2 de agosto Franco envió desde Sevilla 2 batallones de la Legión y 2 tabores de Regulares dirigidos por Carlos Asensio Cabanillas hacia Mérida. El 3 de agosto le siguió en paralelo la columna Castejón y el 7 la de Rolando Tella. El avance debía ser ágil y rápido, decidido y enérgico, “evitando toda detención no imprescindible”. La guerra debía ser de aniquilación, una inversión en terror. A su paso por Monesterio, Llerena, Fuente de Cantos, Zafra, Almendradejo o Los Santos de Maimona dejaron un reguero de sangre. El castigo además tenía un carácter ejemplarizante, con un claro componente vengativo por la redistribución agraria producida tras la victoria del Frente Popular.
La columna Castejón pasó de Monesterio a Los Santos entre los días 6 y 7 de agosto y marchó hacia Zafra a las 3 de la noche de ese día, controlando rapidamente el pueblo, un núcleo poblacional e histórico de relevancia y cabecera de partido judicial de esta zona, con más de 8.500 habitantes. El terror ante la fama que precedía a la columna era tal, que todos los componentes de la izquierda del pueblo y aquellos que habían tomado contacto con la causa obrera y sindical huyeron despavoridos. La entrada de tropas sublevadas se hizo sin resistencia alguna, dada la carencia de armas y hombres preparados para el enfrentamiento, a lo que debe añadirse las indicaciones de los dirigentes republicanos, que aconsejaron debido a la inferioridad numérica y material que no usaran la violencia contra el adversario.
Castejón organizó un nuevo gobierno municipal formado por todo tipo de derechistas: mauritas, falangistas, antiguos primorriveristas, monárquicos. Las acciones represivas contra la población comenzaron desde el mismo día de la ocupación y continuaron con mucha intensidad durante los meses siguientes. La represión fue dirigida por los nuevos poderes políticos y militares que organizaron pelotones de fusilamiento para acabar con los enemigos. Fue un plan previamente pensado y destinado a la eliminación definitiva del adversario, y a la creación de un clima de extremo terror.
En Zafra no había habido víctimas derechistas, sin embargo, la violencia de los franquistas se saldó con más de 180 personas fusiladas, 3 ejecuciones militares, 6 muertos en prisión y 3 desaparecidos o muertos por otras causas. A los asesinatos se añade el vandalismo y el pillaje que acompañaron al paso de la columna, sobre todo perpetrado por los regulares moros. El pillaje y el saqueo fue consubstancial con la columna. Pueblo en que entraban, pueblo que devastaban.
Castejón exigió a las nuevas autoridades impuestas por él una lista de personas. Aunque no eran dirigentes de primera fila todas fueron arrestadas. A mediodía Castejón y parte de la columna salieron de Zafra y se llevaron amarradas tras de sí casi medio centenar de personas que no habían encontrado valedor. Cada cierto trecho sacaba a 7 personas y ordenaba que fueran fusiladas.
La tarde de ese 7 de agosto, los rebeldes asesinaron a 24 personas. La mayoría eran hombres, entre los que se encontraba Luis Madroñero, quien había sido juez suplente del Comité de Ayuda al Frente Popular. Entre las 3 mujeres fusiladas estaba la maestra Juana Soler, presidenta de la Sociedad Femenina de Oficios Varios de Zafra, ejecutada junto a su esposo Rafael Hilario. También los hermanos Antonio y Francisco Coronel González o Juan y José Montaño Toribio.
A la “limpieza” del primer día de control franquista siguieron varias semanas de dura represión hasta finalizar el mes, con 37 fusilamientos más que afectaron a 33 hombres y 4 mujeres. Hay que añadir otros 5 fusilamientos este mes. No todas las personas resultaron fusiladas en Zafra, hubo 2 ejecutados en Badajoz, uno en Almendralejo y otro en la provincia de Huelva. Septiembre registró una nueva oleada de ejecuciones, los fascistas asesinaron al menos a 40 hombres y 4 mujeres. Hubo un fusilado en Alconera, 2 casos en Badajoz y 3 en Los Santos de Maimona. En octubre todavía hubo 18 muertes, en noviembre 7 y en diciembre una más. Dos eran mujeres. En 1937 hubo 4 paseos más, 5 en 1938, y 3 en 1939. En posguerra fueron fusilados al menos 2 zafrenses, y otros 4 murieron en prisión.
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