dissabte, 24 de setembre del 2022

Cómo los esclavos del franquismo sirvieron para construir la Mallorca del 'sol y playa'

 https://www.eldiario.es/illes-balears/sociedad/esclavos-franquismo-sirvieron-construir-mallorca-sol-playa_1_9269172.html


Montaje realizado por la historiadora Maria Eugènia Jaume Esteva: a la izquierda, el puente de s'Albufereta; a la derecha, el puente de Ca na Volantina (Mallorca).

Esther Ballesteros

Mallorca — 

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Un telegrama acaba de llegar a Mallorca desde el Ministerio de Defensa. Fechado el 22 de noviembre, da el visto bueno al 'Anteproyecto del ferrocarril militar de la estación de La Puebla al Puerto de Alcúdia'. Es 1938 y el aeródromo de Pollença, próximo a Alcúdia, se ha convertido en la principal base de operaciones de la Aviazione Legionaria italiana desplazada a España para apoyar a los sublevados. A favor del nuevo trazado se muestra Ramón Franco Bahamonde, comandante de aviación en Balears y hermano del que a la postre se convertirá en dictador del país durante cerca de cuarenta años. Su papel es determinante a la hora de autorizar las obras del ferrocarril, presupuestadas en 1,9 millones de pesetas. Los trabajos, sin embargo, no verán la luz, pero se convertirán en paradigma de los trabajos forzados a los que serían sometidos en la isla los presos del franquismo.

Tomar el sol sobre las víctimas del franquismo

Tomar el sol sobre las víctimas del franquismo

La bahía de Pollença, en la actualidad uno de los principales núcleos turísticos de la costa norte de Mallorca, fue durante el conflicto bélico punto estratégico para los intereses de las fuerzas fascistas, al igual que durante siglos anteriores lo había sido para las rutas comerciales del Mediterráneo occidental. Frente a sus costas perdió la vida, precisamente, el propio Ramón Franco –tan solo un mes antes de que las obras del tren fuesen aprobadas– cuando su hidroavión, nada más despegar, se precipitó en barrena sobre el mar.

Mientras tanto, el proyecto continuó adelante. Una obra de enorme envergadura impulsada previa expropiación de 187 parcelas y la oposición de quienes comenzaban a vivir del turismo incipiente. En 1940, la necesidad de mano de obra para la fortificación del litoral y el aumento de precio de los materiales y el transporte dejaron definitivamente paralizada la construcción del ferrocarril.

El historiador Miquel Josep Crespí Cifre, autor del trabajo Esclaus a l'illa de la calma. La repressió a sa Pobla durant la Guerra Civil i els primers anys del franquisme, narra cómo se desarrolló el anteproyecto en un contexto en el que el municipio se convertía en escenario de “una de las represiones más crueles” de la época en contraste, señala, con la idílica y tranquila visión de la isla que Santiago Rusiñol había dibujado años antes en sus cuadros: “La Mallorca que describimos es todo lo contrario: cruel y terrible, un lugar del que querrías escapar, pero no puedes”, subraya el investigador en su obra. “Poca gente sabe o poca gente habla de que en Mallorca no solo hubo campos de concentración, sino que fue uno de los primeros lugares de toda España donde los hubo debido a que en la isla triunfó el golpe de Estado”, recuerda.

Después de que, el 19 de julio de 1936, el recién proclamado comandante militar de Balears Manuel Goded declarase el estado de guerra en las islas y asumiera el control absoluto de Mallorca y Eivissa, se desataba una dura represión que, como sostiene el historiador Bartomeu Garí Salleras, ya había sido planificada meses antes del conflicto y sería perfectamente ejecutada por falangistas, militares, autoridades civiles, redes clientelares de derechas, capellanes e, incluso, por familiares de las propias víctimas. Fue en ese contexto cuando entraron en escena los campos de concentración y la utilización de los presos franquistas para erigir y acomodar las infraestructuras a los intereses de los golpistas.

Poca gente sabe que en Mallorca no solo hubo campos de concentración, sino que fue uno de los primeros lugares de toda España donde los hubo

Miquel Josep Crespí Cifre  Historiador

“No se mantendrá en las cárceles, hacinados y ociosos, a los enemigos de España. Quedan muchas carreteras por hacer para permitir este lujo. Han robado mucho oro para tratarles con tanta fineza. En Mallorca ya se está empezando”, advertía, el 1 de diciembre de 1936, una nota oficial publicada en el Correo de Mallorca.

Más de 200 kilómetros de carreteras con mano de obra esclava

Más de 200 kilómetros de carreteras –muchas de ellas todavía en uso, sobre todo en temporada alta con el auge del turismo–, puentes, acueductos, aeródromos, más de 150 nidos de ametralladora hoy visibles en primera línea de playa... Los trabajos llevados a cabo por hasta 15.000 presos procedentes de los más de veinte campos de concentración franquistas en Mallorca permitieron, entre 1936 y 1942, fortificar el litoral, mejorar las precarias comunicaciones viarias y ferroviarias y abrir nuevos accesos a la costa. Como en el resto del Estado español, las autoridades sacaron rédito económico y logístico a sus prisioneros para utilizarlos como mano de obra esclavizada.

“Si España se convirtió en una inmensa prisión, Mallorca lo fue por partida doble a raíz de su condición insular y la cantidad de campos que marcaron toda su geografía”, señala el también historiador Jaume Claret Miranda en el prólogo al libro Esclaus oblidats. Els camps de concentració a Mallorca, de Maria Eugènia Jaume i Esteva (2019, Documenta Balear), uno de los últimos trabajos llevados a cabo en torno a estos centros de reclusión. Francisco Franco había sido jefe militar de Mallorca en 1933 y conocía la deficiencia que había en carreteras y caminos en el litoral mallorquín, dado que sólo eran caminos de herradura utilizados por el campesinado o por señores para llegar a sus tierras. Por tanto, “era urgente la organización y construcción de una línea viaria en torno a Mallorca, sobre todo para poder comunicarse rápidamente en caso de ataque enemigo”, subraya la autora de la obra.

La investigadora señala que la isla fue un lugar donde la represión y el miedo fueron fuertemente aplicados en amplios sectores de la sociedad: “Humillaciones públicas, muertes, aprisionamientos... Fueron muchas las personas que acabaron eliminadas”. Los que no fueron asesinados, señala, fueron encerrados en prisiones donde sufrieron toda clase de torturas y otros terminaron en los campos de concentración: “Serían los encargados de construir el nuevo Estado”.

Los primeros campos de concentración de Mallorca

En Mallorca, los primeros campos de concentración vieron la luz entre diciembre de 1936 y enero de 1937. Las cárceles comenzaron a llenarse con tanta rapidez que muy pronto hubo que improvisar lugares donde recluir a los presos. La acumulación de detenidos en Can Mir, la prisión provincial y el Castell de Bellver llevó a las autoridades fascistas a plantearse, coincidiendo con las nuevas necesidades defensivas de Mallorca, trasladar a los reclusos a los campos de concentración itinerantes que fueron abriéndose a lo largo de la costa de Mallorca, donde eran obligados a trabajar en la construcción de carreteras y otras obras públicas y a dormir en los reposaderos del ganado, en barracones de madera o en tiendas de campaña.

Los prisioneros eran obligados a trabajar en la construcción de carreteras y otras obras públicas y a dormir en los reposaderos del ganado, en barracones de madera o en tiendas de campaña

Los prisioneros eran, además, clasificados en función de su mayor o menor “desafección al Movimiento Nacional” e integraban batallones de trabajo en régimen laboral de esclavitud o semiesclavitud y sin haber sido juzgados ni sentenciados. Al término del conflicto, fueron creados los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores que, entre otros, incluían a los soldados de reemplazo que, tras la movilización general de las 'quintas' de 1936 a 1941 (el comienzo de la conocida como 'mili de Franco'), habían sido considerados por las Cajas de recluta como “desafectos”. Finalmente, en 1942 fueron instituidos los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores Penados, compuestos ya únicamente por condenados a penas de cárcel hasta su disolución en 1945.

La Siberia mallorquina

Uno de los campos de concentración en los que los presos sufrieron las condiciones más duras fue el de Albercutx, en plena Serra de Tramuntana. Rodeado de bosque y con temperaturas gélidas, llegó a ser conocido por los reclusos como 'La Siberia mallorquina'. “Las condiciones de vida a causa del frío, que ni los mismos guardias podían en ocasiones resistir, eran de una dureza incalificable”, relata Antoni Oliver en La vida als camps de concentració a Mallorca (1986, Memòria Civil). A todo ello se sumaba la pésima alimentación y los frecuentes castigos impuestos a los internos.

La finalidad de este campamento era, principalmente, la construcción de la carretera que unía –y une– el Port de Pollença y Alcúdia, además de la ejecución de una nueva vía que debía enlazar el Port de Pollença y Formentor con Sa Talaia, torre de vigilancia construida en el siglo XVII frente a las frecuentes incursiones de piratas y corsarios. Los presos del campo de Albercutx también intervinieron en la construcción de tres piezas antiaéreas y tres dependencias destinadas al destacamento militar allí desplegado. Las obras de la carretera se dieron por finalizadas en marzo de 1941 y, en la actualidad, una placa ubicada al inicio del camino hacia la torre recuerda quiénes fueron sus constructores. A 380 metros sobre el nivel del mar, la atalaya constituye en la actualidad uno de los miradores más privilegiados de la isla.

Fusilamientos en el Fortí de Illetes

Sin embargo, una de las imágenes que reflejan con mayor virulencia los horrores de la represión en Mallorca procede del Fortí de Illetes, en Calvià, donde fueron recluidas y ejecutadas decenas de víctimas del alzamiento militar. “Normalmente, al oscurecer, se llamaba a los condenados a muerte para 'entrenarlos' en capilla y a la mañana siguiente fusilarlos. Al clarear el día se oían gritos de '¡Viva la República!', '¡viva el socialismo!', '¡viva la Democracia!'. Y, casi al momento, una detonación cerrada…”, rememoraba en sus memorias Josep Pons Bestard, uno de los reclusos que sobrevivió a las atrocidades cometidas en esta prisión militar, configurada en su día como parte del sistema defensivo global de la Bahía de Palma.

Durante los últimos años, la Asociación Memòria de Mallorca reclama la protección de la infraestructura, único centro de represión y fusilamiento de la isla y cuyos restos aún permanecen visibles en la zona, muy próximos a un instituto público, el IES Bendinat. En 2003, el Consell de Mallorca lo declaró Bien de Interés Cultural, pero la entidad lamenta que la propiedad actual, un fondo de inversión británico y alemán que infructuosamente intentó convertirlo en un balneario termal para turistas, lo tiene “totalmente abandonado”, incumpliendo la obligación de garantizar su mantenimiento y de abrirlo al público, tal como marca la Ley de Patrimonio Histórico.

A las afueras del municipio de Artà, al nordeste de Mallorca, aún se aprecian las ruinas de otro de los campos de concentración que el franquismo levantó en la isla: el Son Morey, en s'Alqueria Vella. Al anochecer de un día de diciembre de 1941, llegó hasta la estación del tren un batallón de trabajadores procedentes de la península. Uno de aquellos prisioneros, Roque Yuste Giménez, relata en sus memorias, Añorando la República, cómo los introdujeron “en vagones de ganado para no perder la costumbre de maltratarnos”. Una vez en la estación, pasaron la noche “dentro de los almacenes y corrales como si fuésemos mercadería a punto de ser embarcada”, apuntaba, por su parte, Aurelio Conesa, otro de los presos que vivió el aciago día a día del campamento. Su relato se encuentra recogido en L'últim estadà de l'inhòspit (1993, revista Bellpuig), del investigador Pere Ginard.

Al día siguiente, temprano, todos ellos partieron por empinados caminos de carros hacia Son Morey, donde se instalaron tiendas de campaña. “En cada una colocaron a unas 50 ó 60 personas. Estábamos tan estrechos que creo que, a la hora de dormir, si uno se quería girar debíamos hacerlo todos juntos”, manifestaba Conesa.

Respecto a la alimentación, uno de los testimonios más duros que se conservan es el de Federico Álvarez Pérez. Su hija, Maria Leonor, recuerda que, tras su paso por el campo de concentración, su padre puso una condición en casa: “La mesa debía estar siempre llena para comer, con mucha comida. Y así fue. Yo era la mayor de seis hermanos y siempre vi una mesa llena de comida. Mi padre había pasado tanta hambre que no quería volver a sufrirla más. Todo lo que ganaba se lo daba a mi madre, que era quien administraba la casa. Él solo se quedaba dinero para ir a tomarse un café...”.

El trabajo diario entre montes selváticos y barrancos rocosos

Sus manifestaciones quedaron plasmadas en la obra Esclaus per fortificar Mallorca. Els presos de Franco a Artà (1941–1942), de Jaume Morey Sureda (2016, Lleonard Muntaner). Hasta un total de 739 hombres fueron destinados a la construcción del camino a la 'Posición Farruch', donde se instalaría una batería de defensa incluida en el conocido como 'Circuito estratégico'. “De inmediato comenzamos a construir una pista o carretera estrecha, con el fin de conducir los pertrechos necesarios para la instalación y mantenimiento, en las futuras posiciones, de emplazamientos de artillería pesada frente a Menorca, en las montañas más altas del cabo Ferrutx, atravesando montes selváticos, barrancos rocosos y pendientes pronunciadas. En aquella época todo se hacía a base de pico y pala y barrenos, al menos nosotros. No teníamos otras herramientas más eficaces y todo era con esfuerzo humano muy barato, es decir, con esclavos”, afirmaba Roque Yuste.

Las humillaciones eran frecuentes y las condiciones, difíciles de soportar. No en vano, Conesa, entrevistado por Morey, explicó que el primer día de trabajo uno de los presos no pudo resistir la dureza del traslado y acabó falleciendo. Al día siguiente lo trasladaron a Artà para enterrarlo en la fosa común del cementerio. La dureza de las labores que debían llevar a cabo, el régimen disciplinario, las pésimas condiciones higiénicas y el escaso alimento provocaron que algunos de los presos fuesen trasladados al hospital militar de Palma.

En aquella época todo se hacía a base de pico y pala y barrenos, al menos nosotros. No teníamos otras herramientas más eficaces y todo era con esfuerzo humano muy barato, es decir, con esclavos

Roque Yuste  Preso en el campo de concentración de Artà

“Afortunadamente, y de forma inesperada, en este centro encontramos a una buena persona: el director del hospital de Palma, que al ver que le enviaban casi cadáveres se quedó a cuadros y dijo que no quería hacerse corresponsable de aquella monstruosidad”, manifestaba, por su parte, Paulí Pallàs, quien pasó por varios campamentos de presos españoles antes de ser enviado a Artà. A raíz del impacto que el trato inhumano que recibían los presos provocó en el responsable del centro sanitario, el capitán general se presentó en Son Morey, ordenó cambiar a todo el comando y, a partir de entonces, comenzaron a “respetarles como personas”. “No nos faltaba la comida y el agua. Y de eso podíamos dar gracias al director del hospital de Palma”, concluía Pallàs, quien en 2005 publicó sus memorias, Vides truncades. Memòries d'un Quinto del Poum.

Los presos allí recluidos construyeron el campamento y la carretera en los terrenos de la Alqueria Vella, finca que el Govern adquirió en el año 2000 y que hoy da la bienvenida al Parc Natural de Llevant. Con la disolución de los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores, las obras iniciadas por los prisioneros quedaron inacabas y en el lugar quedó a medias una carretera que en la actualidad no conduce a ningún sitio.

Comienza la fortificación del litoral

Finalizada la Guerra Civil y con el estallido la Segunda Guerra Mundial, los intereses constructivos cambiaron. Ante el nuevo escenario, el litoral mallorquín comenzó a colmarse de infraestructuras de defensa, a cuya edificación fueron destinados los esclavos del franquismo procedentes de los campos de concentración que aún permanecían abiertos en Mallorca, como el de Son Morey, es Rafal des Porcs en Santanyí o el de Coves Blanques en Pollença. Dada la situación estratégica de la isla, las autoridades ordenaron erigir búnkeres y nidos de ametralladora ante el temor de una invasión por parte de las tropas aliadas.

Entre ellos, el 1 de agosto de 1940 fue aprobado un presupuesto de 324.900 pesetas para la construcción de 18 nidos entre Cala Figuera y Sant Elm, al noroeste de Mallorca, con el objetivo de “obstaculizar un enemigo en el momento preciso de su desembarco”, como consta en la documentación conservada en el Arxiu Militar de les Illes Balears y recogida por Maria Eugènia Jaume. En la zona nordeste, dispersados entre Alcúdia, Pollença y Formentor, fueron proyectados otros 28. En total, se han identificado hasta 153 búnkeres a lo largo de las costas de Mallorca, todos ellos construidos por los presos del franquismo. Erigidos bajo tierra o camuflados como casetas de pescadores por razones de seguridad, nunca llegaron a ser utilizados y, al término del conflicto bélico, acabaron abandonados, al igual que las carreteras que aún se encontraban en construcción.

En la actualidad, muchos de los nidos de ametralladora asoman en las playas de Mallorca, como en la emblemática Es Trenc, cada vez más expuestos al aire libre y más próximos al mar debido al imparable proceso erosivo y la pérdida de superficie que sufre buena parte de las playas de Balears. “Si antes se extrajo de los presos un rédito militar, ahora éste se ha transformado en rédito turístico”, comenta Maria Eugènia Jaume. Basta con ir a Es Trenc o atravesar las carreteras atestadas de turistas en verano –aquellas en las que un día trabajaron miles de manos esclavizadas– para comprobarlo.

Localizados los restos de al menos 15 personas fusiladas por el franquismo en el cementerio de Villamartín.

 https://www.lavozdelsur.es/actualidad/sociedad/localizados-restos-menos-15-personas-fusiladas-por-franquismo-en-cementerio-villamartin_283101_102.html


Entre las víctimas podría encontrarse Manuel Perez, quien según su bisnieta fue ejecutado y arrastró en su caída a un vecino que fue malherido y pudo escapar tras ocultarse con su cadáver


Localizados los restos de al menos 15 personas fusiladas por el franquismo en el cementerio de Villamartín

El equipo científico que interviene en la delimitación de fosas y exhumación de represaliados en el cementerio de Villamartín, ya ha localizado los restos de 15 personas, distribuidos en dos fosas. Han confirmado la validez de los sondeos que se llevaron a cabo en febrero, además de intuir que es probable que aparezcan restos de 15 nuevos enterramientos colectivos en las próximas semanas.

En una nota, el arqueólogo Jesús Román ha explicado que esta intervención ha desterrado una creencia: el trabajo sobre el terreno ha descartado la existencia de una gran fosa y ha confirmado, en cambio, la existencia de pequeños enterramientos que se corresponden con "sacas".

Esto significa, según ha señalado la Diputación, que la represión que se llevó a cabo en Villamartín, desde el Golpe de Estado de julio de 1936, se materializó en un goteo recurrente de ejecuciones. La cifra global, no obstante, es "estremecedora" a tenor de las investigaciones de Fernando Romero que cifra en más de 100 los vecinos de Villamartín que fueron represaliados.

La diputada provincial de Desarrollo Democrático, Lucía Trujillo, ha sido recibida por el alcalde de Villamartín, Juan Luis Morales, en representación del Ayuntamiento que colabora en estas tareas. Al cementerio también han asistido familiares de víctimas; representantes de colectivos memorialistas y el secretario provincial de UGT, Antonio Pavón, que ha recordado a los vecinos que fueron represaliados por su actividad sindical.

En relación a los aspectos técnicos de esta actuación, Jesús Román ha explicado que las fosas están muy alteradas por la actividades funerarias posteriores. Por tanto, se avecina una ardua tarea para distinguir los restos de personas represaliadas, en algunos casos muy fragmentados, de aquellas otras pertenecientes a enterramientos normalizados. No obstante los restos de lesiones peri-mortem ya se aprecian, además de haberse recuperado balística de los fusilamientos.

La Diputación ha señalado que entre los familiares presentes se reproduce la memoria transmitida por fuentes orales y corroborada por la indagación histórica. Por ejemplo, Virginia Perea Ramos, bisnieta de Manuel Perea Méndez, afirma que su antepasado fue sepultado en una de las fosas del cementerio de Villamartín, lo cual sabe por el testimonio de un superviviente de las sacas.

Al parecer cuando su bisabuelo fue ejecutado arrastró en su caída a un vecino que fue malherido. Manuel Perea era muy corpulento y su cadáver ocultó el cuerpo de este vecino, aún con vida y al no ser enterrados al momento, dicho vecino pudo escapar. Su odisea termina en Francia, exiliado, donde pudo contar esta vivencia.

La apertura de las fosas ha estimulado el interés de familias de personas represaliadas, hasta el punto de que el próximo sábado 24 --en el mismo cementerio de Villamartín-- se llevará a cabo una nueva toma de muestras de ADN en el marco del proyecto que financia la Diputación de Cádiz.

Esta iniciativa se estrenó precisamente en abril en Villamartín y también ha recalado en Espera y Arcos. El equipo de Ciencias Aranzadi, contratado por Diputación, ya ha enviado al Laboratorio Identificación Genética de la Universidad de Granada las primeras 100 muestras procedentes de la provincia de Cádiz. Referencias que se compararán con el ADN extraído de los huesos de las fosas para verificar si hay vínculos entre los cuerpos que se recuperan y los familiares que aguardan.

5ª campaña de exhumaciones para recobrar e identificar 59 víctimas del franquismo en Castelló de la Plana.

 https://castellondiario.com/5a-campana-de-exhumaciones-para-recobrar-e-identificar-59-victimas-del-franquismo/



Consistorio y Diputación se marcan el propósito de completar en esta legislatura las exhumaciones de todas y cada una de las víctimas del franquismo que quedan en el camposanto de Castellón.

 

El Consistorio de Castelló y la Diputación han empezado hoy una nueva campaña de exhumaciones en el camposanto civil de Castelló. Arranca así la quinta fase municipal y la tercera de cooperación interinstitucional de los trabajos para recobrar los cuerpos de los castigados por el franquismo, en los que se prevén encontrar e identificar cincuenta y nueve víctimas, con un presupuesto de ochenta y cinco mil euros. Hay que resaltar que el Consistorio y la Diputación, así como la Generalitat Valenciana, trabajan para completar en esta legislatura las exhumaciones al camposanto civil de la capital.

La edila de Memoria Democrática del Municipio de CastellóVerònica Ruiz, ha señalado,

Exhumar es un acto de dignidad humana, de justicia social y de reparación democrática de las víctimas, a las que fusilaron por una cuestión ideológica en un tiempo de opresión, y ya hace ochenta años que están a la fosa común. Hay que liquidar la deuda histórica de los castigados olvidados y sus familias.

Conforme ha destacado la edila, Ruiz.

Para esta campaña, el Consistorio ha recibido ocho solicitudes de familiares para encontrar a sus antepasados.

La Diputada provincial de Memoria Histórica, Tania Baños, por su parte ha querido destacar,

Desde que accedimos en el gobierno de la Diputación en dos mil diecinueve tuvimos clarísimo que nos debíamos ocupar a fondo en la reparación de la memoria y de la dignidad de los asesinatos por el régimen franquista, pues era una cuestión de justicia. Considero que tenemos que contar lo que pasó a fin de que no vuelva a suceder, y localizar los restos de todos y cada uno de los castigados y devolverlos en sus familias. Por eso, decidimos cooperar con la campaña de exhumaciones emprendida en su momento por el Consistorio de Castelló y la Generalitat Valenciana.

Conforme ha explicado, “resulta muy apasionante ver el semblante de personas mayores cuando recobran los restos de un familiar al que llevan echando de menos desde pequeños o pequeñas. Tan apasionante como el que vivimos el pasado quince de enero en el camposanto de Castelló cuando los familiares del expresidente de la Diputación fusilado en mil novecientos treinta y siete, José Hernández Merlo, asistieron a la exhumación de sus restos”. Conforme ha recordado, días después, asimismo con infinita emoción, el nueve de febrero colgamos con todos y cada uno de los honores su retrato en el hall de Presidencia de la Diputación”.

Bajo la coordinación del Grupo de Investigación de la Memoria Histórica de Castelló, el equipo de arqueólogos de Arqueoantro pone en marcha los trabajos de ubicación, excavación, exhumación e identificación de los cuerpos de las víctimas de la opresión. Más tarde, se ocuparán del transporte de los restos encontrados, de inspeccionar el análisis genético, como de hacer los respectivos informes antropológicos.

Hay que reseñar que el Consistorio de Castelló fue la primera administración local valenciana al aceptar con fondos propios las exhumaciones de víctimas de la dictadura franquista, un proceso que empezó en el año dos mil dieciocho, con el marco de la Ley 14/2017 de Memoria Democrática y para la Convivencia de la Comunidad.

En esta quinta fase que termina de iniciarse, los sondeos prevén llenar la fila 1 ya excavada y exhumada parcialmente por Arqueoantro en dos mil dieciocho, terminar asimismo la excavación y extracción de cajas de reducción que por la experiencia y trabajos de campañas pasadas están localizadas en esa fila, y seguir las exhumaciones de la fila cinco iniciada asimismo por Arqueoantro en dos mil veinte. Y, en la segunda fase, cubrir el total de las filas ocho y catorce, con la excavación y exhumación final de cincuenta y nueve cuerpos.

Tal como ha explicado el arqueólogo y directivo de las excavaciones, Miguel Mezquida,

Los trabajos van a durar en torno a un par de meses iniciándose con la primera delimitación de las filas de las fundiciones. Se pretende encontrar, exhumar e identificar el máximo de personas posibles, enlazando la campaña del consistorio con la de la Diputación de Castelló, cerrando y completando las 4 filas previstas.

Conforme ha señalado.

En las 4 precedentes campañas, las del dos mil dieciocho, dos mil diecinueve, dos mil veinte y dos mil veintiuno, el Consistorio de Castelló ha exhumado sesenta y siete cuerpos, que se aúnan a los cincuenta y dos de las campaña dos mil veinte y dos mil veintiuno de la Diputación de Castelló y a los treinta y seis de la doble campaña de dos mil veinte de la Generalitat Valenciana.

dijous, 22 de setembre del 2022

Contra la operación Reconquista de «Le Figaro»

 https://conversacionsobrehistoria.info/2022/09/22/contra-la-operacion-reconquista-de-le-figaro/

septiembre 22, 2022


Contra la operación Reconquista de «Le Figaro»

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En esta tribuna, firmada por un grupo de historiadoras e historiadores franceses, se interpela al periódico Le Figaro por la atención prestada a la traducción de una obra de Pío Moa sobre la Guerra Civil española. A través de una larga entrevista en su suplemento de Historia y un video promocional a cargo de una de sus redactoras, sin verificar ni contrastar ni una sola de las afirmaciones del autor neofranquista, Le Figaro viene así a sumarse a una peligrosa corriente presente en varios países europeos, en los que medios conservadores de reconocida trayectoria y prestigio están acogiendo las mentiras del revisionismo histórico liderado por las fuerzas políticas de extrema derecha. Una decisión editorial que resulta muy arriesgada tanto para su condición de medios de referencia como para la salud democrática de sus respectivas sociedades.


 

El pasado mes de marzo, la editorial francesa L’Artilleur, conocida por la publicación de obras conspiracionistas, antivacunas y negacionistas del cambio climático, presentaba la traducción del libro de Pío Moa Les mythes de la guerre d’Espagne, 1936-1939. Su aparición pasó desapercibida para el gran público hasta que, en el mes de julio, Le Figaro dedicaba al autor una larga entrevista en su suplemento sobre Historia https://www.lefigaro.fr/histoire/livres/guerre-d-espagne-la-mecanique-du-chaos-20220725), complementada con un video en la cuenta de twitter del periódico a cargo de la redactora Isabelle Schmitz (https://twitter.com/Le_Figaro/status/1557736595150757888).

Distintos medios franceses se hicieron eco de la reacción de la comunidad historiográfica profesional ante la desmesurada atención procurada a la obra de Pío Moa, así como a la ausencia de cualquier clase de verificación o contraste de sus afirmaciones (https://www.mediapart.fr/journal/international/170822/franquisme-des-historiens-demontent-les-theses-revisionnistes-relayees-par-le-figaro

https://www.arretsurimages.net/articles/quand-le-figaro-rehabilite-des-theses-franquistes

https://parolesdhistoire.fr/index.php/2022/08/22/254-lhistoire-de-la-guerre-despagne-face-aux-falsifications-avec-pierre-salmon-et-mercedes-yusta-rodrigo/

https://www.liberation.fr/checknews/guerre-despagne-pourquoi-le-figaro-a-ete-accuse-de-revisionnisme-20220818_KYUUBBDNIVBPRHF3ZNEDNMKUEU/)

Dicha comunidad remitió asimismo una «Carta abierta de historiadoras e historiadores a Le Figaro», que decidió no publicarla, y que ha sido hecha pública en la página de la Asociación de Historiadores Contemporaneístas de la Enseñanza Superior y la Investigación (Association des historiens contemporanéistes de l’enseignement supérieur et de la recherche (AHCESR), https://ahcesr.hypotheses.org/2439) y la Sociedad de Hispanistas Franceses de la Enseñanza Superior (Société des Hispanistes Français de l’Enseignement Supérieur (SHF) https://hispanistes.fr/index.php/actualites-shf/1873-lettre-ouverte-au-figaro)

La tribuna que publicamos a continuación forma parte de la respuesta a Le Figaro por parte de la historiografía profesional.

Edición francesa de Los mitos de la guerra civil

Contra la operación reconquista de Le Figaro

El 26 de abril de 1937 la ciudad vasca de Gernica fue bombardeada por una escuadrilla formada por aviadores de la Legión Cóndor y la Aviación Legionaria. Aquellas unidades de combate habían sido enviadas por la Alemania nazi y la Italia fascista para apoyar a las fuerzas del general Francisco Franco durante la Guerra Civil, que había estallado en julio del año anterior tras un golpe de Estado contra el Gobierno democrático de la Segunda República. A la vista de la indignación internacional que suscitó la destrucción casi total de la ciudad y la masacre cometida contra su población civil, inmortalizada por Pablo Ruiz Picasso, el cuartel general de Franco publicó unos días más tarde un comunicado que negaba el ataque y acusaba a los republicanos de haber destruido ellos mismos Gernica con fines propagandísticos. Sin embargo, las pruebas de lo contrario eran incontestables, empezando por las amenazas de la radio franquista y la utilización de tácticas similares contra el Madrid republicano del “No pasarán”. Es más, sesenta años después, el embajador alemán en España pidió oficialmente perdón por aquella acción. Afortunadamente, ya en su momento toda la prensa de referencia hizo caso omiso de la manipulación fascista de los hechos… ¿Toda? ¡No! Un periódico poblado por irreductibles complotistas se hizo eco de la delirante versión según la cual “la ciudad no ha sido bombardeada” y “los gubernamentales rociaron las casas con gasolina y las incendiaron”. Este era el titular del artículo publicado en Francia por Le Figaro el 3 de mayo de 1937, que citaba como única fuente “Una investigación realizada en Gernica por periodistas extranjeros”.

Hoy como ayer, Le Figaro se resiste todavía y siempre a comprobar sus fuentes y antepone las mentiras de la extrema derecha a los hechos confirmados por la investigación histórica consolidada. Y es que este verano el periódico decidió conceder una extensa entrevista a Pío Moa a propósito de uno de sus libros sobre la Guerra Civil, recién traducido al francés, y difundir su contenido a través de las redes sociales mediante un vídeo de Isabelle Schmitz. Conocido en España por su polémica obra sobre el conflicto y sus orígenes, Pío Moa se ha convertido en el gran experto en distorsión de los hechos con fines ideológicos. Integrante de la ola neofranquista de los años 90, este autor viene reactivando un buen número de tópicos heredados de la Guerra y transmitidos a partir de los años 40 por la historiografía oficial del régimen franquista, donde se genera el sustrato del revisionismo más ostensible practicado en España. El objetivo es sencillo: se trata de poner en cuestión la legitimidad del régimen republicano para justificar lo oportuno del golpe de Estado de julio de 1936 contra la República y el Frente Popular. Algunos argumentos surgen de manera recurrente: “fraudes electorales” en febrero de 1936, para poner en duda la legitimidad del escrutinio favorable a la izquierda; inestabilidad política y clima revolucionario, para defender más fácilmente la violenta y despiadada respuesta de los militares; guerra civil “inevitable”, para explicar que no había otra posibilidad que tomar aquella decisión. La obsesión por presentar a España como un país cautivo del estalinismo invade el relato de Pío Moa: no es ni más ni menos que una tesis defendida por los militares insurgentes y sus partidarios, cuando en realidad es bien sabido que el comunismo estaba muy poco implantado en España antes de la Guerra Civil y que la URSS nunca tuvo intención de instaurar una dictadura comunista en la Península Ibérica.

La versión franquista de la destrucción de Gernika en Le Figaro (1937)

Los autores coincide desde hace tiempo en afirmar que la violencia sociopolítica se incrementó en el periodo de entreguerras. Más allá de las equidistancias, los investigadores han de comprender los mecanismos que condujeron al golpe de Estado y la dictadura. Afirmar que la violencia política fue únicamente producto de la izquierda revolucionaria supone olvidar la complejidad del paisaje político. La izquierda, en su conjunto, ni deseó ni apoyó la espiral de violencia del verano del 36. Hablar de una violencia política de izquierda como causa de la inestabilidad política significa olvidar asimismo el papel desempeñado por la derecha en las tensiones políticas en España. Gran parte de la derecha nunca quiso participar del sistema político de la Segunda República, proclamada en 1931. Los complots contra ella se sucedieron, sin éxito. Así ocurrió con el complot de José Sanjurjo, en 1932, y con el de 1936, cuando un grupo de militares dispuestos a poner fin a la forma democrática del poder decidieron organizar un golpe de Estado militar, cuyo fracaso condujo a la Guerra Civil.

Pío Moa no es el único, pero sí el más conocido autor de un ecosistema neofranquista que no duda en manipular las fuentes para restaurar el relato oficial del régimen. Dedicarle una columna de opinión en Francia, cuando el conjunto de los historiadores españoles lo consideran un falsificador, implica justificar tanto el golpe de Estado como las violencias derivadas de él. Nacida de un odio feroz a todas las formas progresistas de poder, y preparada en nombre del regreso al orden, la insurrección de julio de 1936 multiplicó los actos de terror. A diferencia de las cometidas por el bando republicano, las matanzas fueron premeditadas y contaron con la participación del ejército. Allá donde llegaron los militares se produjeron masacres «preventivas» de militantes de izquierda. En una entrevista concedida a Figaro Histoire, Pío Moa no duda en minimizar la magnitud de los crímenes franquistas, y llega incluso a negar la masacre de Badajoz de agosto de 1936. Del mismo modo, ofrece, sin prueba alguna, una cifra total de 69.000 víctimas atribuibles al bando franquista –además de las 14.000 ejecuciones pronunciadas por los tribunales militares tras una serie de juicios expeditivos y arbitrarios celebrados durante el período de postguerra–, con lo que está ocultando decenas de miles de ejecuciones sumarias y extrajudiciales que acompañaron al golpe de Estado. En realidad, fueron entre 120.000 y 150.000 las personas ejecutadas por los franquistas. Esta manipulación de los datos le lleva además a afirmar que el bando republicano se mostró más violento, enlazando así con la propaganda de atrocidades difundida por los nacionalistas ya desde los primeros meses de la guerra. Aunque dice ser revisionista, Pío Moa niega la existencia de crímenes contra la humanidad, de modo que, en cierta medida, sería tal vez más exacto calificarlo de negacionista.

Es mucho lo que habría que decir ante la cantidad de tópicos que se suceden a lo largo de unas cuantas páginas de entrevista, así como en el transcurso de los minutos concedidos a Isabelle Schmitz. A este respecto, vamos sencillamente a recordar que la Guerra Civil no era inevitable y que la izquierda española no fue la responsable, sino la víctima de una guerra buscada por la derecha española, movida desde hacía tiempo por una tradición antidemocrática. Lo que sucedió después es bien conocido: persecuciones, masacres, exilio.

Portada del dossier de Le Figaro

Tanto esta entrevista con Pío Moa como la publicación de su obra llegan en un contexto europeo muy particular. En Francia, en España, también en Italia, la extrema derecha se ha lanzado a la reconquista del pasado, dice estar deconstruyendo una “historia oficial” plagada de tabúes y revisa –si no niega– el alcance de algunas masacres. Al hacerlo, está volviendo la espalda a los trabajos académicos rigurosos que, lejos del maniqueísmo denunciado por la extrema derecha, se esfuerzan por dar a conocer mejor el pasado. Nuestro trabajo como historiadoras e historiadores no consiste en entregarnos a una historia militante encargada de distinguir las buenas acciones de las malas, sino en saber rastrear los acontecimientos al margen de todo maniqueísmo, manipulación o fraude intelectual consistente en deformar los hechos con fines únicamente ideológicos. Al invertir la posición entre “verdugos” y “víctimas”, el objetivo de Pío Moa y sus comparsas es banalizar algunas páginas sombrías de nuestra historia con el fin, tal vez, de preparar a las sociedades europeas para nuevas violencias.

Así pues, a través de su revista temática bimestral, Le Figaro banaliza y legitima las tesis revisionistas, presentadas errónea o –peor– deliberadamente como disruptivas o innovadoras, de un falsificador profesional, carente de deontología y de ética, y adulado por la extrema derecha. Promover la falsificación de la historia es una decisión cargada de significado y de consecuencias para nuestra sociedad democrática. Pero esta actitud tan ciega no es ni inevitable ni irreversible. Dos grandes escritores de la derecha católica francesa, contemporáneos de lo sucedido y obsesionados igualmente con el fantasma del “peligro rojo”, Georges Bernanos y François Mauriac, aprobaron el levantamiento militar y se vieron tentados por el franquismo antes de volver sobre sus pasos. Los dos ilustres autores tuvieron la revelación y la lucidez –incluso el valor– de reconocer públicamente su ceguera y denunciar después la represión franquista: el primero en su magistral panfleto Los grandes cementerios bajo la luna (1938) y el segundo en las columnas del propio Le Figaro. En nombre del pluralismo y la calidad de la información, confiemos en que Le Figaro abra también los ojos y sepa recuperar la altura de quien fuera premio Nobel en 1952.

Firmantes:

  • Sophie Baby (Université de Bourgogne)
  • Zoraida Carandell (Université Paris Nanterre)
  • Marie Franco (Université Sorbonne Nouvelle Paris 3)
  • François Godicheau (Université Toulouse 2 Jean-Jaurès)
  • Jérémy Léger (EHESS/Casa de Velázquez)
  • Stéphane Michonneau (Université de Lille)
  • Amélie Nuq (Université Grenoble Alpes)
  • Nathan Rousselot (Nantes Université)
  • Pierre Salmon (École normale supérieure)
  • Nicolas Sesma (Université Grenoble Alpes)
  • Charlotte Worms (Université Paris 1)
  • Mercedes Yusta (Université Paris 8)

Fuente: Conversación sobre la historia

Portada: Franco y Petain en Montpellier el 13 de febrero de 1941 (foto: Efe)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia