dissabte, 18 de setembre del 2021

"Matón, chulo...", el documental que ajusta cuentas con Billy el niño, el torturador del franquismo

 https://www.elespanol.com/cultura/cine/20210915/maton-documental-ajusta-cuentas-billy-torturador-franquismo/611940103_0.html


Juan Antonio González Pacheco, conocido como 'Billy el Niño'.

Juan Antonio González Pacheco, conocido como 'Billy el Niño'. EE

CINE ESTRENOS DE CINE


El documental de Max Lemcke da voz a las víctimas del torturador que murió el año pasado sin haber sido juzgado.

15 septiembre, 2021 02:23


Pero Billy el Niño tenía un nombre. Se llamaba
 Juan Antonio González Pacheco. Sus víctimas nunca olvidaron su rostro ni su pose de “chulo”, de “matón”. Tampoco las barbaridades que les hicieron, cosas que una mente sana jamás pensaría. Hombres, mujeres… cualquiera que no acatara las órdenes de Franco pasaba por la sede de la Puerta del Sol y por sus manos. Para todas esas víctimas él no es ninguna leyenda del oeste, y prefieren que se le recuerde con nombres y apellidos, no con apodos en los que esconder sus crímenes.Cuando uno busca en Google ‘Billy el Niño’, el primer resultado remite a una figura de leyenda. El vaquero forajido que durante la segunda mitad del siglo XIX se convirtió en uno de los pistoleros más famosos del lejano oeste. Un personaje que ha inspirado películas, series, cómics y libros. Robos, golpes y un reguero de sangre fueron parte de su legado criminal. Quizás fue esto último lo que une a este Billy el Niño con el segundo resultado que nos deja el buscador: el del torturador más famoso del franquismo dentro de la infame Brigada Político Social que buscaba, secuestraba y torturaba a cualquiera que se atreviera a oponerse a la dictadura.

Unos crímenes por los que nunca fue juzgado. Pacheco continuó torturando en los primeros años de democracia y hasta fue condecorado con medallas, distinciones y una pensión vitalicia por sus servicios al estado español. La Transición no se toca, parece que el franquismo tampoco. Pacheco paseaba por las calles y se cruzaba con la gente a la que había torturado. Murió el año pasado sin que nadie le juzgara ni le quitara sus medallas. Con total impunidad. También murió meses después una de sus víctimas más conocidas, Chato Galante.

Fotograma de 'Billy'.

Fotograma de 'Billy'.

Dos sucesos que marcaron Billy, el documental que ha dirigido Max Lemcke sobre la figura del torturador y que se estrena este viernes. El covid les pilló a mitad de producción, y después les hizo reconfigurar la esencia y el orden de lo contado. La primera idea del director era hacer una ficción, pero nuestra industria, que sigue teniendo alergia a ciertos temas, no lo financió. “Es una muestra del panorama de nuestra industria. No salió adelante porque no encontramos financiación. No era un tema atractivo en ese momento, siempre cuesta levantar temas que tengan una dramaturgia política o social”, cuenta el director a EL ESPAÑOL.

Tras esa decepción decidió seguir contando de alguna forma esa fascinación que surge “cuando empecé a leer las noticias por el intento de la querella argentina de llevarle a juicio y la Audiencia Nacional no admitió la extradición, ahí es donde tengo más conciencia de haber empezado a investigar al personaje en cuestión”. Aquel largo de ficción se convirtió en un documental donde las que hablan son las víctimas, aunque como subraya Lemcke, “no les gusta llamarse así, porque son gente que luchó por sus ideales. Jóvenes idealistas que simplemente por el hecho de estar en contra de un régimen sufrieron unas torturas increíbles. Son cosas monstruosas”. Aquellos jóvenes sacan valor para contar lo que vivieron, y también para ajustar cuentas con Pacheco, del que todos destacan esos ademanes de “chulo”, su pelo despeinado y sus formas de “matón”.

Lo que contamos no sólo ocurrió en la dictadura, sino en un proceso democrático. Trabajó sus mejores años en la democracia y seguía torturando en la Puerta del Sol

El documental muestra también imágenes de películas y dibujos de Billy el Niño, el personaje de ficción, y hace una reflexión importante gracias al testimonio de una de las víctimas: dejemos de usar ese apodo. Dejemos de vincularle a un torturador a una figura que la ficción ha convertido en otra cosa. Pocos saben realmente que su nombre era Antonio González Pacheco, y por eso es importante un documental como este, que ahonde en una revisión de nuestra historia, también a una época que parece intocable como los primeros años de democracia.

Cine de memoria, porque “un país sin memoria no tiene futuro, tiene un futuro lastrado”. “Tenemos que estar acorde a los relatos de nuestros países de referencia europeos, donde han tenido también un pasado oscuro, pero han logrado sobrevivir y poner las cosas en claro, con más o menos éxito. El problema de nuestro país es que de aquellas lluvias, estos lodos. Si estamos inmersos en esta gran crispación política y social, donde se oyen mensajes que resuenan a las viejas cavernas, es porque no hemos sido capaces de solucionar esos momentos de la historia reciente”

Para Max Lemcke el caso de Billy el Niño tiene un agravante, y es que parte de sus crímenes fueron ya en democracia: “Lo que contamos no sólo ocurrió en la dictadura, sino en un proceso democrático, con el rey ya como jefe del estado. Trabajó sus mejores años en la democracia y seguía torturando en la Puerta del Sol. Esas voces que a veces surgen elogiando esa modélica transición, habría que decirles que, según historiadores, fue casi tan sangrienta como la rumana. La policía estaba con la extrema derecha llenando las calles de pólvora sin sangre. Y hay que hablar de ello. Sin revanchismo, pero hablando de ello y restaurando la memoria de las personas”.

Hallados doce nuevos cuerpos en las excavaciones de las fosas de la Guerra Civil en el cementerio de Fregenal

 https://fregenal.hoy.es/hallados-doce-nuevos-20210914080000-nt.html



El hallazgo de estos doce nuevos cuerpos se suma a los cuarenta y tres que se encontraron en las excavaciones del 2012



El equipo de arqueólogos durante los trabajos en la fosa / LAURA MUÑOZ ENCINAR
KIKO ZAPATA LINARESFREGENAL DE LA SIERRA

Como ya informó este medio, desde el pasado treinta de agosto, el equipo de la arqueóloga Laura Muñoz Encinar está llevando a cabo una intervención en el Cementerio Municipal de Fregenal de la Sierra para localizar los restos mortales de aquellos vecinos que fueron represaliados franquistas durante y después de la Guerra Civil. Esta intervención es la continuación de la primera, que se realizó en el año 2012 y que se dilató en el tiempo por el cambio de Gobierno Central y la suspensión de financiación en los programas de Recuperación de la Memoria Histórica.

En el caso concreto de Fregenal de la Sierra, cabe entender la represión ejercida en el marco de la Guerra Civil tras la entrada el 18 de septiembre de 1936 de dos columnas militares formadas por tres mil hombres bajo el mando del capitán Navarrete. Una vez los militares entraron en la localidad ,acompañados también por miembros del Ejército Regular de Marruecos, se realizaron las primeras detenciones guiadas por un grupo de falangistas. Se llevó a cabo en ese momento una misa de campaña, y se seleccionaron a un grupo de personas que fueron ejecutadas en el Paseo, a modo de fusilamiento ejemplarizante.

Tras este primer fusilamiento, se sucedieron toda una serie de detenciones, puesto que Fregenal era durante la II República un importante centro de ideas políticas, así como sede de importantes sindicatos del momento, alrededor de los cuales se organizaban diferentes trabajadores de la comarca. Esta contundente represión se dilató en el tiempo durante todo el Franquismo, significándose también a los familiares de los asesinados. Esta crueldad responde a la aplicación de la política del terror ejercida bajo las tropas del general Yagüe.

La plasmación de esta represión en Fregenal se materializa en la fosa que Laura Encinar y su equipo están excavando. En este último proyecto se han encontrado un total de 12 cuerpos distribuidos a lo largo de una fosa, y amontonados los mismos en grupos de dos o de tres personas. De estas doce personas se han encontrado tres cuerpos completos en conexión anatómica. Junto a los restos se han encontrado toda una serie de restos materiales asociados a las propias víctimas como restos de tejido, suelas de zapatos y botones, así como diferentes enseres personales como monedas, un mechero, una navaja e incluso un peine. También han aparecido balas alojadas en los cuerpos de los fusilados.

Una de las balas encontradas durante la excavación / LAURA MUÑOZ ENCINAR

Todas las víctimas se caracterizan por pertenecer a la que se conoce como represión extrajudicial en aplicación del bando de Guerra, por lo que se dirigió principalmente hacia aquellas personas que mantuvieron una especial actividad política dentro de la República, así como en los diferentes sindicatos y asociaciones obreras de la localidad. Nos cuenta Laura Encinar que una de las características de la represión en Fregenal es que fue especialmente cruenta contra las mujeres, y dirigida especialmente contra aquellas que transgredían los roles del patriarcado, manifestándose esta represión en humillación de la mujer incluso después de muerta.

Otra de las características de los cuerpos encontrados en Fregenal es que muchos de ellos se encuentran enterrados boca abajo, en un trato vejatorio desde nuestra cultura judeo- cristiana, donde los cadáveres se entierran boca arriba para la transgresión hacia la otra vida. «El hecho de que muchos cadáveres se entierren boca abajo es intencionado, y no dejaría de ser un trato vejatorio hacia las víctimas que verían así mermadas su dignidad para la transgresión'', aclara Laura Muñoz Encinar.

Otras de las intervenciones se han centrado en localizar la que podría ser la fosa donde enterraron al conocido maquis local apodado «El cojo», que junto a su partida realizaba incursiones en la localidad, y que al parecer fue sorprendido gracias a un chivatazo en un prostíbulo de la localidad en el año 1947, donde murió durante el tiroteo que mantuvo con la Guardia Civil. Su cuerpo fue expuesto en la entrada del cementerio hasta que posteriormente fue enterrado en una fosa. En este caso, no se han encontrado resultados al respecto.

Una vez finalizada la tarea de excavación, los restos se guardarán en cajas y serán estudiados en laboratorios para determinar algunos perfiles como sexo o edad aproximada, entre otros. Finalizado el estudio de laboratorio, los restos volverán a la localidad donde se les dará sepultura en el memorial dedicado a las víctimas de la represión franquista en Fregenal de la Sierra, para darles ahora el entierro digno que se les fue negado hace ochenta y cinco años, y reparando parcialmente la memoria de estos vecinos de Fregenal que también lucharon por la democracia.

Mercedes, Silvino, Agradable y Jesús se van apagando a la espera de sacar a sus padres del Valle de los Caídos.

 https://www.infolibre.es/noticias/politica/2021/09/15/mercedes_silvino_agradable_jesus_van_apagando_espera_sacar_sus_padres_del_valle_los_caidos_124517_1012.html


  • "Años de lucha y todo son largas, es como si no tuviéramos derecho a nada. Nos vamos a morir y nadie nos hace ni caso", dice Mercedes Abril, que con 88 años sigue intentado recuperar a su padre Rafael Vera
  • "Si lo hubieran hecho hace diez años, ella estaría consciente", señala Maribel Luna en referencia a su madre, Agradable Baragaño, que ahora tiene alzheimer
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Publicada el 18/09/2021 a las 06:00
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De izquierda a derecha, Paco Cansado con su padre Jesús y su tío Pascual, en un monumento en memoria de republicanos asesinados en la represión franquista.

De izquierda a derecha, Paco Cansado con su padre Jesús y su tío Pascual, en un monumento en memoria de republicanos asesinados en la represión franquista. 

IL

Un fino hilo de voz se escucha al otro lado del teléfono. Es Mercedes Abril, que en cuanto ha visto una llamada perdida en su móvil no tarda ni un minuto en devolverla. No se encuentra bien, se la nota alicaída. "Estoy con un ataque de ciática, hijo", dice tras las respectivas presentaciones. A pesar de ello, quiere hablar, aunque sea unos minutos. Han pasado pocas horas desde el fallecimiento de Manuel Lapeña, uno de los "compañeros" de fatigas en la batalla por la recuperación de sus seres queridos del Valle de los Caídos. Y se muestra dura, durísima, con la clase política, con el Gobierno. "Son unos sinvergüenzas", dice. E iría más allá, pero prefiere morderse la lengua. Al fin y al cabo no es una persona "mal hablada". Pero está aburrida ya de tanta palabrería y escasos hechos: "Años de lucha y todo son largas, es como si no tuviéramos derecho a nada. Nos vamos a morir y nadie nos hace ni caso". La espera se hace eterna. Y los años pesan.

La última vez que estuvo con su padre, Mercedes apenas tenía tres años. Ella llegó en 1933. A él, Rafael Vera, se lo llevaron detenido en Clarés de Ribota (Zaragoza) a mediados de septiembre de 1936. Fue el último abrazo. Nunca volvió a verlo. Las fuerzas franquistas lo asesinaron en Calatayud menos de una semana después. Entre los papeles que forman parte de su expediente político, una denuncia del cura del pueblo. "Comunista extremista", "por el teléfono de la estación recibía órdenes que comunicaba a sus amigotes", "religiosamente hablando era ateo, no podía ver a la Iglesia de la que siempre hablaba mal", "acompañó a los propagandistas del comunismo", "asistió a un mitin", "era un sujeto muy malo en toda la extensión de la palabra". Una carta que su hija todavía conserva en un archivador. Y a la que responde de forma clara. Su padre era "bueno e inocente". Si lo mataron fue, símplemente, porque era socialista. Y eso es todo.

Tras el asesinato de Rafael, su mujer Eusebia se tuvo que poner a coser camisas y capotes para aquellos que la vistieron de negro. Con enorme esfuerzo, dio unos estudios a su hija. Ella prometió a su madre antes de su fallecimiento que traería de vuelta a papá, al que están convencidos –a la espera de que los trabajos lo confirmen– de que las autoridades franquistas sacaron de una fosa común y se llevaron al Valle de los Caídos sin el consentimiento de la familia. Y ahí sigue, luchando sin descanso. Hace cinco años, la familia Lapeña logró abrir, por la vía judicial, el melón para las exhumaciones en Cuelgamuros. Dos, desde que Patrimonio Nacional dio luz verde para que se iniciasen los trabajos. Y casi tres meses desde que el Ayuntamiento de San Lorenzo del Escorial otorgó la licencia para las obras, después de que el Ejecutivo aprobase una subvención para las mismas. Pero más allá de la promesa de que todo comenzará de forma "inminente", apenas sabe nada.

Mercedes tiene ahora mismo 88 años. Algunos de los que la conocen cada vez la ven más apagada. Pero dan por descontado que no tirará la toalla hasta recuperar los restos de su padre, ese al que toda la vida ha "añorado", "querido" y "deseado", tal y como trasladó por carta a Pedro Sánchez hace un par de años en un grito desesperado de auxilio. "Me encuentro mal, llena de dolores", sostiene al otro lado del hilo telefónico. Está harta de esperar, de existir solo para cuando a algunos "les conviene". Ya no se fía de las promesas. No quiere más "palabras y palabras". Solo le valen ya los hechos. "No somos nadie, no lo hemos sido nunca", dice. Y, antes de colgar, lanza una pregunta: "¿A qué están esperando, a que desaparezcamos todos como ha pasado con nuestro compañero?".

Silvino Gil: "Será un día muy emocionante"

Algo más de ánimo deja entrever al otro lado del teléfono la voz de Silvino Gil. Tiene 85 años. Y más allá del bastón que se ha convertido en su compañero inseparable, y algún que otro achaque asociado a la edad, cada frase que pronuncia desprende vitalidad. Habla con tono calmado desde el pueblo, donde pasa algunos meses del año con su mujer. Y a medida que se va desarrollando la conversación, se muestra cada vez maz cercano. En alguna que otra ocasión, se le escapa una sonora carcajada. Pero cuando se mete en el tema de Cuelgamuros, se pone serio. De nuevo, desilusión. "Yo lo que quiero es que lo traigan porque llevamos ya años esperando", afirma. Habla de su padre, de quien apenas tiene recuerdos porque tenía unos pocos meses cuando él murió. Se lo llevaron, cuenta, al Valle de los Caídos, el mausoleo en el que el dictador fue enterrado junto a más de 33.000 personas.

El caso de Pedro Gil Calonge es la otra cara de la moneda. Natural de Tajahuerce (Zaragoza), fue movilizado por el ejército franquista en 1936. Afortunadamente, no fue destinado a la primera línea del frente. A él se le puso a cavar trincheras. Pero murió el 1 de julio de 1937 cuando una bala perdida le alcanzó en la cabeza. Apenas consiguió vivir a su llegada al hospital. Su hijo siempre ha vivido con ese vacío. "Llegó un momento en el que se atrevió a expresar el dolor", cuenta su hija Rosa. Todo comenzó con Silvino solicitando la partida de nacimiento de su padre. Fue ese el pistoletazo de salida de una investigación en la que se ha implicado buena parte de la familia y que les llevó a descubrir que Gil no se encontraba inhumado en el cementerio de Torrero, sino que había sido trasladado a Cuelgamuros. Ahora, piensan llegar hasta el final para conseguir cumplir con esa frase que encabeza el grupo de Whatsapp en el que están todos los nietos: "Abuelo Pedro a Casa".

A Silvino le hubiera gustado que la vuelta se hubiese producido antes. Hace quince o veinte años, para que sus "amigos" o sus "primos" hubiesen podido verlo. "Toda su época ya ha muerto", se lamenta. Ahora, cuenta, solo queda él y un sobrino en Barcelona para hacerlo. "Será un día muy emocionante", apunta. Su hija cuenta que él no concibe otra cosa que poder ver cómo se le da digna sepultura después de tantas décadas. "Tú dirás cuándo tengo que avisar en el cementerio para que los operarios hagan el hoyo", le ha dicho en alguna ocasión. Aunque dice que los nietos siempre estarán ahí, al pie del cañón, Rosa tampoco quiere imaginarse un regreso del abuelo Pedro sin que Silvino pueda estar presente. "Esto tiene que hacerse ya. Mi padre y el resto de estas personas mayores tienen que verlo. Los restos se tienen que entregar a los hijos, no a los nietos", sentencia. Mientras eso ocurre, reconoce que están viviendo una "tensa espera".

La familia Cansado: "¿Acabaremos con esto algún día?"

La familia Cansado lleva también en vilo desde hace años. Los años no pasan en balde para los descendientes directos de José Cansado Lamata y Antonio Cansado Lamata. Los hermanos, naturales de Ateca (Zaragoza), fueron asesinados en octubre de 1936. Todo comenzó una tarde de verano, cuando el primero de ellos, agricultor, se encontraba en el campo y recibió el avisó de que tenía que presentarse en el ayuntamiento de la localidad. Era socialista y uno de los fundadores de la UGT en el pueblo. Poco después, en el consistorio se retuvo también al hermano. "A las horas, se los llevaron para Calatayud, donde estuvieron un mes arrestados", cuenta en la actualidad uno de los nietos, que relata cómo su tío Pascual, que entonces tendría unos catorce años, permaneció agarrado al camión hasta que dos culetazos de fusil en las manos le obligaron a soltarse. Y allí quedó, llorando mientras veía a los dos hermanos por última vez.

Aquel joven tiene a día de hoy 99 años. "Los cumple en Nochebuena", dice con orgullo su sobrino Paco Cansado. De hombros para arriba, cuenta con un marcado acento maño, está "casi perfecto". Pero cuando se levanta, "le duele todo". Muy mayor es también Jesús, el padre de Paco e hijo del agricultor. Cuando se llevaron al sindicalista tenía cuatro años. Ahora, va a cumplir 90. A pesar de ello, dice que mantienen el ánimo. "Cada vez que veo a mi tío siempre pregunta: ¿Acabaremos con esto algún día?", relata Paco. Eso sí, en ocasiones dejan entrever algunas muestras de cansancio. La lucha está siendo agotadora, por eso hay ocasiones en las que se escapa un "déjalo ya" o el cada vez más habitual "no sé si llegaré a verlo".

Hasta hace algunos años, ninguno de ellos quería tocar lo que sucedió aquel mes de octubre de 1936. Era un tema tabú, un muro que en tantas familias se instaló tras el golpe de Estado de 1936. Pero, poco a poco, la familia consiguió ir derribando esa pared. Así fueron recuperando su historia. Y así llegaron a la conclusión de que sus restos pueden encontrarse en alguna de las nueve cajas con 81 fallecidos que llegaron desde Calatayud y su entorno al Valle de los Caídos en abril de 1959. Esas a las que esperan llegar de una vez por todas. "Yo me imaginaba que iba a ser complicado y que se tardaría. Por eso yo a mi padre le dije desde el primer momento que podía ir para largo. Pero ahora que hay un presupuesto, que hay un permiso del Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial, ¿qué más hace falta para que se dé la orden y se pongan a trabajar?", se queja Cansado.

Agradable Baragaño: "Si lo hubieran hecho hace diez años, estaría consciente"

Como él, también Maribel Luna habla por su madre. En su caso, la familia trata de recuperar a Aquilino Baragaño Montes. Minero de Candaneo (Asturias) vinculado a la CNT, el güelín se alistó a las milicias tras el golpe de Estado y emprendió el camino hacia el frente. Tras ser herido en la cabeza en el campo de batalla, fue trasladado a un hospital militar del bando sublevado en Salas, donde falleció. Dos décadas después, el 2 de julio de 1959, sus restos fueron depositados en el Valle de los Caídos sin el permiso de la familia. En su caso, individualizados e identificados. Reposan en el columbario 2.135, ubicado en la tercera planta de la Cripta Derecha, tal y como figura en uno de los documentos del monumento recuperado tras una laboriosa investigación.

Agradable Baragaño tenía cinco años cuando perdió a su padre. Ahora, tiene alzheimer. Y ya no podrá vivir igual la vuelta de Quilinín. "Si lo hubieran hecho hace diez años, ella estaría consciente", cuenta su hija. Eso es algo, dice, que no le podrá perdonar al PSOE. Por eso, exige al Gobierno que se ponga las pilas para evitar que más hijos e hijas se vayan apagando, como este martes hizo Manuel Lapeña, antes de recuperar a los suyos. "Tristeza, rabia e impotencia, eso es lo que sentimos", sentencia.