dissabte, 23 de febrer del 2019

Se presenta una nueva denuncia desde Asturias a la Querella Argentina pidiendo la exhumación del Pozu Funeres


https://kaosenlared.net/se-presenta-una-nueva-denuncia-desde-asturias-a-la-querella-argentina-pidiendo-la-exhumacion-del-pozu-funeres/



Por La Comuna d'Asturies
Preséntase dende Asturies una denuncia nueva na Querella Arxentina que pide la exhumación del Pozu Funeres
[castellano]
Se presenta desde Asturias una denuncia nueva en la Querella Argentina que pide la exhumación del Pozu Funeres
Este miércoles 13 de febrero se presentó en el Consulado de Argentina en Madrid la denuncia de tres hermanos que presentan el caso de la desaparición de su abuelo, Enrique Suárez Ferrera, minero vecino de La Rina (Samartín del Rei Aurelio), para unirlo a los demás casos que forman parte de la conocida como Querella Argentina.
El 13 de abril de 1948, cuando iba a trabajar a la mina, lo detuvo la Guardia Civil. Una vecina le contó a la esposa de Enrique, Manuela Nava, que había visto a los guardias llevarlo camino de la montaña de Peñamayor. Cuando dos de sus hijas trataron de buscarlo en esa dirección, no les dejaron pasar y las amenazaron con llevarlas presas a ellas también. Todo parece indicar que el cuerpo de Enrique acabó arrojado en el Pozu Funeres con otras tres personas que también detuvieron ese día: Jesús García Iglesias, de Les Felechoses, Silvino Díaz Méndez, de El Xumíniz, y Ramón Rodríguez Argüelles, de La Camperona.
Los nietos de Enrique piden la exhumación de esa fosa para tratar de identificar restos de su abuelo. Confían en que la Justicia argentina pueda lograr “lo que la española niega sistemáticamente”, dicen en su escrito.
Otra denuncia presentada en 2016 desde Asturias también solicitaba la exhumación del Pozu Funeres, por el caso de otro minero, Erasmo Alonso Martínez, de Los Barreros (Llaviana), asesinado en 1948 y tirado a la sima. De momento,  gracias a un exhorto de María Servini de Cubría, la jueza argentina que instruye la Querella, en 2016 ya se pudo exhumar en Guadalajara una fosa común a petición de Ascensión, la hija de uno de los asesinados allí, Timoteo Mendieta.
Hasta ahora, son 27 las personas y entidades que se han sumado desde Asturias a la Querella Argentina denunciando sus casos, que afectan en total a alrededor de medio millar de víctimas.

[En Asturianu]
Esti miércoles 13 de febreru presentóse nel Consuláu d’Arxentina en Madrid la denuncia de trés hermanos que presenten el casu de la desaparición de so güelu, Enrique Suárez Ferrera, mineru vecín de La Rina (Samartín del Rei Aurelio), p’axuntalu a los demás casos que formen parte de la conocida como Querella Arxentina.
El 13 d’abril de 1948, cuando diba a trabayar a la mina, prendiólu la Guardia Civil. Una vecina cuntó-y a la muyer d’Enrique, Manuela Nava, que viere a los guardies llevalu camín del monte de Peñamayor. Cuando dos fíes d’él trataron de buscalu nesa dirección, nun les dexaron pasar y amenazáronles con llevales preses a elles tamién. Too paez indicar que’l cuerpu d’Enrique acabó tiráu nel Pozu Funeres con otres trés persones que tamién prendieron esi día: Jesús García Iglesias, de Les Felechoses, Silvino Díaz Méndez, d’El Xumíniz, y Ramón Rodríguez Argüelles, de La Camperona.
Los nietos d’Enrique piden la exhumación d’esa fosa pa tratar d’identificar los restos de so güelu. Enfótense en que la Xusticia arxentina pueda llograr “lo que la española niega sistemáticamente”, dicen nel so escritu.
Otra denuncia presentada nel 2016 dende Asturies tamién solicitaba la exhumación del Pozu Funeres, pol casu d’otru mineru, Erasmo Alonso Martínez, de Los Barreros (Llaviana), asesináu en 1948 y tiráu al pozu. De momentu,  gracies a un exhortu de María Servini de Cubría, la xueza arxentina qu’instruye la Querella, nel 2016 yá se pudo exhumar en Guadalajara una fosa común a petición d’Ascensión, la fía d’ún de los asesinaos ellí, Timoteo Mendieta.
Hasta agora, son 27 les persones y entidaes que se sumaron dende Asturies a la Querella Arxentina denunciando los sos casos, qu’afecten en total a alredor de mediu millar de víctimes.

Viaje con Ian Gibson a la tumba de Machado: "Está bien en Collioure. ¿Para qué traerlo? Y menos ahora"



https://www.eldiario.es/cultura/libros/Antonio-Machado-Ian-Gibson_0_869663724.html


España, enero de 1939. Poco queda del cartel que, en plena plaza Mayor, aseguraba que Madrid sería "la tumba del fascismo". A cientos de kilómetros de la capital, una riada de exiliados intenta cruzar la frontera hacia Francia para escapar del bando rebelde. Luchan contra el frío, la lluvia y las balas. Entre ellos se encuentra el poeta Antonio Machado: delgado, desaliñado y con la mirada perdida. Consigue llegar junto a su madre Ana, su hermano José y la mujer de este a un pequeño pueblo llamado Collioure. La suerte no dura demasiado. El autor de Campos de Castilla fallece los 63 años, tres semanas después de pisar suelo francés.
España, febrero de 2019. Faltan pocos días para que se cumpla el 80 aniversario de la muerte de Machado y, en el cementerio de Collioure, donde está enterrado junto a su madre, se acumulan las banderas republicanas y flores rojas, amarillas y violetas. En su lápida se lee lo siguiente: "Y cuando llegue el día del último viaje y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos a la mar", unos versos que vuelven a ser recitados en forma de homenaje por decenas de periodistas allí presentes. Entre ellos se encuentra el hispanista Ian Gibson (Dublín, 1939), que posa en silencio sosteniendo un clavel. Lo lanza sobre el mármol. El resto le imita, y se acaba formando una montaña color carmesí que llega incluso a tapar la placa con el nombre del poeta.
Los claveles lanzados sobra la tumba de Antonio Machado
Los claveles lanzados sobra la tumba de Antonio Machado © ASÍS AYERBE
El recuerdo del literato, un hombre "en el buen sentido de la palabra, bueno", sigue presente en la España por la que luchó blandiendo su pluma. "Jamás me había imaginado la presentación de un libro mío de esta forma", dice Gibson en la misma playa que el sevillano contempló por última vez. Mientras, el viento azota su pelo canoso y le apuntan con decenas de cámaras. En la mano sujeta su última biografía, Los últimos caminos de Machado: de Collioure a Sevilla (editorial Espasa), que se suma a la de otros ilustres personajes como Salvador Dalí o Lorca, al que pasó media vida investigando. Con la otra mano, la que le queda libre, señala al centro de la ciudad. Subiendo la mirada por la calle se atisba el refugio de la Casa T.H. Quintana, donde Machado se alojó cuando apenas tenía fuerza para sacudirse la ceniza que le caía de su tabaco. Sí las tenía, al menos, para abrir la ventana y sentir la brisa del mar. "Los cuidaron muy bien. Para mí es un sitio sagrado", asegura el biógrafo.
Los grandes responsables de estos cuidados fueron la mercera Juliette Figuères, que les proporcionó ropa limpia y periódicos; Pauline Quintana, dueña del hotel y simpatizante de la República; y el ferroviario Jacques Baills. Este último ayudó a los Machado en su llegada Collioure, cuando la madre del poeta, al borde del delirio, empezó a preguntar si habían llegado a Sevilla. La capital andaluza quedaba bastante lejos, pero al menos allí encontraron cobijo cuando tener cama y comida era un lujo. La localización del albergue parecía una cruda ironía: enfrente, el Mediterráneo. Detrás, el cementerio donde Machado descansaría semanas más tarde.
La Casa T.H. Quintana, el albergue donde se alojó Machado las últimas semanas de su vida
La Casa T.H. Quintana, el albergue donde se alojó Machado las últimas semanas de su vida JOSÉ ANTONIO LUNA

El poeta que nació triste

"He visto unas fotografías inéditas que tiene la familia antes del traslado. En ellas aparece su hermano Manuel [que acabaría al servicio del fascismo], de pie, que encarna la idea que tenemos del típico señorito sevillano. Sentado a su lado, Antonio aparece alicaído, como si hubiera nacido deprimido", explica Ian Gibson a eldiario.es. La profunda tristeza de Machado le acompañará a lo largo de su vida. De hecho, que su primer libro se llame Soledades no es casual.
Como demuestra el trozo de papel encontrado por José Machado en el viejo gabán de su hermano fallecido, hasta el final de sus días tuvo presente tres tipos de dolores: el del derrumbamiento de la República, el de la añoranza por la Sevilla de sus años infantiles y el de la mujer que nunca pudo ser suya. "Y te daré mi canción: se canta lo que se pierde, con un papagayo verde, que la diga en tu balcón", escribió para Pilar de Valderrama, alias Guiomar. Era católica, simpatizante del régimen franquista y, aun así, como ocurre en las tragicomedias, Machado sitió por ella un amor platónico que apenas fue correspondido. Ni siquiera con una caricia.
El hispanista Ian Gibson en el puerto de Collioure
El hispanista Ian Gibson en el puerto de Collioure © ASÍS AYERBE
De hecho, cuando estalló la guerra, Pilar escapó de España con su familia y quemó gran parte de la correspondencia recibida por el poeta alegando que "no podía llevar un bulto tan grande". "Lo de Valderrama fue terrible. Solo se conservan 40 de las más de 200 cartas. Destrozó un material único en el mundo en el que Machado expresaba realmente quién era", lamenta Gibson. Tampoco se sabe nada de la correspondencia enviada por Guiomar al sevillano, ya que, como se explica en la biografía del hispanista, probablemente estuvieran en una maleta que llevaba consigo al pasar la frontera. Su paradero es una incógnita.

Aquella España de Machado

"Lo hemos enterrado ayer en este sencillo pueblecito de pescadores en un sencillo cementerio cerca del mar. Allí esperará hasta que una humanidad menos bárbara y cruel le permita volver a sus tierras castellanas que tanto amó", escribió José Machado como respuesta a la oferta de un puesto como catedrático en Cambridge que llegó el mismo día de su muerte. Pero esa humanidad no parece haber cambiado tanto. 80 años después, su tumba continúa en Francia.
Gibson, sin embargo, recalca precisamente la importancia didáctica de que su lecho esté en suelo extranjero: "Sirve para recordar cómo fue de terrible el exilio: cruzaron la frontera mientras aviones ametrallaban a gente inocente que huía, como la ambulancia en la que iba el poeta. Yo creo que está bien que Machado esté en Collioure. ¿Para qué traerlo? Y menos ahora".
La calle dedicada a Antonio Machado en Collioure que sube por un lateral de la Casa T.H. Quintana
La calle dedicada a Antonio Machado en Collioure que sube por un lateral de la Casa T.H. Quintana JOSÉ ANTONIO LUNA
El actual auge de la ultraderecha nacionalista contrasta con los deseos del propio poeta. Este señaló cómo el cainismo español persistía gracias a "ese sentimiento tan fuerte y tan vil que es el patriotismo". Criticó la monarquía, los caciques y los curas, a los que señalaba como enemigos del civismo, y le sobró tinta para amonestar a las fuerzas progresistas por su desunión. Hoy día, sus versos parecen contemporáneos.
"Machado tendría palabras adecuadas para describir a Abascal y su gente, porque ver este tipo de machos a caballo es como volver a la prehistoria cavernaria", considera el hispanista, que tacha al líder de Vox como "el Charlton Heston de la España actual". 
Machado era, como apostilla Gibson, "un revolucionario tranquilo", alguien a favor del consenso y en contra de la "sagrada unidad de España". "Si crees esto no estás muy lejos del manicomio. Es ridículo creer en esta esencia como si fuera dios mismo el que ordenara que España tiene que estar unida. Si lo piensas es que eres un asesino en potencia", reprocha el biógrafo.
En una España que todavía lucha por la reconciliación, las palabras del sevillano pasan de ser anecdóticas para convertirse en imprescindibles. "Tiene muchísimo que decir a los españoles de hoy, es más necesario que nunca por su énfasis sobre la necesidad del diálogo", recalca Gibson frente a la Casa T.H. Quintana. La misma en la que el poeta vio desvanecerse sus huellas como estelas en la mar.
La tumba de Antonio Machado decorada con banderas republicanas que ondean al viento en el pueblo de Collioure, al sur de Francia. 18 de febrero de 2019. 

divendres, 22 de febrer del 2019

80 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE D. ANTONIO MACHADO. Emilio Sales Almazán Foro por la Memoria de Toledo.




El 22 de febrero de 1939 fallecía en la localidad francesa de Colliure el gran poeta, aquel que siempre fue un hombre bueno, D. Antonio Machado Ruiz. Cada año multitud de actos, de artículos, de recuerdos, inundan la sociedad en memoria de uno de las más admiradas plumas de nuestra literatura.

Recordar como el exilio, el éxodo de miles de españoles y españolas a otros países,  casi siempre cruzando los Pirineos, llevo lejos de España a un par de generaciones de las más altas cimas en el saber, lo que se llamó “el atroz desmoche”. Cientos de científicos, escritores, investigadores, maestros, penalistas, etc.…, cruzaron la frontera huyendo de la más que probable represión o la muerte por la acción criminal fascista.

Dicen que el vate murió de pena, la gran mayoría de personas que le conocieron están de acuerdo en que D. Antonio, cansado, triste, se dejó morir al contemplar como su patria era pasto de la fechoría nacionalcatólica. Recuerdo que ya lo comenté en otras ocasiones como mi padre me lo dijo al hablar de su encuentro con él en Valencia, supongo que cuando señalaba que le vio en un huerto (según parece era en la localidad de Rocafort) notó en él a una persona mayor y fatigada.

Quizá este aniversario sea un tanto especial habida cuenta de la situación creada tras las elecciones en Andalucía. El triunfo del trifascio y las noticias respecto a la asunción de lo que debería ser la recuperación de la memoria democrática por parte de la ultraderecha hace temer un retroceso en los mínimos avances en la materia. La pasividad y cobardía para afrontar de una vez por todas la eliminación del franquismo en todas sus facetas pone en manos de los herederos del fascio la utilización de las instituciones. Es curioso ver a los nuevos representantes de la bilis azul mahón ocupando cargos en instituciones democráticas.

La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María, de espíritu burlón y de alma inquieta, ha de tener su mármol y su día, su infalible mañana y su poeta.

La Andalucía de la que dijo, al hablar de cómo había aceptado la plaza en el instituto de Soria, la capital de provincia más pequeña de España donde apenas vivían 3000 habitantes, “Yo tenía un recuerdo muy bello de Andalucía, donde pasé mis años de infancia. Los hermanos Quintero estrenaron entonces en Madrid El genio alegre, y alguien me dijo: Vaya usted a verla. En esa comedia está toda Andalucía. Y fui a verla y pensé: Si es esto de verdad Andalucía, prefiero Soria. Y a Soria me fui”

Todo ello, todo aquello por lo que sufrió y padeció está aquí. ¿Se fue alguna vez?

Hace poco tiempo la editorial Anaya publicaba un texto para los alumnos de primaria donde hacía una versión “agradable” de la muerte de dos de los más grandes poetas andaluces, de dos de los juglares más universales, Lorca y Machado. Del primero decía que «murió cerca de su pueblo, durante la guerra en España», del segundo «Pasados unos años se fue a Francia con su familia. Allí vivió hasta su muerte». Según les parece a estos “traficantes del saber” los niños no entienden las palabras fusilamiento o exilio. Tratan a los niños y a los jóvenes como faltos de desarrollo intelectual. Todo esto me ha traído a hacer una exposición de lo que opinaba D. Antonio acerca de la juventud. Aquí va el “discurso a las Juventudes Socialistas Unificadas” el día 1 de mayo de 1937.


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Se vela por la pureza de la niñez; se la defiende, sobre todo, de los peligros de una pubescencia anticipada. Muy pocos velan por la pureza de la juventud; a muy pocos inquieta el peligro, no menos grave, de una vejez prematura. Sabemos ya, y acaso lo hemos creído siempre, que la infancia no se enturbia a sí misma, y hemos adquirido un respeto al niño, loable, en verdad, si no alcanzase los linderos de la idolatría. Se sigue creyendo, en cambio, que toda la turbulencia que advertimos en los jóvenes es de fuente juvenil, y que al joven sólo puede curarle la vejez. Yo he pensado siempre lo contrario. Por ello he dicho siempre a los jóvenes: adelante con vuestra juventud. No que ella se extienda más allá de sus naturales límites en el tiempo, sino que, dentro de ellos, la viváis plenamente. Adelante, sobre todo, con vuestra faena juvenil: ella es absolutamente intransferible; nadie la hará, si vosotros no la hacéis.

Uno de los graves pecados de España, tal vez el más grave, acaso el que hoy purgamos con la tragedia de nuestra patria, es el que pudiéramos llamar «gran pecado de las juventudes viejas». Yo las conozco bien, amigos queridos, perdonadme esta pequeña jactancia. En mi ya larga vida, he visto desfilar varias promociones y diversos equipos de jóvenes pervertidos por la vejez: ratas de sacristía, flores de patinillo, repugnantes lombrices de caño sucio. Los conozco bien. Y son esos mismos jóvenes sin juventud los que hoy, ya maduros, mejor diré, ya podridos, levantan, en la retaguardia de sus ejércitos mercenarios, los estandartes de la reacción, los mismos que decidieron, fría y cobardemente, vender a su patria y traicionar el porvenir de su pueblo. Son esos mismos también, aunque no siempre lo parezcan, los que hoy quisieran corromperos, sembrar la confusión y el desorden en vuestras filas, los enemigos de vuestra disciplina, en suma, cualesquiera que sean los ideales que digan profesar.

¡La disciplina!... He aquí una palabra, que vosotros, jóvenes socialistas unificados, no necesitáis, por fortuna, que yo os recuerde. Porque vosotros sabéis que la disciplina, útil para el logro de todas las empresas humanas, es imprescindible en tiempos de guerra. De disciplina sabéis vosotros, por jóvenes, mucho más que nosotros, los viejos, pudiéramos enseñaros. Contra lo que se cree, o afecta creerse, también la disciplina es una virtud esencialmente juvenil, que muy rara vez alcanza a los viejos. Sólo la edad generosa, abierta a todas las posibilidades del porvenir, realiza gustosa el sacrificio de todo lo mezquinamente individual a las férreas normas colectivas que el ideal impone. Sólo los jóvenes verdaderos saben obedecer sin humillación a sus capitanes, velar por el prestigio, sin sombra de adulación, de los hombres que, en los momentos de peligro, manejan el timón de nuestras naves; sólo ellos saben que en tiempo de guerra y de tempestad los capitanes y los pilotos, cuando están en sus puestos, son sagrados.

Nada temo de la indisciplina juvenil, porque nunca he creído en ella. Mucho temo, mucho he temido siempre de la mansa indisciplina de la vejez, de esa vejez anárquica, en el sentido peyorativo de estas dos palabras —un hombre encanecido en actividades heroicas sabe guardar como un tesoro la llama íntegra de su juventud, y un anarquista verdadero puede ser un santo— de ese espíritu díscolo y rebelde a toda idealidad, siempre avaro de bienes materiales, codicioso de mando para imponer la servidumbre, que, en suma, sólo obedece a lo más groseramente individual: los humores, y apetitos de su cuerpo averiado, sus rencores más turbios, sus lujurias más extemporáneas. A eso, que es la vejez misma, he temido siempre.

Si repasáis la breve historia de nuestra República, que se inaugura magníficamente con signo juvenil, dominada por hombres que gobiernan y legislan atentos al porvenir de su pueblo, veréis que es un hombre profundamente viejo, un alma decrépita de ramera averiada y reblandecida, el llamado Lerroux, quien se encarga de acarrear a ella, de amontonar sobre ella —¡nuestra noble República!— todos los escombros de la rancia política en derribo, toda la cochambre de la inagotable picaresca española. A esto llamaba él ensanchar la base de la República.

Yo os saludo, pues, jóvenes socialistas unificados, con un respeto que no siempre pude sentir por los ancianos de mi tiempo, porque muchos de ellos estaban deshaciendo a España, y vosotros pretendéis hacerla. Desde un punto de vista teórico, yo no soy marxista, no lo he sido nunca, es muy posible que no lo sea jamás. Mi pensamiento no ha seguido la ruta que desciende de Hegel a Carlos Marx. Tal vez porque soy demasiado romántico, por el influjo, acaso, de una educación demasiado idealista, me falta simpatía por la idea central del marxismo; me resisto a creer que el factor económico, cuya enorme importancia no desconozco, sea el más esencial de la vida humana y el gran motor de la historia. Veo, sin embargo, con entera claridad, que el Socialismo, en cuanto supone una manera de convivencia humana, basada en el trabajo, en la igualdad de los medios concedidos a todos para realizarlo, y en la abolición de los privilegios de clase, es una etapa inexcusable en el camino de la justicia; veo claramente que es ésa la gran experiencia humana de nuestros días, a que todos de algún modo debemos contribuir. Ella coincide plenamente con vuestra juventud, y es una tarea magnífica, no lo dudéis. De modo que, no sólo por jóvenes verdaderos, sino también por socialistas, yo os saludo con entera cordialidad. Y en cuanto habéis sabido unificaros, que es mucho más que uniros, o juntaros para hacer ruido, contáis con toda mi simpatía y con mi más sincera admiración>>

Talavera del Tajo. 22 de febrero de 2019


Emilio Sales Almazán
Foro por la Memoria de Toledo

80 años de la muerte de Antonio Machado en Cotlliure.








http://www.rtve.es/alacarta/videos/documentales-en-el-archivo-de-rtve/biografia-antonio-machado/2395130/

https://www.elmundo.es/cultura/literatura/2019/02/22/5c6ef781fdddff37318b45d8.html

Los últimos días de Antonio Machado y la culpabilidad escondida de su hermano Manuel




El cuerpo de Antonio Machado, envuelto en la bandera republicana, el 22 de febrero de 1939 en Colliure (Francia).
Hoy se cumplen 80 años de la muerte del autor de 'Campos de Castilla'. Con ese motivo se le recuerda con una muestra que subraya la estrecha relación con su hermano mayor, que se mortificó por su triste final en el exilio
Antonio Machado murió pasadas las tres de la tarde, un Miércoles de Ceniza, el día 22 de febrero de 1939, en la pequeña localidad costera de Colliure, al sur de Francia. Había traído consigo una pequeña cajita de madera con tierra que había recogido antes de cruzar la frontera y una tarde, hablando con la dueña de la pensión que lo acogió a él y a su familia, le dijo:
-Es tierra de España. Si muero en este pueblo, quiero que me entierren con ella.
Su hermano José y su cuñada Matea cumplieron su deseo, y en el ataúd, junto al traje en el que fue amortajado, vertieron la tierra que el poeta había traído consigo. Tres días después murió su madre, doña Ana Ruiz. Y cuando la noticia llegó a España hasta los periódicos franquistas se hicieron eco de la noticia y pontificaron la hondura literaria del autor de Campos de Castilla. Aquellos días, en Londres, el periódico The Times publicó una necrológica donde subrayaba: "A diferencia de muchos intelectuales, quienes, habiendo abrazado al principio la República, transfirieron poco a poco sus simpatías a los nacionalistas, Machado siguió fiel a la causa republicana hasta el final".
Este viernes se cumplen 80 años de la muerte del poeta y la ciudad donde nació lo recuerda con una exposición titulada Los Machado vuelven a Sevilla, organizada por la Fundación Unicaja, donde se exhiben los últimos documentos adquiridos por la institución. Los Machado, en realidad, son dos: el poeta don Antonio y su hermano mayor Manuel, que corrió distinta suerte.
Cuando supo de su muerte, Manuel estaba en Burgos. De inmediato, en un coche oficial al servicio del régimen franquista, puso rumbo a Francia y llegó a las exequias. Allí se entera de que su madre también ha muerto. Roto por el dolor, la familia se separa y su hermano José, declarado antifranquista, no volverá jamás a verlo.
De regreso a Madrid, Manuel se encierra en compañía de su esposa Eulalia Cáceres y se sume en un estado de tristeza y escondido sentimiento de culpabilidad que lo acompañará hasta su muerte el 19 de enero de 1947. Ese día su cuerpo es trasladado al vestíbulo de la Real Academia Española y a la mañana siguiente es sepultado en la Almudena con honores de Estado.


En la exposición que inaugura el nuevo centro de la Fundación Unicaja ha abierto en la capital andaluza los documentos expuestos dejan entrever la estrecha relación que Antonio y Manuel mantuvieron a lo largo de su vida, y cómo ese cariño y el compromiso de ambos por la literatura los llevó a escribir obras de teatro juntos. De hecho, en las vitrinas de la muestra está presente la obra titulada La diosa razón, inédita hasta la fecha.
Leer con atención los manuscritos expuestos -una selección de los 4.750 documentos que la Fundación Unicaja custodia y cuyo último lote, disperso entre Madrid, Santiago de Chile y Praga, adquirió el pasado año a los herederos de la familia- es recrear la biografía dispar de ambos. Hay cartas que el autor de Juan de Mairena remite a su madre y donde se transparenta la estrecha relación que mantuvo con ella. Cuando el poeta contrae matrimonio con Leonor Izquierdo en Soria, donde ejercía de profesor de gramática francesa, la joven remite una carta a su suegra contándole sus esfuerzos por recobrar la salud. Leonor muere como el olmo seco que hay a las puertas de aquel cementerio, y su esposo, sumido en la desesperación, se recluye en Baeza donde confía a Unamuno el desierto espiritual en el que se halla.
Pasan los años, se editan sus poemarios y escribe junto a su hermano Manuel. De todos esos periodos la exposición está llena de datos y anécdotas, como aquellas cartas con Guiomar, entre Madrid y Segovia, donde ambos se confiesan su amor. Pero la vida de don Antonio parecía predestinada a la frustración. No queda a la vista, pero hay en la exposición un sentimiento de dolor que es difícil disimular.
Esa premonición de fracaso se transparenta en el verso alejandrino que su hermano José encontró en el viejo gabán del poeta muerto en el exilio. En un trozo de papel arrugado don Antonio había escrito: "Estos días azules y este sol de la infancia".



El último cielo azul de Machado

La tumba del poeta en Cotlliure se ha convertido en un símbolo del exilio republicano

Rememorando a Antonio Machado con 10 de sus mejores versos



El último cielo azul de Machado
La tumba de Machado en Cotlliure se ha convertido en un lugar de peregrinación laica. Arriba, entierro del poeta, con el féretro rodeado por oficiales republicanos (Pere Duran / NORD MEDIA)
En la tumba de Antonio Machado en Cotlliure nunca faltan flores, banderas republicanas y cartas y dibujos, que desde hace unos años se depositan en un buzón para ser conservados. El poeta andaluz que hizo famosa la trágica frase de que “una de las dos Españas ha de helarte el corazón” murió un 22 de febrero de 1939 y descansa en este pequeño cementerio, muy cerca del mar.
Machado llegó a Cotlliure, como uno más de aquellos miles de refugiados que huyan del ejército franquista en lo que suponía la caída de Catalunya y un anticipo de la caída definitiva de la República española. Llegó enfermo y agotado y murió un mes después. Fue enterrado al día siguiente y el féretro llevado a hombros por oficiales y soldados de la segunda brigada de la Caballería Republicana, confinados en el Fort Mirador y el Château Royal.

Nuevos recuerdos

La Fundación Machado, creada en 1977, recopila las cartas y los dibujos que se dejan en la tumba

Inicialmente fue sepultado en un panteón prestado, pero en 1958, tras una suscripción dirigida por otro exiliado, Josep Maria Corredor, sus restos se pudieron trasladar a la tumba actual, en un terreno cedido por el Ayuntamiento. Personalidades como Pau Casals, Albert Camus, René Char o André Malraux hicieron donativos.
Desde entonces en este sencillo cementerio, todo el año hay flores que se renuevan y dedicatorias escritas de niños y de adultos que la Fundación Antonio Machado, creada en 1977, recopila. Se ha convertido en un lugar de peregrinación laica. Posiblemente por eso, en 1958 y en 1966, las autoridades franquistas intentaron el traslado de los restos del poeta a España. Afortunadamente la familia se opuso y allí sigue, como símbolo de la retirada y del exilio español en tierras francesas. El año pasado se inauguró también una mediateca-biblioteca en Cotlliure que dedica uno de sus pisos a su memoria. Y desde el 2009 se ha constituido una asociación de villas machadianas de la que forman parte Sevilla, Soria, Baeza, Segovia, Rocafort (Valencia) y Cotlliure. Falta sorprendentemente Barcelona.
Entierro del poeta, con el féretro rodeado por oficiales republicanos
Entierro del poeta, con el féretro rodeado por oficiales republicanos (ARCHIVO ABC)
“Se trata de un viejo poeta que es en España lo mismo que Paul Valéry en Francia y que se encuentra enfermo”. Más o menos con esas palabras el escritor Corpus Barga convenció a la gendarmerie de que diesen trato de favor a Machado tras pasar la frontera. El justo para pasar la primera noche en un vagón de tren que estaba en una vía muerta de la estación de Cervera. Cuentan que aquella noche, Machado le preguntó a Carles Riba si podía empeñar su reloj para obtener unos francos franceses con los que pagar un café.
Al día siguiente pudieron llegar en tren a Cotlliure y Machado, su madre, su hermano José y su cuñada, junto con Corpus Barga, le pidieron al jefe de estación Jacques Baills un lugar donde hospedarse. Les recomendó el hotel ­Bougnol Quintana, donde él mismo se alojaba. Había llovido y la riera Douy, que pasa al lado de esta pensión, les obligó a dar un rodeo. Antonio y su madre tuvieron que hacer parada en una mercería atendida por Juliette Figuères, quien les hizo entrar y les obsequió con un café con leche. Fue también Juliette quien la noche de su muerte cosió una bandera republicana con la que se envolvió el féretro.

Junto al hotel Quintana

En el 2018 se inauguró la mediateca-biblioteca de Cotlliure que rinde homenaje al poeta

Otra de las personas que los atendió fue Pauline Quintana, propietaria del hotel. Fue ella quien contó la anécdota que un día, al ver que los dos hermanos bajaban por separado a desayunar y preguntar la razón, le confesaron que sólo disponían de lo puesto, y que cuando lavaban una de las camisas al no tener de repuesto esperaban que el otro regresara para cambiarse.
No parece que durante estos día Machado llegase a escribir casi nada. Le preocupaba su salud y la de su madre, que yacía en la cama y que iba a fallecer tres días después que él. Le inquietaba la suerte de su hermano Manuel, que se había quedado en el bando franquista, de otro hermano del que nada sabía, y de los hijos de José trasladados a Rusia.
Esos detalles últimos se conocen gracias a las diversos estudios publicados. Justo es reconocer los nombres de Jacques Issorel, Xavier Febrés, Ian Gibson, Monique Alonso, Antonio Tello, Serge Barba... Ellos han preservado la memoria de este símbolo. Esta semana el historiador Ian Gibson ha pedido también que el hotel Quintana, que se halla en venta, sea comprado por las administraciones francesa y española.
José Machado escribió que aprovechando un día soleado su hermano le pidió que bajaran hasta el puerto para ver el mar. Una vez allí, al contemplar las casitas de pescadores, Antonio le comentó: “Quien pudiera vivir ahí, tras una de esas ventanas, libre ya de toda preocupación”.
Unos días después de su muerte, José encontró un papel arrugado en el gabán de Antonio en lo que parecía ser su último verso: “Estos días azules y este sol de la infancia...”.


Antonio Machado, el exilio que aún duele

La figura del autor mantiene su vigencia como icono de la división de España.Ian Gibson publica una nueva biografía del poeta, símbolo de la España republicana



Antonio Machado, en Villa Amparo en la localidad valenciana de Rocafort, poco antes de trasladarse a Barcelona en abril de 1938. - EL PERIÓDICO
    
ELENA HEVIA
21/02/2019

Atento a los detalles, en un momento en el que los símbolos cotizan al alza, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visitará el domingo la tumba de Antonio Machado en el minúsculo cementerio de Collioure, en Francia. Lo que año tras año ha sido una celebración intensa pero íntima de carácter más bien popular (nunca faltan las flores encima de la losa, ni cartas en el buzón anexo habilitado para ello) se convertirá en un acto oficial en el 80 aniversario de la muerte del poeta, que se cumple este viernes. Sánchez será el primer presidente español en activo que visite la tumba de Machado y lo hace en un momento clave, cuando se radicalizan en el discurso social aquellas dos Españas de las que se dolió en sus versos. El poeta, es sabido, fue el rostro singular y humano de las 465.000 personas, 170.000 de ellas civiles, obligadas a cruzar la frontera con Francia tras la toma de Barcelona por las tropas franquistas y a la vez representante de un republicanismo autonomista laico y progresista que aunque hoy en horas bajas fue, no hay que olvidarlo, el bando de los perdedores.

El pasado lunes, Ian Gibson uno de los estudiosos de su figura, visitó una vez más el pueblecito costero que se ha mantenido sorprendentemente a salvo de los embates turísticos. Con su nuevo libro bajo el brazo, ‘Los últimos caminos de Antonio Machado’ (Espasa), refundición del anterior ‘Ligero de equipaje. La vida de Antonio Machado’, el hispanista pasó por los enclaves de la localidad.  La estación de ferrocarril donde llegó el poeta procedente de la de Cerbère acompañado de su amigo el periodista Corpus Barga, su hermano José, su cuñada Matea y la madre Ana Ruiz, que a sus 90 años estaba profundamente perdida en su pasado y preguntaba insistentemente "¿ya llegamos a Sevilla?". La placita donde se situaba la mercería en la que la familia se refugió mientras esperaban un taxi y en la que su propietaria Juliette Figuères les ofreció café con leche y mucha ayuda, hoy convertida en tienda de vinos para gourmets. La pensión Bougnol-Quintana, donde el poeta muy enfermo, posiblemente de neumonía, vivió apenas 26 días hasta el de su muerte, actualmente un edificio cerrado desde hace dos décadas a la espera de que los herederos y las autoridades españolas y francesas lleguen por fin a un acuerdo económico y decidan convertirla en museo y centro de estudios. El puerto, por donde el poeta paseó su frágil salud de hombre asmático, gran fumador y con una afección cardiaca crónica: por allí se asomó al mar un par de veces para observar las casas de los pescadores y envidiar la tranquilidad de aquella gente sencilla. Y, naturalmente, el cementerio, donde apenas cruzada la entrada está situada la tumba donde yacen el poeta y su madre, que murió solo dos días después.

Sobre esa losa Gibson deposita claveles rojos. "Creo que Machado tiene todavía mucho que decir a los españoles de hoy porque es un ejemplo de seriedad intelectual y de honradez. En sus poemas y también en su prosa, que es bastante desconocida, todo gira sobre la España que debe transformarse, la España que no dialoga y eso es algo que tiene una absoluta vigencia hoy en día", dice.

DE MADRID A BARCELONA



La historia de Machado, hoy convertido en mito, es la de tantos exiliados. Su trayectoria, paradigmática. Tozudo e introvertido, posiblemente porque no quiere obligar a su madre a un enojoso traslado, se resiste a abandonar Madrid cuando se produce el golpe de Estado franquista. Su permanencia allí es también un refrendo a la legalidad de la República y a su admirado Manuel Azaña (unidos en el exilio francés, Sánchez también visitará el domingo la tumba del presidente en Mountaban). Finalmente, cuando su último amor, Pilar de Valderrama, Guiomar para la literatura, se marche con su marido al Portugal salazarista, el poeta accede a que lo evacuen a Valencia donde asistirá al Congreso de Intelectuales Antifascistas. La estación siguiente en su vía crucis será Barcelona. Ocho meses pasó allí desde abril de 1938. La primera localización es la suite 209 -hoy 214- del Hotel Majestic -donde años antes se había alojado también García Lorca-, pero el poeta, rodeado de aquel lujo y quizá de quintacolumnistas, no se siente a gusto. Lo instalan entonces en un decadente y polvoriento palacio del siglo XVIII, la Torre Castanyer, propiedad de familia Güell, en el paseo de Sant Gervasi. Allí Machado colabora en la prensa catalana, relee a Maragall y Verdaguer, amén de autores de su tiempo, como el poeta Carles Riba, a quien más tarde encontrará en su huida.

Los Machado apuran mucho en Barcelona y solo se deciden a marchar tras los bombardeos cuatro días antes de la caída de la ciudad, el 26 de enero de 1939. En un coche propiedad del doctor Puche Alvárez y acompañados de una ambulancia que en este caso servía para trasladar a otros intelectuales, entre ellos el filósofo Joaquim Xirau, amigo de la familia , toman la carretera de la costa pasando por Masnou hasta llegar a Malgrat donde se desvían hacia el interior en dirección a Girona. Un poco más allá, acceden a una masía situada en Raset, muy cerca de Cervià del Ter, que poco a poco se va llenando de refugiados ilustres como Corpus Barga, Carles Riba, Josep Pou i Pagès y el doctor Joaquim Trias i Pujol. José Royo Gómez, geólogo y paleontólogo valenciano, científico de fama internacional, le hizo allí una foto junto a su hermano José y otros refugiados; será la última que lo retrate vivo y en ella ya es patente el deterioro físico del poeta que tan solo tenía 63 años aunque pareciera tener 20 años más.

MANTENER EL DECORO

Tras pasar una noche en Viladasens alcanzan la frontera por los intrincados y peligrosos caminos de Cadaqués y Port de la Selva, allí se suman a la corriente de hombres, mujeres y niños que se trasladan a pie bajo la tramontana y una lluvia helada.  Los bombardeos les obligan a parar y refugiarse en las cunetas. Cuenta José Machado que su hermano dijo entonces que “era natural tener miedo pero que aunque no fuese más que por decoro no había que dar este espectáculo y que si le cayera una bomba, como esta llevaba la solución del problema vital, no había que darse tanta prisa”.

En la estación de Cerbère, donde llegan a pie, porque los conductores los dejan muy cerca de la frontera, se salvan por muy poco de ser trasladados a un campo de refugiados. Corpus Barga se hace cargo del asunto, deja a la familia en la estación y consigue recomendaciones y dinero. Poco antes, el poeta se ha vuelto a encontrar con Carles Riba a quien pregunta dónde puede vender su reloj. Riba, camino de París, se apiada y al tiempo que le estrecha la mano le alarga unos billetes. “No venda usted su reloj”, le dice.

Durante ese camino que acabaría para él 30 kilómetros al norte, en Collioure, Machado, al igual que Walter Benjamin un año más tarde, perdió su maleta. ¿Qué llevaba en ella? Gibson sostiene que uno de sus bienes más preciados, las cartas de Guiomar: "Sé que las llevó a Valencia, no tiene sentido que las dejara en Barcelona, es muy posible que estuvieran ahí". ¿Qué ocurrió con ellas? Es bonito pensar que en alguna consigna perdida y cubierta de polvo la maleta de Machado y la de Benjamin pudieran haber estado una muy cerca de la otra.