divendres, 25 de març del 2022

El estudio antropológico liderado por la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), aun sin completar, ha podido determinar que al menos uno de los individuos hallados en la localidad leonesa fue víctima de una muerte violenta..


https://www.elsaltodiario.com/memoria-historica/encuentran-evidencias-muerte-violenta-entre-cuerpos-recuperados-villadangos-del-paramo-leon


El estudio antropológico liderado por la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), aun sin completar, ha podido determinar que al menos uno de los individuos hallados en la localidad leonesa fue víctima de una muerte violenta.

23 MAR 2022 07:00

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) estudia estos días en la Universidad de León los restos óseos recuperados el pasado mes de febrero en el cementerio de Villadangos del Páramo (León). El estudio antropológico, aun sin completar, ha podido determinar que al menos uno de los individuos hallados fue víctima de una muerte violenta, a razón del impacto de proyectil que se ha podido observar en el parietal izquierdo del cráneo. “Tenemos un orifico de entrada de bala de nueve milímetros, perteneciente a un arma corta, de una pistola”, confirma la antropóloga forense, Laura González Garrido, voluntaria desde 2015 en la asociación memorialista y encargada de estudiar los restos hallados.

“Durante la excavación también se encontraron evidencias balísticas propias de una ejecución”, añade el vicepresidente de la ARMH y director de la excavación, Marco A. González Carrera. Las balas de ojiva de arma corta halladas en la fosa, según comenta González Carrera, corresponderían a proyectiles propios de las pistolas que las autoridades o el “ejército golpista” usaban en ese momento, como la Astra 400.

Con el estudio de la segunda víctima en laboratorio se ha localizado otro proyectil de 9 mm dentro del cráneo, aunque aún por determinar si se trata de una bala disparada hacia este individuo, todavía por identificar, o “contaminada” de un cuerpo cercano, ya que por el momento no se ha encontrado orificio de entrada a consecuencia de la “degradación de los restos”. “Se trata de un individuo que, no obstante, está por estudiar”, aclara la antropóloga forense.

El cementerio de Villadangos del Páramo estaría construido sobre una antigua laguna, lo cual explica el estado de degradación de los restos óseos recuperados por la asociación memorialista. “La humedad y que la tierra es arcillosa ha derivado en una conservación de los huesos malísima. Un hecho que dificulta la identificación por ADN”, explica González Garrido.

En los años 60 esta zona también se vio sometida a cambios bruscos tras la ampliación del camposanto, cuando se produjeron importantes movimientos de tierra para igualar los terrenos colindantes. Estas obras trajeron consigo el derribo del muro sur del cementerio tras el que se comenzaron a construir panteones sobre la fosa de la que sin duda el pueblo era consciente y no respetó. No hay constancia de planos ni documentos públicos de los trabajos de construcción y remodelación debido a que el terreno sobre el que se edificó pertenece a la Parroquia y no a una propiedad pública adquirida por el Ayuntamiento.

85 años, tres generaciones y un referéndum

La ARMH ha logrado romper con el silencio en el páramo leonés tras la localización de restos óseos que podrían pertenecer a diez personas detenidas y fusiladas por el bando sublevado entre septiembre y noviembre de 1936, siendo octubre el mes más sangriento con 50 víctimas. Se estima que en el cementerio de Villadangos del Páramo habría hasta 71 personas inhumadas en fosas comunes, aunque podrían ser más, en veinte enterramientos distintos, según el vicepresidente de la asociación, Marco González. Con lo que este primer hallazgo supondría la recuperación de más del 10% de los cuerpos y la certeza de que el pueblo siempre supo de la existencia de las fosas.

La ARMH ha logrado romper con el silencio en el páramo leonés tras la localización de restos óseos que podrían pertenecer a diez personas detenidas y fusiladas por el bando sublevado entre septiembre y noviembre de 1936, siendo octubre el mes más sangriento con 50 víctimas

“Se han encontrado más de lo esperado teniendo en cuenta que el pueblo no respetó las fosas”, suspiraba la periodista y activista por la Memoria Histórica, Olga Rodríguez Díaz, quien también busca a su bisabuelo, durante las jornadas de exhumación. Santos Francisco Díaz era de Mansilla de Mulas, León. El herrador de profesión militaba en la UGT y era padre de siete hijos, lo fusilaron en 1936 con 39 años junto a cinco hombres y una mujer. Los cuerpos, según los testimonios orales y las actas de defunción, se inhumaron en el cementerio de Villadangos del Páramo.

La intervención se ha llevado a cabo tras la polémica votación celebrada en agosto de 2021 en el Ayuntamiento de Villadangos, con mayoría absoluta del PP, en la que participaron 36 personas y donde 22 se opusieron a la apertura y después de que la junta de Castilla y León anulara el voto vecinal. Poco después, Rufino Juárez, hijo de represaliado, fallecía en León. Se fue con un deseo que nunca pudo ver cumplido. El vecino de Vegas del Condado llevaba décadas buscando a su padre, también desaparecido tras su detención. En una última entrevista a eldiario.es explicaba: “Quiero intentar encontrar sus restos y enterrarlos con los de mi madre”. 

Así, la ampliación del cementerio y las trabas administrativas del ayuntamiento ante la inminente apertura no auguraban una fácil intervención. Tras varios sondeos negativos en la zona donde antiguamente se encontraría la tapia sur del camposanto aparecieron los primeros signos de enterramientos no ordinarios junto a elementos personales como peines, un espejo, unos gemelos y calzado. “Los típicos elementos que se pueden asignar a una persona que fue detenida en su casa y recluida unos días en el Campo de concentración de San Marcos”, asegura el responsable de la excavación, Marco González.

La intervención se ha llevado a cabo tras la polémica votación celebrada en agosto en el Ayuntamiento de Villadangos, con mayoría absoluta del PP, en la que participaron 36 personas y donde 22 se opusieron a la apertura, habiendo anulado la junta de Castilla y León el voto vecinal

La Guerra en León

En la ciudad de León no hubo batalla, y la Guerra apenas duró unos días antes de que los sublevados se hicieran con el control total. En ese breve periodo de tiempo se registraron enfrentamientos entre mineros asturianos y leoneses y los guardias. Por lo contrario, en la mayoría de los pueblos de la provincia de León, el golpe de estado triunfó casi de inmediato, “después de haber aplastado los escasos brotes de resistencia planteados por columnas obreras improvisadas”, apuntan los autores de la investigación La Guerra Civil en Castilla y León: ensayo general para la dictadura franquista, Severiano Delgado, Mari Luz de Prado y Santiago M. López.

“Hablamos de que muchas de estas personas que eran apresadas lo fueron porque eran afines a la república —se significaban con la república— y lo decían abiertamente. Esas personas son las que en León fueron fusiladas, por ser de izquierdas, por ser republicanos, por ser de sindicatos como la UGT, por ser alcaldes, maestros afines a la república”, reivindica Laura González.

“Esas personas son las que en León fueron fusiladas, por ser de izquierdas, por ser republicanos, por ser de sindicatos como la UGT, por ser alcaldes, maestros afines a la república”, reivindica Laura González

En el otoño de 1936 los desafectos a la causa nacional fueron sacados de sus casas y reclutados en el Campo de Concentración de San Marcos y otras prisiones de la zona. Todos fueron fusilados sin juicio ni sentencia, escondidos después, convirtiéndoles así en desaparecidos de la Guerra Civil. “El modo de actuar de los golpistas consistió en fusilarlos en otros pueblos donde no los conocían para evitar su identificación y añadir más dolor a la desaparición”, expresa González Garrido.

“La intención de los asesinos era ocultar esos cuerpos, hoy no sabemos si alguno pudo quedar en el monte de Villadangos”, cuenta el vicepresidente de la ARMH. El monte de Villadangos, junto a la N-120, sirvió de escenario de fusilamientos en 23 días distintos. Después, los vecinos de la zona, en forma de “voluntarios obligados” se encargaron de trasladar los cuerpos y enterrarlos en el cementerio de la localidad. “En el momento de enterrarlos, el juez, allí presente, hacía por escrito el acta de defunción. Si le conocía decía nombre, edad, pueblo, estado civil, número de hijos y describía la ropa. Si no le conocía, ponía desconocido, estimaba la edad y describía la ropa. Se convirtieron en cadáveres, sin nombre, sin identidad”, expresa González Garrido.

En la búsqueda silenciada de estas víctimas, muchos familiares llegaron a Villadangos como consecuencia de una serie de casualidades. “A veces el compañero de celda podía oír donde se los llevaban. Otras veces esta trama quedaba en listados de decenas de víctimas de las que se desconoce la localización de su posible enterramiento”. Un claro ejemplo es la saca de jóvenes de entre 25 y 35 años de Alija de los Melones, hoy Alija del Infantado, de los que no se han encontrado familiares. De otro modo, algunas de las víctimas “desconocidas” fueron identificadas años más tarde por sus familiares o allegados, a consecuencia de las descripciones que el juez Pedro Arias hizo de los cadáveres. Algunos testimonios de la época también apuntan al cura de Villadangos y al alcalde del pueblo en la realización de estas fichas.

“En el momento de enterrarlos, el juez, allí presente, hacía por escrito el acta de defunción. Si le conocía decía nombre, edad, pueblo, estado civil, número de hijos y describía la ropa. Si no le conocía, ponía desconocido, estimaba la edad y describía la ropa. Se convirtieron en cadáveres, sin nombre, sin identidad”

“Entre la documentación que hay en el ayuntamiento donde constan los desaparecidos están descritas las ropas que, por características concretas de las descripciones que dieron, creemos que eran de él”, comenta Begoña Chacón Honrado, nieta del desaparecido José Honrado Jánez. El paisano era comerciante de vinos, agricultor y ganadero, estaba casado y tenía cuatro hijos. Lo fusilaron el 22 de octubre de 1936 en Pozo Mulgar tras su detención a la altura de Villamañán, después se cree que lo inhumaron en Villadangos. “Mi familia no sabía nada, únicamente que ese día marchó con la bicicleta y jamás regresó”, recuerda Chacón.

“Sabíamos que estaba en Villadangos porque mi padre vino alguna vez a hablar con el cura que estaba aquí y encontró pistas que por las fechas cuadraban, pero la certeza al 100% no la tenemos”, cuenta Juan Pablo Álvarez-Prida, nieto de Francisco Álvarez-Prida, desaparecido en los primeros meses de la Guerra después de pasar por el Campo de Concentración de San Marcos. “Lo detuvieron en León en octubre del 36 cuando se iba a marchar a Japón a enseñar castellano”, indica su nieto.

Una fosa inacabada

Las labores de exhumación en el cementerio de Villadangos concluyeron con la confirmación de la existencia de más cuerpos debajo de los panteones adyacentes a la zona intervenida que no corresponderían a enterramientos comunes. “No pudimos analizar ni estudiar esos cuerpos”, expresa la antropóloga forense. A pesar de las indicaciones de la continuidad de la fosa, la misma se selló tras la negativa de las familias propietarias de los nichos y del Ayuntamiento de la localidad para ampliar el área de intervención con motivo de la búsqueda de las víctimas, alegando que las sepulturas podrían sufrir daños. 

“En la junta vecinal se daba más importancia a que rompieran una losa que a la búsqueda de nuestros familiares”, apunta la nieta del represaliado y desaparecido José Honrado

“En la junta vecinal se daba más importancia a que rompieran una losa que a la búsqueda de nuestros familiares”, apunta la nieta del represaliado y desaparecido José Honrado. Esta decisión institucional limitó las pesquisas a la zona de paso entre tumbas. El artículo 14.3 de la ley de Memoria Histórica de 2007 hace referencia a que las Administraciones Públicas “podrán optar por la ocupación temporal” de los terrenos de titularidad privada si no se consigue “el consentimiento de los titulares de derechos afectados, siempre tras audiencia de los titulares de derechos afectados, con consideración de sus alegaciones, y fijando la correspondiente indemnización a cargo de los ocupantes”. 

“Desde chaval he venido a entierros, entonces un señor me llamó y me dijo mira aquí están enterrados los fusilados. El pueblo lo sabía”, cuenta Melchor García Delera, vecino de Santovenia de la Valdocina y presente en las labores de exhumación. “Lo más doloroso es saber que la gente del pueblo era consciente de la ubicación de la fosa cuando se hizo la ampliación del cementerio y que aun así se permitiera la construcción de panteones encima de las víctimas”, añade Begoña Chacón. “Estuve en la junta vecinal que se hizo y me quedé paralizada porque no daba crédito a lo que estaba escuchando. Incluso desprestigiar a la Asociación y decir que viven de subvenciones. Fue vergonzoso”

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica trabaja con personas voluntarias desde la investigación previa a la apertura de una fosa hasta la excavación, exhumación y estudio de los restos, externalizando el análisis genético a un laboratorio homologado. La misma, subvenciona sus intervenciones a través de las cuotas de socios y donaciones de personas anónimas afines a la causa, con la única excepción de los familiares de las personas represaliadas, víctimas también, quienes consideran no deberían costear, bajo ningún concepto, la búsqueda y recuperación de sus seres queridos.

El procedimiento, dependiendo de si el estudio antropológico y los análisis genéticos logran identificar a las víctimas recuperadas en el cementerio de Villadangos del Páramo, todavía es incierto. “Las familias, en cualquier caso, decidirán qué se hace”, aclara la antropóloga forense. La negativa del Ayuntamiento a una nueva intervención en el camposanto convierte a estas diez víctimas en el símbolo de la lucha de un pueblo durante 85 años para desenterrar su historia, representando estos cuerpos a todas las personas víctimas del golpe de Estado asesinadas en Villadangos. La ARMH busca ahora intervenir en las zonas aledañas a los escenarios de fusilamiento en la búsqueda de alguna pista que los lleva hasta las víctimas que pudieron ser abandonadas y enterradas en ese mismo lugar, como El Monte, Camino de Sortija y Pozo Mulgar.


Así era el campo de concentración de Aranda en la época franquista.

 https://cadenaser.com/2022/03/22/los-campos-de-concentracion-de-franco/


En medio de abril y Podemos cuentan esta tarde con el periodista Carlos Hernández de Miguel para hablar de estos recintos de represión del franquismo, que tienen uno de sus ejemplos en la capital ribereña.


Así era el campo de concentración de Aranda en la época franquista

Así era el campo de concentración de Aranda en la época franquista

16:53

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Aranda de Duero

La asociación ‘En medio de abril’ y Podemos cuentan esta tarde de martes en Aranda con el periodista y escritor Carlos Hernández de Miguel para hablar de los campos de concentración que habilitó el franquismo para la reclusión de presos republicanos. La Casa de Cultura acogerá esta conferencia a las siete y media de la tarde. Licenciado en Ciencias de la Información, el conferenciante ha trabajado durante unos años como cronista parlamentario para Antena 3. Fue después corresponsal de guerra en diferentes destinos y ámbitos, como Palestina, Afganistán, Kosovo e Irak, donde conoce a Couso y donde se entera de su asesinato por parte de las tropas norteamericanas, comprometiéndose a partir de entonces con su familia para reclamar y conseguir justicia, que nunca llegó, por este hecho.

En 2019, publió 'Los campos de concentración de Franco’, libro que allanó muchos velos, silencios, temores y encubrimientos, así como inexplicables desconocimientos por parte de la mayor parte de la población española del horror de aquellos lugares, más de trescientos, que proliferaron por España durante años. Uno de ellos fue el Campo de clasificación de prisioneros, en Aranda de Duero, que estaba situado junto a la estación de tren del Montecillo. Y lo hemos conocido con el propio conferenciante.

Campo de concentración de Aranda / Biblioteca Nacional

"Los campos de concentración eran campos de concentración, no es nada que yo me haya inventado. Fue una parte del sistema represivo por los que pasaron entre 700.000 y un millón de hombres, que simplemente eran demócratas. El cometido que tenían eran varios, el exterminio selectivo -aunque no masivo-, aleatorio -porque las condiciones de vida eran tan duras que muchos morían por hambre o falta de asistencia sanitaria-, o la clasificación para ver su pasado y decidir en función de eso", explica, especificando que el primer campo se abre "solo unas horas después de que empiece el golpe de estado", y que hasta 1947 no se cierran los últimos campos.

El campo de concentración de Aranda

Explica Hernández que "fue un campo muy importante" y "muy duro para los prisioneros". "Abrió sus puertas oficialmente en junio de 1937 y no cerró hasta dos años y varios meses después. Tenemos mucha documentación a diferenciación de otros, incluso con un plano donde se detalla todo el complejo que crearon alrededor de la estación de El Montecillo. Sabemos que tenía capacidad para 2.000 prisioneros pero que se decidió ampliarse hasta los 4.000. Sabemos también que hubo momentos en los que el ejército franquista lo destinó a menores de 15 a 17 años, de los que tenemos fotografías incluso. El sentido de que fueran destinados aquí era que Franco, si bien inicialmente el sistema de campos fue un poco caótico porque pensaban que el golpe de Estado triunfaría y no habría guerra, a partir de 1937 sí consiguió y se preocupó de centralizar y organizar esos campos, sobre todo que esos objetivos se cumplieran; la investigación de los prisioneros, la explotación laboral... y agruparlos de forma concreta", asevera.

Campo de concentración de Aranda / biblioteca nacional

Expresa también Hernández que el ejército franquista destaca las ventajas de la ubicación del campo de concentración de Aranda "porque está cerca de un río -dicen incluso que el agua corriente es bastante insalubre- y lo suficientemente alejado del frente para que quienes lo integraban no pudieran escaparse y cruzar a la otra línea de combate, además del lugar en sí que era óptimo para el transporte y las comunicaciones". Y de esas imágenes que han quedado para la posterioridad y, sobre todo, de esa función concreta de concentrar a los jóvenes, explica que una de las imágenes más dura es "cuando los prisioneros eran obligados a comulgar y alguno era obligado a ser bautizado". "Ellos consideraban un éxito haberles vencido ideológicamente, porque eran progresistas y en muchos casos laicos. Y hay fotografías tremendas en las que se ven a chavales jóvenes y muy delgados comulgando en una actitud que se ve poco voluntaria", detalla este conferenciante, que cuenta con varios premios, como el Víctor de la Serna de Periodismo y el Ortega y Gasset, concedido por El País, y que este martes dará aún más detalles en esta interesante charla.

dimecres, 23 de març del 2022

Exhumados en Navarra los restos de quince presos del Fuerte franquista de San Cristóbal.

 https://www.eldiario.es/navarra/exhumados-restos-quince-presos-fuerte-san-cristobal-cementerio-berriozar_1_8848778.html


Los trabajos de exhumación que la Sociedad de Ciencias Aranzadi está realizando en el cementerio de Berriozar desde el pasado día 9 de marzo han dado como resultado la localización de los restos de quince presos del Fuerte de San Cristóbal, un complejo militar que tras el golpe de 1936 pasó a ser utilizado como cárcel para presos políticos de toda España. Por él pasaron hasta 7.000 personas y murieron unas 800, más de 200 fusiladas tras la fuga de 795 presos en 1938, y otras muchas por causas naturales provocadas por la tuberculosis, malnutrición o el hacinamiento. Se ha iniciado ya la exhumación de los cuerpos, y se seguirá trabajando ante la hipótesis probable de que en un estrato inferior haya más cuerpos.

Se trata de una excavación técnicamente compleja por el elevado número de restos localizados en un espacio reducido, por lo que los trabajos continuarán en los días siguientes, según ha informado el Ejecutivo foral.

La consejera de Relaciones Ciudadanas del Gobierno de Navarra, Ana Ollo, ha asistido este lunes a los trabajos de exhumación, acompañada de Martín Zabalza, director general de Paz, Convivencia y Derechos Humanos, de Josemi Gastón, director del Instituto Navarro de la Memoria y de Raúl Maiza, alcalde de Berriozar.

Ante las personas asistentes, entre ellas miembros de las asociaciones memorialistas y veinte alumnos y 2 profesoras del Grado Superior de Animación Sociocultural del Centro Integrado Escuela de Educadores y Educadoras, la consejera ha ratificado “el compromiso del Gobierno de Navarra con la búsqueda, localización y exhumación de las víctimas de la violencia desatada por los sublevados en julio de 1936”.

Asimismo, ha remarcado “la importancia de que la sociedad en general, y la juventud en particular, tome conciencia del horror vivido entonces, y el papel que está desempeñando en esa labor el programa ”Escuelas con Memoria“, del Instituto Navarro de la Memoria. ”Son ya cuatro los centros educativos que han asistido durante estos días a los trabajos de exhumación“, ha añadido.

Los restos de munición encontrados hacen pensar que estos restos podrían corresponder a los 21 presos, varios de ellos anarquistas, a quienes mataron bajo una acusación de haber intentado fugarse del penal, ha informado el Ejecutivo. Sus restos fueron trasladados en un camión hasta Berriozar, una imagen que impactó a la población local, que guardó en la memoria la zona del cementerio en que fueron inhumados, ha añadido.

Esta información fue recogida por la asociación Txinparta-Fuerte de San Cristóbal y se incorporó al informe preliminar de Aranzadi. No fueron estos los únicos presos enterrados en este cementerio, ya que otros 26 presos fallecidos por enfermedad fueron enterrados también en este lugar hasta 1942, y cuya localización está resultando más compleja.

Esta exhumación, junto con la recién abordada en Ansoain, forma parte de Plan de Exhumaciones que ha elaborado el Instituto Navarro de la Memoria, de la Dirección General de Paz, Convivencia y Derechos Humanos, para 2022. El plan, en el que han colaborado las asociaciones memorialistas, contempla 23 prospecciones en diferentes lugares de nuestra geografía, con el objetivo de seguir localizando las fosas en las que se encuentran víctimas del golpe militar de 1936. Con estas quince personas son ya 136 los cuerpos recuperados desde que se inició el programa de exhumaciones del Gobierno de Navarra.

Una investigación arroja luz sobre la masacre, violencia institucional y represión en Toledo (1936-1947).

 https://www.elespanol.com/eldigitalcastillalamancha/region/toledo/20220321/investigacion-arroja-masacre-violencia-institucional-represion-toledo/658934138_0.html


El trabajo investigador, realizado a partir de 2021, tuvo su origen en la movilización ciudadana del año 2003 contra la destrucción de supulturas del patio 42 del cementerio de la ciudad de Toledo.

21 marzo, 2022 10:37

La investigación llevada a cabo por la Asociación Manuel Azaña, en torno a la represión franquista en la ciudad de Toledo, al amparo de un convenio suscrito con el Ayuntamiento, ha suscitado el lógico interés de los medios de comunicación, razón por la que queremos no solo agradecer esta acogida, si no aprovechar esta tribuna para hacer llegar información a los familiares de víctimas afectados, y, también para hacer hincapié en lo que consideramos más relevante de este trabajo, que no persigue otra finalidad que la de aportar datos históricos contrastados en distintas fuentes, de un periodo dramático de nuestra historia, y contribuir a cerrar heridas, en sintonía con el derecho humanitario establecido por la ONU, que mandata a los estados miembros a asumir pasados autoritarios o de políticas de genocidio, a partir de situar a las víctimas en primer lugar, para mostrarles empatía, y, asentar los principios de verdad, justicia y reparación.

De otra parte, entendemos que existe un deber de memoria, por parte de las instituciones y por parte de la sociedad, que debe de tener su correspondencia en el ámbito educativo, tal y como prevé la Ley de la Memoria Democrática, actualmente en fase de tramitación parlamentaria. No son de recibo las estrategias de la equidistancia, y menos aún la de la negación, pues tarde o temprano se ha de imponer, al igual que en resto de Europa, la aplastante lógica de todo aquello que está documentado en cuanto a la represión franquista, y que exige un compromiso oficial, que lleve a verificar y publicar todos los nombres de aquellos que sufrieron prisión y muerte por su defensa de un régimen democrático, o que se vieron ante un pelotón de ejecución, solamente por ser sospechosos de simpatizar con la República. Un paso importante en esa dirección fue la publicación en el BOE, en 2019, de todos los nombres de aquellos españoles cuyo asesinato, en campos de exterminio o trabajo nazis, está acreditado de manera fehaciente.

Hotel Castilla de Toledo, cuartel general de la represión franquista, en la actualidad sede de la Tesorería de la Seguridad Social.

Hotel Castilla de Toledo, cuartel general de la represión franquista, en la actualidad sede de la Tesorería de la Seguridad Social.

Aunque ha sido durante el año 2021 cuando se ha realizado la investigación en su fase inicial, se puede decir que este trabajo tuvo su origen en la movilización ciudadana que hubo allá por el año 2003 para impedir el atropello que empezó a perpetrar la corporación gobernante en Toledo, encabezada entonces por el alcalde popular José Manuel Molina, y que consistía en destruir las sepulturas del patio 42 del cementerio toledano, para realizar allí una ampliación de la necrópolis, y hacer caja con la venta de parcelitas para nuevas sepulturas. Lo cierto es que se evitó la operación especulativa en el cementerio, y se consiguió el mantenimiento de ese espacio de memoria, con la construcción de un monumento conmemorativo, pero no la salvaje actuación de las palas excavadoras que trataron restos humanos como si de escombros se tratase, todo realizado bajo la protección de vallas con telas protectoras, con la finalidad de ocultar de la vista del público la profanación de tumbas y restos humanos de víctimas. Las fotos conseguidas entonces son un testimonio que no ofrece dudas de lo que se hizo. Existen en el cementerio toledano varios patios más en los que se produjeron enterramientos de victimas de la represión, pero en su mayoría corresponden a fusilamientos realizados a partir de enero de 1937, dentro de la “legalidad” de los juicios sumarísimos.

Un trabajo muy avanzado

Se puede decir que el proceso de investigación está muy avanzado, pero aún queda bastante tarea por realizar, en parte por las restricciones que han existido durante la etapa más dura de la pandemia, en particular para la actividad presencial en archivos. No obstante, sí que hemos podido evaluar el trabajo que queda aún por hacer y la documentación pendiente de consultar. Los archivos visitados hasta el presente, aparte los fundamentales del Registro Civil de Toledo y Archivo Histórico Municipal, son el Archivo Histórico Provincial, el Archivo Histórico de Defensa en Madrid, que conserva los sumarios de los consejos de guerra celebrados en Toledo, y el archivo de la propia asociación, si bien es cierto que aún quedan centenares de expedientes por consultar y sistematizar la información obtenida. Aún quedan por investigar los fondos de la Diputación Provincial del periodo estudiado, así como el Archivo Histórico Militar de Ávila, que conserva fondos de unidades militares que tuvieron presencia en la capital del Tajo. Falta también cuantificar e identificar a los rehenes llevados al interior del Alcázar, entre los días 18 y 22 de julio de 1936, con algunos primeros asesinatos de quienes se negaron a acompañar a los sublevados, como fue el caso del director del Heraldo Toledano, Domingo Alonso Jimeno, concejal y ex diputado de las Cortes Constituyentes de la República. Tras finalizar el asedio serían asesinados los citados rehenes, con algunos documentados, como el del maestro de la prisión de Toledo, Francisco Sánchez López.

Estado del patio 42 del cementerio de Toledo, durante las obras del alcalde Molina para la destrucción de los restos de republicanos fusilados.

Estado del patio 42 del cementerio de Toledo, durante las obras del alcalde Molina para la destrucción de los restos de republicanos fusilados.

Para lectores no iniciados diremos que el patio 42 del cementerio alberga los restos de más de mil víctimas de la represión inmediata en la ciudad de Toledo, tras la entrada de las llamadas tropas nacionales, pero que en realidad estaban formadas en gran parte por mercenarios marroquíes, devotos del islam, pero que al parecer venían a restablecer la verdad revelada del catolicismo. Las cifras de enterramientos vinculados a la represión, tanto en este como en otros lugares del cementerio, superan las que hasta ahora se habían establecido como válidas por los investigadores, a lo que hay que añadir que faltan muchos, al existir constancia de que hubo otras fosas en distintos puntos de la ciudad, además de un importante número de cadáveres que fueron arrastrados por la corriente del río, al haber muerto mientras intentaban cruzar al otro lado en la mañana del día 28 de septiembre de 1936. Otra particularidad de la represión en Toledo es que se realizó sin testigos, al haberse ordenado por el general Varela que los periodistas que acompañaban a las columnas del ejército de África, que era el mismo que había tomado Badajoz y Talavera de la Reina, permanecieran hospedados en la ciudad de la cerámica hasta nueva orden. La razón de este veto a la prensa no es otra que la repercusión internacional que había tenido la conocida como “matanza de Badajoz”, y que sin duda perjudicó y mucho la aureola piadosa con la que pretendían cubrirse los de la cruzada católica contra el marxismo. Es por ello que a partir de entonces era mejor no tener testigos, al menos en la primera fase de la conquista de ciudades, y que era cuando se producían con más virulencia ejecuciones extrajudiciales, violaciones de mujeres y saqueos de reparto del botín, algo a lo que se entregaban con entusiasmo los mercenarios marroquíes en particular. Es por lo mismo que, testimonios como el del funcionario de Correos Manuel Lanza Morales, publicado en los años noventa, tiene especial importancia y contundencia, sobre todo por estar redactado por alguien que era firme partidario de los sublevados, y que deja claro que hubo fusilamientos el mismo día 28 de septiembre de 1936, en lugares como el Miradero o la explanada del Álcazar, sin trámite alguno, de personas que no tenían nada que ver con el ejército republicano o con las milicias.

No tiene esta investigación por objeto el análisis de lo que aconteció en la capital del Tajo entre el 18 de julio de 1936, fecha oficial de la sublevación contra la República, y el 28 de septiembre siguiente, fecha más o menos oficial del final del asedio y de la evacuación de las tropas republicanas y de toda la población civil que pudo salir de la ciudad. Para quienes deseen saber más de lo que pasó durante aquel verano, pueden acudir a la mejor obra que se ha publicado al respecto, y que no es otra que la de José María Ruiz Alonso:  La guerra civil en la provincia de Toledo. Utopía, conflicto y poder en el sur del Tajo (1936-1939). Aunque, como decimos, no se pretende investigar ese periodo, si que es cierto que en el proceso de acumulación de información de los días 27 y 28 de septiembre de 1936, han aparecido episodios poco o nada conocidos, como el que tuvo lugar en el seminario de Toledo y alrededores, donde se habían concentrado más de cincuenta voluntarios, civiles y militares, con la finalidad de proteger la evacuación de vecinos de Toledo, que pretendían cruzar el río con destino a los pueblos de los Montes de Toledo, que permanecerían en poder republicano hasta el final de la guerra, con la frontera natural del Tajo entre las dos zonas en conflicto. Estos voluntarios republicanos, de los que se van conociendo nombres, como el del directivo de Correos, Eduardo Ruiz Meroño, o el de Alejandro Gómez de la Llave, cocinero del Café Español, se puede decir que se auto inmolaron premeditadamente para proteger la salida de Toledo de mujeres y niños fundamentalmente. Los que se rindieron fueron ejecutados in situ, junto a varias mujeres que apenas habían conseguido llegar a las carreras de San Sebastián, y los cinco últimos resistentes, parapetados en el interior del seminario, prefirieron suicidarse en el último momento, tal y como reflejan las propias crónicas franquistas.

1.787 víctimas

La conclusión del estudio realizado sobre la represión franquista en la ciudad de Toledo, circunscrita al espacio físico del Cementerio Municipal es la siguiente:

“Hemos cuantificado las víctimas de la represión franquista en Toledo entre 1936 y 1947 en un total de 1.787 personas. Y hemos ubicado a casi la totalidad de las víctimas en el Cementerio de la ciudad del Tajo”.

De esas 1.787 víctimas contabilizadas en el estudio investigación realizado para el Ayuntamiento de Toledo, para la FEMP y para la Secretaría de Estado de Memoria Democrática (SEMD), hemos llegado a identificar y nominar a 1004 de ellas. Las 783 víctimas restantes siguen apareciendo como “desaparecidos” en el documento de Excel que muy pronto subiremos a la web de la Asociación Manuel Azaña. Un documento interactivo que dispondrá de un dispositivo al público o buscador, para localizar a las víctimas de la represión franquista en Toledo, a disposición de los familiares de las víctimas o de cualquier ciudadano que necesite o quiera consultar la información disponible.

La represión violenta, la represión física ejercida por el franquismo en Toledo tiene tres modalidades esenciales para nosotros, que se identifican también con tres períodos temporales específicos entre 1936 y 1947, lapso temporal estudiado para el informe sobre la ciudad del Tajo.

Patio 42

Patio 42

Un primer momento de represión en caliente, en parte fruto de la contienda militar, pero que a medida que hemos llevado a cabo el volcado de los Libros de Inhumaciones del Cementerio de Toledo, aparece ante nuestros ojos como un período de constantes saqueos, implantación del terror y fuerte represión indiscriminada durante la toma de la ciudad de Toledo, los días 27 y 28 de septiembre de 1936. Y que tras la toma de la ciudad evoluciona hacia procesos de depuración político administrativa, mediante la realización de sacas y fusilamientos sistemáticos de funcionarios y ciudadanos considerados afectos a la República, organizados por el Jefe del Servicio de Información y Delegado de Orden Público desde el 4 de octubre de 1936, el comandante Francisco Javier Planas y Tovar, que caracterizan este primer período hasta finales del 1936, en concreto hasta el 15 de diciembre de 1936, fecha en la que tiene lugar el último enterramiento comunitario indiscriminado, sin identificar, masivo, de Crisanto Barroso Braojos y 16 desconocidos más. Anotados con el número 1341 en el Libro de Inhumaciones. Enterrados en el Patio 42, fosa nº 53. (Los integrantes de esta fosa común fueron trasladados al Osario del Cementerio de Toledo en 1947). Hemos denominado a este primer período de violencia física que define y caracteriza la irrupción y el establecimiento del franquismo en la ciudad como la masacre de Toledo. Por sus dimensiones, el número de víctimas que supuso, por el nivel de violencia alcanzado y por la total impunidad que caracteriza los procesos de violencia observados, una vez analizados los datos de los que disponemos. A este primer período represivo le corresponden 1101 víctimas en total, entre militares y civiles. Y como hemos mencionado con anterioridad podemos situarlo entre el 27 de septiembre y finales de diciembre de 1936.

El más siniestro verdugo

El que fue sin duda el mas siniestro verdugo de represión en aquellos primeros meses de la “liberación” de Toledo, el citado comandante Planas Tovar, tuvo su centro de detención y tortura en el Hotel Castilla, incautado a la familia del escritor Félix Urabayen. Por aquel “cuartel” fueron pasando toledanos a partir del día 4 de octubre, en primera instancia funcionarios y otras personas que habían sido objeto de alguna denuncia. La tarea de Planas se podría etiquetar de terror silencioso, con un modus operandi que consistía en citar ante su presencia a personas que tenía en un listado, y, según los testimonios que hemos recogido, ya no volvían a ser vistos con vida por sus familiares. Al menos durante el periodo que va de octubre a diciembre de 1936, estas personas permanecían detenidas en el Hotel Castilla, y tras las pertinentes torturas para obtener información y otros nombres de afiliados o simpatizantes de sindicatos o partidos afines al Frente Popular, eran conducidos de madrugada al cementerio, en sacas de 25 o 30 personas, para su ejecución y entierro en fosas del patio 42. Dos casos muy conocidos, en los primeros días de octubre, por la relevancia pública de los afectados, fueron los del farmacéutico de Santo Tomé, Restituto Sánchez Delgado y el del funcionario de Estadística José Quirós Tello, que también ejercía de corresponsal en Toledo de la Agencia de noticias Febus

Patio 42

Patio 42

En segundo lugar, como segunda modalidad represiva, entre 1937 y 1944, aparece, tenemos la represión institucionalizada, caracterizada por ser una represión consciente y sistemática. Cualidades estas esenciales para que consideremos esta modalidad represiva como delito de genocidio ante la Corte Penal Internacional de La Haya. Esta represión se caracteriza, como aquella primera realizada por el comandante Planas, por ser una represión sistemática del enemigo ideológico. Trata de aniquilar la disidencia republicana de una manera metódica y organizada. Solo que esta vez contamos con la documentación que lo acredita.

Hemos cuantificado la represión institucionalizada en Toledo en 395 víctimas, entre 1937 y 1944. Si a los fusilados tras la Guerra Civil, después del 1 de abril de 1939,- 360 personas -, les sumamos los 35 fallecidos fusilados durante la contienda armada en Toledo, fallecidos a consecuencia de: “haber sido pasado por las armas”, posteriormente “la guerra”, entre 1937 y 1938.

La suma total de fusilados sometidos a juicios militares urgentes y sumarísimos enterrados en el Cementerio Municipal de Toledo es de 395 personas, entre 1937 y 1944.

Por último, la tercera modalidad represiva programada por el franquismo tiene que ver con las instituciones creadas desde el inicio de la contienda por el ejército sublevado y que configurarán el sistema punitivo, concentracionario y penitenciario franquista desde 1936: campos de concentración, BB.TTs., Batallones de Trabajadores, BDSTs, Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores a partir de 1940, Colonias Penitenciarias, prisiones.

Domingo Alonso Jimeno, director de el Heraldo Toledano, concejal y ex diputado. Primera víctima de la represión franquista en Toledo

Domingo Alonso Jimeno, director de el Heraldo Toledano, concejal y ex diputado. Primera víctima de la represión franquista en Toledo

Presente en Toledo

El sistema punitivo franquista está presente en Toledo desde la toma de la ciudad, los días 27 y 28 de septiembre de 1936. Son continuas y habituales las detenciones, los paseos y sacas, que se suceden durante esos días. Hasta el punto de que han de habilitarse dos prisiones para acoger a la gran cantidad de presos militares y políticos. Además de la Prisión Provincial, se sigue utilizando la Prisión de Gilitos, habilitada ya para tal fin por el gobierno republicano de la ciudad, y se habilita el antiguo Convento de San Bernardo, Hospital de Sangre del Ejército Republicano durante el asedio al Alcázar, siendo utilizado como Campo de Concentración primero y como Prisión con posterioridad. En algunas anotaciones registrales aparecen numeradas, Prisión 1, 2 y 3. La Prisión número 3 se correspondía con el Convento de San Bernardo. Suponemos que la número 1 es la Prisión Provincial de Toledo, que estuvo ubicada en el espacio que actualmente ocupa la sede de los Juzgados de la ciudad, y la Prisión Nº 2 debe corresponder por tanto a la cárcel situada en el Convento de Gilitos, hoy sede de las Cortes de CLM.

Del estudio y confrontación de datos de los Libros de Defunciones del Registro Civil toledano, con los Libros de Inhumaciones del Cementerio de Toledo hemos llegado a cuantificar, tenemos constancia de 211 muertes ocurridas en las cárceles y campos de concentración de Toledo, por motivos de salud y malas condiciones higiénicas y sanitarias, entre 1936 y 1947. Hemos identificado a 31 fallecidos que formaban parte de los Batallones de Trabajadores (BB.TT.) que operaron en la ciudad hasta 1939. Aparecen 3 muertos en total que pudieron pertenecer a Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores, con posterioridad a 1940. Y contabilizamos e identificamos a 15 fallecidos más, que redimían penas por trabajo en las Colonias Penitenciarias Militarizadas de Toledo.

En conclusión

En conclusión, entre 1937 y 1947 mueren en Toledo 260 presos políticos y militares sometidos al sistema concentracionario y penitenciario franquista.

El relato histórico de la irrupción de las tropas sublevadas contra la República en la ciudad de Toledo ha estado ligado irremisiblemente al asedio, a la heroica resistencia del Alcázar y a la posterior liberación de la ciudad. Considerada por algunos autores como una “epopeya”.

Nunca se había realizado un trabajo que comparase dos fuentes históricas esenciales para conocer los hechos ocurridos durante el conflicto civil en Toledo, los Libros de Defunciones del Registro Civil y los Libros de Inhumaciones del Cementerio Municipal, así como otros archivos fundamentales ya citados, para conocer, para cuantificar el coste humano que supuso la irrupción y el establecimiento del franquismo, del Nuevo Estado, en la ciudad del Tajo.

Ignacio Cabello y Isabelo Herreros, investigador y presidente respectivamente de la Asociación Manuel Azaña