dissabte, 16 de juliol del 2022

La Generalitat destina 450.000 EUR a la investigació sobre llocs de la memòria i la retirada de vestigis franquistes

 https://www.diarilaveu.cat/noticia/8386/la-generalitat-destina-450.000-eura-la-investigacio-sobre-llocs-de-la-memoria-i-la-retirad?id_butlleti_enviar=89&utm_source=butlleti_article&utm_medium=butlleti&utm_campaign=2022-07-16


Aquesta quantitat es repartirà entre 56 ajuntaments, mancomunitats, entitats i associacions sense ànim de lucre del País Valencià

La Conselleria de Participació, Transparència, Cooperació i Qualitat Democràtica destinarà 450.000 euros per al desenvolupament d'actuacions relacionades amb la memòria històrica i democràtica valenciana, la valoració dels llocs de la memòria i la retirada dels vestigis de la dictadura franquista. Aquesta quantitat es repartirà entre 56 ajuntaments, mancomunitats, entitats i associacions sense ànim de lucre del País Valencià, segons s'ha publicat al Diari Oficial de la Generalitat Valenciana (DOGV).

En concret, els ajuntaments beneficiaris són els de Cullera, Artana, Càrcer, Altura, Onil, Montserrat, Torre Baixa, el Fondó dels Frares, Vistabella del Maestrat, Potries, Cases Altes, Toràs, Rafelbunyol, Petrer, Sot de Ferrer, Sant Isidre, Borriol, Soneixa, Teresa, Alcubles, Cinctorres, Alcàsser, Almedíxer, El Villar, Sagunt i Vila-real.

Així mateix, es beneficiaran les localitats de Torrent, la Vall d’Almonesir, el Puig, Gaibiel, Sant Joan, Quart de les Valls, Monòver, Almenara, Dénia, Castellnou, Andilla, Eslida, Nules, Xèrica, Oliva, Cocentaina, Gilet, Xelva, Viver, Bétera, Vilanova de Viver, Argeleta, El Toro, Figueroles de Domenyo i Agost.

També rebran una part d'aquest pressupost l'Associació Víctimes de Benaguasil, Mancomunitat de l'Alt Palància, Associació Cultural Prosa Elàstica, Associació Culturapedia i Associació Cultural Ciutat de Contes.

Les ajudes permetran la substitució de noms de carrers i la realització d'actuacions com ara informes, estudis i projectes que impulsen la identificació, localització i recuperació d'edificis, llocs, monuments o vestigis de la memòria democràtica o la difusió i revaloració d’aquests.

L'objectiu d'aquestes ajudes és «salvaguardar el coneixement i la difusió de la història de la lluita dels valencians i valencianes pels seus drets i llibertats democràtiques» en el període que abasta des de la proclamació de la Segona República Espanyola, el 14 d'abril del 1931, fins a l'entrada en vigor de l'Estatut d'Autonomia, el 10 de juliol del 1982.

dimecres, 13 de juliol del 2022

Recordemos a los asesinos.

 https://conversacionsobrehistoria.info/2022/07/13/recordemos-a-los-asesinos/



El libro Castigar a los rojos surge del casual hallazgo de una «Memoria» escrita por el entonces fiscal jefe Felipe Acedo Colunga sobre cómo desplegar el terror contra republicanos, sindicalistas y militantes de izquierda al inicio de la guerra civil. Su reproducción se acompaña de breves ensayos firmados por Francisco Espinosa, Ángel Viñas y Guillermo Portilla, reconocidos expertos en sus respectivas áreas de conocimiento. En esta reseña (publicada previamente en catalán en la revista Política&Prosa), se sitúa esta nueva aportación en el contexto de los estudios sobre la represión franquista.

Jaume Claret

 

En El temps esquerp [El tiempo huraño], Raimon Obiols (Arcàdia, 2022) nos regala una cita con falsa apariencia de ‘boutade’: “Si per tal de no oblidar s’han de fer monuments, més val fer-los als assassins” [“Si para no olvidar deben erigirse monumentos, más vale dedicarlos a los asesinos”]. La afirmación parece ciertamente anti-intuitiva. De hecho, si nos aproximamos a la guerra civil española, veremos cómo los esfuerzos se han centrado en recuperar la memoria de las víctimas. Después de 40 años de monopolio propagandístico por parte de los vencedores (ejemplificado en el reciente Cruces de memoria y olvido de Miguel Ángel del Arco), parecía lógico que fuera el turno de los vencidos.

Sin embargo, la investigación sobre los represaliados por el franquismo no siempre fue fácil. Hacia el final de la dictadura abrieron camino algunos estudiosos locales, hispanistas con mejor acceso a las fuentes y algunos pioneros en determinados departamentos universitarios. Desde perspectivas globales o provinciales, desde sectores concretos o cronologías determinadas, fue incrementándose y mejorando el conocimiento sobre los aspectos cuantitativos de la violencia. Se trataba de, parafraseando la web promovida desde Andalucía y Extremadura con resonancias a José Saramago, conocer “todos los nombres”.

 

Con el cambio de siglo, las grandes cifras quedaron fijadas y pocas han sido las variaciones o puntualizaciones realizadas. Víctimas de la guerra civil coordinado por Santos Juliá fue la culminación de esa etapa. A pesar de esta constatación documentada y científica, el debate subsiste porque, por un lado, el revisionismo neofranquista directamente ha ignorado la evidencia y, por otro, esta investigación ha facilitado la reivindicación de las entidades memorialísticas y ha musculado las hasta entonces prudentes y aisladas actuaciones de las instituciones públicas.

Mientras tanto, la historiografía se reorientó hacia investigaciones más cualitativas, coincidiendo también con una nueva mirada sobre la represión. La violencia pasaba a interpretarse como un fenómeno fundamental y fundacional del franquismo, que habría jugado un triple papel: como castigo a los vencidos, como herramienta de sometimiento de los indecisos y como premio para los vencedores. Este último rasgo se convertía en central, ya que permitía entender cómo la represión fue un elemento de cohesión al exigir la implicación de un importante grueso de la población –el franquismo no era sólo Franco– y al consolidar el régimen vinculando los intereses particulares a los generales. En resumen, detrás de cada sanción había alguien que obtenía una ganancia de carácter económico, profesional, laboral, etc. Sin necesidad de caer en lecturas deterministas, sí que los orígenes de muchas sagas vinculadas a la alta administración o de muchas fortunas a la sombra de los presupuestos públicos, había que buscarlos como hace el periodista Antonio Maestre (Franquismo S.A.) en este asalto al poder que es la dictadura.

De los vencidos a los vencedores

Se abría lentamente el camino para dirigir el foco hacia los verdugos y hacia una lectura más compleja del pasado y del papel jugado por la violencia. Porque, aunque estudiar a los vencidos tenga algo de justicia poética, los vencedores son muchos más decisivos: dispusieron de 40 años para borrar la memoria republicana, para reconstruir las propias biografías de forma interesada y para influir de forma significativa en el legado del presente. Para entender la violencia franquista y la España contemporánea, resultaba insoslayable estudiar a los represores, directos e indirectos.

No obstante, dar el paso no siempre es fácil y los investigadores han adoptado estrategias contradictorias. Hay quien ha obviado sus nombres, quien los ha camuflado bajo iniciales y/o descripciones, quien los ha expuesto indirectamente (reproduciendo documentación, por ejemplo) y quien lo ha convertido en una cruzada. Quizás uno de los primeros estudios que reflexionaron sobre la complejidad de la cuestión fue el libro editado por Lourenzo Fernández Prieto y Antonio Míguez centrado en el caso gallego: Golpistas e verdugos de 1936.

Porque la decisión no es sencilla. En primer lugar, cuando existe, el registro documental a menudo es escaso, parcial e incompleto. O, peor aún y cómo nos recuerda el antropólogo e historiador Alfonso M. Villalta en Demonios de papel, cuando el ministro Rodolfo Martín Villa, “en una fecha tan poco casual como antes de esas primeras elecciones democráticas del año 1977, ordenaba destruir los archivos de Falange y del Movimiento Nacional […] en un claro síntoma de la incertidumbre ante lo que podía venir”. En segundo lugar, en poblaciones pequeñas ha quedado memoria de los hechos, pero también del miedo. En tercer lugar, a menudo se producen lecturas anacrónicas que proyectan juicios maniqueos, difuminan la complejidad de ciertas situaciones y dificultan evaluar con justicia trayectorias posteriores.

Y, finalmente, a menudo estas revelaciones afectan a terceros: desde familiares que no son responsables de los actos de sus padres, a otros que están dispuestos a defenderse judicialmente. Este uso espurio del derecho al honor y/o al olvido entra en conflicto con la necesidad de conocimiento e intimida –sutil y no tan sutilmente– el trabajo del historiador y la propia verdad histórica. No se trata de simples hipótesis, sino de amenazas reales como ha podido comprobar Juan A. Ríos Carratalá a quien la publicación facsímil de Los consejos de guerra de Miguel Hernández, le ha supuesto un calvario judicial impulsado por los familiares de uno de los militares implicados en la condena del poeta. Como denunciaba Bartolomé Clavero en un artículo en la revista electrónica Nuestra Historia (2021): “Así se suma el derecho al olvido al estado de desmemoria. Uno de los legados onerosos de la dictadura es que no haya visos del derecho a la verdad y lo tengamos al olvido”.

 
Castigar a los rojos

Lejos de ser una característica española, los “perpetrator studies” están normalizados dentro de los estudios de la violencia política, su memoria y representaciones. A principios de año, por ejemplo, se presentaba el dossier “Contrafiguras de la violencia. Imágenes, relatos y arquetipos de la perpetración de los crímenes del franquismo” dentro de la revista Quaderns de Filologia. Allí, las investigadoras Violeta RosLurdes Valls y María Rosón nos recordaban –con un claro eco a la máxima obiolística– que “entender, explicar y, sobre todo, prevenir la violencia política requiere del esfuerzo colectivo de convocar a los fantasmas, no sólo de las víctimas, sino también de sus victimarios”.

Justo en esta línea hay que situar títulos recientes como Arquitectos del terror de Paul Preston o, aún más recientemente, Castigar a los rojos. Éste último profundiza en uno de estos (supuestamente) fantasmagóricos victimarios: Felipe Acedo Colunga (Palma 1896 – Madrid 1965). Antes de su más conocida etapa catalana como gobernador civil de Barcelona entre 1951 y 1960, cuando se ganó el apodo de ‘la mula’, este fiscal falangista destacó como pieza clave del entramado jurídico que debía justificar el castigo y la persecución de los futuros vencidos. Desde unas convicciones tradicionalistas y totalitarias, redactó una suerte de guía de inquisidor –recuperada en los archivos militares sevillanos y reproducida por primera vez— para orientar las actuaciones de los tribunales rebeldes.

Además del facsímil, el libro incluye un prólogo del mediático Baltasar Garzón, en el que reivindica la necesidad de identificar y juzgar –como intentó él mismo de forma infructuosa– a los responsables de la represión franquista. A continuación, se despliegan tres estudios complementarios a cargo del historiador Ángel Viñas, del investigador Francisco Espinosa y del jurista Guillermo Portilla que analizan, respectivamente, la biografía de Acedo Colunga, su papel como cerebro de la violencia represora y los fundamentos jurídicos (o más bien su ausencia) de su guía inquisitorial.

Castigar a los rojos es una obra ineludible para los especialistas y para los interesados ​​en el estudio de la violencia franquista. Pero su relevancia va más allá. Por un lado, ejemplifica la evolución de los estudios sobre la represión más cualitativos y más centrados en los verdugos. Por otra parte, nos recuerda que la construcción de una memoria necesita de un conocimiento completo y complejo. Porque sólo así, la memoria del pasado será útil para el presente.

Fuente: Política & Prosa núm. 45-46 (julio de 2022)

Portada: Escuadra negra de Eirexalba, foto cedida por José Luis Díaz Gómez (revista Luzes/Ctxt)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia


Castigar a los rojos

  Introducción Francisco Espinosa Guillermo Portilla Ángel Viñas Este libro es el primer monográfico que se publica sobre uno de los personajes más siniestros de la dictadura franquista y al que hasta ahora, con pequeñas excepciones, no se había puesto bajo la lupa crítica de la historia. Es un caso notable, porque en los últimos … Sigue leyendo



Mola: el asesino del Norte

  Paul Preston Capítulo 6. Extractos El bando de proclamación del estado de guerra de Mola en Pamplona, el 19 de julio de 1936, rezaba: «El restablecimiento del principio de autoridad exige inexcusablemente que los castigos sean ejemplares, por la seriedad con que se impondrán y la rapidez con que se llevarán a cabo, sin … Sigue leyendo



El «derecho al olvido»: uso, abuso e instrumentalización frente a la investigación histórica

Henar Alonso Rodríguez Manuel Bueno Lluch Sergio Gálvez Biesca El derecho al olvido: un nuevo leviatán contra la investigación histórica Como un nuevo leviatán que amenaza con todavía dificultar más la investigación histórica, el “derecho al olvido” ha venido para quedarse. Junto con las tradicionales dificultades en el acceso a los archivos o el cada … Sigue leyendo



Libertad de investigación e impunidad de dictadura: jurisprudencia constitucional a la deriva

Bartolomé Clavero Salvador  Universidad de Sevilla   Exordio: del desconcierto al desasosiego La dictadura franquista fue un régimen criminal institucionalizado. Su impunidad ha sido en lo esencial obra de una justicia ordinaria masivamente prevaricadora, sin solución de continuidad desde los tiempos dictatoriales, con sus efectos ante todo, a la corta y a la larga, disuasorios. … Sigue leyendo



En defensa de la historia. Jaime del Burgo Torres: un nuevo intento de callar al mensajero

Presentación Conversación sobre la historia No nos hemos atrevido a ser en la plaza pública la voz que clama en el desierto… hemos preferido encerrarnos en la quietud temerosa de nuestros talleres… De la mayor parte de nosotros se podrá decir que hemos sido unos buenos operarios. Pero, ¿hemos sido también buenos ciudadanos?   MARC … Sigue leyendo

Castigar a los rojos

dimarts, 12 de juliol del 2022

El campo de concentración de Miranda de Ebro

 

https://www.elespanol.com/castilla-y-leon/region/burgos/20220710/campo-concentracion-miranda-ebro/685931488_0.html


En la zona próxima a la vía aun se conservan algunos restos del antiguo campo de concentración

En la zona próxima a la vía aun se conservan algunos restos del antiguo campo de concentración

Una prisión del franquismo entre la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial

10 julio, 2022 07:00

Félix Padín Gallo, prisionero de guerra durante la Guerra Civil Española en el Campo de Concentración de Miranda de Ebro (Burgos), junto al monumento levantado en conmemoración a todos los prisioneros del campo en Miranda de Ebro Sergio Rodríguez Ical

En los siguientes años, con la amenaza nazi en Europa, fueron llegando a Miranda cientos de judíos franceses y alemanes que intentaban salvar su vida. Fueron enviados al campo nada más cruzar la frontera, pero nunca se les persiguió por sus credos, sino que, por el contrario, los carceleros y los otros prisioneros los admitieron con afabilidad. Incluso había un rabino al que se le permitió mantener su ropa y al que se le eximió de las obligaciones religiosas católicas. Por alguna razón, el obispo de Burgos visitó el campo, pero los presos hebreos se negaron a besarle la mano, obviamente. El prelado lo entendió perfectamente y les reconoció su derecho a preservar su fe.

El máximo número de prisioneros se dio en 1943, con tres mil setecientos internos, la mitad de ellos provenientes de las Brigadas Internacionales: polacos, franceses, ingleses, belgas, checos, alemanes, húngaros y americanos. Y muchos de ellos resultaron no ser presos cualesquiera. François Jacob y Jacques Monod, por ejemplo, obtuvieron el premio Nobel veinte años más tarde por sus descubrimientos sobre el control genético de la síntesis de enzimas y la de virus. Georges Bidault y Michel Poniatowski ejercieron posteriormente como ministros de Francia en diferentes épocas. Varios futbolistas del Athletic y el campeón mundial de lucha, Joe Carson, fueron algunos de los deportistas que pasaron por Miranda también, al igual que el actor y cantante americano del género Western, Gene Autry.

Y así hasta el año 47, en que Franco tuvo que cerrar las instalaciones por las presiones que venía recibiendo desde cinco años antes por parte de los gobiernos aliados y de la Santa Sede, para que los extranjeros fueran liberados o tratados de forma humanitaria. Las asociaciones de brigadistas en Inglaterra y Estados Unidos enviaban dinero, ropa, medicinas y alimentos.

Al mismo tiempo, el embajador británico, remitía requerimientos por escrito al gobierno de Franco para que no entregara ningún preso a la Gestapo. Franco se comprometió a respetar esas exigencias y a mejorar las condiciones del campo, porque era consciente de que el führer iba a perder la guerra y él necesitaba que los aliados no lo vieran como un enemigo. Tal fue así que, en 1943, tras una huelga de hambre de diez días iniciada por los internos, se aceptó dejar libres a quienes no tenían cargos, se les permitió comunicarse con el exterior sin censura y se les mejoraron la pitanza y los aposentos.

Vista del campo de concentración de Miranda de Ebro, ya desaparecido.

Vista del campo de concentración de Miranda de Ebro, ya desaparecido. Ayto Miranda de Ebro

A medida que se acercaba el final de la II Guerra Mundial, el lugar se fue vaciando de prisioneros que salían de España por Portugal, o por Algeciras camino de África. Los Gobiernos aliados se hacían cargo del coste de esos traslados, de hoteles, billetes de barcos y trenes, y los diplomáticos y agentes humanitarios vigilaban que la liberación fuera efectiva. Los presos que iban quedando en Miranda disfrutaban ya de un régimen de semilibertad y podían deambular por la ciudad. Algunos reclusos americanos incluso enseñaron a jugar al béisbol a algunos chavales mirandeses.

Y mientras unas gallinas salían, otras iban entrando: en los momentos en que los últimos presos republicanos estaban obteniendo su libertad, iban llegando a España miles de nazis y afines al régimen hitleriano que intentaban eludir sus responsabilidades como criminales de guerra y algunos de ellos quisieron “refugiarse” en Miranda.

El régimen franquista se enfrentaba aquí a un problema ya que Churchill y Roosevelt exigían que dichos fugitivos fueran entregados. Protegidos por identidades falsas, algunos se instalaron en hoteles y pisos de la ciudad. Otros tuvieron que ser irremediablemente entregados a los aliados. La mayoría de ellos se quedó en España con nombres ficticios o emigró a Brasil, Uruguay y Argentina como ya se sabe.

A inicios del año 47 se ordenó el cierre del campo y la liberación de los cientos de prisioneros que aún quedaban. Una comisión se encargó de liquidar el asunto y de hacer un inventario de los bienes muebles,  que fueron llevados a un cuartel de Burgos. El lugar conservó algunos barracones para aprovecharlo como campamento militar, pero finalmente en 1954 todo fue desmantelado y hoy es una arrinconada zona industrial, en Miranda entre la vía del tren y el rio Bayas.

Identifiquen unes altres 8 víctimes del franquisme soterrades a la fossa 112 de Paterna

 https://www.diarilaveu.cat/noticia/8310/identifiquen-8-victimes-del-franquisme-soterrades-a-la-fossa-112-de-paterna?id_butlleti_enviar=85&utm_source=butlleti_article&utm_medium=butlleti&utm_campaign=2022-07-12


Pérez Garijo subratlla que aquests treballs «donen valor a la dignitat del país», encara que lamenta que les famílies «hagen esperat 80 anys»

La Fundació Fisabio i la Universitat de València (UV) han identificat huit víctimes de la Guerra Civil i del franquisme soterrades a la fossa 112 del cementeri de Paterna (l’Horta Nord), en un treball dut a terme en el marc del conveni de totes dues institucions i la Conselleria de Participació, Transparència, Cooperació i Qualitat Democràtica.

Les víctimes identificades eren naturals de Canet d'en Berenguer, l'Alcúdia, Alginet, Tavernes de la Valldigna, Sueca i Alberic, ha indicat la Generalitat. A les restes d’aquestes huit persones identificades, se sumen 21 més de l'exhumació, fetes inicialment en un altre laboratori, la qual cosa suposa més d'un 50% en la taxa d'identificació a la fossa 112 respecte a les restes que s'han pogut comparar amb mostres biològiques de familiars.

La consellera de Participació, Transparència, Cooperació i Qualitat Democràtica, Rosa Pérez Garijo, ha assenyalat que és «una molt bona notícia» que demostra la importància de la centralització dels treballs d'identificació i de l'aplicació de les tècniques més avançades «per a aconseguir taxes més elevades en una fossa que ja havia sigut analitzada anteriorment».

En aquesta línia, ha destacat la importància de la centralització de mostres a través de Fisabio per a efectuar les identificacions «perquè no es té la certesa que les víctimes estan on es pressuposa i, a més, les tècniques genètiques continuen avançant, la qual cosa permetrà que algunes de les restes que ara no puguen ser identificats ho puguen ser en un futur».

Pérez Garijo ha lamentat que les famílies «hagen hagut d'esperar 80 anys aquest moment, un treball que s'havia d'haver dut a terme molt abans i amb el qual s'està donant valor a la democràcia i dignitat del país per a assolir un territori lliure de fosses».

Col·laboració institucional

Aquest projecte per a la identificació genètica de les víctimes del franquisme compta amb tres línies d'investigació: la històrica i bioantropológica, a desenvolupar per la Universitat de València, i la genètica, a càrrec a Fisabio.

La UV, i en concret en la Facultat de Medicina, s'ha encarregat de la selecció de les parts d'os millor conservades de les restes exhumades de les fosses per a extraure l'ADN en les millors condicions possibles. Així mateix, des del Departament d'Història Moderna i Contemporània, s'ha entrevistat els familiars que han proporcionat les mostres d'ADN per a obtindre més informació sobre les víctimes.

D'altra banda, el Servei de Seqüenciació i Bioinformàtica de Fisabio ha comparat l'ADN de les restes òssies de les fosses amb les mostres d’AND donades pels familiars. Des de l'any passat, la Fundació Fisabio ha rebut en les instal·lacions familiars de les víctimes i s'han recollit, a través del Biobanco IBSP-CV, mostres de saliva de 231 persones.

A més, ha desenvolupat una base de dades de perfils genètics per a facilitar en un futur identificacions entre diferents comunitats autònomes, en la qual tota la informació genètica obtinguda està recollida juntament amb les dades històriques i de filiacions preses durant les entrevistes.

El Biobanco IBSP-CV ha creat un Banc d'ADN de víctimes del franquisme de caràcter autonòmic, que s'integrarà al que es constituïsca en l’àmbit estatal.

dilluns, 11 de juliol del 2022

Adiós a la nobleza de Franco: quiénes recibieron los 33 títulos que eliminará la futura ley de memoria

https://www.eldiario.es/sociedad/adios-nobleza-franco-recibieron-33-titulos-eliminara-futura-ley-memoria_1_9149362.html?utm_source=adelanto&utm_medium=email&utm_content=Socio&utm_campaign=10/07/2022-adelanto&goal=0_10e11ebad6-54faf44ccc-56368913&mc_cid=54faf44ccc&mc_eid=c4fc502c5a 




Entre los 33 títulos nobiliarios, se encuentra el concedido por Franco a la fundadora de la Sección Femenina, Pilar Primo de Rivera, o el que otorgó el Rey Juan Carlos a Arias Navarro

Marta Borraz


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Aunque por momentos parecía imposible, todo apunta a que habrá Ley de Memoria Democrática. Si nada se tuerce de aquí al pleno del Congreso del jueves, la norma contará con los apoyos suficientes tras los acuerdos con algunos de los socios habituales del Gobierno entre los que (de momento) no está ERC. El proceso arrancó hace dos años y por el camino se han incorporado novedades como el listado que detalla uno a uno los 33 títulos nobiliarios concedidos por Franco que la ley hará desaparecer. Así lo pactaron PSOE y Unidas Podemos, que en la primera versión del texto dejaban la posibilidad abierta a todos los títulos que supusieran exaltación de la Guerra Civil o la dictadura.

La lista cerrada se incluyó en base a “trabajos de investigación ya realizados” que permiten determinar, según ambas formaciones, qué distinciones incurren en un ensalzamiento del golpe de Estado o el franquismo, a sus instigadores, dirigentes, participantes del sistema represivo o a las organizaciones que sustentaron al régimen. Títulos “cuya base está constituida por comportamientos atentatorios contra la dignidad humana y otros derechos fundamentales cometidos en épocas preconstitucionales”, justifican en la enmienda adoptada.

Todos, los 33, fueron concedidos por Franco con carácter perpetuo y hereditario a golpistas, criminales de guerra e ideólogos franquistas que desempeñaron algún papel clave en la marcha de la guerra o el sostenimiento del régimen. De hecho, la intención fue reconocida por el propio dictador en la ley de 1948 con la que restableció las distinciones aristocráticas suspendidas por la República. Y era un objetivo doble: por un lado, para “mantener vivo” el recuerdo de “las grandes glorias de la nación”; por otro, para agradecerles los “servicios prestados” durante “nuestra Cruzada”, cargada de “acciones heroicas”.

La mayoría de estos ducados, condados y marquesados han sido renovados tras la muerte de quienes los recibieron originalmente y recaen ahora sobre sus herederos. Pero ¿quiénes eran y por qué Franco les distinguió?

Hay cuatro títulos nobiliarios que fueron concedidos un día tan simbólico para el régimen como el 18 de julio, pero de 1948. Fueron los primeros otorgados por la dictadura por su “heroísmo” durante la guerra y como “ejemplo de su alcurnia y grandeza”, reza el decreto que los hizo efectivos. Hoy, un sobrino nieto del fundador de Falange ostenta el ducado de Primo de Rivera, concedido a José Antonio tras ser acusado de conspiración contra la República y ser ejecutado al estallar la guerra. Así se convirtió en un mito para el régimen franquista y un mártir al servicio de la propaganda tras haber ideado un fascismo adaptado al nacionalismo español.

Que “vivirá estrechamente unido al Movimiento Nacional” fue lo que dijo Franco de José Calvo Sotelo, exministro de Hacienda durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, que fue asesinado el 14 de julio de 1936. Aunque su muerte violenta fue esgrimida por los sublevados como la causa que les empujó al levantamiento, la realidad es que ya se había comenzado a planificar. Y, de hecho, Calvo Sotelo participó activamente en la conspiración. En la actualidad, un nieto del político monárquico es el duque de Calvo Sotelo. Pero el mito por antonomasia del franquismo fue el militar golpista José Moscardó, al que Franco distinguió por defender el Alcázar de Toledo frente a las tropas republicanas con un condado que hoy disfruta uno de sus nietos.

El último de los cuatro primeros títulos concedidos fue el ducado de Mola, que ostenta el nieto de Emilio Mola, artífice del golpe de Estado de 1936 y director durante la guerra de las operaciones militares del Ejército del Norte. Un militar que no disimuló su sadismo y que nada más dar comienzo a la guerra decía cosas como: “Hay que sembrar el terror, dar la sensación de dominio, eliminando sin escrúpulos y vacilación a todos los que no piensan como nosotros [...] Todo aquel que ampare u oculte un sujeto comunista o del Frente Popular será pasado por las armas”. O “quiero que el marxismo y la bandera roja queden en la Historia como una pesadilla, una pesadilla lavada con sangre de patriotas”.

Onésimo Redondo, conocido como “caudillo de Castilla” durante el franquismo y líder del grupo fascista las JONS, que posteriormente se uniría a Falange, recibió a título póstumo el condado de Labajos y en 1950 el dictador emitiría el marquesado de Queipo de Llano. El general ha sido definido como uno de los mayores criminales de guerra al servicio del levantamiento militar franquista. Llevó el terror a los pueblos andaluces, lo que dejó un reguero de fusilados que solo en Sevilla se cifran en más de 12.000. “Les sacaré de debajo de la tierra si hace falta, y si están muertos los volveré matar”, decía en una de sus arengas habituales desde Radio Sevilla. Hoy el marqués es su nieto.

El hijo del general Juan Yagüe es el marqués de San Leonardo de Yagüe, la distinción creada por Franco a título póstumo para homenajear al llamado “carnicero de Badajoz”, denominado así por la crueldad y el modo en que aplicó el terror en la provincia extremeña en agosto de 1936, cuando fueron asesinadas miles de personas. “Acabo de presenciar tal espectáculo de desolación y de pavor que tardará en borrarse de mis ojos”, escribió en sus crónicas sobre la represión sistemática el periodista portugués Mario Neves.

A la única mujer que distinguió el dictador con un título nobiliario fue a Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio y fundadora de la Sección Femenina de Falange. Ferviente admiradora de la Alemania nazi y firme defensora de la sumisión de las mujeres a los hombres. El destino de ellas era consagrarse al esposo y a los hijos: cuidar el hogar y satisfacer al varón. “El niño mirará al mundo, la niña mirará al hogar”, resumía uno de los números de la revista Consigna, aparato propagandístico de la Sección Femenina. Hoy el condado del Castillo de la Mota lo tiene hoy un sobrino nieto de Pilar Primo de Rivera

Carrero Blanco y los cinco de Juan Carlos

Uno de los pocos títulos que desaparecerán con la nueva ley de memoria democrática y que permanecen a día de hoy vacantes es el ducado de Carrero Blanco, concedido a título póstumo tras su asesinato a manos de ETA en 1973 al poco de ser nombrado por Franco presidente del Gobierno. El almirante siempre sostuvo su intención de mantener intacto el régimen dictatorial y, entre otras cosas, dejó reflejado su odio visceral a los judíos y al sistema democrático. Le sucedió Carlos Arias Navarro, que tuvo un papel destacado en la represión de Málaga y ocupó varios cargos del régimen. Recibió el marquesado de Arias Navarro un día después de dimitir, con una diferencia: no fue Franco, ya muerto, quien se lo otorgó, sino el Rey Juan Carlos.

No fue el único caso; así ocurrió con otras cuatro distinciones que también prevé eliminar la norma: el monarca también concedió el Señorío de Meirás a Carmen Polo, viuda de Franco, solo seis días después de su muerte. Hoy lo ostenta su nieto, el conocido como Francis Franco. El mismo día concedió a su hija el ducado de Franco, que sigue existiendo en España a pesar de llevar el nombre del dictador, hoy en manos de Carmen Martínez Bordiú. El rey concedió meses más tarde el condado de Rodríguez de Valcárcel, exmiembro de Falange que había ejercido de jefe de Estado entre el 20 y el 22 de noviembre, y el condado de Iturmendi, a favor de Rita Gómez, la viuda del político carlista Antonio Iturmendi, que ocupó cargos de relevancia en el régimen.

Franco desplegó una extensa política de distinciones a figuras militares que habían desempeñado un papel relevante en el transcurso de la Guerra Civil. Así fue con el marquesado de Dávila o el de Saliquet, en honor respectivamente a Fidel Dávila y Andrés Saliquet, ambos miembros de la Junta de Defensa Nacional creada por los militares sublevados. Este último llegó a presidir una vez finalizada la contienda el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y del Comunismo, que solo entre 1940 y 1964 llegó a instruir más de 64.000 expedientes de represaliados. El marquesado de Kindelán, otorgado al responsable de las fuerzas áreas fascistas que llegaron a producir bombardeos indiscriminados de civiles que acabaron con miles de muertos.