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Posted by MEMORIA ARAGONESA en 30/08/2019
CUANDO EN LAS FOSAS NO QUEDAN NI LOS HUESOS
ESTE VIERNES SE CONMEMORA EL DÍA INTERNACIONAL DE LAS DESAPARICIONES FORZADAS. ESPAÑA MANTIENE EN CUNETAS A MÁS DE 114.000 REPRESALIADOS POR LA DICTADURA, DE LOS QUE MUCHOS CORRESPONDEN A DESAPARICIONES FORZADAS. MUCHAS FOSAS COMUNES DE LA DICTADURA HAN DESAPARECIDO POR EL PASO DEL TIEMPO, EL MOVIMIENTO DE TIERRAS O LA CONSTRUCCIÓN DE CARRETERAS.
MADRID – 29/08/2019 – ALEJANDRO TORRÚS
Era el 29 de octubre de 1937. Ese mismo mes los franquistas conquistan Covadonga, un enclave de escasa importancia estratégica pero importante para la propaganda nacionalista. También las ciudades de Gijón y Avilés. En València, mientras tanto, tiene lugar el tercer pleno de las Cortes republicanas desde el golpe de Estado del 18 de julio. La Pasionaria exige que el Ejecutivo aúne a todas las fuerzas antifascistas y el presidente Negrín reconoce la necesidad de prepararse para la paz.
Pero lejos de los frentes de batalla, la paz no existe. Ni se la espera. María del Valle Lozano, de 49 años, ama de casa y afiliada al PCE permanece en la prisión de Celanova (Ourense). Junto a ella, Salud Torres Díaz, de 25 años, también ama de casa y delegada de la UGT. Las dos fueron sacadas de la cárcel. Las dos fueron conducidas a un paraje cercano conocido como Lomba de Lamas (en Xinzo de Limia). Las dos fueron asesinadas por fuerzas franquistas de un disparo en la cabeza. Era el 29 de octubre de 1937. Sus cuerpos fueron trasladados al cementerio de Mosteiro de Ribeira y fueron inscritas como “mujeres desconocidas” en el Registro Civil. Pero, en el pueblo, todos las conocían.
En ese pequeño rincón del cementerio permanecieron los dos cuerpos durante más de 80 años. O, al menos, eso se creía hasta este verano. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica comenzó el 22 de julio los trabajos para localizar los cuerpos de estos dos cuerpos. Una vecina de 96 años había señalado el lugar exacto del enterramiento. Estaban a la izquierda de la entrada de la iglesia. Pero allí ya no había nada. No quedaban restos. La propia ARMH informó en otro comunicado que “presumiblemente” la fosa común había sido “removida hace unos años durante la construcción de unos panteones“.
Los cuerpos de María del Valle Lozano, hija de Joaquín y Manuela y madre de 8 hijos, nunca se encontrarán. Salvo milagro. Tampoco los de Salud Torres Díaz. El paso del tiempo, casi 82 años desde su fusilamiento, lo ha impedido. Malena García, voluntaria de la ARMH, estuvo presente en los trabajos infructuosos para recuperar los cuerpos de las dos mujeres en Ourense. “Comprobamos que donde debían estar los cuerpos sólo había tierra de relleno. Ni siquiera podemos afirmar con certeza si las mujeres estuvieron ahí o no. Son terrenos que han cambiado mucho a lo largo de 80 años. Sólo la memoria popular guardaba un recuerdo sobre la ubicación de los cuerpos”, relata García a Público.
El caso refleja a la perfección las dificultades a las que se encuentran las asociaciones que buscan a los desaparecidos de la dictadura. Por un lado, una única testigo de 96 años que cuando sucedieron los hechos apenas era una adolescente. Por otro, un cementerio de una iglesia de reducido espacio que ha reutilizado su espacio en varias ocasiones a lo lago de más de 80 años. El tiempo pasa y las fosas del franquismo, si las autoridades no hacen nada, desaparecen inexorablemente.
“El paso del tiempo lo dificulta todo. Cada vez es más común encontrar fosas destruidas o de imposible localización. La ampliación de las carreteras, otras obras civiles, la reutilización de espacios reducidos en cementerios, la desidia de las administraciones… Son factores que influyen en la dificultad para encontrar a las víctimas de la dictadura”, narra a Público el arqueólogo René Pacheco, que ha participado en multitud de exhumaciones de víctimas de la dictadura con la ARMH.
La situación vivida en Ourense no es excepcional. Cada día que pasa es más y más complicado. Tampoco fue posible recuperar los cuerpos de represaliados en la fosa del cementerio de Rao (Lugo), en el barranco de la Bartolina (Catalayud) o en Sopuerta (Bizkaia). También terminó sin éxito la búsqueda del exalcalde republicano de Mancor de la Vall (Mallorca) y su hijo, Pau Crespí Villalonga y Nofre Crespí Riera, asesinados en verano del 1936.
La arqueóloga y doctora en Historia Antigua y Prehistoria Alicia Torija explica a Público que muchas de las fosas del franquismo se han “perdido irremediablemente” ante la falta de protección y desatención de las autoridades. Torija pone un ejemplo fácil de comprender. Muchos de los fusilados se enterraban en cunetas al borde de los caminos que salían de los pueblos. Con el paso de los años, esos caminos se convirtieron en carreteras e incluso en autovías. Las fosas quedaban así sepultadas para siempre.
“Durante muchos años no ha habido sensibilidad con este asunto. Conozco casos de obras donde se han encontrado huesos y cajas y los constructores han mirado para otro lado. Han preferido obviarlo porque sabía que le iba a dar problemas”, explica Torija.
Un caso paradigmático de una fosa sepultada bajo una carretera es el de la fallecida María Martín. Su caso se popularizó con el documental El silencio de otros. María pasó su vida luchando por sacar a su madre, Faustina González, fusilada por la dictadura. Junto a la fosa donde están los restos de su madre pasa hoy la carretera CL 501, que discurre junto a Arroyo de las Casas, a la altura de Pedro Bernando (Ávila). Su construcción provocó un movimiento de tierras que afectó a la fosa. Hoy, vecinos y viajeros circulan por la carretera donde apenas se ve un cartel que indica “fosa común”.
Prueba de lo difícil que es encontrar a las víctimas en cunetas es el caso de Srebrenika (Bosnia) y las palabras del antropólogo forense canadiense Derek Congram. Este hombre participó en las tareas de búsqueda de los 8.000 bosnios musulmanes que fueron asesinados en 1995. Las tareas de búsqueda comenzaron en 1999, sólo cuatro años después. “Cientos de millones de dólares y veintipico años después, han encontrado a 7.000. ¿Dónde están los otros?”, se pregunta Congram. La correlación con el caso español es clara. Si en una búsqueda cercana en el tiempo se han perdido mil cuerpos… ¿cuántos se pueden haber perdido en el caso español tras 80 años de olvido?
Además, en el caso de España hay que sumar nuevos factores como la acción de las autoridades franquistas y su desprecio por la dignidad de los republicanos. Sirve de ejemplo el caso de la fosa llamada ‘de los muertos’ en Aldeaseca, Ávila, que recoge el blog Crónicas a pie de fosa. Allí se encontraban siete personas (seis hombres y una mujer) represaliadas por el franquismo. Cuando se abrió sólo se encontraron los restos de un cráneo y algunas pertenencias en medio de una tierra revuelta. Los familiares descubrieron posteriormente que el 23 de marzo de 1959 entraron en el Valle de los Caídos los restos de cinco hombres y una mujer, que llegaban de Aldeaseca. Todo encajaba. En el Valle de los Caídos contaban cabeza. La persona que falta en las cuentas es el cráneo que olvidaron en la fosa de Aldeaseca. Nadie pidió permiso a los familiares para trasladar los restos al mausoleo del dictador. Fueron llevados allí por Decreto.
Estos son solo algunos casos de fosas desaparecidas. De cunetas que ya no son tal. De desaparecidos que nunca más encontraremos. Este viernes 30 de agosto se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Y España tiene poco que celebrar. Según Amnistía Internacional, de los más de 114.000 crímenes de derecho internacional cometidos durante la Guerra Civil y el franquismo y denunciados ante la Justicia, la mayoría corresponden a desapariciones forzadas.
El tiempo apremia y cada minuto es una oportunidad perdida. Desde la ARMH han exigido esta misma semana al presidente del Gobierno, en su reunión con las asociaciones de memoria, un Plan de Búsqueda de Personas Desaparecidas por la Represión Franquista.
“Volvemos a conmemorar el Día Internacional contra la desaparición forzada sin que el Estado español se responsabiliza de la búsqueda de las miles de personas que permanecen ocultas en cunetas y fosas comunes y mientras el tiempo se agota para muchos familiares que llevan más de 40 años en democracia esperando a que un gobierno les garantice sus derechos”, zanza Emilio Silva.
FOTO: María Martín, en la carretera de Buenaventura (Toledo) bajo la que yace, en una fosa común, su madre.- ALMUDENA CARRACEDO