El curso de 1934 arrancó en Bañuelos de Bureba con nuevo maestro. Antonio Benaiges Nogues, de 31 años, natural de Tarragona, hijo de Teresa Nogués y de Jaime Benaiges y de una familia de inspiración pedagógica, llegó con plaza en propiedad a la Escuela Nacional Mixta de aquel pueblo, a medio camino entre Burgos y Miranda de Ebro. No llegaba a 200 habitantes. Antonio se licenció como maestro en 1929 y aplicaba desde 1933 las técnicas pedagógicas ideadas en los años veinte por el maestro y pedagogo francés Célestin Freinet (1896-1966). Era una propuesta que rompía con la escuela tradicional y con la idea de la infancia como mano de obra para la tierra, y eso es lo que contaba la obra de teatro El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, censurada por el Ayuntamiento de Briviesca, gobernado por el PP con el apoyo de Vox. En consecuencia y reivindicación en contra de la anulación de la obra, la asociación Escuela Benaiges - Bañuelos de Bureba ha anunciado que hará una lectura pública de algunos pasajes de la misma. Será este sábado 15 de julio a las 20:00 horas en el Claustro del “Hospitalillo” Briviesca, en Burgos.
“La idea, si ha de tener valor, es algo que ha de nacer de cada uno. Algo de propia elaboración, característico y fundamental en la personalidad. Dar palabras es ilustrar; dar ideas es entorpecer”. Esto lo escribió Antonio Benaiges en 1935, unos meses antes de que lo fusilaran en julio de 1936 por defender y practicar una educación laica y progresista. El informe contra el maestro, realizado por la Comisión Depuradora del Magisterio Nacional de Primera Enseñanza de Burgos del Ministerio de Educación Nacional franquista, se conserva en el Archivo General de la Administración (AGA), en Alcalá de Henares. La depuración empezó a los pocos meses de su desaparición. No fue suficiente con su asesinato.
En el artículo titulado La imprenta en la Escuela recogía la esencia del método Freinet, que aplicaba en el aula, basado en el “respeto y estímulo”. En el texto estableció los principios de esa nueva relación entre alumno y maestro, que supuso una revolución para la educación en la autonomía. “Y no temáis por vuestra verdadera autoridad. Quizá haya en vuestra clase menos aparente sumisión o docilidad pasiva. Pero sentiréis en torno a un nuevo ambiente, un natural y alentador entusiasmo que os caldeará el alma y será capaz de reconciliaros con la actividad escolar”, escribió Célestin Freinet para animar a sus compañeros a bajar la mesa del maestro de aquella imponente plataforma.
El periódico en la escuela
Eran los inicios de la escuela del proletariado, que aspiró a liberar a los oprimidos y a formar parte de la construcción de un mundo más justo. La puesta en práctica de las teorías de Freinet se realizaron en España en el curso 1932-1933. En julio de 1935 se celebró en Huesca el II Congreso de la Imprenta en la Escuela y Asamblea General de la Cooperativa Española de la Técnica Freinet. Apenas fue un suspiro, hasta el golpe de Estado del Ejército franquista.
Los principios pedagógicos que desarrolló Célestin Freinet en los años veinte proponían alentar a los alumnos a aprender mediante la creación de productos, para que vieran su utilidad. Era el aprendizaje desde la investigación y la cooperación a partir de las experiencias reales. Los escolares asumían responsabilidades con su trabajo y con la comunidad.
Para lograr estos objetivos usaban el texto libre, el dibujo libre, los libros de vida sustituyeron a los libros de texto y, sobre todo, la imprenta y el periódico escolar. Fue su principal aportación, el uso de la imprenta en la escuela, con la que el niño escribía sobre sí mismo y lo comunicaba. El aula se transformaba en un espacio de igualdad y de cultura en libertad, creativo y crítico.
“Haremos un periódico. Como los hombres. Mejor que el de los hombres, porque será de cosas nuestras. Cosas de niños y para niños. Lo leeremos. Lo leerán todos los del pueblo. Y en otros pueblos. Y en otros países. ¡Cuánto tarda en llegar la imprenta!”, escribió el maestro Antonio Benaiges en el artículo La imprenta en la Escuela. Gracias a la imprenta hizo en clase libros de niños hechos por niños. La especialista Natalia Plaza Benimeli, de la Universitat de Barcelona, ha investigado la depuración del magisterio como forma de control social ejecutada por el franquismo y explica que “los escritos de Benaiges en Colaboración son particularmente interesantes porque nos muestran paso a paso cómo se aplicaba en una escuela de su época la técnica Freinet”. La investigadora ha descubierto cuatro revistas diferentes hechas por los niños, en abril de 1936, con la imprenta de la Escuela de Bañuelos.
Un “antipatriota y antisocial”
Francesc Escribano cuenta en Antoni Benaiges, el maestro que prometió el mar, que en julio de 1936, con las clases finalizadas, Antonio no regresó a Montroig con su familia porque había prometido a una parte de sus alumnos que los llevaría a ver el mar. Quizás estuviera en Bañuelos preparando el viaje cuando Franco puso en marcha el golpe de Estado contra la República. El día después, el 19 de julio, fue detenido por los falangistas.
En agosto se decretó “la necesidad de demostrar al mundo la normalidad de la vida nacional en las regiones ocupadas por el Ejército Español, salvador de España” y se decretó informar de los maestros que hubiesen ejercido con un “ideario perturbador de las conciencias infantiles, así en el aspecto patriótico como en el moral”. El primer documento que se conserva en el expediente de depuración del maestro es una carta manuscrita contra Antonio firmada por el alcalde, el cura párroco y dos vecinos. No consta fecha aunque da a entender que podría ser del 2 de septiembre de 1936, anunciando el inicio de las clases con el crucifijo “entronizado” y también “la Bandera Roja y Gualda”.
El nuevo maestro fue nombrado por el propio alcalde: “Vicente Carranza Casillas, vecino de reconocida probidad y honradez y acendrado patriotismo”. Los firmantes aseguran que la conducta de Antonio Benaiges fue “antipatriota y antisocial y mal vista por las autoridades y padres de familia”.
El “buen español”
En la carpeta que conserva los archivos contra Benaiges también hay varios formularios impresos en los que se deben rellenar campos que denuncian la “conducta profesional”, la “conducta social”, la “conducta particular” y la “actuación política”. El cura Manuel Álvarez rellena uno de estos pliegos el 16 de enero de 1937. “No respondía a los fines de un buen ciudadano español”, escribió en el campo que pregunta por la conducta del maestro fusilado medio año antes. Le acusó “de comunista y revolucionario”, tener “muy malas” relaciones con las autoridades y con el vecindario. Y sobre la conducta religiosa del maestro, el cura responde que era “pésima, no tenía noción de nada en materia religiosa”.
“¿Saludaron los niños con puños en alto?”, pregunta del pliego. “Sí”, respuesta del párroco. ¿Concurrió con los niños a actos o manifestaciones extremistas? “Que yo sepa no por ser un pueblo rural de poca importancia”, contesta. ¿Dio a los niños periódicos de izquierdas? “Sí”. ¿Cuáles? “Todos de izquierdas”, contesta el párroco sin aclarar más. ¿Hizo propaganda de esta política fuera de la escuela? “Mucha”.
Cuando las autoridades requieren un paradero de Antonio, el cura escribe: “Desaparecido”. Desde “el día antes del movimiento Nacional”, dice. “Según referencias ha sido detenido”. “¿Se le supone en las filas de los rojos?”. “No se sabe”. Y a modo de conclusión el párroco añade más leña al fuego: “Según mi opinión era indigno de la profesión que ostentaba tanto de español como de ciudadano”.
Con un “jersey encarnado”
El alcalde, Eusebio Hernáez, contestó el 15 de enero de 1937. Entre sus respuestas denunció que “aconsejó a los discípulos el odio y desobediencia a los padres superiores”, que era “contrario a las normas de Nuestra Sacrosanta Religión”, que fue un “anarco-sindicalista”. Al contrario que el cura, el alcalde ignoraba si el maestro que enseñaba a sus alumnos a hacer sus propios periódicos dio a los niños periódicos de izquierdas.
Otro de los formularios conservados va sin firma, pero ofrece una de las acusaciones más dramáticas: “Este maestro el día de la iniciación del movimiento fue sorprendido por las milicias de F.E. en la casa del pueblo de Briviesca con varios más. De uso corriente llevaba un jersey encarnado en el que tenía bordada la hoz y el martillo. Estaba organizando en la casa del pueblo de Briviesca y en varios pueblos más del partido. Elemento muy peligroso, hacía propaganda de sus ideas comunistas y antirreligiosas, en especial a las muchachas jóvenes a las que decía que el matrimonio no debía ser para toda la vida, sino como un contrato de un objeto que se arrienda que cuando se termina se deja”.
La delación continua su relato, en el que asegura que unos cuantos vecinos se reunieron para echar al maestro. ¿El motivo? “El crucifijo que había en la escuela retirado lo arrojó al retrete”, escribe el denunciante sin nombre. “Los niños, llenos de terror al ver tan mala obra, le cogieron y se lo dieron al señor cura que entonces había en el pueblo. Y como esta muchas cosas que no tenían nada de moral. También se le ocurría preguntar a las niñas mayorcitas de la escuela de doce años, que si para tener hijos hacía falta casarse o no. Y ellas, como más inocentes contestaron que sí y él como más malicioso las contestó que le pongan a él una mujer a ver si le hace falta o no. Era un hombre que no quería coger a la juventud por su mando”, termina la acusación.
El expediente incluye también una larga carta de un vecino, Saturnino Viadas Hernáez, que acusó a Antonio Benaiges de hacer “juegos inmorales con las niñas”. “Durante las horas de clase algunos días distraía a los niños tocando el gramófono y les hacía bailar. También a los niños les tenía varios días más de una hora de recreo. Y a los niños les decía que él si iba a la iglesia en todo caso era para quemarla”, escribió Viadas, cuyo nombre aparece en tres de los cuatro cuestionarios, además del suyo propio.
El 14 de marzo de 1939, la Comisión Superior Dictaminadora de Expedientes de Depuración, organismo del Ministerio de Educación Nacional, determina “la separación definitiva del servicio y baja en el escalafón respectivo” de Antonio Benaiges. Había sido fusilado tres años antes.