dissabte, 16 de gener del 2021

Las catas en el cementerio de Gandia no dan con las fosas comunes de los fusilados


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Jueves, 14 de Enero de 2021


En una de las excavaciones aparecen restos humanos pero todavía no se puede concluir que se correspondan con víctimas represaliadas por el franquismo. La consellera Rosa Pérez visitó los trabajos de exhumación, que realiza la empresa especializada ArqueoAntro.


Las catas que desde el 16 de diciembre realiza la empresa especializada ArqueoAntro en el cementerio de Gandia han revelado la existencia de restos humanos en una de las zonas que delimitó el georradar, si bien todavía no se puede concluir que el hallazgo se corresponda con víctimas que fueron fusiladas por el franquismo y enterradas entre los años 1939 y 1940. 

 

Con esta primera campaña de excavaciones, que está a punto de acabar, se está intentando localizar algunas de las fosas comunes con más de 62 republicanos de Gandia, la Safor y otras comarcas valencianas que se sospecha hay en el camposanto gandiense. El objetivo era encontrar al menos una fosa como mínimo. En esta actuación, financiada con 40.000 € por la Diputación, se han hecho dos excavaciones. En un punto, en un pasillo lateral del cementerio, no se han encontrado restos humanos y se descartaría como fosa. 

 

En otro lugar sí se han localizado cinco cadáveres de la época de la Guerra Civil, pero no se sabe aún con exactitud si pertenecen o no a los represaliados, ya que incluso hay alguno con un ataúd. Dos son mujeres de edad avanzada, y tres esqueletos están pendientes de analizar, aunque al parecer se trata de enterramientos ordinarios. Quedaría por investigar un tercer lugar, un pasillo entre nichos junto al muro que cierra el cementerio por el lado sureste. 

 

La alcaldesa de Gandia, Diana Morant, acompañada de los concejales de Memoria Democrática y Servicios Básicos a la Ciudadanía, Nahuel González y Miguel Ángel Picornell, respectivamente, recibieron el miércoles pasado en el cementerio a la consellera de Participación, Transparencia, Cooperación y Calidad Democrática, Rosa Pérez, con motivo de los trabajos de excavación, dirigidos por Miguel Mezquida. Pérez acudió acompañada por Toñi Serna, la nueva secretaria autonómica de Cooperación y Calidad Democrática. También estuvieron presentes el diputado provincial Vicent Mascarell, y la presidenta de la Asociación de Víctimas del Franquismo de Gandia, Nuria Martín, entre otros.

 

"Se trata de un hecho histórico, nunca en Gandia se había hecho en el cementerio una labor de investigación de las fosas de las que había indicios por la cantidad de fusilados y otros espacios de la ciudad de represaliados del franquismo", recordó la alcaldesa.

 

Por su parte, la consellera añadió que se ve materializada “la voluntad del Ayuntamiento de Gandia de abrir esas fosas y recuperar los restos, una deuda que teníamos las administraciones públicas desde hace muchísimos años y que iniciamos la última legislatura”. Añadió que la Generalitat se marcó desde el inicio de la legislatura tener un territorio libre de fosas, “un objetivo muy ambicioso, pero si todas las administraciones trabajamos en esa línea será posible recuperar la dignidad de nuestro pueblo, aunque no de las víctimas, porque ellas nunca perdieron la dignidad, y luchar por nuestros derechos y libertades". La conselleria pidió disculpas, en nombre de la administración, “a las familias de las víctimas porque han esperado muchos años”.

Gutmaro Gómez: "El Ejército interiorizó la Ley de Memoria Histórica como una amenaza corporativa".

 https://www.infolibre.es/noticias/politica/2021/01/22/gutmaro_gomez_ejercito_interiorizo_ley_memoria_historica_como_una_amenaza_corporativa_115485_1012.html


  • Profesor titular de la Complutense y uno de los grandes estudiosos de la represión franquista, el historiador cree que parte de la esfera militar interpretó la norma "como si fuera a haber una revancha". Pero confía en que la futura Ley de Memoria Democrática permita "ir cerrando una parte importante del pasado y pasar página"
  • "Si las sentencias de los tribunales militares franquistas se anulan simbólicamente, que lo haga el Estado porque como el Ejército tenga que reconocer que carecen de legitimidad, ahí sí que va a haber un problema"
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Publicada el 17/01/2021 a las 06:00


Profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense, Gutmaro Gómez Bravo figura entre los grandes estudiosos de la represión franquista y el papel desempeñado en ella por el Ejército. Director del Grupo de Investigación Complutense de la Guerra Civil y del Franquismo, traza un análisis inquietante sobre los episodios que, como las cartas al rey o el chat de los fusilamientos, han reabierto en los dos últimos meses los interrogantes sobre la densidad de la sombra de la dictadura en las Fuerzas Armadas. El historiador sostiene que "no se puede tolerar más que ese discurso construido en la posguerra o en la propia guerra se siga difundiendo en los cuarteles hoy en día". Pero aunque piensa que el Ejército interiorizó "como una amenaza corporativa" la Ley de Memoria Histórica aprobada en 2007 durante el mandato de Zapatero, se muestra optimista ante que debe ser su ley heredera: la de Memoria Democrática. Si nace como "cosa de Estado" y no como una herramienta vulnerable ante cualquier cambio de Gobierno, "ya se podría ir cerrando una parte importante del pasado y pasar página". Ahora bien, incluye en su pronóstico una cuña preocupante: "Si las sentencias de los tribunales militares franquistas se anulan simbólicamente, que lo haga el Estado porque como el Ejército tenga que reconocer que carecen de legitimidad, ahí sí que va a haber un problema".

PREGUNTA: La nueva norma sobre escuelas militares que ordena potenciar la enseñanza de valores constitucionales y pone límites claros contra la vulneración de principios democráticos implica reconocer por primera vez un problema en el ejército. ¿Estamos ante un problema grave o leve pero cronificado?

RESPUESTA: Creo que es una constante. Y por tanto es un problema, no sé si calificarlo de grave o no, pero sí histórico. Es una cuestión que hay que controlar, que no se puede dejar pasar.

P: Pues parece que los sucesivos Gobiernos sí lo habían dejado pasar.

R: Hombre, es complejo. No porque sea difícil, sino porque hay muchos factores. Es verdad que el problema fundamental parece que se soluciona entre los ochenta y los noventa con el cambio generacional y con el paso a la reserva de buena parte de la gente que procede directamente del régimen. Pero luego otra cosa son todas las cuestiones simbólicas y las culturales y en definitiva, la propia memoria y la propia identidad del Ejército, que sigue anclándose en el franquismo. Esas son dos cuestiones distintas que no se solucionan con medidas oficiales: se trata de un cambio drástico que tiene que darse como en otros estamentos del Estado.

P: En una entrevista de 2014, usted subrayaba que a diferencia de otros países con pasado dictatorial, aquí no se habían producido depuraciones en la Policía. ¿Y qué pasa con el Ejército?

R: Yo creo que tenía que haber habido una responsabilidad, a lo mejor no penal o jurídica, pero sí una cierta asunción de responsabilidad colectiva.

P: ¿Qué debemos pensar al ver que militares retirados que se proclaman defensores de la Constitución firmaron hace apenas dos años y medio un manifiesto de adhesión a Franco?

R: Bueno, eso es muy triste, creo que es el ejemplo más claro no de involución política pero sí del riesgo de que esa tensión constante entre lo constitucional, lo civil y lo propiamente franquista siga existiendo, que no debería existir. Las vías que tienen para participar en política tienen que ser individuales. Así no se les prohíbe su derecho a tener expresión política pero se evita que se les manipule. Porque pienso que se les está utilizando políticamente.

P: ¿Quién los está utilizando?

R: Yo creo que Vox, ¿no? Fundamentalmente apelan a ellos cuando hablan de “los nuestros”. Todo el populismo conservador manipula muy claramente el sentimiento que les lleva a ver la memoria histórica como algo que va contra ellos. Seguramente hay un malestar o parte de ellos tenga un malestar porque se les quite de primera plana o se les acuse de algunas cosas. No debería ser así.

P: Entiendo que usted considera que Vox ha sido, pues, como el calefactor que ha descongelado lo que estaba en hibernación.

R: Claro, utiliza a los militares políticamente y eso es lo más pernicioso para una institución como el Ejército. Cuando ellos apelan a esos firmantes de las cartas al rey como “los nuestros”, se los están apropiando. Y esa es la cuestión.

P: En los dos últimos meses hemos conocido esas cartas, el chat que anima a fusilar a 26 millones de hijos de puta, el vídeo donde se ve a jóvenes de la Escuela Naval de Marín coreando el himno de la División Azul y la incorporación al orden del día de otra escuela militar de la efeméride del hundimiento de un submarino de la “escuadra roja”. Qué es lo que ha producido ese rebrote? ¿O no estamos ante un rebrote y simplemente ahora le prestamos más atención y se conocen hechos que siempre han ocurrido?

R: Yo creo que más bien es eso último. Que es algo que ha continuado, que ha existido, que forma parte no de una cultura de todos pero sí de una cultura por lo menos permitida. La diferencia fundamental con el mundo europeo es que no se trata de glorificar una guerra exterior sino una guerra civil. Y eso es un problema sustancial. Porque forman parte de un ejército que se dividió. Los militares que no se sublevaron contra la República deberían también ser explicados en las academias militares españolas: el general Rojo o Miaja u otros que sí se estudian en el extranjero. Yo creo que hay que hacer un esfuerzo por incorporarlo porque también creo que la mayor parte de los oficiales o del ejército técnicamente preparado y joven está fuera de esto. Y luego parece también que hay un poso de glorificación de esa cultura o de esos rasgos del ejército franquista que desde luego no deben ser consentidos. Pero tampoco se trata de que tiren piedras sobre su propio pasado: simplemente tienen que seguir la evolución que ha seguido su país.

P: Mire, sería impensable que en cualquier centro académico se permitiera que un profesor dijese que la mujer debe ser sumisa al marido. Y sin embargo hemos visto que en una efeméride inserta en el orden del día de una escuela militar aparecía lo de los rojos y los nacionales.

R: Eso es muy grave. No se puede tolerar más que ese discurso construido en la posguerra o en la propia guerra se siga difundiendo en los cuarteles hoy en día.

P: No, no, lo que le pregunto de nuevo es por qué los Gobiernos de los últimos cuarenta años lo han permitido. O han cerrado los ojos.

R: Yo creo que no han conseguido modificar la estructura de las ordenanzas y las enseñanzas. No sé si es que no basta con modificar completamente las enseñanzas o si existe un cierto miedo a controlarlas más de lleno. Sí creo que parece que hay determinadas cosas que son más o menos sagradas y no se tocan... O se deja hacer. Y eso realmente es un problema porque el Ejército forma parte del Estado y tiene que cambiar su forma de ver la historia

P: ¿Quiere decir que el Ejército vive en un mundo paralelo?

R: En parte, por lo que estamos viendo realmente hay unos síntomas de que sí que vive de una manera muy nostálgica algunas cuestiones,

P: Decía usted en esa entrevista de 2014 que tenemos el dudoso honor de ser el único país que no ha revisado las sentencias de los tribunales militares. ¿Ha habido miedo a herir la memoria de quienes las dictaron o a sus actuales partidarios en las Fuerzas Armadas?

R: Pienso que esa es la clave de prácticamente todo de lo que estamos también hablando ahora y de lo que nos está sucediendo. Creo que ocurre porque el procedimiento sigue estando controlado en la sala V del tribunal Supremo, que es la sala de lo Militar. Ahí hay mayoría de jueces militares. Y hasta la fecha no han revisado ninguna sentencia,

P: Pero ha habido múltiples intentos.

R: Sí, sí, sí, sí, hay muchos. Vamos, tampoco innumerables, pero ha habido muchos y no ha prosperado ninguno. La última que yo conozco es la de la ejecución de Salvador Puig Antich, petición de nulidad presentada en 2017 y archivada por la Audiencia de Barcelona en 2020. Con la nueva Ley de Memoria, en cuanto a las sentencias dictadas por tribunales militares del franquismo va a haber al menos una anulación simbólica. Pero si las sentencias de los tribunales militares franquistas se anulan simbólicamente, que lo haga el Estado porque como el Ejército tenga que reconocer que carecen de legitimidad, ahí sí que va a haber un problema.

P: ¿Usted es de los que cree que habría que cambiar el artículo 8 de la Constitución, que atribuye a las Fuerzas Armadas la garantía de la integridad territorial y el artículo 62, que es el que señala al Rey como el mando supremo de las Fuerzas Armadas? ¿O cree que no hace falta?

R: Históricamente el ejército es un organismo monárquico. Pero desde hace mucho tiempo el precepto sobre el mando único ya no tiene una función práctica y carece por tanto de operatividad. Y luego está la cuestión de la unidad, que entiendo es uno de los puntos por los que tradicionalmente el Ejército ha entrado en la política: el problema de la unidad de España. En cuanto a que puedan sentirse los únicos garantes de la unidad del país, creo que en las escuelas militares hay que modificar la enseñanza de lo que es el Estado plurinacional. Si sirve o no cambiar la Constitución no lo sé.

P: ¿Ha sido el Ejército impermeable a la Ley de Memoria Histórica?

R: Se sienten amenazados, como si fuera a haber una revancha. El Ejército interiorizó la Ley de Memoria Histórica como una amenaza corporativa.

P: ¿Y cree que la futura Ley de Memoria Democrática cambiará las cosas?

R: Lo importante es que todo se haga a la vez y que no se vuelva a fragmentar o se quede luego paralizado. Las medidas que plantea la futura ley deberían ser integrales y no partidistas, es decir, que no sean sólo de la izquierda y queden paralizadas cuando haya cambio de gobierno. Y está ahí, como apunté antes, la revisión de las sentencias, que representa también una piedra angular. Hay que verlo como una cosa de Estado. Si la ley sale adelante así, creo que ya se podría ir cerrando una parte importante del pasado y pasar página.

divendres, 15 de gener del 2021

Francisco Espinosa: "Los franquistas tenían un programa de aplicación de violencia y de exterminio".

https://www.elespanol.com/cultura/historia/20210114/francisco-espinosa-franquistas-programa-aplicacion-violencia-exterminio/550946499_0.html 



Tropas franquistas dirigiéndose en julio de 1938 hacia Villanueva de la Serna para capturarla.

Tropas franquistas dirigiéndose en julio de 1938 hacia Villanueva de la Serna para capturarla. BNE

HISTORIA GUERRA CIVIL


El historiador investiga en su nueva obra la represión de retaguardia desarrollada por los sublevados en la provincia de Badajoz a través de la microhistoria.

14 enero, 2021 02:32

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Villanueva de la Serena fue el único pueblo de Badajoz, una provincia piloto en la reforma agraria y con mucha presencia del PSOE, donde triunfó el golpe de Estado de julio de 1936. El líder de la sublevación local, que desembocó en gravísimos enfrentamientos con numerosos muertos y heridos en ambos bandos, fue el capitán de la guardia civil Manuel Gómez Cantos. Sin embargo, a finales de mes, los milicianos republicanos y las fuerzas de Asalto enviadas desde Mérida recuperarían la localidad, obligando a los rebeldes a huir a Cáceres. En su escapada se llevaron a medio centenar de presos.

Gómez Cantos se unió entonces a la Columna Madrid, participando en la ofensiva sobre la capital, y posteriormente sería enviado a Marbella, encargándose de las tareas represivas. Su campo de actuación abarcaría todo el suroeste del territorio español. No le tembló el pulso a la hora de asesinar a niños o a mujeres embarazadas. En febrero de 1938, el general Queipo de Llano, que había mostrado simpatía por él —"¡Qué juego está dando este Gómez Cantos!", dijo al principio de la guerra—, lo nombró delegado de Orden Público a Badajoz. Allí, de donde había tenido que huir, se dedicó a llevar a los prisioneros a los muros del cementerio y eliminarlos él directamente.

Según Francisco Espinosa, Gómez Cantos es uno de "los siniestros personajes que deberían figurar en el cuadro de honor del fascismo español"; también uno de los personajes que conforman el nuevo libro del doctor en Historia, Por la sagrada causa nacional (Crítica), una investigación detallada, microhistórica, sobre las matanzas perpetradas por los franquistas en la provincia de Badajoz tras el estallido de la Guerra Civil. El relato, que recoge las realidades cotidianas de víctimas y victimario, está construido en base a más de 60 expedientes que arrojan luz sobre el funcionamiento de la justicia militar de los golpistas en la zona.

Desperfectos causados en Castuera (Badajoz), por un bombardeo de la aviación franquista.

Desperfectos causados en Castuera (Badajoz), por un bombardeo de la aviación franquista. BNE

"El único objetivo que tiene la represión a medida que van tomando los pueblos es el de arrasar absolutamente con todo lo que representó la Segunda República. En primera instancia, se hace una limpieza donde caen todos los que habían sido representantes políticos y sindicales. En segunda, caen familiares de los que han podido huir, de gente marcadamente de izquierdas. Eso se consigue con el terror más absoluto y haciendo una matanza sin límites", explica el historiador pacense, coordinador científico del proyecto Todos los Nombres y autor del Informe sobre la represión franquista, en conversación con este periódico.

La metodología de estudio aplicada es la de la microhistoria, que permite analizar con lupa, "a ras de suelo", toda la complejidad del fenómeno de la violencia en la retaguardia; no solo rescatando los nombres y las biografías de los represaliados, también las de los que tuvieron responsabilidad en los asesinatos. "Poner nombres a los verdugos resulta muy complicado porque uno nunca ve un papel donde se diga que alguien participó en el fusilamiento, pero esta documentación permite ver quiénes ocupaban el poder entonces y que va a ser la base de lo que luego fue la dictadura", asegura Espinosa.

El historiador Francisco Espinosa.

El historiador Francisco Espinosa. Crítica

Un caso paradigmático de esto es el de Agustín Carande Uribe, número dos de la Falange de Badajoz. Fue denunciado en un par de ocasiones por su actuación en Ronda, a donde se había desplazado en septiembre de 1936 tras conocer el asesinato de su hermano: primero por robar unos maletines de joyas valorados en 600.000 pesetas de entonces y por detener y luego ejecutar a sangre fría a varias personas en la plaza local como acto de venganza. Ambos procedimientos serían sobreseídos con la complicidad de los militares y el falangista terminaría ocupando altos cargos públicos durante el franquismo.

La lectura de la investigación de Francisco Espinosa recuerda al Retaguardia roja (Galaxia Gutenberg) de Fernando del Rey, obra premiada el pasado año con el Nacional de Historia, solo que intercambiando bandos. Del Rey también corroboraba una "política de limpieza selectiva" en la provincia de Ciudad Real como respuesta al golpe en la que participaron anarquistas, republicanos, comunistas y, sobre todo, socialistas. ¿Son comparables ambas violencias?

Portada de 'Por la sagrada causa nacional'.

Portada de 'Por la sagrada causa nacional'. Crítica

Responde Espinosa: "En el caso concreto de lo que yo he estudiado no se admite comparación alguna. Lo que se presenta es un golpe militar donde se actúa con una violencia inusitada y lo que en principio hacen los comités que se forman en los pueblos es detener a toda persona de derechas que tuviera posibilidades de tener armas y quedarse a la espera a ver qué ocurre. Normalmente, a esos detenidos, que a veces son centenares, no les ocurre absolutamente nada. O bien los han dejado salir antes o los libran de la cárcel los que toman pueblo. No hay posibilidad alguna de comparar porque los organismos de la República y los comités no tenían planificación para matar a nadie".

"En el otro lado", añade el historiador, "los que cometieron el golpe tenían un programa de aplicación de violencia y de extermino claro que es el que llevan a cabo a medida que van avanzando. Desde el momento que se produce la primera violencia, que la imponen los que dan el golpe y practican la primera represión, es una cadena prácticamente imparable. Si analizamos una tierra donde han muerto 1.500 personas de derechas y 13.000 de izquierdas, pues la comparación resulta rara, y es así también en todas las provincias de Andalucía. No cabe en modo alguno equiparar ambas violencias".

Militares y falangistas

La documentación que conforma Por la sagrada causa nacional procede de los fondos del Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo de Sevilla, un material con el que el mismo autor ya ha publicado La justicia de Queipo (2000), un estudio sobre cómo funcionó la justicia militar en el suroeste ampliado en 2006, y La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz (2003). En la nueva obra, además de desvelar la mecánica de los consejos de guerra o de los expedientes abiertos, se ofrece una "perspectiva inusual" sobre los conflictos entre los propios grupos de los sublevados por cuestiones como el reparto de los bienes saqueados y expoliados.

Otra de las cuestiones que aborda Francisco Espinosa en su investigación es ese mito de que los falangistas encabezaron la maquinaria represiva. "Falange no era más que una parte del proceso, y no precisamente la primera", explica. En lo alto de la pirámide estaban los militares, que daban las órdenes y dictaminaban cómo actuar; inmediatamente por debajo las delegaciones de Orden Público y la Guardia Civil; y en el tercer escalafón grupos paramilitares como los falangistas, los requetés o las llamadas guardias cívicas, explica el historiador, los encargados de las detenciones o de participar en las ejecuciones, sobre todo en los pueblos.

Letrero en Don Benito pintado por fuerzas leales a la República.

Letrero en Don Benito pintado por fuerzas leales a la República. BNE

"Mantengo que Falange formaba parte del proceso represivo, pero estaba en el proceso final, no en la parte que se decidía a quién eliminar. Los que tenían toda la información eran los militares", ahonda Francisco Espinosa. "Cuando se dice que Falange llevó todo aquello, se actúa con una perspectiva que tiene la base de que para la gente de los pueblos lo único visible relacionado con la represión eran los falangistas. Al comandante militar de cada localidad no lo conocían porque no ejercían públicamente".

También se aborda en el libro, en un capítulo específico, la violencia que emplearon los franquistas contra la población femenina. "La represión se dio desde tres ángulos: por el simple hecho de ser mujeres —el Estado de derecho se pierde y las consideran suyas y las violan—, contra las que habían tenido responsabilidad durante la Segunda República —hubo sindicatos femeninos que se implicaron en lucha obrera o maestras marcadamente de izquierdas—, y luego como venganza contra las familiares de líderes sindicales o políticos", cierra el historiador". "Fue un periodo de tiempo absolutamente demencial por la humillación permanente y los castigos a las que fueron sometidas".