto al bando golpista de Francisco Franco, se sitúa una tercera España. Un país de pobres que fue reclutado a la fuerza, que trató por todos los medios posibles de eludir el servicio militar y al que la Guerra Civil le fue un conflicto distante, externo e impuesto desde arriba.
"En julio de 1936 solo una pequeña minoría de militantes había interiorizado una de las ideologías y estaba dispuesta a luchar y a matar para imponer sus puntos de vista sobre la otra España", escribe el historiador británico James Matthews en el ensayo Soldados a la fuerza (Alianza Editorial). Para defender su tesis, Matthews expone los esfuerzos que tuvieron ambos ejércitos para retener a sus reclutas durante toda la guerra. "Los reclutas de ambas zonas recurrieron a expedientes imaginativos y a menudo desesperados para eludir el servicio", prosigue.
La obra es el primer ensayo que trata del reclutamiento obligatorio en la Guerra Civil
El reclutamiento de las tropas, defiende el historiador, dependió más de la geografía que de la ideología. Si el lugar natal de un hombre quedó bajo control rebelde tras el alzamiento, lo más probable es que ese hombre se convirtiera en soldado del bando franquista. Si, por el contrario, su localidad quedó en el territorio fiel a la República se convertiría en soldado del Ejército Popular de la República. "Sin recurrir al servicio militar obligatorio, ninguno de los dos bandos habría podido sostener una guerra de tres años de duración", argumenta.
Las reticencias de la República a recurrir al servicio militar obligatorio por razones políticas e ideológicas casi le cuestan la guerra en el otoño de 1936. Finalmente, la realidad de la guerra se impuso y la República terminó movilizando más reemplazos que los nacionales, y envió al frente a más hombres física o psicológicamente ineptos para el servicio militar. Al final del conflicto, los reclutas republicanos de más edad tenían 45 años, en comparación a los 33 años de los reclutas del ejército de Franco.
"Motivar a estos nuevos combatientes fue una tarea enormemente difícil. Ambos bandos gastaron una gran cantidad de energía y recursos en construir y reconstruir relatos para embellecer sus respectivas causas", asegura el historiador, que señala que la República tuvo que esforzarse mucho más en este aspecto ya que tenía que hacer frente al importante desafío de movilizar a sus reclutas para una guerra que iba perdiendo "poco a poco".

El soldado religioso y el soldado ciudadano

Para motivar y reclutar a los soldados, la República y el bando franquista tuvieron que crear un relato que justificara el sacrificio. Así, el bando golpista permaneció firmemente anclado en las ideas de tradición, en la evocación de la España eterna y de la Iglesia Católica. La República, por su parte, formuló una nueva definición de lo que significaba ser soldado, hombre y ciudadano en la guerra.
Del soldado republicano se esperaba que tuviera valor y entrega pero también se le animaba a saber leer, escribir y a pensar por sí mismo
"La necesidad de distanciarse de la postura ultramasculina de los 'nacionales' la obligó a modificar las nociones vigentes acerca del comportamiento masculino apropiado. Del soldado republicano se esperaba que tuviera valor y entrega, pero al mismo tiempo se le animaba a saber leer y escribir, a ser educado y a pensar por sí mismo", detalla Matthews.
Las peculiaridades más visibles del Ejército republicano fueron las campañas de alfabetización y educativas, encaminadas a la emancipación personal de los combatientes, y un discurso que buscó la lealtad de los soldados rasos a través de una obediencia inclusiva y voluntaria, más que irreflexiva y automática. Como resultado, el Ejército Popular tuvo una jerarquía más informal que la del Ejército de preguerra aunque "laxa e ineficaz".
Por contra, la disciplina del Ejército franquista se consiguió principalmente a base de amenazar con ejercer una severa violencia punitiva sobre los soldados que no dieron su conformidad al nuevo régimen. Además, el Ejército 'rebelde' también funcionó como un refugio seguro -desde el punto de vista de la represión- para quienes estaban dispuestos a contribuir al esfuerzo de guerra. "De este modo evitó violaciones graves de la disciplina y consiguió retener a miles de hombres que inicialmente no eran leales a la causa rebelde", señala.
Esta habilidad del ejército franquista para asegurar la participación incluso de los combatientes recalcitrantes "les dio una importante ventaja sobre las fuerzas gubernamentales, y es uno de los factores que explican su victoria", sentencia Matthews.