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En Andalucía hay cinco grandes fosas de mujeres represaliadas por el franquismo durante la Guerra Civil. Solo se han logrado recuperar los cuerpos de las mujeres que fueron enterradas en Guillena (Sevilla) y Grazalema (Cádiz). Las fosas de Higuera de la Sierra, Puebla de Guzmán y Aguaucho, que guardan los cuerpos de 40 asesinadas, nunca han aparecido.
MADRID
ACTUALIZADO:Era el mes de noviembre de 1937. El día 4. Las manecillas del reloj señalaban hacia algún punto entre las 10 y las 11 de la mañana. 16 mujeres procedentes del pueblo de Zufre (Huelva) son puestas frente al pelotón de fusilamiento en la localidad vecina de Higuera de la Sierra. La zona no está en guerra y la línea del frente más cerca está a cientos de kilómentros. Sus cuerpos van cayendo a la fosa tras recibir un tiro en la sien. La más joven es Modesta Huerta Santos y tiene 29 años. Las más mayor, Faustina Ventura Sánchez, tiene 72 años. La noche de antes todas ellas han sido paseadas por la localidad y humilladas públicamente. Unas recibieron torturas y otras, además, fueron violadas. El procedimiento judicial llegó un año después. En él, las mujeres eran calificadas de "fieras humanas sin Dios, sin Patria, sin Ley, sin familia, porque ni a ella la quieren". El auto fue validado por el auditor de guerra Francisco Bohórquez, enterrado junto a Queipo de Llano en la Basílica de la Macarena en Sevilla.
Los cuerpos de las mujeres de Zufre nunca aparecieron. Sí se sabe que fueron enterradas junto a otros cinco hombres. En total, 21 cuerpos que nunca se han vuelto a ver. Ni rastro. Y no será por no haberlo intentado. El libro Intervenciones arqueológicas en fosas comunes del franquismo en Andalucía en 2018 y 2019 del periodista Juan Miguel Baquero recoge los trabajos de búsqueda del equipo técnico encabezado por Juan Manuel Guijo, Elena Vera y Jesús Román. Realizaron hasta 19 sondeos en el cementerio viejo de Higuera de la Sierra, donde se marcaba su enterramiento. Pero las mujeres no aparecieron. Sí aparecieron, en cambio, los restos de otras 18 víctimas de la represión franquista. "No pudimos encontrar nada pese a la insistencia. La hipótesis que manejamos es que la fosa con las 16 mujeres puede estar debajo de unos nichos que se construyeron con posterioridad. Creo que ahora mismo no hay otra posibilidad", explica a Público el arqueólogo Juan Manuel Guijo.
El caso de Zufre no es un caso aislado. Por un lado, en Andalucía hay hasta cinco grandes fosas con mujeres represaliadas por el franquismo durante la Guerra Civil. Además, exactamente en las mismas fechas en las que se asesinaba en Zufre, las fuerzas franquistas también estaban ejecutando a 17 mujeres de Guillena (Sevilla) en Gerena y dos meses antes lo hacían en Puebla de Guzmán. Una coincidencia temporal que el arqueólogo Guijo señala que "no puede ser casual". "Tuvo que haber alguna orden de algún tipo que no dejó rastro", señala.
La investigadora Pura Sánchez, autora de Individuas de dudosa moral, entre otras obras, explica a Público que la represión ejercida por los franquistas contra las mujeres en la Andalucía Occidental tiene un claro objetivo "ejemplarizante". "Las tropas franquistas entran por el sur y van conquistando territorio hasta llegar a Badajoz. A su paso dejaron un reguero de sangre y terror que coincide con el movimiento de tropas que se va viendo en el mapa. El objetivo era sembrar el terror y que nadie se atreviera a llevar la contraria a los nuevos mandos", explica Sánchez. La investigadora denuncia también que muchas de las víctimas sufrieron violaciones y torturas antes de ser ejecutadas. En muchos casos, además, las fuerzas franquistas realizaron humillaciones públicas como el rapado o el aceite de ricino para humillar a las mujeres republicanos. "Hoy en duda ya nadie duda de que el cuerpo de la mujer se usa como campo de batalla", explica.
En esta represión "ejemplarizante" contra las mujeres que describe Pura Sánchez tampoco hay que olvidar una pieza fundamental: la figura de Queipo de Llano y sus arengas radiofónicas, que iban tan lejos que algunas de ellas llegaron a ser ocultadas y censuradas por otros dirigentes franquistas. "Las arengas de Queipo incitaban a violar a las mujeres republicanas. Eran mujeres que habían pecado y tenían que ser redimidas mediante el castigo. Detrás de todo esto hay, por supuesto, una ideología patriarcal", prosigue Pura Sánchez. De hecho, algunas de estas arengas han pasado a los libros de Historia y son fácilmente recuperables.
"Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen, ¿no jugaban al amor libre?", arengaba Queipo de Llano
"Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y, de paso, también a las mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen, ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen", reza un fragmento de una arenga de Queipo de Llano.
Como se decía anteriormente, el caso de Zufre no es un caso aislado. De las cinco grandes fosas de mujeres todavía tres de ellas no han podido ser localizadas. En su interior están los restos de 40 mujeres. Además de la de las mujeres de Zufre, se trata de los casos de Puebla de Guzmán (Huelva) y Fuentes de Andalucía (Sevilla).
Nueve mujeres de entre 16 y 22 años en Fuentes de Andalucía
La terrible represión que se vivió en Fuentes de Andalucía fue descrita en la Unidad Didáctica 'Fuentes de Andalucía 1936-1975 realizada por la Comisión de la Memoria Histórica Fontaniega. En esta pequeña localidad fueron asesinados en los años del terror franquista hasta 116 personas, según los datos del Registro Civil. A pesar de la violencia generalizada, hubo un episodio que se quedó grabado a fuego en la memoria colectiva: el crimen contra 9 mujeres, con edades comprendidas entre 16 y 22 años, en el cortijo El Aguaucho.
"Los hechos ocurrieron probablemente en torno de la noche del 17 al 27 de agosto [de 1936], en la que un grupo de falangistas y miembros de la guardia cívica, con ánimo de divertirse, cargaron a nueve jóvenes (María Caro Caro, Mª Jesús Caro González, Coral Garcia Lora, Dolores García Lora, Josefa García Lora, Josefa González Miranda, Mª Lourdes León Becerril, Joaquina Lora Muñoz y Manuela Muñoz Ayora) en un camión y las llevaron al cortijo de Las Monjas, su cuartel general. Se las obligó a prepararles la comida acompañada de abundante vino, y servírsela habiéndolas despojado de toda sus ropas. La diversión y el desenfreno aumentaban y para evitar molestos testigos del cortijo, las trasladaron a 'El Aguaucho', un cortijo casi abandonado, donde prosiguieron los maltratos, las vejaciones y consumaron la violación colectiva en medio del llanto, la indefensión y el horror de las jóvenes. Después las asesinan fríamente sin un mínimo gesto de piedad y las arrojan al pozo existente. Al día siguiente, ebrios de procacidad e insolencia, desde el camión muestran, por las calles de Fuentes, la ropa interior de las jóvenes, en la punta de sus fusiles", señala esta Unidad Didáctica.
En septiembre de 2017, gracias al trabajo de las asociaciones memorialistas, comenzaron los trabajos de búsqueda de los restos de estas nueve mujeres en un pozo situado en el cortijo de 'El Aguaucho', donde se creía que habían sido arrojadas las mujeres. Sin embargo, la investigación no consiguió dar con ellas. La Memoria Final de los trabajos, encabezados por Elena Vera, explica que la investigación consiguió identificar el pozo y efectuar la excavación hasta llegar al final del mismo. Pero el resultado fue negativo. No había restos humanos. Los cuerpos, en caso de haber sido tirados a ese pozo, habían sido eliminados. La otra opción es que, pese a lo transmitido por la memoria popular, los cuerpos de las mujeres fueran enterrados en una ubicación desconocida.
De hecho, Elena Vera señala que el hecho de "ocultar los fusilamientos arbitrarios" fue una práctica de la represión franquista que buscaba, además, castigar a las familias de los represaliados privándoles de un lugar donde localizar a sus muertos, darles un entierro digno y poder llorarle en paz.
Puebla de Guzmán: una fosa que desaparece
La propia arqueóloga pone como ejemplo el caso de Puebla de Guzmán, en Huelva, para explicar lo que pudo haber sucedido en 'El Aguaucho'. En septiembre de 1937, en Puebla de Guzmán, quince mujeres fueron secuestradas y fusiladas. En 2014 comenzaron las tareas de búsqueda por todo el cementerio y el resultado fue desolador. La única conclusión a la que se pudo llegar es que la fosa de las 15 mujeres podría haber estado situada en el mismo lugar donde señalaban muchas de las voces del pueblo y los testimonios orales, pero había un problema importante. La zona señalada "había sido removida, vaciada y rellenada con una capa de piedra triturada", una actuación que se podría haber realizado en los 1973 y 1974 para la construcción de nichos nuevos.
Así parece que se borraron los rastros para siempre de quince mujeres cuyo único delito fue no ser partidarias de la causa franquista. ¿Pero qué sucedió con su fosa y sus cuerpos? ¿Qué ocurrió en el cementerio para que no haya rastro de la fosa? ¿Dónde pudieron ir los restos de las mujeres? Estas preguntas, de momento, no tienen una respuesta.
Así, solo contando estos cinco casos puntuales de la feroz represión franquista en Andalucía Occidental quedarían hasta 40 mujeres andaluzas asesinadas irregularmente por las tropas franquistas sin localizar. El número, por desgracia, es mucho más elevado si se suman las mujeres que fueron asesinadas y arrojadas de cualquier modo a fosas no específicas de mujeres en condiciones muchas veces degradantes. La tesis doctoral de Laura Muñoz Encinar muestra cómo incluso una vez asesinadas y vejadas en vida, los verdugos continuaron humillando a las víctimas de diferentes formas, incluso poniendo su cuerpo en la fosa en posiciones sexuales con otras víctimas.
El delito de saber leer
A diferencia de lo que ha ocurrido en Higuera de la Sierra, Puebla de Guzmán y Fuentes de Andalucía la fosa con las 17 mujeres de Guillena (Sevilla) que fueron enterradas en Gerena, localidad de la misma provincia, sí pudo ser encontrada. En aquella exhumación participó la cantante Lucía Sócam, que explicaba en su reciente libro su experiencia en aquella fosa. "Localizamos la fosa común de las 17 de Guillena y ahí me encuentro con que una de ellas era la hermana de mi bisabuela, la mayor de ellas. Granada Hidalgo Garzón fue acusada de saber leer, algo que no debería ser delito ni aquí ni en ningún sitio, ni entonces ni nunca, fue el motivo por el que una mujer normal y corriente, de un pueblo normal y corriente como Guillena, fuese asesinada por un bando de guerra junto a 16 compañeras más".
Así, la fosa de las rosas de Guillena pudo ser localizada gracias a los testimonios de los supervivientes y a la memoria oral y fue exhumada en 2012. Las 17 mujeres pudieron ser identificadas y enterradas dignamente.
"Que mi nombre no se borre de la Historia"
La otra fosa de mujeres que se consiguió localizar y exhumar fue en Grazalema, en la provincia de Cádiz. Tal y como explica el portal de la Junta de Andalucía, en el verano de 1936, las autoridades falangistas detuvieron a 15 mujeres, les raparon el pelo y las pasearon por el pueblo durante dos días para escarnio público. Buscaron así un escarmiento y un castigo ejemplar. Después, las trasladaron a un monte donde fueron cruelmente asesinadas. "Tres de las 15 mujeres asesinadas estaban embarazadas. Los falangistas obligaron a un niño de 14 años, conocido como El Bizarrito, a cavar un agujero en la tierra, sin saber que estaba excavando su propia tumba ya que fue enterrado junto a las mujeres", explica el portal, que también señala que aquella "fosa de mujeres fue ocultada desde el inicio por el pánico que la dictadura sembró en este municipio gaditano con apenas dos mil habitantes".
Sin embargo, en agosto de 2008, 72 años después de los hechos, el Ayuntamiento de Grazalema y la Diputación de Cádiz llevaron a cabo la exhumación y fueron localizadas finalmente las 15 mujeres y el niño.
La investigación científica posterior revelaría que ninguna de ellas murió por el tiro de gracia. Todo indica, según señala el portal de la Junta de Andalucía, que fueron asesinadas con la mayor crueldad. Los restos de estas 16 personas descansan hoy día en el cementerio de Grazalema, donde se encuentra un mausoleo de hormigón blanco con las figuras a tamaño real de las víctimas y una frase que dice: "Que mi nombre no se borre de la Historia".