El rey de Canfranc cuenta la historia de Albert le Lay, el jefe de la aduana francesa de Canfranc, que ejerció de espía al servicio de la Resistencia y permitió que cientos de judíos, disidentes y soldados aliados atravesasen la frontera española huyendo de la persecución de los nazis. Cuando la Gestapo se enteró de sus actividades y estaba a punto de detenerle, en septiembre de 1943, alguien le dio el soplo y logró huir fingiendo un inocente paseo.
Blog d'en Jordi Grau i Gatell d'informació sobre les atrocitats del Franquisme..... "Las voces y las imágenes del pasado se unen con las del presente para impedir el olvido. Pero estas voces e imágenes también sirven para recordar la cobardía de los que nada hicieron cuando se cometieron crímenes atroces, los que permitieron la impunidad de los culpables y los que, ahora, continúan indiferentes ante el desamparo de las víctimas" (Baltasar Garzón).
dissabte, 11 de març del 2023
Una muestra en Córdoba rescata una de las imágenes más icónicas de la represión franquista en Montilla
https://www.montilladigital.com/2023/03/una-muestra-en-cordoba-rescata-una-de.html
La muestra está organizada por la Fundación para el Desarrollo de los Pueblos de Andalucía, con el patrocinio de la Delegación de Memoria Democrática de la institución provincial y la colaboración del Ayuntamiento de Córdoba y de UGT Andalucía y se presenta como “un homenaje a las cordobesas represaliadas durante la Guerra Civil y el franquismo, mujeres que hicieron historia y que, en la actualidad, son memoria y presente”.
Así lo explicó la delegada de Cultura de la Diputación, Salud Navajas, quien añadió que “a través de fotografías, textos o imágenes de prensa, entre otros recursos, la exposición rinde un homenaje a las mujeres que hicieron historia durante la Guerra Civil y el franquismo: las políticas, las milicianas, las presas o las maestras, entre otras”.
Carmen Castilla, secretaria general de UGT Andalucía, afirmó que “esta exposición lo dice todo y su título viene a reflejar todo lo que padecieron, o padecimos, las mujeres en una de las épocas más oscuras y más tremendas de la historia reciente de España”.
Entre las imágenes que exhibe la muestra, destaca la icónica fotografía de las mujeres peladas en Montilla durante la Guerra Civil, que fue tomada en el patio del Ayuntamiento a principios del mes de agosto de 1936. En la instantánea, que vio la luz por vez primera en 1985, en la obra La guerra civil en Córdoba (1936-1939), de Francisco Moreno Gómez, aparecen el músico montillano Joaquín Gutiérrez Luque, más conocido con Maestro Bartolo, junto a una veintena de adolescentes que pertenecían a un grupo de canto que ensayaba en la Casa del Pueblo.
“Estas muchachas eran militantes o simpatizantes de las Juventudes Socialistas Unificadas, o pertenecían a familias de ideología izquierdista y, a pesar de no haber cometido ningún delito, la Guardia Civil las detuvo en sus domicilios”, explica en este extenso y documentado artículo el escritor e historiador jiennense Arcángel Bedmar González, autor del libro Los puños y las pistolas. La represión en Montilla (1936-1944), del que se han publicado hasta la fecha tres ediciones.
Así, “tras pasar la noche en la cárcel, dos barberos, a los que se llamó expresamente para realizar la tarea, les raparon la cabeza y les dejaron un pequeño mechón en la parte superior”, detalla Arcángel Bedmar, quien añade que también se las forzó a ingerir aceite de ricino con sopas de pan, para que, con el laxante, "arrojaran el comunismo del cuerpo".
Acompañadas por el director de la banda de música, Joaquín Gutiérrez Luque, que fue también pelado y vejado, las niñas fueron obligadas a pasear por las calles más céntricas de Montilla, entre las mofas de sus verdugos. “Después vino la famosa fotografía en el patio del Ayuntamiento, en la que las obligaron a posar con el brazo alzado al estilo fascista”, relata el también cronista oficial de Lucena, quien resalta “la resignación con la que levantan el brazo, avergonzadas, reflejo del calvario que estaban viviendo”.
Según detalla Arcángel Bedmar, “el suplicio acabó en la Casa del Pueblo, a donde los guardias civiles las llevaron para que guisaran para ellos, como si fueran sus sirvientas”. Allí, en la histórica sede del PSOE, “durante las cuatro o cinco horas en las que permanecieron retenidas, los llantos de estas muchachas se volvieron ya incontrolables y decidieron dejarlas en libertad”.
“Cuando en el año 2000 inicié mis investigaciones sobre la Guerra Civil y la represión en Montilla, uno de mis objetivos se dirigió a poner nombre a estas mujeres y recuperar su historia”, detalla el historiador jiennense, quien logró identificar a varias de ellas, entre las que se encontraban dos hijas de José Márquez Cambronero, primer alcalde socialista de la provincia de Córdoba, que falleció en Montilla el 20 de marzo de 1971 y a quien la Agrupación Socialista de Montilla rindió homenaje en junio del pasado año.
“Hay que incidir en la política para que se investigue lo que pasó en el Patronato de Protección a la Mujer”
La Federación Feminista Gloria Arenas reclama que se creen comisiones de investigación sobre las violaciones cometidas en la institución que, durante el franquismo y los primeros años de democracia, se dedicó a poner en vereda a las mujeres que no encajaran en el modelo de mujer nacionalcatólica.
Ya no es un tema tan invisible, según señala Pilar Iglesias Aparicio, pero hay que propiciar ya respuestas desde la institución sobre las violaciones de derechos humanos que sufrieron las mujeres víctimas del Patronato de Protección de la Mujer. Este es el objetivo de una petición realizada por Iglesias Aparicio y la Federación Feminista Gloria Arenas, que a día de hoy está en fase de búsqueda de apoyos para en breve ser presentada a los partidos políticos. “Queremos ver cómo reaccionan ante este compromiso, si de alguna manera lo incluirían en sus propuestas electorales en los diferentes ámbitos, local o autonómico”.
El Patronato de Protección a la Mujer fue creado durante la II República por Decreto de 11 de noviembre de 1931 para sustituir al llamado Real Patronato para la Represión de la Trata de Blancas, hasta su disolución en junio de 1935. Seis años después, el régimen Franquista recuperó la institución, que encerraría en centros por todo el Estado a “mujeres extraviadas”, eufemismo utilizado entonces para referirse a la prostitución, y en general, a las mujeres que no encajaran en el modelo de mujer nacionalcatólica que propugnaba el régimen franquista.
Sobre el papel, el Patronato de Protección a la Mujer fue una institución encargada de “la dignificación moral de la mujer, especialmente de las jóvenes, para impedir su explotación, apartarlas del vicio y educarlas con arreglo a las enseñanzas de la Religión Católica”. Así lo describía el decreto por el que se creó el 6 de noviembre de 1941, cuando se le otorgó la misión de acabar con la prostitución clandestina de menores de edad.
Pero la realidad iba mucho más allá, según han mostrado los trabajos sobre esta institución de Iglesias Apario —Políticas de represión y punición de las mujeres: Las Lavanderías de la Magdalena de Irlanda y el Patronato de Protección a la Mujer en España—, de García del Cid —Las desterradas hijas de Eva y Ruega por nosotras— y, recientemente, el libro Lunática, de Andrea Momoitio.
“Darte un morreo en la última fila del cine, estar por la calle en horario de colegio, fumar, o ya ni te cuento quedarte embarazada. El Patronato tenía una figura, que era la de las celadoras, mujeres que paseaban por las piscinas, bares, cines, etc. En el momento en el que veían a una menor en una actitud supuestamente sospechosa, llamaban a la Policía, detenían a la menor, se la llevaban a un lugar que estaba cerca de Arturo Soria, en el caso de Madrid, llamado COC —Centro de Observación y Clasificación–, gestionado por monjas trinitarias. Era una especie de comisaría, como un centro penitenciario oculto para menores”, explicaba a El Salto García de Cid en una entrevista publicada por El Salto en 2018.
“Miles de jóvenes de entre 16 y 23 años fueron detenidas, privadas de libertad, aisladas, sometidas a castigos físicos y todo tipo de humillaciones, explotadas laboralmente, obligadas a cumplir las obligaciones religiosas impuestas, sin ningún tipo de juicio ni sentencia, por actos y situaciones que no constituían delito para los hombres”
“Miles de jóvenes de entre 16 y 23 años fueron detenidas, privadas de libertad, aisladas, sometidas a castigos físicos y todo tipo de humillaciones, explotadas laboralmente, obligadas a cumplir las obligaciones religiosas impuestas, sin ningún tipo de juicio ni sentencia, por actos y situaciones que no constituían delito para los hombres. Es más, en muchos casos, por haber sido víctimas de violencia sexual por parte de varones, como en el caso de jóvenes embarazadas que habían sido violadas por sus padres, hermanos u otros familiares, o por su empleador o un sacerdote, sin que en ningún caso los victimarios fuesen perseguidos o castigados”, explica la petición de investigación impulsada por Iglesias Aparicio. En el caso de las jóvenes embarazadas, según denuncian, muchas veces además les robaban a sus hijos.
A pesar de ello, las violaciones de derechos humanos cometidas por el Patronato de Protección a la Mujer no se han contemplado en la Ley de Memoria Democrática. “Este tema, dentro de las muchas violaciones de derechos humanos a las mujeres, y sobre todo en el régimen franquista pero también en democracia, está invisible hasta el extremo de que la Ley de Memoria Democrática, en su artículo 3, que recoge los supuestos de víctimas, no contempla a las mujeres víctimas del Patronato que sufrieron represión sin haber cometido ningún delito tipificado ni siquiera en el franquismo”, destaca Iglesias Aparicio. “Dar a conocer esto es importante, pero hay que pasar a una incidencia política con la Secretaría de Memoria Democrática y con los partidos políticos, y, si no responden a esta demanda, acudiremos a organismos internacionales de derechos humanos”, continúa. Para ello, Aparicio explica que se han inspirado en el caso de los Conventos Lavanderías de la Magdalena y las Casas de Madres y Bebés de Irlanda, donde la incidencia política de la sociedad civil ha conseguido que se pongan en marcha comisiones de investigación y se apliquen posteriormente esquemas de reparación.
“Dar a conocer esto es importante, pero hay que pasar a una incidencia política con la Secretaría de Memoria Democrática y con los partidos políticos, y, si no responden a esta demanda, acudiremos a organismos internacionales de derechos humanos”, afirma Pilar Iglesias Aparicio
“El pasado viernes 24 de febrero me entrevisté en Moncloa con el director general de Memoria Democrática; nos pidió documentos, pero la inmensa mayoría han desaparecido o se hicieron desaparecer, y una parte fueron descaradamente olvidados en pisos que fueron las Juntas Provinciales del Patronato”, explica Consuelo García del Cid. “No nos tuvieron en cuenta, y nadie, hasta 2012, había hablado del Patronato; es como si no hubiera existido”, continúa.
“Yo tenía 16 años cuando pasé ese infierno; ahora tengo 64 y no me quiero morir sin que salga a la luz lo que sufrimos las que pasamos por esa Gestapo española; llevo luchando por esto desde 2012”, concluye Consuelo García del Cid.
Archivado en: Crímenes del franquismo
Osuna recupera 25 cuerpos de víctimas del franquismo y localiza una segunda fosa
La alcaldesa ha incidido en la necesidad de desarrollar este tipo de proyectos, de exhumación y dignificación de víctimas del franquismo por “justicia social” y para lograr además una cohesión entre las generaciones anteriores y los jóvenes.
Las jornadas científicas que se van a desarrollar durante toda la jornada de este viernes buscan abordar los retos técnicos y las bases científicas en el abordaje de las actuaciones en memoria histórica. Un encuentro con profesionales de la historia y arqueología en el que se esperan conclusiones que sirvan para futuras intervenciones en esta materia. Así lo ha explicado Oliva Rodríguez, coordinadora del proyecto Osuna Recuerda y catedrática de Arqueología de la Universidad de Sevilla. Ana Gil, comisionada para la Concordia de la Junta de Andalucía, que estuvo presente en la inauguración de las jornadas, ha valorado el trabajo social que desarrollan los investigadores en memoria histórica.
En la presentación de las jornadas, los investigadores realizaron una visita al laboratorio habilitado en el cementerio de Osuna donde se trabaja con los restos recuperados. Las antropólogas han explicado la importancia de tratar los cuerpos, desde el hallazgo en la fosa hasta su posterior estudio en este laboratorio. Mostraron a los medios de comunicación los restos que están apareciendo, entre ellos proyectiles, zapatos, incluso, un monedero con monedas de la época que llevaba una de las personas asesinadas.
El proyecto ‘Osuna Recuerda’ comenzó el pasado verano. Busca localizar, recuperar y tratar de identificar a las más de 200 víctimas documentadas que se encuentran en fosas comunes del cementerio municipal de Osuna.
divendres, 10 de març del 2023
PREMIER - QUATRIÈME ÉPISODE - CONSTRUCTION ET ADMINISTRATION DU CAMP DE GURS
| |||||||||||||||||||||||||||||||||
|
dijous, 9 de març del 2023
La mujer en el franquismo, la gran olvidada y doblemente represaliada.
https://www.elplural.com/sociedad/mujer-franquismo-gran-olvidada-doblemente-represaliada_307409102
Sus heroicidades y lucha, relegadas a un segundo plano y, sus penalidades, no reconocidas
La mujer en el franquismo
Este miércoles, Día Internacional de la Mujer, conmemoramos la lucha de las mujeres por el reconocimiento y ejercicio efectivo de sus derechos. Su antecedente histórico se halla en la declaración de la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas realizada en Copenhague en 1910. A propuesta de Clara Zetkin se aprobó la celebración del “Día de la Mujer Trabajadora”, que se comenzó a celebrar al año siguiente. La primera conmemoración se realizó el 19 de marzo de 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza.
20 años después, se proclamó la II República española que supuso importantes avances para las mujeres. Fue una etapa clave para continuar en el proceso ya iniciado de emancipación femenina, camino frustrado tras la victoria del bando franquista en la Guerra Civil. Finalizada la contienda, España entró en una negra etapa de cuarenta años de dictadura, donde los derechos conseguidos por las mujeres sufrieron un enorme retroceso y la mujer pasó a un segundo plano dentro del esquema social del régimen franquista.
Las grandes olvidadas
Ciertamente, las mujeres fueron las grandes olvidadas durante muchos años durante el franquismo, pero ya lo fueron antes, durante la propia guerra, pues conviene no olvidar que unas 7.000 mujeres lucharon en la guerra civil española, de las cuales 73 murieron en combate, 31 fueron dadas por desaparecidas y centenares fueron heridas o mutiladas. Muchas encarceladas en las prisiones colmatadas e inhumanas, fallecieron por enfermedades o fueron fusiladas en las tétricas noches de las prisiones franquistas.
Represión incrementada por ser mujeres o familiares de republicanos
Sus heroicidades y acciones, fueron relegadas a un segundo plano. También sus penalidades, como las humillaciones, hambre, enfermedades, torturas que sufrieron. Luego, fueron demonizadas y estigmatizadas socialmente. Mujeres del bando republicano o simplemente con familiares o ascendientes, que se vieron obligadas a sufrir un doble proceso represivo durante la dictadura franquista. Se las privó de libertad en prisiones horribles para terminar, muchas de ellas, enfermando o muriendo en su interior o siendo fusiladas tras horrendas torturas. En esos casos, sufrieron las mismas vicisitudes que los hombres, pero incrementada por el simple hecho de ser mujeres, madres o hijas de “rojos”. A ellas se les aplicó, quizás con más interés, una violencia específica de objetivos “ejemplarizadores”. Se trató de una estrategia estudiada de deshumanización que, precisamente en las mujeres, tuvo caracteres propios que además del doctrinal contenía otro, en este caso, de género.
Destruir el avance de la mujer durante la II República
Para evaluar en su justa medida el castigo, el doble suplicio, ejercido sobre las mujeres, es necesario tener en cuenta la situación anterior al golpe de Estado de 1936. Durante la II República las mujeres españolas habían logrado grandes avances en distintos aspectos de la igualdad, así como habían ganado en representatividad en las instituciones, en participación política y en definitiva, en visibilidad social. El franquismo entendió que estaba ante un enemigo que había que combatir, pues durante la II República las mujeres lograron cotas de libertad y de ejercicio de sus derechos políticos como jamás se había alcanzado en la historia de España.
Un modelo retrógrado de mujer y leyes reaccionarias
Era una situación de la que había que laminar todo vestigio. De aquí la doble represión, así como la eliminación por el Régimen de todos los avances sociales y políticos conquistados por las mujeres. A esa labor se entregó el nuevo Estado con fruición y fervor, imponiendo su modelo retrógrado de mujer adaptado en leyes reaccionarias que las anulaban social y políticamente. El destino de la mujer, con toda una nueva regulación legal, fue enclaustrarlas en el espacio de las tareas domésticas y obligarlas a ser reverencialmente sumisas al hombre y al marido.
Mujeres en el frente, depuradas, en la guerrilla, en prisión, en el paredón, exiliadas, en fosas
Pero es que también hubo muchas mujeres en las cárceles, en el paredón, en las fosas, en el exilio, mujeres depuradas. En el libro “Mujer, franquismo y represión, una deuda histórica” de Ángeles Egido y Jorge J. Montes, los autores mantienen que a las mujeres siempre se las relegó, incluso por sus propios compañeros de viaje, a un lugar secundario. Su responsabilidad y su compromiso político eran, cuando no ignorados, al menos considerados como subsidiarios. No se tuvo en cuenta su militancia expresa, su lucha valiente y arriesgada en la retaguardia, imprescindible para sostener la más visible vanguardia masculina, y tampoco el alto precio que pagaron por ello. Hoy sabemos que hubo, además de mujeres en el frente, mujeres en la lucha clandestina, en la guerrilla, a las puertas de la prisión y en los trabajos de apoyo necesarios para mantener el esfuerzo bélico. Pero es que también hubo muchas mujeres en las cárceles, en el paredón, en las fosas, en el exilio, mujeres depuradas, excluidas socialmente, marcadas con el estigma de “rojas”. Se les aplicó también la denominada “responsabilidad subsidiaria”, o sea, eran detenidas y condenadas en falsos juicios y sin defensa, en sustitución de los hombres: “Encarcelada por ser la esposa de un dirigente republicano”.
Luego, en su pueblo, durante la “Paz de Franco”, les aguardaba la marginación, el control, el seguimiento y formas de acoso. Es sabido los castigos que sufrieron, la violencia sexual que en muchos casos recibieron o el trato ofensivo y denigrante. Castigos en público, mostrarlas con el cabello rapado, obligarlas a ingerir aceite de ricino, trabajos sin pago en sus casas, enajenación de propiedades…
Depuradas en el trabajo
Un caso no muy conocido es el de las mujeres funcionarias a las que las desposeyeron de su puesto de trabajo tras las depuraciones de la postguerra. Especialmente estas depuraciones se produjeron en las maestras pero, también, en otras profesiones liberales. Fueron numerosas las formas y distintos los castigos y represalias, las mujeres sufrieron una violencia específica y concreta. Doblemente reprimidas, pues.
Abusos institucionalizados y sistemáticos: El “delito” de ser mujer
En su libro “Las rapadas. El franquismo contra la mujer”, el profesor Enrique González Duro mantiene que las responsabilidades femeninas no acababan, como en el caso de los hombres, en su supuesto comportamiento político, sino que se prolongaba adicionalmente hasta afectar al tipo de mujer y el modelo de feminidad que la dictadura aspiraba a erradicar. El psiquiatra, profesor universitario, historiador y escritor jiennense, explica cómo las mujeres republicanas fueron víctimas de abusos institucionalizados y sistemáticos que tenían como objetivo demonizar el estereotipo de feminidad que había comenzado a extenderse durante la Segunda República. Mientras que ellos habían caído en el frente, habían sido ejecutados o huían ante la llegada de los sublevados, ellas permanecían en los pueblos, a cargo de sus familias y en condiciones de extrema miseria. Eran, muchas de las veces, juzgadas en tribunales militares en los que se decidía qué mujeres debían ser vejadas y marcadas por haber contribuido al derrumbe de la moral. Fue algo más que un abuso ejercido sobre las mujeres, fue un ataque a un modelo de mujer libre e independiente. El franquismo, indisolublemente unido a la moral religiosa del nacionalcatolicismo, intentó dar pasos atrás en esas conquistas de la mujer cuando no anularlas. Se trató de volver al pasado y castigarlas por el “delito de ser mujer”. Volver al modelo de no participación en la vida pública y tan solo en la privada, en su papel de esposa y madre sumisa al amparo del hombre.
A pesar de ese olvido historiográfico, desde hace algún tiempo son más ya los trabajos y estudios que se han realizado y publicado sobre como la represión del franquismo se ejerció de una forma especial sobre la mujer. Con todo, a la mujer se le sigue calificando como una categoría histórica en la que no se ha profundizado detallada y pormenorizadamente. Comparado este estudio con el de la represión masculina, la diferencia sigue siendo enorme.
Las prisiones de mujeres
Pero también las prisiones fueron lugares colmatados de mujeres por ese delito añadido de ser madre, esposa o hija de presos o de exiliados. En muchas ocasiones por haber sido simplemente simpatizantes de la causa republicana o de formaciones políticas de izquierda. En las cárceles fueron sometidas a un proceso de “reeducación”. El jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares de Franco, Antonio Vallejo-Nájera, calificó a las presas rojas como “libertarias congénitas, revolucionarias natas que impulsadas por sus tendencias biopsíquicas constitucionales desplegaron intensa actividad sumadas a la horda roja masculina”. La represión a las mujeres no acabó con su puesta en libertad. Tras finalizar la reclusión carcelaria, en la calle, siguieron siendo acosadas.
Uxoricido y adulterio
Durante toda la dictadura se legisló contra de ellas. Fue perseguido el aborto y cualquier forma de anticoncepción. El Código Penal justificó el derecho del marido a asesinar a su mujer por infidelidad. El uxoricidio “por honor” tuvo su respaldo legal y se restableció el delito de adulterio, aunque, eso sí, solo contra la mujer. Se castigaba de forma mucho más dura a la mujer que cometiera adulterio que al hombre, mientras era laxo con los delitos de violación. Así recogía el Código Penal español franquista el derecho del esposo a matar a su mujer si era sorprendida en acto de adulterio, solo, y a lo sumo, una pena de destierro: “El hombre que matara a su esposa sorprendida en adulterio sufrirá pena de destierro y será eximido de castigo si solo le ocasiona lesiones”.