Entrevista al periodista Eduardo Martín de Pozuelo, autor del libro “Franco, cómplice del Holocausto”
Eduardo Martín de Pozuelo lleva muchos años dedicados al periodismo de investigación en el diario barcelonés La Vanguardia. En 2004 inició las tareas de investigación sobre el franquismo, coincidiendo con el 30 aniversario de la muerte del dictador. Se desplazó hasta los archivos nacionales de Estados Unidos con el fin de encontrar alguna novedad. “El resultado nos desbordó”, afirma. Trajo al periódico 30 kilos de papeles, que dieron para un sinfín de reportajes. Un tiempo después volvió a la carga, esta vez, en los archivos holandeses y del Reino Unido; en Londres halló la documentación que relaciona a Franco con el holocausto, el motivo de su último libro.
“Franco, cómplice del holocausto” (Ed. Libros de Vanguardia) forma parte de una trilogía de libros de investigación periodística, junto a “Los secretos del franquismo” (Ed. Libros de Vanguardia) y “La Guerra Ignorada” (Ed. Debate). Además, Martín de Pozuelo ha hecho incursiones en el caso de los españoles desaparecidos durante las dictaduras de Argentina y Chile, cuyo resultado fue el libro “España acusa”; así como en la presencia de la mafia en el Estado español y la redes de contrabando de tabaco y drogas.
¿Qué se requiere para el periodismo de investigación (eres un veterano en el género) paciencia infinita, confianza de la empresa o motivación por el objeto de estudio?
Básicamente que disfrutes con el trabajo, ganas de trabajar día y noche, no reconocer tu propio derecho a la pereza y una empresa que te respalde, ya que hay que vivir y es una utopía investigar sin financiación. No es tan caro como se supone o como aparece en el cine, pero es difícil que alguien te pague un sueldo y unos gastos para rastrear algo cuyo resultado es incierto o incluso puede ser nulo. Es una obviedad, pero si investigas no sabes qué vas a encontrar (si lo sabes no hay nada que investigar) y las empresas buscan resultados. No obstante, creo que los que hemos tenido el privilegio de trabajar en esta línea hemos demostrado largamente su rentabilidad. Ahora falta que los Media españoles se den cuenta…
En 1934 llega de incógnito a Barcelona el líder nazi Hans Hellermann. ¿Cuál es su actividad? ¿Por qué le das tanta importancia al personaje en tu libro?
Hans Hellermann es un miembro del Partido Nacionalsocialista enviado por Himmler a Barcelona, donde desarrolló varias funciones a cada cual más siniestra. Era muy joven y en principio poco brillante, pero resultó ser un intrigante extraordinario. Forma parte esencial de la preparación del golpe de 17/18 de julio del 36 y es el eslabón que permite ligar más claramente al nazismo con el impulso del levantamiento del 36. Tuvo una empresa tapadera en la calle Avinyó nº 2 de Barcelona, que se llamó Hellermann & Phillipi Import Export. Fue la tapadera para extender el nacionalsocialismo por España. Además, tenía la potestad dada por Himmler para detener y asesinar judíos y disidentes, y hablo de ¡¡1934 y 1935!! Hellermann es un elemento que nos lleva hacia una historia nunca contada de la “nazificación” española y también de América Latina…
Cuentas en el libro que en 1936 funcionan 163 oficinas del partido nazi en el Estado español. ¿Es esto una primicia historiográfica? ¿Hay un apoyo resuelto de la Alemania nazi al golpe militar de 1936?
En efecto, gracias a Hans Hellermann y otros líderes nazis que acabaron trabajando para Hellermann desde que llegaron hacia 1933, se fueron extendiendo y logran crear 163 centros del partido nacionalsocialista por toda España poco antes del golpe. Centros nazis que llevan una actividad golpista, que conectan con falangistas, que extienden ideas antisemitas, totalitarias y antidemocráticas. Centros que están a favor de la guerra y que obedecen a las órdenes de Hitler, que ya vislumbra (está escrito en Mein Kampf) la Gran Alemania para la que necesita una España cercana, aliada, no democrática y anticomunista… De ahí el apoyo y el previo impulso al “Alzamiento” del que estoy convencido, aunque remito al lector a mi último libro, donde podrá ver datos precisos que apuntan en esa dirección….
En tu libro desmontas muchos tópicos. Por ejemplo, la “neutralidad” española durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Puedes poner algún ejemplo que la evidencie?
Hay tantos que si se estudiara en los colegios con los datos correctos sobre la mesa, lo que habría que explicar es cómo pudo sostenerse la “neutralidad” española durante la II Guerra Mundial. Una pincelada brevísima: Franco recibió apoyo alemán desde el comienzo de la guerra Civil y ese contacto se estrechó hasta llegar a pactos bilaterales secretos, que incluso permitían detener a una persona en España y entregarla en Alemania sin mediar extradición ni garantías legales. Hubo conglomerados de empresas nazi-españolas (SOFINDUS, HISMA, etc). La Gestapo tenía despachos en la jefaturas de policía españolas, los servicios secretos alemanes tenían en España hasta centros de instrucción de espionaje, su centro de enlace de espionaje con America latina; la policía española detenía a todos los que colaboraban con los Aliados, el Ejército participó en acciones de guerra en Gibraltar, hubo homenajes y celebraciones nazis por todo el país y los que es más importante, el Kop,s (la organización de guerra nazi implantada en España) fue descomunal. En cambio, no hubo lo mismo para el FBI, para la OSS o para el MI5. ¿No éramos neutrales?
También rechazas la interpretación de la historiografía franquista sobre el encuentro entre Hitler y Franco en Hendaya. ¿Qué ocurrió realmente?
No lo rechazo yo. Lo rechazan las actas alemanas del encuentro halladas en Berlín en 1945 y que fueron desclasificadas. En resumen. Franco no sólo no derrotó psicológicamente a Hitler (como se ha sostenido siempre) sino que fue exactamente al revés. Franco firmó todo lo que el Führer le puso delante y acepó entrar en guerra con el Eje. Franco salió muy descontento de la reunión, ya que no consiguió que Hitler le prometiera que le entregaría, digamos, el Norte de África al final de la II GM, ya que eso se lo había prometido a Mussolini. Tanto es así, que al día siguiente del encuentro el ministro de Asuntos Exteriores, Serrano Súñer, escribió una nota de su puño y letra a su colega nazi quejándose del desarrollo de la entrevista y lamentando el punto 5º de los acuerdos que allí se firmaron, y que se referían a las colonias africanas.
En “El franquismo, cómplice del holocausto”, cuentas alguna historia rocambolesca. Como el apoyo español en los años 40 al espionaje nazi en Estados Unidos. ¿En qué consiste, muy a grandes rasgos?
Es un detalle que nos acerca a la profunda nazificación española y subraya la falsa neutralidad. Veamos. El 18 de marzo de 1941 murió atropellado accidentalmente en Nueva York el espía nazi Ulrich Von Der Osten, que circulaba con documentación española a nombre de Julio López Lido. A raíz del atropello, el FBI desmontó la red de espías nazis en Nueva York que dirigía Kurt Frederick Ludwig, un agente alemán originario de Ohio que escribía sus mensajes para Alemania con tinta invisible. Los enviaba directamente Himmler a través de España, donde éste tenía un apartado de correos a nombre de Manuel Alonso. Luego, entre el 10 y el 16 de junio del mismo año, Franco acordó con Hitler (a través de sus ministros Serrano Súñer y Ribbentrop) el envío a Estados Unidos de 45 espías nazis y 30 españoles con documentación auténtica, pero falseada española. Es decir, los nazis alemanes espiaron en EE.UU. con la cobertura de la “neutralidad” española y con identidades españolas. Matizo que estas historias están más desarrolladas en “Los Secretos del Franquismo” que en “Franco, cómplice del Holocausto”, ya que son libros muy complementarios.
Incluso explicas que opera en España un entramado empresarial nazi. ¿Cómo funciona, en síntesis, y a qué se dedica el dinero?
El asunto del entramado empresarial es simple de decir y complejo de explicar. Básicamente, el centro empresarial alemán se centraba en HISMA, ROWAK y el gran conglomerado SOFINDUS; las empresas nazis participaban en el comercio hispano-alemán, intensísimo desde la guerra civil hasta pasada la Segunda Guerra Mundial.
Franco se vendió como valedor de los judíos que huían del holocausto. ¿Se corresponde ello con la realidad histórica?
En absoluto. Franco fue políticamente antisemita y judeófobo. Gracias a que ‘no perdió’ la Segunda Guerra Mundial y a que los Aliados necesitaron de la Península Ibérica por imperativo estratégico en la Guerra Fría, Franco pudo contar su versión de los hechos y falsearla para la Historia. La documentación que he encontrado en Londres y parte de la de Ámsterdam, sumada a datos hallados en España aquí y allá, demuestran que Franco pudo salvar a cientos de miles de judíos y no quiso hacerlo. Hitler se los ofreció reiteradamente. Hay numerosos documentos acerca de la oferta de los Spanicher Juden a Franco y su negativa a aceptarlos, dejándolos a su suerte, que no era otra que el exterminio. El dictador no podía alegar desconocimiento acerca del mayor genocidio industrializado de la Historia, ya que varios embajadores alertaron de lo que sucedía, incluido el de Londres, que era el Duque de Alba. Hitler sentía a Franco y a España como un apéndice de Alemania, y de ahí la oferta de vidas de población judía, que Franco rechazó una y otra vez. Ahora bien, reclamó los bienes materiales de los deportados. ¿Se puede ser más cómplice del Holocausto?
¿Cómo logró Franco lavarse la imagen de su complicidad con el holocausto?
Al acabar la guerra mundial hizo suyas las acciones individuales y heroicas de un puñado de diplomáticos franquistas, que no aceptaron formar parte de la barbarie y el genocidio. Son los “salvadores”, entre ellos, el increíble Julio Palencia, el matrimonio Santaella, Giorgio Perlasca, Rollan de Miota o Sanz Briz, que es el más conocido. Estos embajadores salvaron judíos en contra de las órdenes que les llegaban de Madrid, falsificando documentos e identidades. Y al acabar la guerra Franco fingió ante el mundo que él estaba detrás de aquellas acciones que siempre persiguió. Los cables secretos a las embajadas interceptados por los británicos no dejan lugar a dudas. Por cierto la heroína de los nazis, la más admirada, era Isabel la Católica.
Subtitulas el libro con la nota “y otros episodios desconocidos”, además de la cooperación de Franco con el holocausto. ¿Puedes poner algunos ejemplos?
Los mecanismos de control de la Prensa para lo que Goebbels envió un centenar de expertos en propaganda para que aleccionaran a los censores y a los falangistas afectos a Franco (que no todos lo eran). Las maniobras secretas de Juan Carlos príncipe para traer la democracia a España. Los servicios secretos alemanes y británicos explican cómo fue el entendimiento de Juan Carlos y Suárez, y cómo Suárez apuntó los ítems de la Transición en cuatro cuartillas que aprobó Juan Carlos y que ambos siguieron al pie de la letra. Cómo Fraga se fue a hablar con los británicos para que le apoyaran para ser presidente en el primer gobierno de la democracia, alegando que él era único indicado y que el rey era “un boy scout”, y otros muchos detalles de este tipo….
Por último, ¿Cuál es la principal aportación historiográfica de este libro escrito por un periodista “apasionado por la historia? ¿Qué aporta a los historiadores?
Que Franco fue cómplice activo del Holocausto. Que fue nazi más que fascista. Que nos queda mucho por investigar. Que los españoles no podían saber qué se cocía en El Pardo. Que si no es por el miedo a Stalin, los aliados hubieran atacado a Franco, pero se temió que al derrocarlo se hiciera con el poder un gobierno simpatizante de Moscú, y ya estábamos en la Guerra Fría. Que Juan Carlos jugó sus cartas antifranquistas y prodemocráticas (en defensa de sus intereses monárquicos, claro) con enorme riesgo personal… Y que nos falta mucho por saber de unos nazis que llegaron en los años 30 del siglo pasado, y cuyas ideas nunca más se han ido de España…