dissabte, 7 de juliol del 2018

MEMORIA/EL VALLE DE LA MUERTE


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(Publicado en Ronda Semanal el Sábado 07.07.2018)
En aquellas fechas se extendió soterradamente por Ronda la noticia de que iban a llevarse a nuestros muertos. Era 1958/1959. Con mi abuela Ana, siempre de negro, yo seguía yendo a la fosa donde está mi abuelo siempre que estaba en Ronda. Las mujeres de los asesinados-fusilados por Franco y Queipo de Llano se plantaron en lo que ya era parte del cementerio para impedir que se los llevaran.
Fue la primera manifestación-concentración de la que tengo noticia y fue protagonizada por las mujeres de Ronda. Se produjo una gran tensión llegando la Guardia Civil a disparar al aire para calmar-disolver a las concentradas en el lugar de las fosas. Por lo que yo vi habían comenzado a desenterrar huesos en alguna de las últimas fosas pero pararon. Estaba claro que nadie quería que se llevaran a sus muertos.
El doctor Vázquez, concejal del que decían que tenía tendencias republicanas, y que había sido el promotor de comprar los terrenos adyacentes al cementerio donde están las fosas de nuestra gente republicana, fue también el que de alguna manera se hizo eco de la indignación que producía el que se sacaran los huesos de nuestra gente y se los llevaran al Valle de los Caídos. De los pocos documentos que hemos encontrado hay uno fechado el 11 de Marzo de 1959 en el que se puede ver que se ponen toda clase de pegas para evitar el sacrilegio.
Ahora por fin los esfuerzos por sacar a los republicanos que fueron llevados a ese tétrico lugar están dando resultado con la llegada de auténticos socialistas al gobierno. Y cuando uso el adjetivo de tétrico es porque fue lo que sentí cuando estuve hace ya muchos años en un viaje que hice especialmente para conocerlo. Mucho me habían hablado de cómo era cuando viví en Madrid. Algunos conocí que fueron en plan excursión. Yo fui solo y no comprendí cómo nadie podía ir allí en plan festivo. Me resultó acongojante y opresivo. Tampoco comprendo como nadie puede pensar que esa construcción fascista puede “resignificarse” y pueda servir para ningún fin relacionado con la verdad, la justicia y la reparación que necesitan nuestros muertos, ni museo de la memoria, ni nada que no sea para lo que fue creado por las mentes criminales que lo concibieron: la exaltación del fascismo-nazi-franquista y la muerte.
Ya en 2007 Julián Casanova escribía en El País: El 1 de abril de 1940 el general Franco presidió en Madrid el desfile de la victoria que celebraba el primer aniversario de su triunfo… Después de un almuerzo de gala en el Palacio de Oriente, el Caudillo llevó a un selecto grupo de invitados a una finca conocida con el nombre de Cuelgamuros, en el término de El Escorial. En la comitiva figuraban los embajadores de la Alemania nazi y de la Italia fascista, los generales Varela, Moscardó y Millán Astray, los falangistas Sánchez Mazas y Serrano Suñer y Pedro Muguruza, director general de Arquitectura. Franco les explicó allí su proyecto de construir un monumento, “el templo grandioso de nuestros muertos, en que por los siglos se ruegue por los que cayeron en el camino de Dios y de la Patria”. Así comenzó la historia del Valle de los Caídos. Luego (por las circunstancias internacionales) se montó la farsa de trasladar al monumento restos de algunos “rojos” muertos en la contienda. El Valle que representa la cruz y la espada unidas por el pacto forjado en la guerra… fue inaugurado el 1 de abril de 1959, vigésimo aniversario de su victoria. En esas casi dos décadas de construcción, trabajaron unos veinte mil hombres… “rojos” prisioneros políticos, explotados hasta la extenuación por las empresas Banús, Agromán y Huarte. Pero poco les importaba eso. Aquel era un lugar grandioso para homenaje de "los héroes y mártires de la Cruzada”. Y por supuesto de Franco.
Francisco Pimentel
Memoria histórica de Ronda
memoriaronda@gmail.com









Las violaciones de niñas durante la represión franquista


http://www.españaporlarepublica.es/2018/07/las-mujeres-e-incluso-las-ninas-fueron.html



sábado, 7 de julio de 2018


Las mujeres, e incluso las niñas, fueron botín de guerra para las fuerzas golpistas y mercenarias del general Franco.  Botín que en muchos casos formaba parte de la soldada que recibían los mercenarios marroquíes. El número de mujeres y niñas que fueron violadas y en muchos casos asesinadas a lo largo de la geografía española resultan estremecedor, siendo cientos y posiblemente miles.
En Magdalenas sin azúcar, novela basada en hecho reales, relato un caso que tuvo lugar en un pueblo del sur de España, y que por respeto a la persona que me lo narró, no desvelo.
Posiblemente es el capítulo más duro de toda la novela, y lleva por título:

 El bastardo de su padre (extracto):



 Los marroquís de nuevo cogen en volandas a Clara y la introducen en el interior de la casa con Ernesto Pujalte, hijo, acompañando a los magrebís. Pronto comienzan a salir gritos desgarradores de la garganta de la muchacha, que atraviesan la silenciosa plaza. El teniente saca la pistola del cinto y se la coloca en la sien al alcalde obligándole a pasar al interior de la casa. Los gritos de Clara cesan, aunque nadie fuera conoce el motivo. Instantes después salen los dos marroquíes, el teniente y el alcalde. Unos minutos después, sale Ernesto Pujalte abrochándose el cinturón y apuntando a Clara con la escopeta. La muchacha está semidesnuda, llorando lastimeramente. Sus labios sangran, mordidos por ella para evitar gritar. Sus piernas se encuentran ensangrentadas. Realiza un vano intento por tapar su cuerpo, pero tiene todas las ropas destrozadas. El teniente le obliga a ponerse frente a la gente, tiritando de nervios, frío, indignación y vergüenza. Estira de la poca ropa que le queda, exhibiéndola para que todos pudiesen asimilar la lección.
—Deberíais haber aprendido quién manda en España. A nosotros no nos gustan estas cosas, pero no nos dejáis otra alternativa. Espero que os sirva como escarmiento —dijo el teniente apuntando con la pistola al grupo. Apunta a las mujeres más jóvenes. Después se dirige a la muchacha y a su padre —: Ahora uniros al grupo. Calladitos, señor alcalde, quítate la chaqueta y dásela a tu hija, que deshonra a la patria.
El padre de Clara se quita la chaqueta de pana sin poder contener las lágrimas y se la pone a su hija por encima de los hombros. Cuidadosamente se la abrocha, sin atreverse a mirarle a los ojos. Ella igualmente esquiva la mirada del padre. Ambos sienten vergüenza como si fuesen ellos los culpables. Anita, que todavía no había cumplido los trece años, se quita el pañuelo que lleva sobre la cabeza con movimientos pausados. Nadie la mira, todos están pendientes de las palabras del teniente y de los fusiles y escopetas que les apuntan. Ella tampoco quiere mirar a nadie con sus asustados ojos, se siente aterrorizada. Se acerca por la espalda a su vecina Clara y sin pedirle permiso a nadie, anuda su pañuelo de flores sobre el talle de Clara para tapar aquello que no cubre la chaqueta. Ernesto Pujalte, hijo, empuja a la chiquilla, que cae en el suelo. Entonces todos reparan en Anita.
No fueron necesarias palabras, la mirada del teniente al sargento fue suficiente, tres soldados marroquís la levantan del suelo y la llevan para la casa donde instantes antes había salido Clara. Manuel, su padre, que intenta evitarlo, cae fulminado de un disparo. Los desgarradores gritos de la chiquilla pronto cesaron. Nunca salió de aquella casa.
 A lo largo de aquel triste día, tres muchachas más fueron violadas en el pueblo.
—¡Por Dios! ¡Por Dios! ¿Es necesario que nos obliguéis a esto? —preguntó el teniente cuando todavía se escuchaban los desgarradores gritos de la chiquilla.
Ajeno a los gritos de la niña, Ernesto Pujalte, padre, iba repasando los nombres de quienes subirían al camión, al pasar por al lado de Clara, todavía le quedaron ganas para el sarcasmo.
—Clarita, me temo que mi chico ya no quiere casarse contigo, ya no estás entera.
—Hijos de la gran puta. Tú, tu hijo y todos los bastardos hijos de la gran puta… —grito la muchacha como el alarido desesperado de quien busca la muerte. Grito apagado por un puñetazo en los labios de Ernesto Pujalte, hijo. Clara saca fuerzas de donde no tiene, humillada, notando la sangre caliente correr por sus muslos, por sus labios, en el interior de su paladar y mira desafiante a padre e hijo. Ernesto Pujalte, padre, hace un gesto de disparar, pero ha aprendido pronto y mira al teniente antes de actuar. Este niega con la cabeza.
—No aprendemos, así no hay forma. Vamos, alcalde, directo al camión, y a quienes nombre Ernesto, detrás —dice el teniente mirando al grupo—. Todo aquel que tenga papeles, que sepa algo, que quiera colaborar, Franco sabrá ser generoso con él. Quien haga lo que vuestro alcalde…Ya habéis visto, si tenéis hijas o mujeres, ya sabéis lo que les puede pasar.
Al hombre es al primero que intentan llevarse al camión. Abrazado a la muchacha como está, resulta imposible desprenderse de ella. Clara recibe un nuevo golpe, ahora en la sien, cayendo al suelo desvanecida. Entonces le pegan al padre otro y se lo llevan arrastrado al camión, después se llevarían a otros cuantos. A Antonio lo suben al camión sin saber si su hija está muerta, hasta meses después no lo sabría.
—¿Qué hacemos con esta escoria, mi teniente? —preguntó uno de los falangistas señalando a Clara, que comenzaba a dar muestras de estar viva.
—Dejarla, en su vientre lleva la penitencia. Seguro que terminará de zorra en una casa de putas de Madrid —respondió el teniente.
Clara, vive, pero hubiese preferido estar muerta…
Extracto de la novela ©Magdalenas sin azúcar
©Paco Arenas

La novela se puede comprar en Amazon

o a través del Messenger del autor  Paco Arenas


Gila prisionero ( Una vivencia real del genial humorista 

Las 14 fallas que modifican su nombre afectadas por la Ley de Memoria Histórica

http://cadenaser.com/emisora/2018/07/06/radio_valencia/1530877303_531104.html



Unas han eliminado los nombres afectados y otras los han cambiado por otro nuevo



Cremà en las Fallas 2018 / 

Los espacios públicos, las calles y las plazas donde se desarrolla nuestra vida no son simples lugares de paso, son rincones de nuestra ciudad donde acumulamos vivencias con las que vamos tejiendo nuestra memoria. Para cualquier vecino arraigado en un barrio, la modificación de la estructura de este o el simple cambio de nombre de una calle supone un ejercicio de nostalgia infinito, agravado por la intensidad y los momentos del pasado vividos en dichos espacios.


Para los vecinos falleros, el barrio, el cruce de calles donde se planta la falla o el chaflán donde se encuentra el casal y sus denominaciones, forman parte de sus lieux de mémoire, lugares de la memoria particulares donde han desarrollado una intensa actividad festiva a lo largo de la vida y por tanto han trazado una línea de cotidianeidad y un fuerte sentimiento de arraigo y pertenencia.

Por eso, los cambios en las estructuras urbanas y toponímicas de la ciudad suelen ser traumáticos, pero muchas veces inevitables, como es el caso de los nombres de calles de nuestra ciudad que contravenían la Ley de Memoria Histórica al remitir a figuras de la dictadura franquista. Generales golpistas como Urrituia y Barroso o médicos instigadores de fusilamientos como Marco Merenciano, no podían permanecer en el espacio público conmemorativo por mucho que sus nombres tuviesen un arraigo profundo entre la población, más allá del desconocimiento general que suele haber hacía los propios personajes y sus méritos para estar allí.
Este cambio en la toponimia urbana de Valencia ha afectado a 14 comisiones falleras que han tenido que modificar sus nombres y adaptarlos a la ley y a las nuevas denominaciones. Algunas, cuyos nombres estaban formados por la unión de dos o tres calles, han optado simplemente por eliminar el nombre conflictivo. Mientras que otras se han adaptado al nomenclátor callejero y han añadido la nueva denominación.
En el grupo de las primeras se encuentran, por ejemplo, las fallas de la calle doctor Marco Merenciano, que a partir de ahora se denominaran solo con el nombre de una de sus calles del cruce: Gayano Lluch y General Llorens. Mientras que en el segundo caso encontramos la falla Jerónima Galés (antes general Barroso) – Litógrafo Pascual i Abad, que sí que han adoptado la nueva denominación dedicada a la primera mujer impresora valenciana. Estas son el resto de fallas implicadas y sus nuevas denominaciones (en negrita):
  • Santa Cruz de Tenerife-Ángel del Alcázar → Santa Cruz de Tenerife
  • Ángel del Alcázar-José Maestre →José Maestre
  • Avenida de la Plata-General Urrutia →Avenida de la Plata-Senyera
  • García Morato-Yecla→Séneca-Yecla
  • General Llorens-Doctor Marco Merenciano→ General Llorens
  • Gayano Lluch-Doctor Marco Merenciano→Gayano Lluch
  • General Asensio-Marqués de Solferit (Quart de Poblet) → Marqués de Solferit
  • General Barroso-Calvo Acacio→ Calvo Acacio
  • General Barroso-Litógrafo Pascual y Abad→ Jerónima Galés-Litógrafo Pascual y Abad
  • Islas Canarias-Trafalgar-Samuel Ros→ Islas Canarias-Trafalgar
  • Juan Bautista Vives-Salvador Ferrandis Luna→ Juan Bautista Vives y Adyacentes
  • Linterna-Na Robella-Barón de Cácer→ Linterna-Na Robella-Avenida del Oeste
  • Manuel de Falla-Tamarindos-López Ibor→ Manuel de Falla-Tamarindos
  • Plaza de los Mártires (Massarojos) → Senent Ibáñez

TOPONIMIA Y FALLAS

El uso de la toponimia urbana por parte de las comisiones falleras siempre ha tenido un punto anecdótico. Así, en la actualidad existen fallas que continúan usando la toponimia histórica de las calles donde plantan.
Es el caso de la falla Borrull-Socors (en vez de Dr. Peset Cervera) o Quart Extramurs (en vez de Castán Tobeñas), por ejemplo. También resulta curioso el caso de la falla Aras de Alpuente-Castell de Pop, que sigue usando el topónimo de Aras de Alpuente cuando el municipio al que va dedicada la calle ha cambiado de nombre por el de Aras de los Olmos.
Paradigmático resultó también el caso de la falla de la plaza de la Reina, que no cambió de nombre a lo largo de los más de 10 años que duró la oficialidad del nombre de plaza de Zaragoza durante la década de los 70. Sin embargo, sí que adoptó el nombre de plaza de la Región Valenciana, cuando este fue el nombre oficial de la plaza durante los años 30.Otro caso rocambolesco de topónimos y fallas, es el de las ya comentadas de la calle del Dr. Marco Merenciano, General Llorens y Gayano Lluch.
Estas ya cambiaron el nombre de General Moscardó (de ahí que a la falla General Llorens-Dr. Marco Merenciano se le conozca con el nombre de “Els Generals”) por el del polémico psiquiatra, con las modificaciones que se produjeron en el nomenclátor de la ciudad a finales de los 70. Y ahora, de nuevo, volverá a producirse un cambio en estas demarcaciones, ya que el nombre de Marco Merenciano, delator e instigador de la ejecución de Peset Aleixandre, ha sido sustituido por el del activista vecinal Félix del Río.Otras comisiones sin embargo, con la retirada a finales de los 70 y principios de los 80 de nombres franquistas de nuestro callejero, sí que se adaptaron al nuevo nomenclátor.
Los más conocidos son los ejemplos de las fallas plantadas en la Avenida del Reino de Valencia, antes Antiguo Reino y José Antonio. O la falla San Vicente – Falangista Esteve, ahora Periodista Azzati. Menos sonados pero también muy significativos fueron los casos de fallas como Actor Mora – Ramiro Ledesma (ahora Av. Constitución) o San José de Pignatelli – Onésimo Redondo (ahora Dr. Peset Aleixandre).

CSI Repil (VIII): La huida



http://guerraenlauniversidad.blogspot.com/2018/07/csi-repil-viii-la-huida.html



miércoles, 4 de julio de 2018



 
 
Archivo municipal de Galdakao (Archivo de la Diputación Foral de Bizkaia).
Durante las labores de vaciado documental que estamos haciendo en el marco del proyecto dirigido por nuestro compañero Xabier Herrero, sobre los refugios antiaéreos del Gran Bilbao, nos encontramos con un interesante documento de 1939 referido a la corporación municipal franquista de Galdakao. Ante la solicitud cursada por el alcalde a las autoridades militares, para que los concejales fuesen armados con pistola, la empresa Unceta y compañía, rauda y veloz, envió al ayuntamiento publicidad sobre su producto estrella: la pistola ASTRA con sus variantes (pistola carabina y demás). Estas pistolas del 9 largo (de esta marca y otras) son una suerte de fósil director arqueológico tanto de la guerrilla antifranquista como de la Guardia Civil encargada de acabar con ella. En la publicidad del modelo 400, cal. 9 mm largo, todavía se hacía referencia a su uso reglamentario por el ejército, carabineros y escolta presidencial, cuando ya Franco había acabado con los carabineros y con la República.


 
Los guerrilleros del noroeste ibérico, a la altura de 1949, iban mal armados. Contaban con pistolas, mosquetones y naranjeros (subfusiles republicanos de la guerra  del calibre 9 mm largo) procedentes o bien de su etapa en el Ejército republicano del norte, o bien de requisas a somatenes y falangistas o bien de combates con la Guardia Civil. La Benemérita adoptó la pistola semiautomática Star Modelo 1922 calibre 9 mm largo (fabricada por la casa Bonifacio Echeverría) como arma reglamentaria del cuerpo en 1922. En 1943 las unidades que luchaban contra la guerrilla comenzaron a usar una variante con un dispositivo moderador de fuego en ráfaga (modelo AD). A su vez, los guardias empleaban como arma reglamentaria el mosquetón Máuser español, modelo 1916, del calibre 7 x 57 mm o el Máuser 98 Mod. Coruña 1943 en calibre 7,92 x 57 mm.

Casquillos y proyectil de pistola del 9 largo vinculados a la huida de Segura.
 
Conociendo este contexto armamentístico, si encontramos en campo, en un escenario de combate de los años 40, casquillos percutidos del 9 largo, lo más seguro es que seamos incapaces de dilucidar quién disparó, si guerrilleros o guardias civiles. En Repil hemos localizado vainas percutidas de ese calibre. Lo que podrían ser hallazgos aislados, comienzan a tener sentido si abordamos un estudio integral de la escena del crimen que combine fuentes orales, documentales y arqueológicas. Así pues, no solo podemos intentar reconstruir el asedio a la vivienda de los Amaro, sino también detectar indicios de la huida de un guerrillero que logró escapar, eso sí, herido: Fermín Lada Segura.

Fermín Lada Segura, fotografía de la derecha.
 
Ante el fuego enemigo que acabó con la vida de sus tres compañeros en la Porta da Horta, Fermín reculó, entró precipitadamente en la cocina y dedicó unas últimas palabras a la señora Teresa, instándola a que cuando entrasen los guardias ellas jurase y perjurase que los había acogido obligada. Acto seguido salió por la puerta principal disparando frenéticamente su naranjero y se dirigió hacia la casa vecina. Como ya comentamos con anterioridad, la Guardia Civil tenía establecidas dos líneas de defensa, una más atrasada en el muro de cierre de la casa da Adela y otra en un muro de separación de fincas entre ésta y la casa de los Amaro. Los sitiadores habían ocupado con morteros el pequeño otero en donde se ubican unas canteras, el punto más alto desde el que batir la casa de los guerrilleros. Fermín se encontró con una lluvia de balas procedente del punto exacto en donde encontramos, gracias al gradiómetro, una reseñable concentración de casquillos de pistola, (prácticamente calcinados por el último incendio de octubre de 2017.) Un guardia civil vació un cargador completo, al menos. Uno de estos disparos impactó en la mandíbula del guerrillero, hiriéndolo de gravedad. Cerca de este punto,  Fermín  decidió desviarse e intentar alcanzar el camino hacia Cereixa, en dirección Norte. Es allí precisamente en donde encontramos un proyectil entero de pistola y otro casquillo. Fermín corrió ensangrentado unos 3 km hasta llegar a Cereixa, en donde fue acogido en la casa rectoral por el cura párroco don Plácido.

Distribución de los materiales bélicos registrados.
 
Los marcajes que hemos podido identificar en los casquillos de pistola del 9 largo y en la guía de peine de Mauser no dejan lugar a dudas: coetáneos y coherentes con la cronología de los hechos, ya que fueron fabricados en la Pirotécnica de Sevilla en 1944 y 1948.

Marcaje de uno de los casquillos: Pirotécnica de Sevilla, año 1948.
 
A pesar de la repoblación forestal, de los incendios, de la erosión provocada por las lluvias torrenciales, de las obras en las cunetas de la carretera, de la apertura de pistas y de la reocupación de la casa en las décadas de 1940 y 1950 hemos podido acceder a la materialidad de los combates del 20 de abril de 1949. Este modesto y humilde ejemplo de Repil muestra la potencialidad de la arqueología del pasado contemporáneo como herramienta útil para ilustrar y comprender mejor episodios dramáticos de nuestra historia reciente.

Resultados del gradiómetro en la zona de huida de Segura. El círculo verde señala la zona de contaminación metálica, en la que se localizó el primero de los casquillos.


 

Buscando la última trinchera de Madrid.

http://guerraenlauniversidad.blogspot.com/2018/07/buscando-la-ultima-trinchera.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+ArqueologaDeLaGuerraCivilEspaola+%28Arqueología+de+la+Guerra+Civil+Española%29


viernes, 6 de julio de 2018



Uno de los objetivos del proyecto este año en Madrid era localizar la trinchera de comunicación que une el Asilo de Santa Cristina con la retaguardia franquista. Es la que aparece marcada con una A en la imagen superior. Se trata de una trinchera de enorme valor simbólico, porque por ella caminaron los oficiales franquistas y republicanos que escenificaron la rendición de Madrid el 28 de marzo de 1939.


Parecía un trabajo fácil. Tenemos planos y fotos aéreas de la época. Hemos localizado ya en el terreno el edificio cuadrado que aparece en las fotos junto a la trinchera. Solo nos hacía falta la pala excavadora.


Y este año nos la podíamos permitir. Así que nos trajimos una miniretro. Empezamos a retirar la tierra siguiendo la orientación de la trinchera tal y como se ve en las fotografías aéreas. Pero no dio mucho resultado. Sacamos más y más tierra estéril. Decidimos por lo tanto cambiar de estrategia y tajar la trinchera transversalmente.

Y entonces parecía como que íbamos a tener suerte. Dimos con una zanja rellena de gran cantidad de ladrillos procedentes del asilo. En la parte inferior de la posible zanja encontramos una masa de hierro oxidado.


Que resultó ser un proyectil rompedor de 77 m. Está completo, pero sin carga. Al tratar de definir la posible trinchera en planta, sin embargo, nos dimos cuenta de que no continuaba. Se trataba simplemente de un echado de escombros de la inmediata posguerra. 

El secreto placer de destrozar la Complutense (con autorización). 
 
No quedaba más remedio que continuar bajando. Así que bajamos. Mucho. A los dos metros y medio de profundidad seguíamos sin trinchera, pero encontramos algo.

 
Nada muy espectacular por ahora: a casi tres metros de profundidad los rellenos de arena estéril con los que se selló toda la zona en la posguerra dan paso a un nivel horizontal con manchas de quemado... y restos de la Guerra Civil (suelas, trozos de metal, vidrio). Es una superficie de la época, más profunda que muchos yacimientos paleolíticos de hace decenas de miles de años. Y nos puede dar sorpresas. Esperamos poder contarlas en breve.