dilluns, 3 de març del 2025

Los hijos de Thomas Mann, cronistas de la Guerra Civil: “Nada es tan terrible como el destino de los niños españoles”

 https://www.eldiario.es/sociedad/hijos-thomas-mann-cronistas-guerra-civil-terrible-destino-ninos-espanoles_1_12089178.html


Erika Mann y Klaus Mann en 1927.

Cristina Anguita

2 de marzo de 2025 22:25 h

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Fueron mucho más que los hijos de un Premio Nobel de Literatura. Los hermanos Erika (Múnich, 1905-Zúrich, 1969) y Klaus Mann (Múnich, 1906-Cannes, 1949) crecieron en un entorno privilegiado, en una familia liberal que les inculcó el interés por las letras y el pensamiento crítico, además de potenciar sus inquietudes artísticas. Eran los mayores de los seis hijos del escritor Thomas Mann (Lübeck, 1875-Zúrich, 1955) y Katia Pringsheim (Feldafing, 1883-Kilchberg, 1980), hija de un matemático y coleccionista de arte judío y de una actriz, además de nieta, por parte de madre, de una escritora y activista por los derechos de las mujeres.

Los hijos del matrimonio crecieron entre algodones, rodeados de la bohemia alemana, pero sin dejarse cegar por la opulencia. En la mítica década de los años veinte, los dos hermanos eran ya figuras destacadas del círculo cultural por méritos propios: Klaus como novelista –su obra maestra, El volcán (1939), de inspiración autobiográfica, es una de las mayores novelas sobre el exilio alemán–, Erika como actriz de teatro. A medida que la hostilidad se fue instalando en la sociedad, comenzaron a participar en el periodismo y la política, con un mensaje de firme oposición al nacionalsocialismo. En enero de 1933, tras la llegada de Hitler al poder, abandonaron Alemania, de donde acabaron siendo expatriados, como el resto de su familia.

En el exilio, ambos hermanos se mantuvieron unidos y se movieron por Europa para denunciar lo que estaba ocurriendo en su país y advertir del peligro de los regímenes totalitarios. En junio de 1938, tuvieron la oportunidad de viajar a España como parte del gran movimiento internacional de solidaridad con el gobierno legítimo que se articuló en respuesta a las ayudas que Hitler y Mussolini facilitaban al bando sublevado. Pasaron por Barcelona, el Delta del Ebro, la Ciudad Universitaria de Valencia, Madrid y varios pueblos de los alrededores; hablaron con políticos, intelectuales y, sobre todo, con gente anónima, en el frente y en la retaguardia.

El resultado son las 13 crónicas reunidas en El milagro de España. Crónicas de un viaje en 1938 (Edhasa, 2024), un libro único, por cuanto no existe un equivalente en alemán –estos artículos forman parte de otras compilaciones, no había una exclusiva sobre este viaje– y han sido la editora Ana Pérez y los traductores, Carlos Fortea e Isabel García Adánez, los encargados de seleccionar los textos de entre las crónicas completas de los autores, y de ofrecerlas por primera vez en castellano. Los hermanos escribían para periódicos alemanes de ciudades como París, Basilea, Moscú o Nueva York. Por lo general, por separado, salvo un par de piezas que firman juntos para exponer sus conclusiones de la aventura.

La España republicana, unida frente el fascismo

Llegaron a España con una idea: estaban de parte de los republicanos, esto es, del gobierno legítimo. No eran ni pretendían ser imparciales; como buenos periodistas, serían fieles a los hechos, pero se implicarían en lo emocional, comprometiéndose con lo que consideraban justo, los valores democráticos. En su condición de expatriados, conocían bien el ideario fascista y no se cansaban de denunciar sus atrocidades. El bando sublevado recibía un aporte armamentístico de Hitler y Mussolini que les otorgaba una clara ventaja. Klaus y Erika esperaban encontrarse con una España abatida, pesimista, derrotada.

Los antifascistas tienen que ponerse a prueba de muchas maneras: primero en una lucha a la que se les ha obligado; pero luego, también, en positivo, mediante actos humanitarios, a través del esfuerzo pedagógico, mediante el intelecto

Las víctimas no cesaban, los bombardeos hacían estragos, había hambre y el tráfico de cigarrillos se convirtió en un recurso esencial. Sin embargo, el estado de ánimo general no encajaba con lo previsto: descubrieron a una población luchadora, organizada y con optimismo a pesar de todo. Ni los milicianos ni la sociedad civil se daban por vencidos. Los Mann quedaron admirados por su determinación, su lealtad a los principios de la Segunda República, con una España igualitaria, abierta, culta: “Los antifascistas tienen que ponerse a prueba de muchas maneras: primero en una lucha a la que se les ha obligado; pero luego, también, en positivo, mediante actos humanitarios, a través del esfuerzo pedagógico, mediante el intelecto”. Les llamaba la atención, por ejemplo, el esfuerzo por mantener la escolarización de los niños en la medida de lo posible; la educación era un motor esencial de la República.

En la resistencia había militantes de diferentes inclinaciones políticas –socialistas, comunistas, anarquistas, liberales–, pero se unieron en contra de lo que percibían como un enemigo común: “El requisito fundamental para hacerle frente es ese: la unidad de todos aquellos que están en contra del fascismo”. Esa era la clave: la unión, la fuerza del colectivo, poner el bien común por encima de cualquier individualidad. Mientras el fascismo favorecía el liderazgo único de un tirano bajo el que se sometía a la población, los republicanos eran conscientes de que dependían los unos de los otros y su acción se debía basar en la solidaridad, la igualdad de derechos, los valores humanos. Sin perder la serenidad, no se quedaban de brazos cruzados pese a la desventaja en la contienda. Era el verano de 1938 y aún quedaba guerra por delante, aún había esperanza.

Democracia, educación, cultura, solidaridad

La vida cotidiana continuaba. Los establecimientos se abrían, había movimiento en los cafés, los teatros, los comercios. Los vecinos hacían gala de una vitalidad asombrosa. Los hermanos iban tanto a las trincheras como a los hospitales, los albergues infantiles y los refugios. Erika, sobre todo, aporta una perspectiva de género sobre la guerra, al prestar especial atención a las mujeres y los niños: “Nada es tan terrible, nada provoca tan directamente la indignación y la compasión como el destino de los niños españoles”, escribe.

Las Brigadas Internacionales, junto con las políticas del gobierno, resultaron básicas para proteger a los más pequeños, y aun así no alcanzaban a todos. No había suficientes refugios, lo que llevó a algunas familias a enviar a sus hijos al extranjero –un tema abordado recientemente en la última novela de Julia NavarroEl niño que perdió la guerra; y el libro juvenil Tristes armas, de Marina Mayoral–.

Klaus, por su parte, expresa su admiración por los literatos españoles, en particular por Federico García Lorca (“ya se sabía que lo habían fusilado los fascistas […] se guarda con gran respeto el recuerdo de su terrible final”) y Rafael Alberti. Con este último y su esposa, la también escritora María Teresa de León, compartieron una velada en Madrid: “Nos enseñaron fotos del teatro que hacen para los soldados en el frente […] contribuye a animar e infundir valor a los espectadores”. En efecto, también el arte se revistió de política por las circunstancias; los artistas, los creadores, se adaptaron y contribuyeron con lo que mejor sabían hacer.

Es llamativo, sobre todo al pensar en el retroceso que se produjo después, ver cómo los defensores de la república se comprometían con la cultura. Necesitaban a una población instruida contra la ignorancia que propulsaban los bárbaros; la educación proporcionaba las armas (otro tipo de armas) a la clase trabajadora para luchar por sus derechos y sus intereses: “Un pueblo ilustrado y con formación no se deja tiranizar tan fácilmente”. Era la consecuencia de muchos años de sindicalismode iniciativas educativas liberales, de la cercanía de los creadores con el pueblo. Cuando lo necesitaron, ese pueblo actuó para poner a resguardo el patrimonio artístico, otro aspecto reflejado por los cronistas, desmintiendo el bulo difundido por la prensa fascista de que malvendían las obras de arte: “Tenemos que replicarles cada vez que lanzan y difunden estas mentiras suyas tan descomunales y absolutas […], decirles bien alto y sin alterarnos: ‘¡Mentís! ¡Ya estáis mintiendo otra vez!’”.

Hablando de ignorancia y fascismo, los Mann tuvieron la oportunidad de entrevistar a dos presos enemigos, dos jóvenes pilotos alemanes (“resultaba un tanto morboso… ir a ver a nuestros compatriotas a la cárcel como quien va a ver fieras enjauladas”). No los consideran compatriotas, “puesto que son nazis”, pero admiten que quizá, en lugar de “enemigos”, no son más que “hombres malogrados y manipulados”. Teniendo siempre presente la realidad de su país, se preguntan hasta cuándo durará esto, la barbarie que, entre otras cosas, divide a la gente, a gente que en otro contexto no se rechazaría. “¡De qué manera se han convertido en unos extraños nuestros hermanos!”, se lamenta Klaus.

¿Se puede ser pacifista en tiempos de guerra?

Conocer in situ los estragos de la contienda transformó a los hermanos hasta el punto de cuestionar una de sus creencias más arraigadas: el pacifismo, el rechazo de las armas. Al tratar con los combatientes republicanos, se percataron de que lo que estos necesitaban y pedían era más material bélico para tener opciones en la batalla; la rendición no entraba en sus planes. A diferencia de Hitler y Mussolini, los estados que apoyaban al gobierno legítimo se lo pensaban mucho a la hora de enviar a sus tropas o proveer de armas a los republicanos. Esto, constataron los Mann, era lo que estaba marcando la diferencia.

Lo que falta en España es la maquinaria y las armas que el enemigo sí está recibiendo en abundancia

Los hermanos utilizaban el periodismo para concienciar al resto de Europa, para que se involucrara en la guerra española. Comprobaron en primera persona cuán fácil era, en la distancia, pregonar la paz; sin embargo, una vez en el campo de batalla, la desigualdad flagrante de recursos ponía de relieve que, sin armas, la victoria sería de los sublevados. Y los resistentes querían combatir, luchar por la República; sabían todo lo que estaba en juego. Esta es la llamada a la acción de los hermanos Mann: “Lo que falta en España es la maquinaria y las armas que el enemigo sí está recibiendo en abundancia”.

Leídas hoy, estas crónicas no son solo una pieza brillante de reporterismo de guerra, sin nada que envidiar a corresponsales célebres como Ernest Hemingway o George Orwell, sino que, en las circunstancias actuales, y dada la naturaleza cíclica de determinados procesos históricos, invitan a reflexionar sobre cuál debe ser el papel de cada país, y de la Unión Europea, en los conflictos bélicos en curso. Vivimos en un mundo global, aún más global que el que conocieron Erika y Klaus Mann, y esa ola de confrontaciones podría extenderse de nuevo, quién sabe con qué consecuencias.

No solo los movía la compasión por el agraviado; también estaban preocupados por el futuro del continente, sabían que lo que veían podía replicarse a gran escala. Querían insuflar ánimo; estaban convencidos de que todavía estaban a tiempo de frenar la deriva

Estas piezas son asimismo un conmovedor recordatorio de los valores republicanos, de esa España que fue torturada y borrada de la memoria, con tanta astucia que incluso hoy mucha gente desconoce que hubo unos años de progreso social y educativo, con artistas e intelectuales comprometidos, con una ciudadanía movilizada por el bien común. Esa era la España que defendían los hermanos, como defendían la Alemania del esplendor cultural de entreguerras; una España que tejía lazos, que no discriminaba identidades, que arrimaba el hombro, que tenía un sueño compartido por el que seguir perseverando. La España de Lorca, de Machado, de Negrín y de todos los héroes y heroínas anónimos que, desde las trincheras o en las ciudades, permanecieron fieles a la República.

Erika y Klaus Mann quisieron contagiar ese espíritu inconformista a sus lectores. Su noción del periodismo resultaba indisociable de la verdad, y para contar la verdad se personaron en el terreno, escucharon a los protagonistas, documentaron lo que vieron. No solo los movía la compasión por el agraviado; también estaban preocupados por el futuro del continente, sabían que lo que veían podía replicarse a gran escala. Querían insuflar ánimo; estaban convencidos de que todavía estaban a tiempo de frenar la deriva. Tenían un mensaje claro: “El tremendo sufrimiento que el pueblo español soporta desde hace dos años podría evitársele a Europa… podría evitársele al mundo entero”.

Rapadas, encerradas y represaliadas: la memoria de las mujeres, antídoto contra la involución

https://www.infolibre.es/igualdad/rapadas-encerradas-represaliadas-feminismo-reconstruye-memoria-mujeres_1_1952840.html?utm_source=infoLibre&utm_campaign=411d641a5c-email_20250226_Portada_COPY_01&utm_medium=email&utm_term=0_-7e472f236f-105384885 


Un grupo de niñas del centro provincial de Sevilla perteneciente al Patronato de Protección a la Mujer.

Recuperar la memoria de las mujeres rapadas, de las niñas encerradas en reformatorios y de las encarceladas. Devolverles la voz a las lesbianas, a las mujeres prostituidas y a las violadas. Pero también a todas aquellas que se organizaron y construyeron conciencia feminista. Son algunos de los muchos retos por delante en un momento en que la eclosión de la memoria histórica, también en clave de género, converge con el auge de la reacción negacionista. Las instituciones se han puesto manos a la obra y quieren ahora recuperar la memoria de las mujeres que han permanecido en los márgenes.

Primero, con un proyecto. El Instituto de las Mujeres ha lanzado Amiga date cuenta, enmarcado en el ciclo de 50 años de España en libertad. La iniciativa forma parte de un "conjunto de actividades con las que reconocer a todas las mujeres que con su resistencia y lucha contribuyeron a la transformación social". Es obra de la asociación Herstóricas y consiste en un recurso que mapea lugares de represión y resistencia protagonizados por mujeres a lo largo de la historia reciente, acompañado de materiales didácticos que pretenden ser llevados a las aulas.

Precisamente los centros educativos son un lugar clave a la hora de desarrollar proyectos memorialistas desde una perspectiva de género. Ahí entra el segundo paso que se pretende dar desde las instituciones. Esta vez, a través del Pacto de Estado contra la Violencia de Género. Los grupos parlamentarios acaban de firmar la renovación del acuerdo estatal, todos salvo Vox. Entre sus más de cuatrocientas medidas, se incluye una que va directa a las escuelas: la inclusión del "origen, desarrollo y logros del Movimiento Feminista en los libros de Historia".

Rapadas, encarceladas y domesticadas

En el cementerio de Higuera de la Sierra, en Huelva, fueron fusiladas dieciséis mujeres. Sucedió en noviembre de 1937. "Sacadas del camión que las conducía al juzgado de Aracena, fueron asesinadas en las tapias del cementerio tras sufrir la humillación de ser rapadas, purgadas con aceite de ricino y torturadas", recoge el mapa elaborado por el Instituto de las Mujeres.

Entre abril y noviembre de 1939, un total de 1.486 mujeres ingresaron en la Cárcel Provincial de Mujeres de Valencia. La prisión estaba saturada. La situación de hacinamiento hizo que las presas tuvieran que dormir en los pasillos, en la capilla e incluso en el hueco bajo la escalera. En las celdas inicialmente diseñadas para cinco presas, se amontonaban hasta cuarenta y dos. Las madres eran internadas con sus hijos en condiciones infrahumanas, asoladas por la tuberculosis y las plagas que se extendían por toda la prisión. A día de hoy, ninguna placa muestra la historia de aquellas paredes. 

Año 1945, Donostia. El franquismo encuentra en los tribunales una de sus principales alianzas para disciplinar a las mujeres. Entre sus estrategias brilla una muy clara: las decisiones sobre la custodia de los hijos. A Maria Mimentza los jueces le retiran la custodia de sus dos hijas, categorizadas como ilegítimas. Dentro de las prácticas sobre el control de la vida sexual de las mujeres, este es un caso ejemplarizante, ya que al quitarle la custodia se pretende "apartarla del adulterio" y así intentar "la reconciliación con el esposo". Este argumento está plasmado en la sentencia, recuperada hoy por las iniciativas memorialistas.

"No éramos nadie"

Consuelo García del Cid habla en primera persona. En sus palabras emerge enseguida el término "Gestapo a la española" cuando recuerda los años enclaustrada en uno de los centros que el llamado Patronato de Protección a la Mujer tenía bajo su dominio. Nunca, hasta ahora, se había "considerado lo suficientemente importante" el horror que vivieron las niñas que acabaron en aquellos centros, operativos entre 1941 y hasta su cierre definitivo ya en democracia, en 1985.

El Patronato era un organismo a cargo de Carmen Polo y dependiente del Ministerio de Justicia, en cuyos centros iban a parar fundamentalmente "chicas del campo que eran pobres, niñas que venían de dramas familiares, muchísimas violadas por sus padres y otras que se manifestaban contra la dictadura", señala la investigadora. Las llamadas "guardianas de la moral" se encargaban de "pasearse por la calle" en busca de chicas "fuera de horario colegial, fumando o con minifalda, bailando o besando a algún chico en la última fila del cine", relata García del Cid. 

Una vez identificadas, eran llevadas a los llamados Centros de Observación y Clasificación (COC), una suerte de "comisaría encubierta en manos de monjas", en su mayoría trinitarias, adoratrices y clarisas. Allí, las jóvenes pasaban un examen ginecológico que las catalogaba como "completas o incompletas", en base a si habían mantenido relaciones sexuales. "No ser virgen era determinante para ir a parar a un reformatorio más o menos severo". Según los cálculos de García del Cid, había en torno a ocho centenares de centros "disfrazados con el nombre de asilo, colegio o amparo". Allí eran explotadas con la excusa de ser reformadas: "Centenares de internas presas eran trabajadoras gratis".

Pero lo realmente grave, reseña al otro lado del teléfono, tiene que ver con la amnesia general y con su continuidad una vez inciada la democracia. Los centros no se cierran definitivamente hasta el año 1985. "No le importábamos a nadie", lamenta la escritora, "se encargaron de estigmatizarnos de tal forma que salías de allí y no lo contabas". Cuando García del Cid se escapó del centro en el que estaba presa, prometió a sus compañeras romper con el silencio. "Cumplo esta promesa a los 50 años", con la publicación de su primer libro. Pero aun a día de hoy "no es algo conocido", lamenta. "No le importaba a nadie porque no éramos nadie".

"Historiadoras de sí mismas"

Gloria Nielfa, catedrática de Historia por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y especializada en género, recuerda que la historia en términos generales ha considerado "protagonistas a los hombres, mientras las mujeres han sido siempre ignoradas, incluso en las propias organizaciones de izquierda". 

Esta carencia ha sido cubierta siempre por el trabajo de las propias mujeres, quienes se han visto obligadas a ser "historiadoras de sí mismas". Esa circunstancia ha hecho que se haya ido construyendo una genealogía feminista al margen de las instituciones y los libros de historia. "Fueron las militantes antifranquistas quienes se encargaron de ir recogiendo testimonios tras constatar que a las mujeres se las ignoraba", agrega Nielfa. "Eso dio lugar a algunos libros que en los años ochenta sólo se atrevían a publicar pequeñas editoriales".

A partir de ese momento, la construcción del relato quedó a cargo de iniciativas particulares por parte de familiares y asociaciones, dispuestas no sólo a escribir aquella parte de la historia, sino también a "señalizar lugares de memoria", expone la historiadora. "Es importante que se haya investigado y estudiado, pero las muchas publicaciones existentes han llegado a través de la investigación privada", sostiene en conversación con este diario.

De la Plaza de Mayo a la 'Desbandá': las mujeres se dan la mano para reivindicar la memoria feminista

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Lo importante, en opinión de la activista feminista Justa Montero, es que "se visibilice todo lo que fue el entramado de instituciones represivas contra las mujeres en el franquismo y tardofranquismo". Se trata, a su juicio, de explicitar lo que ocurrió en espacios como las cárceles y los reformatorios. "Poner una placa está bien, pero tiene que haber centros de memoria para tener la posibilidad de transformar lo que sucedió en algo que explique a la ciudadanía en qué consistió la represión". Lo contrario, añade, deriva en que todo esfuerzo no trascienda del plano simbólico y por tanto "se pierda entre los jóvenes".

Llevar el feminismo a los libros de Historia

Precisamente llegar a los jóvenes es otro de los grandes propósitos de la estrategia memorialista. El Pacto de Estado contra la Violencia de Género, que este miércoles pasó el filtro del Congreso, plantea introducir en los libros de Historia el recorrido del movimiento feminista. La mirada de las expertas coincide en que salir de los márgenes para entrar en las aulas es un paso clave. "Si no, se hace una formación que prescinde de la importancia de lo colectivo, de la organización social y eso lo sitúa todo en esferas ajenas a la gente", reflexiona Montero, construyendo "una idea de lo que es la democracia totalmente reduccionista".

Para Nielfa, este tipo de contenidos deben formar parte de "la comprensión de la evolución social en su conjunto", pero no desde una perspectiva aislada, no como un sólo episodio, sino de forma coral: "Para explicar la evolución de la sociedad hay que explicar los movimientos que se han producido, no puede faltar una parte tan fundamental como el movimiento feminista".

Noticias y Actividades de Memoria Democrática Recibidos ARMHA Memoria Historica Aragon 030325

 

Esta semana en armharagon.com

Te mandamos un resumen de las entradas de esta semana en nuestra web para que puedas estar al día de nuestras actividades y de aquellas que se desarrollan en Aragón. 

Nueva brecha contra la impunidad de los crímenes del franquismo

 

  • Por primera vez se toma declaración en los Juzgados españoles al
    familiar de una víctima por desaparición forzada en un contexto de crímenes contra la humanidad.


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Memoria Histórica y Vergüenza Democrática


 A las 6 de la madrugada del 11 de marzo de 1939 caían frente al pelotón de fusilamiento en la tapia oeste del cementerio de Huesca, entre otros, los vecinos de Lanaja Antonio Alastrué Navasa, Tomás Sampériz Campos y Dionisio Otín Abardía. 

 

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Estudiantes de la ISA recorren la ruta de Torrero


 En la tarde de ayer, 27 de febrero, acompañamos a un grupo de estudiantes extranjeros pertenecientes a la Asociación ISA (International Student Association).

 

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Estas entradas se publicaron en nuestra web Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica de Aragón.


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La Memoria Democrática tensa el pleno de las Cortes en vísperas de la conmemoración del 3 de marzo, día del bombardeo de Alcañiz

Entrevista a Julian Casanova, por la presentación de su libro FRANCO


Actos de Memoria

Exposición Mujeres Libres

Ayuntamiento de Alcañiz

II semana Memoria Democrática de Aragón Lunes

II semana Memoria Democrática de Aragón, Martes

II semana Memoria Democrática de Aragón, Jueves

Presentación del libro Testimonios de resistencia. Mujeres en el franquismo y la transición

II semana Memoria Democrática de Aragón, Viernes


NUESTRAS EXPOSICIONES:

Rotspanier, sede ARMHA, martes y jueves  (PRORROGADA)

Exilio político, científico y cultural  (Alcañiz)

Una utopía necesaria, La educación en la II República, IES Goya (Zaragoza)





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